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La información es poder

g152Desde hace muchos años he escuchado y leído la frase que corona este post. Siempre me ha llamado la atención ya que, siendo bibliotecóloga y desempeñándome en un medio que maneja al dedillo el insumo vital, -la información- debería tener claro el sentido de esta cita. Si “La información es poder” -pensamiento que algunos atribuyen a Francis Bacon-  quien  tiene el sartén por el mango no es quien sabe donde encontrar determinado dato, antecedente, fuente o material, sino más bien quien sabe cómo usar aquello que encontró.

En el medio bibliotecario estamos acostumbrados a hablar de infoalfabetización, competencias informacionales, ALFIN, habilidades para la búsqueda de información oinformation literacy en términos anglo. Hay una gran variedad de programas universitarios que los imparten, casi siempre al alero de la biblioteca de la casa de estudios respectiva. Sabemos que los estudiantes universitarios necesitan valerse de muchas herramientas para procesar, depurar, analizar y validar la gran cantidad de fuentes de información que tienen a su disposición. Sin embargo, tras el proceso educativo universitario o de enseñanza técnica: ¿qué nos depara el destino?, ¿de qué podemos valernos para seguir aprendiendo?. Y lo que es más complejo, si no hemos recibido la formación adecuada para el desarrollo de nuestras habilidades informacionales: ¿qué pasa si no tenemos clara esa laguna en nuestra formación?. En Estados Unidos funciona desde el año 2008 el Project Information Literacy (PIL) desarrollado por bibliotecologos e investigadores de Harvard y Berkeley que se han dedicado a investigar el impacto de las habilidades informacionales en universitarios y personas adultas en general. Y precisamente, una de sus investigaciones, se ha centrado en determinar de qué forma manejan la información los graduados, y cómo sobreviven a este respecto una vez que entran al mundo laboral.

 

Sin embargo, en el caso de la infoalfabetización para personas adultas, quienes ya están desempeñando alguna función en el sector terciario de la economía. ¿Cómo se manejarán a la hora de buscar información para un proyecto?, Descartando google: ¿Cuáles serán sus fuentes de información favoritas?, ¿Qué tan hábiles son para validar una fuente?. Y lo que es más importante: ¿Cómo influyen sus capacidades y habilidades informacionales en  su rendimiento y calidad de trabajo?

En teoría, al titularse de pre o post grado, una persona debiese tener completamente desarrolladas las competencias básicas para valerse en su profesión. Además del conocimiento técnico y metodológico propio de su campo, debería tener un buen nivel de comprensión de lectura, una buena capacidad para escribir y verbalizar lo que quiere comunicar, y debería ser capaz de ser rápido, eficiente y perspicaz a la hora de buscar información. Quizás este último requerimiento es uno de los más difíciles de alcanzar, ya que los procesos y metodologías para la búsqueda de información digital van cambiando y adaptándose a los avances tecnológicos: hay nuevas aplicaciones para gestionar citas, nuevas bases de datos y repositorios, nuevas plataformas para almacenar y compartir nuestras URL de interés, y especialmente nuevas necesidades de información.

El problema es que si una persona  tiene dificultades para leer, escribir o realizar cualquier actividad básica, no pasaría mucho tiempo antes que su jefe o un colega le hicieran ver esta situación, o antes que él mismo se autoevaluase y determinase que debe hacer un taller o curso para perfeccionarse. Sin embargo, en términos de infoalfabetización de personas adultas: ¿cómo  podemos determinar  en qué nivel están las personas que ya se desempeñan en un trabajo?.

Actualmente el sistema laboral valida muchas competencias y destrezas, de forma tal de considerar capacitaciones y talleres para el óptimo manejo computacional, las capacidades de persuasión y venta, la capacidad para trabajar en equipo y bajo presión, etc. Sin embargo, las empresas y compañías no consideran evaluar y preparar a su cuerpo laboral para aprender a lidiar con la información, desde todo ángulo y perspectiva. Quizás si se les demostrase que sus profesionales y técnicos serían mucho más efectivos, rápidos –e incluso productivos- la perspectiva cambiaría y habría un mayor interés de parte de los distintos sectores industriales. El punto es que, de una forma u otra, los bibliotecarios y gestores de información hemos sido capaces de darle un lugar a las habilidades informacionales en el medio educativo, pero pareciera ser que el entusiasmo alcanzar sólo para la educación superior, pues pasada esa etapa, la infoalfabetización no es una competencia tan conocida.

A este respecto, un reporte de la UNESCO Information Literacy Indicators: Validation report, publicado el año 2010, señala en relación a la importancia del adecuado manejo de la información en el ámbito laboral,: “El uso de la información en el trabajo es esencial en la economía del conocimiento. La Alfin resulta fundamental tanto para una organización en constante aprendizaje como para la adquisición por parte de las empresas y los países de una ventaja competitiva en la economía global del conocimiento. (…) Para comprender la importancia que la Alfin tiene para el crecimiento económico es necesario distinguir entre la distribución rutinaria de la información y el uso de la información para crear conocimiento.

La evaluación de los adultos: PIACC

information-overload-on-the-internet-5-23-121El Programme for the International Assessment of Adult Competencies (PIACC) es una evaluación a nivel internacional administrada por la OCDE y aplicada a personas entre 16 y 65 años. Se focaliza en medir todas las habilidades que una persona debiese tener para ser competitivo en la sociedad del conocimiento y, en concreto, en su entorno laboral. El sistema mide la literacidad en la era de la información, lo cual define como “intereses, actitudes y habilidades de los individuos para un uso apropiado de las herramientas culturales, lo cual considera tecnología digital, herramientas de comunicación, acceso, manejo, evaluación e integración de la información, crear nuevo conocimiento y comunicarse  con otros.»

En total, 23 países participan de esta evaluación. Lamentablemente ninguno está en América Latina, y el único hispanoparlante es España. Parece ser que en nuestra región es menos concoida la potencialidad de las habilidades informacionales y su impacto en el competitivo mundo laboral.

La información ¿es poder?

Entonces, cuando somos adultos que debemos esforzarnos por valernos en un medio cada vez más efervescente en cuanto a volumen de información se refiere, con un entorno laboral complejo, y donde las habilidades que tengamos para autoinstruirnos y comunicarnos son cada vez más preciadas: ¿no debería existir, al menos, la conciencia de parte de las empresas y compañías que se esfuerzan por ser cada vez más competitivas respecto a la valía de desarrollar estas destrezas en su cuerpo laboral?. Si ya tenemos conciencia de la importancia  del capital humano, ¿no debería hacerse extensivo esto hacia la infoalfabetización?.

¿No debería ser crucial para las Instituciones de educación superior evaluar habilidades de ingreso y salida de sus estudiantes respecto a infoalfabetización?, ¿No debería haber más cursos de entrenamiento y talleres para que las personas se auto instruyeran al respecto?, ¿No deberían difundirse más las ventajas de ser un adulto competente e infoalfabetizado?. Y finalmente: ¿no deberíamos, los bibliotecarios, dejar de explicar que es la infoalfabetización cada vez que tratamos el tema en un medio que no es el nuestro?

Claramente no tengo respuesta a estas interrogantes. Pero he querido valerme de este, mi primer post en InfoTecarios, para plantearlas con el afán de recibir opiniones y comentar con ustedes un tema que me inquieta hace tiempo. Quizás, entre todos, podamos dar respuesta a algunas de estas preguntas y vislumbrar nuevos escenarios.


La información no es poder. En si misma, la información es sólo un insumo más. Es usted, individuo infoalfabetizado, el que tiene el poder en tanto sabe cómo, cuando, dónde y para que usar la información. Es ahí cuando el insumo se convierte en oro.


Artículo publicado originalmente  por Claudia Gilardoni el 5 de marzo 2013,  en Infotecarios