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Recomendamos para leer: Nadie acabará con los libros

Portada del libro
Portada del libro

“El libro es como la cuchara, el martillo, la rueda, las tijeras. Una vez se han inventado, no se puede hacer nada mejor. No se puede hacer una cuchara que sea mejor que la cuchara. El libro ha superado la prueba del tiempo. Quizá evolucionen sus componentes, quizá sus páginas dejen de ser de papel, pero seguirá siendo lo que es.”

¡Que bien planteado!… y cómo no habría de estarlo si Umberto Eco (semiólogo, filósofo, escritor, entre otros oficios) es el autor de la cita. La misma que aparece en su nueva novela “Nadie acabará con los libros” (1).

Esta obra, bajo la forma de un diálogo entre Eco y Jean-Claude Carriere -guionista y dramaturgo francés- nos hace partícipes de sus relatos y de su “pasión lectora”. A través de sus recuerdos, anecdotario e íntimas descripciones, estos lectores de tomo y lomo comparten la relación que han establecido con la escritura, la bibliofilia y la cultura en general.

Internalizando lo aprendido

Eco y Carriere plantean este tema y la abordan desde distintos ángulos. Para ello, comparten sus apreciaciones respecto al nuevo traje de bytes del libro. El mismo con que debuta en la sociedad 2.0. Lo bueno es que, lejos de plantear una polémica en torno a las nuevas formas de lectura, prefieren abordar el tema con una mirada integradora y amplia. La misma que permite que el lector calibre, observe al libro desde su perspectiva y concluya en función de la personalísima la relación que ha establecido con él.

Umberto Eco
Umberto Eco

 

 

Nadie acabará con los Libros. Eso aseveran Eco y Carrière. Yo les creo a pie y juntillas … ¿y ustedes?

Reseña y comentarios del libro

 

 

(1) Eco, Humberto. Nadie acabará con los libros. Barcelona: Lumen, 2010.

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Cine

¿Por qué esperar que Hollywood nos diga qué leer?

cc: Lake Forrest Library

A muchos nos gusta el cine, y a otros tantos nos gusta leer. Y, si ustedes son de aquellos a los que les gusta practicar ambas actividades, seguro que pasan un buen rato apoltronados leyendo o viendo buenas películas.

Y claro, ante ese escenario muchas veces nos encontramos comparando una historia en base a lo que vimos o leímos, y casi siempre terminamos concluyendo que la película no se compara con la versión literaria. Esa es una opinión clásica de los lectores que imaginamos personajes y situaciones, para después encontrarnos con la versión fílmica de unos protagonistas sumamente distintos a aquellos que esperábamos. O, a veces queremos  ver en pantalla gigante  una de las partes del libro que más impacto nos causó, y nos encontramos con que el criterio del guionista y del director no coincidía con el nuestro. Y es que nuestro cerebro procesa en forma muy distinta toda la información que recibimos, de ahí la importancia de la lectura y la interpretación  que cada uno hace.

Pero ese tema da para mucho,  y es harina de otro costal. Volviendo a lo que nos convoca, planteo algunos ejemplos de clásicos de la literatura que han sido llevados al cine:

Sin duda la historia de “Alicia en el país de las maravillas” es un buen ejemplo.  Lewis Carroll, la escribió en 1865…Pero, ¿porqué es Hollywood el encargado de recordarnos, 147 años después, que esta historia es  espectacular? (me refiero a la versión de la película estrenada el año pasado, dirigida por Tim Burton) .  Para explicar su éxito hay miles de razones: Una niña enfrentada a una encrucijada: seguir siendo una nerd pelolais con delantal blanco, o ser una niña power  que se la juega en una aventura increíble. Y es que Alicia se enfrentó a sus temores infantiles tomándose un misterioso brebaje de una tentadora botellita, cuya etiqueta sólo rezaba “bébeme” y eso dio pie a una de las historias fantásticas más leídas por niños y adolescentes desde hace  casi 150 años. Pasando a temas fílmicos,  los hermanos Cohen hacen un feroz guiño a esta parte del cuento en una de sus películas Matrix ¿Quién no recuerda la escena de la encrucijada de Neo ante la decisión de escoger entre  la píldora azul o roja?

Lo mismo pasó con “Las crónicas de Narnia”  escrita por C. S. Lewis entre 1949 y 1955. La tierra de Narnia y sus personajes mágicos fascinaron a muchos. Y si sigo en esa línea, es imposible no recordar  “El señor de los Anillos”. En 1954 Tolkien logró que se editara la primera parte de la saga, en 1960 se editó en español por primera vez,  y en 1993 esa edición salió publicada en un solo volumen. Pero algunos tuvieron que esperar  ocho años para conocerla, hasta que Peter Jackson la estrenó en el cine el 2001. Muchos hemos disfrutado viendo esas películas, y muchos hemos tenido ganas de leer o re leer el libro tan pronto salimos del cine, inspirados. Bien lo saben las casas editoras, que se iluminan y se les ocurre editar versiones de lujo de estas obras,  justo después de los estrenos en la pantalla gigante.

La otra vereda exhibe casos de edición-producción cinematográfica express: Stephannie Mayer escribió “Crepúsculo” el 2005. En poco tiempo la novela se había traducido a 37 idiomas y había vendido más de 25 millones de ejemplares. Tres años después ya filmaban la película, y hordas de aspirantes a vampiros adolescentes  llenaban las salas de los cines. Caso aparte es el fenómeno de “Harry Potter”. Este mago juvenil, nacido de la imaginación de la escritora británica J.R. Rowling hizo leer a millones de niños en el mundo. Las estimaciones de ventas mundiales de la primera parte de la saga hablan de más de 110 millones de ejemplares vendidos… y eso no es magia.

El tema da para mucho, ¿Qué pasa con las versiones fílmicas que no se  parecen a las historias originales de los libros? ¿Nos importa eso? ¿Qué pasa con los derechos de autor? ¿Cuándo una película pasa a ser la adaptación de una novela?.  Hay tantas interrogantes como casos, y hay cientos de películas basadas en libros. Tanto así, que el periódico británico The Guardian publicó (en inglés) la lista de las mejores 50 adaptaciones

cc: Books as Movies
cc: Books as Movies

Es un hecho que hay un mundo infinito de historias, cuentos, novelas y leyendas. Nosotros somos los directores cuando las leemos. Vale la pena creer en  nuestras interpretaciones, nuestras subjetividades y nuestros rollos personales. Bienvenidas sean si nos ayudan a dibujar mentalmente las historias y a inventar versiones privadas de Narnia, de la Tierra Media del reino del Nunca Jamás o del Mundo de Oz.

Un par de ejemplos

No obstante, hay un par de buenísimos casos de versiones fílmicas de novelas que han sido muy bien logradas  según mi criterio lector: La insoportable levedad del ser, escrita por  Milan Kundera y dirigida por Philip Kaufman en 1987 es una de ellas por varias razones. Entre ellas destaco el casting, ya que   Juliette Binoche y Daniel Day Lewis interpretan a las mil maravillas a la dulce Teresa y al infiel doctor Thomas. El segundo ejemplo es «Crónica de una muerte anunciada» .  La película protagonizada por una hermosa e inspiradora  Ornella Mutti  es un fiel reflejo de la  novela de García Márquez, no sólo en cuanto a ambientación sino que la historia se reproduce en forma casi exacta.

Transformándonos en nuestros propios directores de cine

Hay una cosa clara: ¿porqué esperar a que Hollywood nos diga qué leer? si tenemos a nuestro alcance librerías, bibliotecas, la red bibliometro,  los libros de nuestra casa y los de los amigos generosos que nos proveen de lectura. A eso se suman los libros electrónicos y muchas otras opciones para encontrar buena literatura de nuestro agrado. Hollywood no debiese ser quien nos diga qué buena historia conviene leer. Y aunque no lo crean, para  muchos es así, no en vano las bibliotecas escolares muchas veces compran más ejemplares de los libros que son llevados al cine porque saben que habrá más interesados.  Pero bueno, si de leer se trata todo medio vale la pena.

No me malentiendan, amo el cine: soy de las que se acuesta a ver tres películas al hilo en las tardes invernales, arropada hasta el cuello. Pero a veces, también, prefiero contarme mis propios cuentos. Claro que si empiezo a compararme con los directores de cine, claramente salgo perdiendo…o al menos eso es lo que dicen las ventas de  taquilla del cine.