Lo prometido es deuda, así que heme aquí dispuesta, en la medida de lo posible, satisfacer las expectativas del primer artículo «Contra la animación lectora I».
Antes dije (y lo mantengo) que realizar actividades de animación lectora para adolescentes podría ser, incluso, contraproducente. Expuse algunos de los argumentos con los que sustento esta hipótesis y prometí compartir con la lectoría algunas de las actividades que a mí me han dado buenos resultados con este “público difícil”. Antes de ir a ello, les advertiré que no se trata de ninguna receta mágica, porque si estuviera en mi poder el secreto para hacer de los adolescentes abúlicos lectores empedernidos, ya me habría convertido en una suerte de gurú de la lectura y estaría dando la vuelta al mundo convirtiendo gente cual evangelista posmoderno. No. Lo que compartiré con ustedes son algunas actitudes (y una actividad) que han sido útiles para motivar a leer a algunos de los adolescentes con lo que he tenido el placer (y privilegio) de compartir. Aclarado esto, vamos a ello.
En primer lugar, hablaré de las actitudes que han hecho posible que algunos de mis estudiantes se sientan inclinados hacia el mundo de la lectura.
Es provechoso que lo vean a usted disfrutando de la lectura en sus ratos libres, eso de predicar con el ejemplo también corre para nosotros. Si usted trabaja en una biblioteca es bueno que l@s chic@s lo/ la sorprendan leyendo, lo que sea, un libro, un cómic, una revista. Y si usted es profesor (que no tiene por qué ser sólo el de Lenguaje y Comunicación) puede pasearse de una sala a otra con su lectura bajo el brazo. Basta con eso. Y si trabaja en cualquier otro ámbito en donde circulan adolescentes conversar con ellos (no necesariamente de libros, claro) siempre está bien. Puede incluso llegar a sorprenderse con todo lo que tienen para contar y todo lo que uno puede aprender de/con ellos. En suma, lo que quiero decir es que es muy importante no subestimar a los más jóvenes, tampoco es recomendable criticar sus gustos e intereses, mucho menos imponerles gustos ajenos. Si logramos conocerlos un poco sabremos qué tipo de lecturas podrían interesarles, muchas veces la labor que debemos hacer sólo consiste en acercar el libro adecuado al lector potencial. Y para eso, la empatía es la única vía posible.
En esta misma línea, plantear la lectura como un reto, como un desafío es fundamental para incentivar la curiosidad lectora. Permítaseme una pequeña digresión, recuerdo una anécdota del tiempo en el que trabajé como bibliotecaria en una universidad. Estaba yo en uno de esos momentos muertos de la biblioteca (entiéndase viernes a las 20:30) cuando aparece una chica y me pilla leyendo “El pabellón de oro” de Mishima. La chica comienza a preguntarme de qué se trata, yo le cuento un poco y le comento que no es una lectura del todo fácil (para mí al menos) porque hay muchas referencias que me pierdo e intertextos que desconozco. Me pregunta si hay otra copia en la estantería, le digo que no, pero le puedo prestar la que estaba leyendo yo, total- le digo- estaba releyéndolo. La chica se lo lleva y a la semana siguiente me dice que no es fácil de leer pero que está “enganchadísima”. Me sonrío para mis adentros y pienso que Mishima tiene un nuevo adepto. Fin de la digresión. Lo central de esta anécdota es diáfano: si explicito que la lectura no es fácil, eventualmente, al otro le dará curiosidad. Puede que no funcione todas las veces, pero si en un par de ocasiones logra usted sembrar en otro el desafío o bien, la curiosidad, ya es suficiente.
Otro asunto importante es diversificar el espectro de textos que los chicos conocen. No todo son novelas enormes y difíciles. Para nuestro deleite (y para nuestro asombro también) existen los libros álbum, los libros ilustrados (sí, son distintos y pueden encontrar un artículo sobre eso aquí en Leamos más,) las mentadas “novelas gráficas” (también hay un artículo sobre ellas en esta web), el cómic, el microrrelato o microficción, la poesía, el teatro, los cuentos, los cuentos independientes que se leen como capítulos de una novela, los aforismos, los blogs y un largo etcétera. Propiciar el que los chicos conozcan una variedad de textos, hace posible que sean ellos mismos quienes encuentren lo que quieren (o no) leer. Muchos habrá que recuerden hoy que su entrada al mundo de la lectura fue a través del cómic o las historietas. Habrá otros que, como yo, se entusiasmaron leyendo cuentos. Es necesario promover este sentido de amplitud en las tipologías textuales, porque del mismo modo en que existen intereses diversos hay textos distintos que pueden (o no, nuevamente) satisfacer los intereses y curiosidades de las más variadas personalidades.
Aunque parezca de perogrullo, muchas veces no lo es, así que me detendré unas líneas para decir que si se quiere fomentar el gusto por la lectura en los más jóvenes es imprescindible que ella no esté relacionada con una evaluación. No al menos, una evaluación que contemple una prueba (del tipo que sea) o cualquier otra expresión que converja en la obtención de una calificación. Si debe necesariamente evaluar el proceso de lectura prefiera la evaluación de carácter formativo.
Un último apunte sobre las actitudes frente a la lectura para que ésta sea atractiva para los adolescentes. He dejado ésta para el final porque me parece que es, por lejos, la más importante. Tiene que ver con lo que el destacado ensayista mexicano Juan Domingo Argüelles presenta en su libro “Si quieres leer… lee”. Hay dos ideas que son centrales en este ensayo: la primera es que leer por placer es una de las maneras que tenemos de administrar (o invertir) nuestro tiempo libre, así como a uno les gusta ver películas, o dibujar, o escuchar música, o bailar, a otros les gusta leer. La segunda idea surge de la primera, y se refiere a que si bien la lectura es provechosa en muchos sentidos, no hay por qué imponer la lectura a nadie. En esta segunda idea, Argüelles plantea que si bien ser un lector competente (uno que entiende lo que lee) es necesario para un desempeño social satisfactorio, ser un lector que disfruta mientras lee es otro asunto y no puede estar sujeto a ningún tipo de imposición. Y es verdad.
Muchos de nosotros intentamos promover la lectura en los más jóvenes porque sabemos cuáles son las ventajas (sociales y cognitivas) que se relacionan con el acto mismo de leer, e intentamos también que disfruten de la lectura para que les sea menos trabajosa y la practiquen con más frecuencia, pero lo cierto es que no podemos satanizar a nadie porque no le guste leer. Podemos procurar que sean lectores competentes, pero no podemos obligarlos a que les guste leer. Es importante que reconozcamos, con Argüelles, que la lectura por placer no puede imponerse a nadie, habrá unos que lean y otros que simplemente no lo hagan y ninguno de los dos es mejor que el otro.
Finalmente (sí, porque esto está siendo más extenso que lo recomendado) les propondré una actividad de fomento lector para adolescentes. Pero -como habrán adivinado- esa entrega viene en la tercera parte y final de «Contra la animación lectora».
Referencias bibliográficas disponibles para su descarga:
Argüelles, Juan Domindo Si quieres leer…lee. Contra la obligación de leer y otras utopías lectoras . Madrid: Forcola, 2010.
Mishima, Yukio El pabellón de oro. Argentina: Seix Barral, 2007. [disponible para descarga edición digitalizada por la Revista Literaria Khatharsis]
5 respuestas a «Contra la animación lectora II»
Muy interesante la postura, claramente es necesario dar el ejemplo.
Así es. Andrea Berríos suele sorprendernos con temas nuevos. La tercera parte y final de esta serie ya fue publicada. Te invitamos a leerla en http://www.leamosmas.com/2012/12/contra-la-animacion-lectora-iii-el-ejemplo
Si me encanto la idea que expone , yo trabajo hace 2 años en una biblioteca escolar y he tratado que la enseñanza media se acerque y justamente he observado sus gustos he intereses tratando de conversar bastante en la medida que puedo con algunos jóvenes y luego propongo algunos artículos que ubico fuera de la biblioteca con diversos temas y he atraído a muchos niños a la biblioteca a leer o los sorprendo con una pequeña exposición de temas entretenidos para su edad y veo que es tan cierto que la lectura por placer es lo mejor .
la idea innovadora que hicieron en Alemania me encantó . el hecho de colocar troncos de Árboles con cavidades a modo de bandeja y dejar libros para que la comunidad lea es super buena.
yo soy profesora básica y me encanto el mundo de las bibliotecas ahora estoy estudiando técnico en bibliotecología, pero pensando mas adelante en terminar la carrera completa si Dios quiere, para incursionar en otras áreas y aprender más.
[…] hacia la lectura. Para los interesados en profundizar en este tema, les dejo la primera, la segunda y la tercera parte. Todos escritor por Andrea Berríos, Licenciada en letras y con una buena […]