Cuando niños, tal vez uno de los primeros ejercicios que nos va humanizando es dibujar. Comenzar a dar vida a una hoja blanca incluyendo rayas que se van disparando hacia todos lados como si fueran un torbellino. Luego de eso vendría un adulto a preguntarnos qué era lo que quisimos hacer y ahí ya comenzábamos a contar una historia. Una muy particular.
El pasado martes 24 de julio murió en la quinta región uno de los más grandes contadores de historias de nuestro país: Themo Lobos, creador de historietas como Ñeclito y Alaraco, y continuador de las aventuras de Mampato, personaje creado originalmente por Eduardo Armstrong y Oscar Vega. Todas ilustraciones que entretuvieron a miles de niños y adultos durante años y que se han ido entregando de generación en generación hasta el día de hoy.
Un ejercicio que va dejando enseñanzas, que va generando saberes, conocimientos y valores, como los que difundía Lobos a través de sus personajes. Tal vez una de las más grandes fue la importancia de la curiosidad. “Lean todo, hasta los boletos de micro. Lean, lean, porque eso les va a formar un acervo de conocimientos que va a hacer nacer ideas nuevas” dijo una vez. Una máxima que hoy pareciera estar perdida entre la televisión y las grandes ofertas de una sociedad que va relegando y desechando lo fundamental, esa búsqueda que da forma a los descubrimientos, a las asociaciones y al lagar del cual se alimenta la creación.
vida es búsqueda dice Themo Lobos y eso hacían sus personajes apenas terminaban de desayunar o apenas salían de clases, así como Mampato, que no se quedaba con lo que le enseñaban en el liceo y de inmediato tomaba su cinto espacio/temporal para ir a la época en cuestión. Hoy, cuando la educación está en crisis, esa curiosidad se vuelve fundamental tanto de padres como de estudiantes para ir y buscar, por sí mismo qué es lo hace el mundo funcionar como lo hace actualmente.
La época de creación de Themo Lobos coincidió con la dictadura. El año 1978 se deja de publicar Mampato, tiempos en que también inicia la llegada de personajes extranjeros, que fueron dejando de lado a algunos de los populares nacionales. La raíz se va perdiendo y nosotros en esa oscuridad. “La historieta es un género que puede sugerir una serie de ideas prohibidas, sobre todo cuando hay una dictadura. Entonces, para no correr riesgos, eliminaron todas las revistas de historietas subiendo los costos de impresión. La gente al final prefería comprar un kilo de pan antes que una revista. Y era muy lógico. La dictadura acabó con la historieta” dijo Themo, criticando la situación del Chile de entonces y sus políticas con la libertad de prensa.
Hoy se habla de ilustración, de novelas gráficas, de realizadores y se van especificando sentidos que sirven para contener esos torbellinos que tenemos dentro los humanos. Antes, sólo había revistas y dibujantes, antes hubo hombres como Temístocles Lobos y revistas como Mampato, que no solo quería hablar a los niños desde un sentido paternalista, sino como quién recibe a alguien nuevo en el museo de la cultura y lo único que puede hacer s entregar esos fragmentos que aún vale la pena transmitir.
Por eso Mampato siempre es un niño que sale, que investiga y curiosea buscando la huella, buscando una marca que hacía que sus historias terminaran siempre defendiendo a aquellos que estaban en problemas o a los que estaban oprimidos, desenmascarando las injusticias que se toapaba en diferentes momentos en la historia de la humanidad. “¡A los jóvenes no se les puede quitar su derecho a criticar! El derecho de los jóvenes es ser inconformistas“, dijo Themo Lobos y eso estaba en sus historietas y eso leímos todos.