Estudió Letras. Hizo un máster en Edición y otro en Investigación en Didáctica de la Lengua. Lo único que sabe hacer realmente es hablar, escuchar, leer y escribir. Está convencida de que con esas cuatro cosas podrá sobrevivir. En twitter @linbertad
A todos nos suena de algo YouTube. Muchos hay quienes creen que, en su mayoría, los videos de esta plataforma sirven para distraernos. Sin embargo, (y cualquiera que haya navegado en sus canales lo habrá notado) Youtube es mucho más que un sitio en el que abundan videos de gatos, por el contrario, en él se albergan muchísimos videos que tienen gran potencial didáctico.
Si bien hay muchos videos que nos servirían para tratar temas de todas y cada una de las asignaturas del currículo escolar; encontrarlos y secuenciarlos didácticamente puede resultar, por decir lo menos, complejo. Para nuestro regocijo, se ha desarrollado YouTube para Escuelas que nos permite acceder desde la red de nuestro establecimiento a un sinfín de videos educativos aportados por instituciones educacionales de gran prestigio.
Ahora bien, aunque que mucho del material está disponible en inglés, no deja de ser cierto que en su mayoría cuentan con subtítulos en castellano. Por otra parte, es posible encontrar sólo material en castellano si se activa el filtro de idioma a la hora de realizar la búsqueda.
Finalmente, también ponen a nuestra disposición un canal para profesores en donde podremos encontrar listas de videos organizadas por asignatura y nivel.
Ahora que se aproxima el comienzo del año escolar, los invito a que seregistren(el sistema sugiere que no usen su cuenta personal de gmail, sino que creen una asociada a su establecimiento), exploren y saquen provecho de esta ingente cantidad de material que YouTube pone a su disposición de manera gratuita.
Finalmente, les pido que compartan en los comentarios su experiencia empleando YouTube como herramienta educativa. De esta manera podemos responder sus dudas, asesorarlos con el registro o, simplemente, enterarnos de que les ha ido fantástico con los videos en clase.
Y si aún no se convencen, este video resume las ventajas de YouTube para escuelas.:
Y si de libros y fomento lector se trata, a modo de ejemplo les dejo dos buenos videos que encontré en Youtube para Escuelas:
La Biblioteca Digital Mundial: video promocional
http://www.youtube.com/watch?v=xhBYGI6Tfzo
Video estrategias lectoras – Lectura diaria (producido por Lee Chile Lee)
Esta es la tercera -y última- entrega de la serie. En laprimera parte expusimos las razones por las cuales hacer animación lectora para los jóvenes y adolescentes sería contraproducente. En la segunda, señalamos actitudes y casos en los que se podía fomentar la lectura juvenil sin caer en las situaciones que se señalaron en la primera entrega. Ahora, en la tercera, nos corresponde dar un ejemplo concreto y detallado que pueda, eventualmente, servirles como idea:
Debido a que no supe cómo bautizarla, terminó llamándose “Club de lectores”. La idea es muy sencilla, consiste en organizar grupos de cuatro personas y hacerlos conversar sobre las cosas que disfrutan hacer en su tiempo libre. Muy probablemente aparecerán cosas como videojuegos, series de televisión, deportes, hobbies varios… la lista puede ser larga, pero es probable que los libros no estén en ella.
Este “hacerse cargo” implica averiguar algunas cosas sobre este texto con el fin de exponerlo a los compañeros para evaluar si se lee grupalmente o no. Dentro de los aspectos a averiguar se pueden contar: la vida del autor, películas basadas en el libro, a cuantas lenguas ha sido traducido, si hay ediciones de lujo, si es parte de una saga, etc. Con la información recabada, cada joven debe presentar al grupo un texto distinto y -sin necesariamente haberlo leído- tendrá que “recomendárselo” (o no) al resto del grupo. Después de que todos hayan defendido su texto, tendrán que decidir entre todos qué texto leerán grupalmente, una vez que esa decisión esté tomada, serán ellos mismos los que tendrán que planificar la lectura: decidirán cuántas sesiones tendrá el “club”, considerando que, en cada una de ellas, tendrán que conversar sobre lo que pasa o pasará en el texto que leen, qué impresiones tienen, si les está gustando o no, etc. Al correr de las sesiones del club podrán tomar decisiones como abandonar el texto, cambiarlo por otro, etc. Pero cada una de esas decisiones deben comentarse y justificarse al monitor o profesor que supervisa la actividad. Finalmente, en el caso de que se trabaje con varios clubs de lectores simultáneamente (como suele pasar en un curso de cuarenta o más jóvenes) se tendrá que poner una fecha límite para el término de la lectura y, cuando ese plazo se cumpla, cada club tendrá que presentar (recomendando o no) al resto de los clubs el texto que han leído. En este momento es posible que los clubes intercambien textos, si eso llegara a suceder, intenten promover que ambos clubs se reúnan a intercambiar impresiones sobre el texto.
Un ejemplo concreto
Quizás la descripción no ha sido del todo suficiente, así que para facilitar la comprensión de la actividad propongo lo siguiente. Supongamos que el grupo ha decidido que el tema que les interesa es el de los zombis porque todos ven la serie “The walking dead”. Entonces buscaron textos (de cualquier tipo) que se relacionaran, directa o indirectamente, con el asunto de los zombis. Cuando comenzaron a investigar se dieron cuenta de que la serie estaba basada en el cómic homólogo del estadounidense Robert Kirkman (primer texto, un cómic de 2010), luego encontraron que “Frankenstein” de Mary Shelley se considera como el precursor de la idea “zombi” (segundo texto, novela de 1818), más tarde dieron con que en 2008 se publicó en español “Zombi- guía de supervivencia” (tercer texto, manual) del estadounidense Max Brooks, así se cruzaron con que el mismo autor, escribió “Guerra mundial Z” (cuarto texto, novela de 2006) y, finalmente, ésta última novela los llevó a la película homónima que protagoniza Brad Pitt, y que se estrenará en 2013.
¿Ventajas de este ejemplo?
Se respeta la autonomía del estudiante. La figura del profesor o monitor no los está dirigiendo directamente (pero sí supervisa desde lejos), pues son los propios jóvenes los que gestionan todo el proceso. Recordemos cuán importante es para los adolescentes (y no sólo para ellos) la pertenencia y la aceptación dentro del grupo de pares.
Potenciar el afán de investigación de los jóvenes, ya que sembrar la curiosidad para satisfacerla mediante la lectura les plantea un desafío que, en el mejor de los casos, deviene en motivación.
La lectura se socializa. Es sumamente importante que los jóvenes puedan compartir con otros sus lecturas, pues así se darán cuenta de que, aunque el texto sea el mismo, las comprensiones e interpretaciones pueden ser distintas y que, a través del diálogo, pueden enriquecer su punto de vista o, simplemente, contrastarlo con los de otros.
Se trabaja la oralidad al pedir que cada uno fundamente las razones por las cuales el libro que escogió es el más entretenido o interesante para grupo.
Fomenta el trabajo de equipo al lograr que los jóvenes negocien el libro que leerán.
Promueve la planificación de un proceso continuado, ya que son ellos los que determinan qué partes leen, cuánto tiempo demorarán y en cuántas sesiones van a abordar el texto.
Propicia la confianza entre el adulto y los jóvenes. Ya que el adulto (sea profesor, bibliotecario o quien sea) tiene la posibilidad de comprobar que los jóvenes pueden llevar a cabo exitosamente procesos complejos sin la mediación de los adultos.
¿Y las desventajas?
Implica que los alumnos trabajen en forma ordenada, lo cual no siempre se logra en una sala de clases. De todas maneras, para supervisar el desarrollo apropiado del proceso estamos nosotros.
Requiere trabajar en un laboratorio con computadores conectados a internet
os chicos deben estar familiarizados con algunos sitios web en los que se reseñen libros, pero esto no resulta tan complejo si previamente se les muestran algunos de los sitios mencionados arriba.
Esta actividad es sólo un ejemplo de todo lo que podemos hacer con los jóvenes, lo importante es nunca perder de vista que para diseñar actividades realmente motivadoras, debemos darnos el tiempo de acercarnos y, en la medida de lo posible, conocer los gustos e intereses de esos a quienes intentamos fomentar el goce de la lectura. También es imprescindible recordar que las recomendaciones son más valiosas si provienen de los pares, por eso es importantísimo potenciar el carácter socializador de la lectura.
De aquí en más la labor es suya, procuren desplegar toda su creatividad para diseñar actividades que les permitan cautivar con la lectura a todo aquel que pillen desprevenido.
Referencias bibliográficas disponibles para su descarga:
Antes dije (y lo mantengo) que realizar actividades de animación lectora para adolescentes podría ser, incluso, contraproducente. Expuse algunos de los argumentos con los que sustento esta hipótesis y prometí compartir con la lectoría algunas de las actividades que a mí me han dado buenos resultados con este “público difícil”. Antes de ir a ello, les advertiré que no se trata de ninguna receta mágica, porque si estuviera en mi poder el secreto para hacer de los adolescentes abúlicos lectores empedernidos, ya me habría convertido en una suerte de gurú de la lectura y estaría dando la vuelta al mundo convirtiendo gente cual evangelista posmoderno. No. Lo que compartiré con ustedes son algunas actitudes (y una actividad) que han sido útiles para motivar a leer a algunos de los adolescentes con lo que he tenido el placer (y privilegio) de compartir. Aclarado esto, vamos a ello.
En primer lugar, hablaré de las actitudes que han hecho posible que algunos de mis estudiantes se sientan inclinados hacia el mundo de la lectura.
Es provechoso que lo vean a usted disfrutando de la lectura en sus ratos libres, eso de predicar con el ejemplo también corre para nosotros. Si usted trabaja en una biblioteca es bueno que l@s chic@s lo/ la sorprendan leyendo, lo que sea, un libro, un cómic, una revista. Y si usted es profesor (que no tiene por qué ser sólo el de Lenguaje y Comunicación) puede pasearse de una sala a otra con su lectura bajo el brazo. Basta con eso. Y si trabaja en cualquier otro ámbito en donde circulan adolescentes conversar con ellos (no necesariamente de libros, claro) siempre está bien. Puede incluso llegar a sorprenderse con todo lo que tienen para contar y todo lo que uno puede aprender de/con ellos. En suma, lo que quiero decir es que es muy importante no subestimar a los más jóvenes, tampoco es recomendable criticar sus gustos e intereses, mucho menos imponerles gustos ajenos. Si logramos conocerlos un poco sabremos qué tipo de lecturas podrían interesarles, muchas veces la labor que debemos hacer sólo consiste en acercar el libro adecuado al lector potencial. Y para eso, la empatía es la única vía posible.
En esta misma línea, plantear la lectura como un reto, como un desafío es fundamental para incentivar la curiosidad lectora. Permítaseme una pequeña digresión, recuerdo una anécdota del tiempo en el que trabajé como bibliotecaria en una universidad. Estaba yo en uno de esos momentos muertos de la biblioteca (entiéndase viernes a las 20:30) cuando aparece una chica y me pilla leyendo “El pabellón de oro” de Mishima. La chica comienza a preguntarme de qué se trata, yo le cuento un poco y le comento que no es una lectura del todo fácil (para mí al menos) porque hay muchas referencias que me pierdo e intertextos que desconozco. Me pregunta si hay otra copia en la estantería, le digo que no, pero le puedo prestar la que estaba leyendo yo, total- le digo- estaba releyéndolo. La chica se lo lleva y a la semana siguiente me dice que no es fácil de leer pero que está “enganchadísima”. Me sonrío para mis adentros y pienso que Mishima tiene un nuevo adepto. Fin de la digresión. Lo central de esta anécdota es diáfano: si explicito que la lectura no es fácil, eventualmente, al otro le dará curiosidad. Puede que no funcione todas las veces, pero si en un par de ocasiones logra usted sembrar en otro el desafío o bien, la curiosidad, ya es suficiente.
Otro asunto importante es diversificar el espectro de textos que los chicos conocen. No todo son novelas enormes y difíciles. Para nuestro deleite (y para nuestro asombro también) existen los libros álbum, los libros ilustrados (sí, son distintos y pueden encontrar un artículo sobre eso aquí en Leamos más,) las mentadas “novelas gráficas” (también hay un artículosobre ellas en esta web), el cómic, el microrrelato o microficción, la poesía, el teatro, los cuentos, los cuentos independientes que se leen como capítulos de una novela, los aforismos, los blogs y un largo etcétera. Propiciar el que los chicos conozcan una variedad de textos, hace posible que sean ellos mismos quienes encuentren lo que quieren (o no) leer. Muchos habrá que recuerden hoy que su entrada al mundo de la lectura fue a través del cómic o las historietas. Habrá otros que, como yo, se entusiasmaron leyendo cuentos. Es necesario promover este sentido de amplitud en las tipologías textuales, porque del mismo modo en que existen intereses diversos hay textos distintos que pueden (o no, nuevamente) satisfacer los intereses y curiosidades de las más variadas personalidades.
Aunque parezca de perogrullo, muchas veces no lo es, así que me detendré unas líneas para decir que si se quiere fomentar el gusto por la lectura en los más jóvenes es imprescindible que ella no esté relacionada con una evaluación. No al menos, una evaluación que contemple una prueba (del tipo que sea) o cualquier otra expresión que converja en la obtención de una calificación. Si debe necesariamente evaluar el proceso de lectura prefiera la evaluación de carácter formativo.
Un último apunte sobre las actitudes frente a la lectura para que ésta sea atractiva para los adolescentes. He dejado ésta para el final porque me parece que es, por lejos, la más importante. Tiene que ver con lo que el destacado ensayista mexicano Juan Domingo Argüelles presenta en su libro “Si quieres leer… lee”. Hay dos ideas que son centrales en este ensayo: la primera es que leer por placer es una de las maneras que tenemos de administrar (o invertir) nuestro tiempo libre, así como a uno les gusta ver películas, o dibujar, o escuchar música, o bailar, a otros les gusta leer. La segunda idea surge de la primera, y se refiere a que si bien la lectura es provechosa en muchos sentidos, no hay por qué imponer la lectura a nadie. En esta segunda idea, Argüelles plantea que si bien ser un lector competente (uno que entiende lo que lee) es necesario para un desempeño social satisfactorio, ser un lector que disfruta mientras lee es otro asunto y no puede estar sujeto a ningún tipo de imposición. Y es verdad.
Muchos de nosotros intentamos promover la lectura en los más jóvenes porque sabemos cuáles son las ventajas (sociales y cognitivas) que se relacionan con el acto mismo de leer, e intentamos también que disfruten de la lectura para que les sea menos trabajosa y la practiquen con más frecuencia, pero lo cierto es que no podemos satanizar a nadie porque no le guste leer. Podemos procurar que sean lectores competentes, pero no podemos obligarlos a que les guste leer. Es importante que reconozcamos, con Argüelles, que la lectura por placer no puede imponerse a nadie, habrá unos que lean y otros que simplemente no lo hagan y ninguno de los dos es mejor que el otro.
Finalmente (sí, porque esto está siendo más extenso que lo recomendado) les propondré una actividad de fomento lector para adolescentes. Pero -como habrán adivinado- esa entrega viene en la tercera parte y final de «Contra la animación lectora».
Referencias bibliográficas disponibles para su descarga:
He decidido titular este artículo de esta manera provocativa, porque pretendo dos cosas:
La primera es, claramente, captar su atención desde el inicio por que ¿cómo ha de ser posible que en una página donde se fomenta la lectura se aliente contra la animación lectora?
La segunda cosa que pretendo con este título es tener la posibilidad de matizar y decir que, al menos yo, me manifiesto abiertamente en contra de las actividades de animación lectora, cuando estas están dirigidas a adolescentes.
Una vez explicadas las motivaciones de este título, pasaré a desarrollar los argumentos que sustentan mi rechazo contra la animación lectora entre los adolescentes.
Cuando hablo de actividades de animación lectora ¿en qué tipo de actividades piensa usted? ¿Qué características tienen? ¿Quiénes las realizan? Cuando las menciono, pienso en actividades del tipo cuenta cuentos; lecturas orales guiadas seguidas de una ronda de preguntas; exhibiciones de las adaptaciones cinematográficas de alguna novela u otra manifestación literaria, etc. Todas estas actividades tienen un problema en su denominación: “animación a la lectura” pues, como sabemos, “animar” es un verbo que, en este caso, supone dos actantes: uno agente (el que anima) y un segundo paciente (el que es animado por el primero). Aunque parezca una sutileza semántica, no lo es en lo más mínimo. Si comparamos las actividades antes mencionadas podemos reparar en que todas proponen una asimetría en la interacción de los participantes: por un lado tenemos a la(s) persona(s) responsables de la actividad, que cumplen el rol agente. Esta persona decide los textos; las maneras en que se ha de abordar la lectura; los énfasis con que se ha de leer; la profundidad con que se tratará; las preguntas que son válidas y las que no, etc. Por otro lado están los participantes que intervienen cuando el primero les da el espacio.
Sé (porque hay muchísima literatura especializada sobre este asunto) que estas técnicas y actividades son de gran utilidad cuando el fin es animar a leer a los más pequeños, pero ¿son igualmente efectivas cuando los destinatarios tienen trece o dieciséis años?
A decir verdad, he pensado muchísimo en la mejor manera de responder esta interrogante. La manera de responder que no hiere susceptibilidades simplemente no existe, por lo mismo, no tendré reparos en decir que las actividades de animación lectora, cuando de adolescentes se trata, no solo son nefastas, incluso pueden llegar a ser contraproducentes. ¿Y cómo puede alguien decirlo así, con tanta desfachatez? Pues bien simple. Hagamos un ejercicio: recuerde cómo era usted a la edad de trece o quince años. Ahora piense, desde su “yo adolescente”, cuán estimulante puede resultarle una actividad del estilo “debate literario”. ¿Despertaría su gusto o interés por la lectura una actividad como esta? Pues no. ¿Y por qué no? Principalmente, porque a los adolescentes no les gusta ser tratados como niños. Y ese es el primer “problema” que tienen estas actividades de cara a los adolescentes: los trata como niños crédulos e impresionables.
Cuando se vive la adolescencia (y todos los que la hemos sobrevivido lo sabemos) poco y nada importa la opinión de los mayores, incluso aunque no sean mucho mayores, si detentan alguna forma de poder o autoridad no nos interesa en absoluto aquello que nos tengan que decir. No debemos perder de vista que toda experiencia es intransferible y, desde su particularidad, la experiencia/vivencia lectora es algo que no se puede inducir teniendo por buenos unos textos y otros no. Buenos o valiosos serán aquellos que han “movido” algo en mí, pero que no necesariamente deban provocar un efecto (el que sea) en otros.
Entonces, si las actividades de animación lectora no sirven con los adolescentes porque sitúan a unos en una posición de poder y verdad frente a otros que, son los “no iniciados”, los “aprendices”, los “inexpertos”, ¿qué tipo de actividades deberíamos diseñar para motivar a nuestros adolescentes a leer? Planteo esta pregunta, porque “claro- pensará usted- siempre es fácil criticar lo que se hace”. Efectivamente, criticar es muy sencillo; proponer es lo complejo.
Pues lo complejo aparecerá en el siguiente artículo (Contra la animación lectora II), porque así le doy tiempo para que también usted vaya elaborando sus propuestas para acercar a los adolescentes a la lectura… las que propondré me han sido útiles pero no tienen por qué funcionarle también a usted. Hemos de recordar siempre que cada grupo es distinto y lo que funciona con unos, puede no resultar con otros. Así de complejo es el asunto.
Hemos hablado antes de la novela gráfica y del libro álbum, ahora le toca el turno al libro-objeto.
Quisiera comenzar diciendo que, de entrada y a modo de confesión, el concepto me provoca algunos reparos. Porque ¿no todo libro es, en principio un objeto? ¿Qué particularidades podría tener el formato de un libro para que se explicitara su condición objetual. Pensemos. En general, los libros son considerados no por el objeto que son, sino más bien por las ideas, historias o conocimientos que se vehiculizan en sus páginas. ¿Podríamos suponer entonces que los libros-objeto están desprovistos de este material? Es una posibilidad, pero en ningún caso una condición. Hay libros objetos que se han convertido en pantallas de lámpara, en ladrillos, portarretratos, etc. Pero también hay otros en los que se plasma un mensaje, empleando o no, el código lingüístico.
El libro-objeto es el resultado de la intervención de un artista, quien haciendo uso de una técnica, juega con la disposición de los elementos, incluye nuevos materiales, etc. Muchos poetas han empleado este formato para dar más espesor semántico a su obra, en Chile, tenemos el claro ejemplo de Juan Luis Martínez, quien en “La nueva novelaincluye objetos tan variados como anzuelos de pescar, rejillas metálicas, etc. Como es de suponer, esta obra ha tenido muchas y variadas interpretaciones y eso se debe, probablemente, al uso de este formato.
Esa es una de las principales características del libro objeto, su multimedialidad subvierte la forma tradicional de construir y entregar mensajes, por tanto, da lugar a un gran número de interpretaciones.Como en casi todas las cosas, en el libro objeto encontramos dos vertientes importantes. La primera es la que conocemos como libro de artista: un libro que ha sido convertido en un objeto de arte. El procedimiento de transformación está delimitado sólo por la imaginación del artista, por tanto, los libros de artista son muy variados y responden a las necesidades e inquietudes del artista que los realiza. Un buen ejemplo es la exhibición Book Shelf, del MOMA en Nueva York, donde se puede observar el trabajo de 15 artistas en torno al libro.
La otra vertiente, quizás menos conocida, son los llamados libros sensoriales. Este tipo de libro-objeto está pensado principalmente para niños, pues a través de distintos materiales se estimulan los sentidos, de esta manera es más fácil que el niño aprende y distinga conceptos como: suave, áspero, duro, blando, etc. En líneas generales, podemos afirmar que los objetivos que el autor se haya propuesto son los que determinarán, de una forma u otra, cuáles son lso recursos técnicos más apropiados para la consecución de sus fines.
Para terminar, planteamos la idea de que el libro objeto, con sus texturas, objetos, papel plegado, etc. presenta un nuevo desafío para quienes estamos acostumbrados a la forma “tradicional” de leer, nos invita a reconstruir el mensaje de una manera distinta, a fascinarnos con una propuesta artística, a integrar todos nuestros sentidos al momento de leer.
Me han pedido que en breves líneas les comente lo que considero como novela gráfica. La verdad, creo que su invención responde más a un afán comercial que a una forma de cristalizar un impulso artístico (o como prefieran llamarlo). Sea como fuere, igualmente, los precios a los que asciende este formato en Chile hacen que la mayoría de nosotros, simples mortales con mucho entusiasmo y poco dinero, sólo conozcamos como novela gráfica lo que se almacena en los anaqueles de nuestras bien amadas bibliotecas públicas. Y, seamos francos, éstas no suelen estar muy nutridas de dicho material.
Aunque sea una perogrullada lo mejor que podemos hacer para definir este concepto de “novela gráfica” es descomponerlo en sus partes. Primero, por novela, tradicionalmente se entiende una narración extensa, en la que participa un número importante de personajes que actúan en torno a un conflicto central y otros de carácter secundario. Segundo, el concepto de “gráfico” no creo que precise demasiadas explicaciones, pero lo empleamos para aludir a la presencia de imágenes.
Por tanto, la novela gráfica podemos describirla, en primera instancia, como una narración que se desarrolla empleando imágenes. En un segundo momento, y con esta escueta aproximación en mente, cabe preguntarse qué es lo que eventualmente diferencia una novela gráfica de un cómic; pues la somera definición que hemos propuesto más arriba es válida para ambos formatos. Con el fin de desambiguar el concepto podemos apelar a que una novela gráfica, a diferencia de un cómic, se publica principalmente en tapas duras y en volúmenes únicos; distinguiéndose del cómic que suele publicarse en entregas (semanales, quincenales o mensuales) en las que, en su conjunto, plantean el desarrollo de una historia.
De lo anterior se desprende que el valor de la publicación de la novela gráfica sea superior al del cómic (tapa dura, pliegos cosidos, ilustraciones y gran cantidad de papel). Para no elevar tanto el costo, los editores privilegian el que las ilustraciones de la novela gráfica vayan en negro y que la calidad del papel se reduzca (recordemos que la mayoría del cómic publicado por DC o Marvel sale en papel couché y a cuatro tintas).
Si se les consultara, cualquier librero o editor diría que una novela gráfica, a diferencia de un cómic, es una obra completa en sí misma, o sea, una que no requiere de otros volúmenes para desarrollar una historia completa. Probablemente añadirían que posee un despliegue literario inexistente en el cómic, que los temas son más profundos (ojo aquí, asumir que el cómic no trata temas “serios” es una falacia del porte de un continente) y un sinfín de otros artilugios que apuntan a vender, más que a cualquier otra cosa.
Considerando mi experiencia con el formato novela gráfica, les aseguro que lo único que realmente la separa del cómic es la forma en que se publica y se vende al público.
Los invito a comentar este artículo, pues es la única manera que tenemos para conocer su opinión.
Yo por mi parte, estoy dispuesta a exponer uno a uno los argumentos que me llevan a creer que, como tal, la novela gráfica es un invento de escritores, dibujantes y editores para ganar compradores. Espero sus comentarios.
A propósito de la feria del libro que se está celebrando por estos días en Buenos Aires, les dejo el artículo «El esplendor creativo de la novela gráfica» de La Nación (periódico argentino) sobre el espacio que ocupa la novela gráfica en la feria.
Mucho se habla, últimamente, del libro álbum. Tal ha sido su importancia en estos días que, henos aquí escribiendo sobre él. Las preguntas que nos podemos hacer sobre el libro álbum son muchas, por ejemplo, podríamos comenzar cuestionándonos sobre cuál es la diferencia- si es que la hay- entre un libro ilustrado y el mentado libro álbum; podríamos también hacernos preguntas sobre su origen o fecha de aparición en el mercado, quiénes son sus cultores y un sinfín de otras preguntas similares. Sin embargo, más que plantear estas preguntas, lo que intentaremos aquí será esbozar respuestas- aunque someras y de manual- a estas y otras preguntas sobre este formato de libro.
Comencemos por dejar en claro que las líneas que siguen están orientadas a comparar los cuentos ilustrados para niños y el libro álbum. Hacemos esta salvedad, porque el conjunto de libros que podemos agrupar bajo el acápite “libros ilustrados” es lo suficientemente heterogéneo y complejo como para ser comparado, en su conjunto, con lo que sería un libro álbum.
Una vez que ya hemos determinado este punto, podemos intentar esclarecer cuál es la diferencia entre este tipo de libro ilustrado y el libro álbum. El primero es un libro en donde lo que prima es el texto, o sea la imagen cumple un rol secundario porque, o bien complementa el texto o, directamente, depende de él. Títulos como “El libro de las virtudes para niños” de William Bennett o la colección “Cuento contigo” son claros ejemplos de este formato. En cambio, en el libro álbum, texto e imagen son interdependientes, esto quiere decir que se complementan, que ambos lenguajes interactúan: entre ellos se establece un diálogo. Si en el libro ilustrado primero se escribía el texto y, a partir de él, se creaban las imágenes; en el libro álbum el proceso pareciera ser simultáneo o, al menos, no tan desfasado lo que permite darle cierta independencia a la imagen o, por lo menos, no relegarla a mera subsidiaria del texto. Recordemos que, en muchos casos, el ilustrador y el autor del texto son la misma persona.
Otra de las diferencias que tienen estos dos formatos reside en cuáles son las características de los textos que los conforman. Los textos del libro álbum suelen ser más breves y emplean un lenguaje más cotidiano que el que se usa en los libros ilustrados; en estos últimos, usualmente, se emplea un tipo de texto en el que prima el carácter didáctico o moralizante; mientras que en el libro álbum se suele utilizar textos en los que este carácter educativo está sugerido, pero en ningún caso es explícito. Pareciera ser que el tipo de textos del libro álbum, si bien promueve la reflexión, posibilita que las lecciones que se extraigan de él sean totalmente personales.
Ayer, 2 de abril, se conmemoró el Día internacional del libro infantil y juvenil. La elección de este día no es para nada arbitraria, pues un 2 de abril de 1805 nacía en Dinamarca Hans Christian Andersen, quien con cuentos como “El patito feo” o “La sirenita” maravillaría a niños en todos los rincones del mundo, sorteando no sólo las fronteras geográficas, sino también las idiomáticas y las temporales, pues incluso hoy (a más de 200 años de su nacimiento) su obra se cuenta dentro de las más leídas y conocidas a nivel mundial.
No resulta excesivo afirmar que la obra del danés es primordial en la literatura infantil. Tampoco es exagerado declarar que, desde la época de Andersen hasta nuestros tiempos, la literatura destinada a los niños ha sufrido un sinfín de transformaciones. Cambios que, de una u otra manera, hacen posible que hasta el día de hoy mantenga su vigencia.
Más allá de cuáles son los valores y/o los estereotipos que son distribuidos y validados en sus cuentos, lo cierto es que Andersen ha creado un variado espectro de personajes e historias entrañables. Pero quizás más importante es el que haya creado relatos fáciles de recordar que pueden ser contados a los más pequeños.
Muchos de nosotros sabemos cuáles son las implicancias de leer cuentos a los niños. Quisiera, entonces, que nos detuviéramos brevemente para hablar sobre porqué es distinto e incluso importante contar los cuentos, en vez de leérselos en voz alta.
Cuando cuentas un cuento tienes la posibilidad de crear un vínculo con el que te escucha: puedes mantener el contacto visual; puedes también evaluar sus reacciones a tus cambios de entonación o volumen; puedes cambiar de estrategia si lo notas algo distraído o aburrido…
Lo que intento decir es que, al contarle un cuento a un niño, tienes la posibilidad exquisita de generar un espacio de intimidad. Se trata un poco de crear un lazo, de provocar un espacio en donde puede preguntar y dar su opinión, un lugar en el que se le garantice que va a ser escuchado, un sitio donde todo el tiempo del mundo pueda estar destinado a que te escuche y a escucharlo.
No sólo contamos historias cuando le narramos un cuento a un niño: le damos la oportunidad de que se cuestione si está de acuerdo o no con el proceder de los personajes; lo dejamos proponer ideas y suposiciones sin temer al juicio o al rechazo; le damos la libertad de manifestarse y, más importante aún, tenemos la posibilidad de comenzar a conocerlo, de descubrir cuán complejo puede llegar a ser este niño y, al mismo tiempo, le damos (y nos damos) la posibilidad de acercarnos.