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Libros Interactivos: clásicos literarios y mucho más en lectura digital

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El libro interactivo «El diario de Ana Frank» permite conocer la habitación en que vivió recluida la protagonista en 3D

 

Sin duda el concepto interactivo se presta para muchas interpretaciones. La RAE lo define como  algo que permite interacción, a modo de diálogo, entre un computador y el usuario. En este contexto, nos referimos a libros, revistas o contenidos en general que deben ser leídos a través de un computador, un tablet o un smartphone (celular o móvil). La interacción puede tomar diversas formas dependiendo del tipo de libro: desde extraer partes del texto; ejecutar simulaciones o videos complementarios; disponer de realidad aumentada;  disfrutar de sonido envolvente, música y aplicaciones, etc. Dadas estas características, este tipo de libros también se conocen como «literatura amplificada».  Un buen ejemplo es el Diario de Ana Frank, libro que casi todos hemos leído y que además está presente en muchos planes de lectura. El 2013 fue lanzado en formato interactivo para iOS por la editorial Penguin Books y la Fundación Ana Frank. La gracia en términos de la interactividad del libro es que permite descubrir la casa de la protagonista en 3D, ver fotografías y escuchar extractos relatados por la actriz Helena Bonham Carter. Otro caso que quizás les resulte familiar es «Los fantásticos libros voladores del Señor Lessmore» el cual se dio a conocer en Chile gracias al video  homónimo. Sin embargo, éste también tuvo una versión interactiva disponible en aplicación.

Los libros interactivos incorporan contenidos que van más allá del papel impreso, lo cual modifica la presentación y las normas narrativas del libro impreso. De esa forma, le proporcionan al lector una experiencia de lectura distinta.  “La llamada literatura amplificada nos permite explorar todas aquellas dimensiones inherentes a la lectura que un libro en papel no permite”, destaca la directora de la Institució de les Lletres Catalanes, Laura Borràs.

 

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Los fantásticos libros voladores del Señor Lessmore es otra app que se conoció bastante en Chile, principalmente por su versión en video o corto.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sin querer adentrarme en las ventajas y desventajas de la interactividad de los libros, me parece interesante que en Chile no sólo estemos al tanto de este tipo de «tecnología lectora», sino que también leamos en estas aplicaciones, para determinar el contexto en el cual puede ser más atractivo utilizarlas (tanto a modo personal como también laboral, en el caso de bibliotecarios, editores, docentes, etc). A este respecto, la filóloga y especialista en literatura Laura Borrás, señala “El nivel de interactividad la tiene que determinar el propio lector” reivindicando la capacidad de autoevaluación y la responsabilidad del lector, quien debería decidir no sólo el tipo de libro que quiere disfrutar, sino que también el tipo de experiencia que quiere tener. Personalmente creo que eso puede funcionar muy bien con un lector más maduro.

Variedades, tipos y marcas

Aunque en Chile los libros interactivos todavía no se han masificado, en el extranjero son más conocidos y existen empresas que se han dedicado a desarrollar esta tecnología. Una de las primeras en lanzarlos fue Apple, el 2010, a través de IBooks. Lamentablemente esta aplicación sigue estando disponible sólo para Estados Unidos, por lo que sólo la menciono referencialmente. Otro caso es el de la editorial británica Faber & Faber que ofrece una amplia gama de literatura de ficción, no-ficción, poesía, y otros géneros literarios. Entre los países hispanoparlantes tenemos a las empresas españolas Sanoen la cual se ha especializado en historias para los más pequeñitos, y la barcelonesa independiente iClassics, la cual presenta un caso muy interesante, pues sus fundadores son emprendedores amantes de la literatura. Por lo anterior, su foco está en los grandes clásicos de la literarios, pensando en un segmento más juvenil. Además, considerando las posibilidades que brindan las redes  sociales y los medios, su equipo se ha animado a realizar campañas de crowfounding para reunir fondos.

Para el equipo de iClassics «Dos siglos no han sido suficientes para que ni Poe ni Wilde pasen de moda y nosotros hemos transformado sus obras en experiencias interactivas (…). Los libros clásicos desaparecen de las librerías porque ya nadie los demanda, y eso es algo que nos negamos a aceptar: los Clásicos no deben caer en el olvido ya que nos ayudan a construir el presente«

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Gráfica que acompaña el lanzamiento de «Las aventuras de Sherlock Holmes: Escándalo en Bohemia»

Por ello crearon toda una serie (en formato de aplicaciones descargables para iOS y Android) para atraer a nuevos lectores que pueden fascinarse con la literatura. Partieron con Edgard Allan Poe al crear la IPoe Collection – la cual fue galardonada por el Digital Book World, revista de referencia sobre innovación en lectura digital- a lo cual siguieron los cuentos de terror y misterio del escritor inglés H.P. Lovecratf,  iLovecraft, posteriormente avanzaron con Charles Dickens  y siguieron ganando terreno con otro británico imperdible, Oscar Wilde.

Probando la interactividad de Sherlock Holmes

 

Este 23 de junio 2016 iClassics lanzó la app Las aventuras interactivas de Sherlock Holmes:­ Escándalo en Bohemia. El relato original fue publicado en 1892, y desde entonces ha sido interpretado por más de 70 actores y llevado al formato del teatro, películas, series televisivas y videojuegos. Las aventuras del genial y atípico detective presentan la historia original de Conan Doyle, en 70 páginas interactivas ilustradas por Jordi Solano, y ambientadas gracias a 25 minutos de la banda sonora original de Miquel Tejada (músico experimentado en el campo de la animación, teatro y musicales). La app ofrece el libro traducido a cuatro idiomas: Inglés, Castellano, Francés y Portugués.

El equipo creativo de iClassics -entre quienes se cuentan ilustradores, diseñadores, especialistas en storyteller y motion graphic, desarrolladores, programadores,  etc.-  ha trabajado hasta lograr una atmósfera única enriquecida con numerosas ilustraciones, efectos de sonido, y una banda sonora, todo lo cual confluye para convertir la lectura en una experiencia enriquecedora.

La gracia es que ésta no será igual para todos los lectores, ya que cada uno marca su propio ritmo, decidiendo si prefiere escuchar la música, interactuar con el relato o simplemente dejarse atrapar por la pluma de Sir Arthur Conan Doyle. Y en este sentido, la invitación de iClassics es leer «multisensorialmente».

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«Las aventuras de Sherlock Holmes: el escándalo en Bohemia» convive perfectamente con mis libros impresos. Con la ventaja que me puede acompañar adonde vaya, en mi celular.

En Leamos Más quisimos probar esta nueva app, por lo que acepté la invitación de iClassics y descargué el libro en mi celular. No sólo funcionó perfecto, sino que me deleité con «Escándalo en Bohemia«. Al principio pensé que la experiencia interactiva podría restarle un poco a mi imaginación, ya que estoy muy acostumbrada a leer y visualizar a los personajes, los lugares e incluso los detalles como el vestuario o características físicas de los protagonistas de la historia. También pensé que los sonidos ambientales como el knock-knock de la puerta, los cascos de los caballos golpeando sobre el asfalto o el tic-tac del reloj, etc. podrían distraerme -lo cual es muy fácil pues tengo déficit atencional- sin embargo esos sonidos, la música, los movimientos de los personajes y en general todo los detalles del libro sólo consiguieron maravillarme del resultado logrado por iClassics.

Ciertamente se lee en forma distinta -aunque la lectura sigue siendo lineal y no hay hipervínculos- pero el contenido de cada página es más breve y se ve enriquecido por los aspectos interactivos que he descrito. Para quien está muy lejos de ser nativa digital, es bastante entretenido. Ciertamente puede funcionar muy bien con adolescentes y jóvenes reacios a la lectura.

En este sentido uno de los leitmotiv de iClassics tiene que ver con la forma en que las nuevas generaciones se relacionan con el contenido : “los millennials y la Generación Z son diferentes y reclaman otro tipo de ocio. La tecnología es una parte muy importante de su vida, los dispositivos móviles su habitat natural y la interacción una rutina más. Nosotros hemos reinventado los libros clásicos para atraer a estas audiencias. La única manera de acercar la literatura clásica a estas generaciones es adaptándolas al entretenimiento de hoy en día» , señalan en uno de sus comunicados.

David G. Forés, director y co fundador de la empresa, describe a sus libros interactivos como «una mágica combinación de elementos para leer y disfrutar de la literatura clásica tanto si eres un librófilo como si todavía no has descubierto el placer de leer un buen libro». El criterio de selección se basa en escoger a los autores que se adelantaron a su tiempo e inspiraron a generaciones posteriores con sus historias. Por otro lado, buscan cuentos y relatos que no sean tan extensos, de forma tal de poder desarrollarlos íntegramente en base a esta tecnología, sin alterar o resumir la versión original. En este sentido, los profesionales de iClassics señalan que su contribución consiste en aportar a las increíbles historias de estos escritores en experiencias donde la ilustración, la animación, la música y los vídeos forman una maravillosa composición bajo la supervisión de una dirección artística muy cuidada.

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Secuencia de imágenes de la app del  libro «Las aventuras de Sherlock Holmes: el escándalo en Bohemia»

Les dejamos los traillers promocionales de la colección iClassics de Edgard Allan Poe y de Oscar Wilde:

IPoe:

https://www.youtube.com/watch?v=Nd_t_TIT_0E

iWilde:

https://www.youtube.com/watch?v=cAc8drGCnRE

 

 

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Cerebro Lector

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Portada del libro, en su versión original en inglés

En el libro “Proust y el calamar: una historia sobre la ciencia y el cerebro lector” (cuya edición en español se tradujo con el título «Cómo aprendemos a leer«) la escritora norteamericana Maryanne Wolf recuerda un episodio en la historia de la lectura, a veces pasado por alto: Sócrates y su oposición a la expansión de la palabra escrita.

La autora explica que el filósofo advirtió los peligros de la escritura, argumentando que  relegaba la capacidad oratoria y la memoria como principal herramienta intelectual, y que además propiciaba la pérdida del control sobre el lenguaje. Las cosas cambiaban y Sócrates veía en eso una amenaza. Este hecho histórico le permite a la autora del libro (quien además de ser doctora en neurociencia es psicolinguista) lograr que en su relato confluya la historia y la ciencia para explicar el desarrollo de la lectura.

A diferencia del habla o la visión, la lectura no tiene un programa genético que se traspase a través de las generaciones. El desarrollo del cerebro lector no fue continuo en el tiempo ni en su aparición geográfica. Transcurrieron dos mil años desde el primer sistema de escritura hasta el alfabeto griego del que Sócrates sospechaba. Aprender a leer sólo es posible por la plasticidad del diseño cerebral, y cuando se logra, el cerebro del individuo cambia para siempre”, sostiene Maryanne Wolf. La flexibilidad del cerebro permite coordinar aspectos visuales, auditivos, semánticos, sintácticos y espaciales que de otro modo no entrarían en relación.

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Las zonas cerebrales que se activan varían según las exigencias del sistema de lectura. Este hecho es un descubrimiento relativamente reciente. “Antes de la década de los´70, las teorías sobre lectura eran muy débiles, se suponía que el cerebro guardaba una especie de fotocopia de lo que leía en la cabeza”, explica Ricardo Martínez, lingüista, magíster en estudios cognitivos y académico de la Universidad Diego Portales.

Los jeroglíficos egipcios debían ser leídos de derecha a izquierda y luego de izquierda a derecha y de abajo hacia arriba o viceversa según la arquitectura del recinto. Esto exigía un espectro de habilidades distinto de sistemas más abstractos como el basado en el alfabeto que relaciona signos con sonidos. El chino -basado en ideogramas- involucra patrones neuronales diferentes del inglés y el castellano. Actualmente es posible rastrear esas diferencias a través de la tecnología de neuroimagen -que hace visible el funcionamiento del cerebro- desarrollada a partir de los años ’90.

El calamar y las redes neuronales

Maryanne Wolf tituló su libro “Proust y el calamar” como un contrapunto entre la experiencia literaria y los intentos de la ciencia para comprender el funcionamiento de la lectura.

neuronaEn su ensayo “Sobre la lectura”, Proust evoca los libros como un refugio, la posibilidad de un estado mental complejo: leer no sólo exige descifrar información, también despierta recuerdos, visiones, sensaciones, y en el mejor de los casos un “placer divino”, según el autor francés. Wolf escogió a los calamares para el título de su libro, porque este tipo de moluscos sirvió como conejillo de indias en la década de los ’50, durante las primeras investigaciones sobre transmisiones de neuronas. En un extremo la lectura es una actividad que involucra la vida misma del ser humano, por el otro (en el caso del calamar) se trata sólo de células que transmiten información.

“Uno puede entender las aprensiones de Sócrates a una transición entre la cultura oral y la literaria reflejadas en nuestras propias preocupaciones en la inmersión de nuestros niños en el mundo digital”, apunta Wolf. Las nuevas tecnologías están cambiando los hábitos de lectura, y Google es para muchos el símbolo de lo que fue el alfabeto para el filósofo. De hecho, hace algunos años años la revista Atlantic Monthly provocó una polémica cuando en su portada preguntaba “¿Está Google volviéndonos tontos?”. El artículo proponía que navegar en internet podría ser una amenaza para las capacidades de lectura profunda y para la capacidad de concentración.

Pantallas encendidas

Actualmente la lectura en pantalla es un formato cotidiano: correos electrónicos, redes sociales (Facebook, Twitter), blogs, medios onlinee incluso un simple mensaje por WhatsApp. Este hecho provoca una paradoja: en tanto el sentido común indica que cada vez se lee menos, los datos constatan que gran parte de nuestra comunicación actual se basa en la escritura. “La lectura como proceso está probablemente en el momento más activo de la historia”, sostiene Ricardo Martínez. El punto es que cuando se piensa en lectura no se piensa en pantallas, sino en papel, “se asume que la lectura es de libros, diarios y revistas. Por alguna razón consideramos que los medios impresos son el fundamental sistema de difusión de la información y son más serios y nos parece que los medios electrónicos no tienen esa seriedad”, apunta el lingüista.

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Cada vez leemos más desde nuestros smatrphones

En 1894, el escritor Octave Uzanne escribía “El fin de los libros”, advirtiendo que la invención de Gutenberg sucumbiría a la invención del fonógrafo. “Es fácil hacer ciencia ficción sobre los efectos que tendrán los cambios tecnológicos en la lectura en el actual escenario”, comenta Ricardo Martínez aludiendo a la fascinación que suelen ejercer las nuevas tecnologías entre los entusiastas del minuto.

Pero hay cosas que no son ciencia ficción, y una de ellas es el hecho que leer de una pantalla provoca patrones distintos de lectura. La interacción con un texto electrónico hace más relevante la tarea de localizar información por sobre las tareas de interpretar y evaluar. “La lectura es diagonal, de revisión y general, que permite hacernos una idea general”. Una suerte de lectura algunas veces caracterizada como “promiscua”, que depende de las decisiones del lector, respecto a seleccionar determinados vínculos o links, mover la barra de la pantalla o acceder a alguna ventana audiovisual. En una columna titulada «Leer sin papel”, publicada por el diario El País, el escritor José Antonio Millán comentaba la gran cantidad de reflexiones y estudios que se están haciendo sobre el avance de la lectura digital. “Y de ellos podemos concluir que leer en papel es una operación muy diferente de la lectura en pantalla: mucho más de lo que podría parecer».

Mundo post-tipográfico

Un estudio de comprensión lectora realizado por la Universidad Católica de Valparaíso (el cual se reseña en el libro «Saber leer») un grupo de alumnos arrojaba que cuando buscaban una comprensión profunda de un texto, no basta con la pantalla y se recurre a la impresión. “Los datos científicos recabados indican que la comprensión profunda y el aprendizaje perdurable exige una lectura dedicada y ésta se alcanza muchas veces de mejor modo a través del papel”, añade Giovanni Parodi, director del programa de posgrado de lingüística de la UCV. Parodi hace hincapié en la cantidad de variables que condicionan el proceso de lectura, “muchas de ellas no indagadas científicamente aun, como por ejemplo la motivación, los conocimientos previos, la edad, el nivel de escolarización, la extensión del texto, el tipo de organización lingüística y retórica de la información”.

La variable edad es especialmente relevante si se trata de comparar la generación educada antes de la irrupción de Internet con aquellos nacidos en la segunda mitad de los 90: la llamada generación Google. Es posible que para esa generación la valoración cultural que se le atribuye al texto impreso en nuestra sociedad ya no sea la misma.

El investigador norteamericano David Reinking habla de un mundo post-tipográfico como una forma de etiquetar el impacto de las nuevas tecnologías en la alfabetización o “literacidad”. Reinking plantea que las tecnologías -y particularmente internet- transforman la experiencia de la lectura. En lugar de seguir un texto de principio a fin de manera unidireccional, Internet hace posible crear una ruta propia dependiendo de los intereses y de las opciones de links de la pantalla. Una experiencia distinta que también implica saber evaluar y escoger la ruta de información que puede sobrepasar los miles de páginas con un solo clic.

Frente a esto, Maryanne Wolf, la autora de “Proust y el calamar”, ensaya una respuesta parafraseando a Darwin: “Biológica e intelectualmente, leer le permite a la especie ir ‘más allá de la información dada’ para crear infinitos pensamientos más bellos. Debemos evitar perder esta cualidad esencial en el momento de transición histórica actual hacia nuevas formas de adquirir, procesar y comprender información”.


Artículo publicado originalmente, por la misma autora, en el sitio web  De Libros, Artes y Ciencias

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ERA y la Lectura Digital

Lectura electrónica (infografía de Paulina Padilla)
Infografía de lectura digital, por Paulina Padilla

El año 2009 nos vimos un poco decepcionados al enterarnos de los resultados de la aplicación de  la prueba ERA (Electronic Reading Assessment o Evaluación de la Lectura de Textos Electrónicos) ya que para Chile las noticias no fueron buenas:  fue el país con el penúltimo resultado, obteniendo un puntaje de 435. El promedio internacional entre los 19 países que rindieron la evaluación fue de 499, siendo el puntaje más alto para Corea del Sur con 568 puntos, y el más bajo  para Colombia con 368. Este año nuevamente estaremos atentos a los análisis, ya que en diciembre sabremos  resultados de la versión PISA que se aplicó el año 2012, en la que se incluyó un nuevo aspecto relativo a la  resolución de problemas. De igual modo, el 2015 el panorama volverá a cambiar cuando se integre una nueva variable que medirá las habilidades del trabajo colaborativo. De esa forma, cada vez la prueba PISA suma un nuevo factor buscando no solo actualizar, sino que también emular el entorno cambiante y complejo al que se ven sometidos los estudiantes. Recordemos que esta prueba se aplica cada tres años a los países miembros de la OCDE, y evalúa a estudiantes de 15 años en cuanto a sus capacidades en lectura, ciencias, y matemáticas. Sin embargo, en esta oportunidad me interesa ver en detalle los aspectos relativos a lectura digital. 

¿De qué se trató esta prueba?

Los alumnos tenían que responder  preguntas sobre hipertextos (como sitios web, blogs, etc.)  que  requerían el desplazamiento por la pantalla, incluyendo gráficos, animaciones y enlaces. Para responder correctamente debían emplear sus habilidades de comprensión, pero también las de navegación para localizar la información relevante. Naturalmente la prueba requería ser contestada desde un computador.

Desde el año 2012 hay un proyecto liderado por Fundación Chile respecto a lectura Digital
Los tables, e-readers, smartohones y las aplicaciones son algunas de las herramientas de las cuales leemos en formato digital

¿Cómo se evaluó esta prueba?

La evaluación PISA de la lectura digital consideró una serie de cuestiones importantes que surgen de las diferencias entre el texto impreso y el digital. En primer lugar, cabe plantearse si la lectura digital y la impresa se pueden medir bajo la misma vara. El marco de la lectura de PISA 2009 señala que, si bien muchas de las habilidades que se requieren tanto para la lectura digital como para la impresa son similares, las demandas de la lectura digital exigen que el lector añada a su repertorio nuevas estrategias.

La recopilación de información en Internet requiere una lectura rápida a través de  grandes cantidades de material y la evaluación inmediata de su credibilidad, es decir, requiere un pensamiento crítico.

Todos los textos ERA son hipertextos. Sus características se especifican según distintas categorías, entre ellas el medio (el autor, el mensaje); el formato; también se analizan los instrumentos y características de la navegación que han realizado los alumnos para contestar a las pruebas electrónicas (aspecto del proceso lector que el formato electrónico permite observar mucho mejor que el impreso)

 

La navegación en la evaluación de la lectura:

En los textos electrónicos la navegación es una parte importante del proceso cognitivo de la comprensión lectora digital. El lector tiene que decidir sobre las relaciones entre los textos y la información que se ha de seleccionar, además de decidir qué es lo relevante para la tarea en cuestión. El lector construye su texto a través de la navegación. Este proceso se puede observar indirectamente a través de las rutas que recorren los alumnos en su navegación a lo largo y ancho de los diferentes sitios web, algo que no es posible hacer en el formato impreso.  De acuerdo al informe del Ministerio de Educación de España de la Prueba PISA-ERA 2009, se podría concluir lo siguiente en materia de lectura digital:

Los nativos digitales tienen ventajas en cuanto a la lectura de medios en línea
Los nativos digitales tienen ventajas en cuanto a la lectura de medios en línea
  • «Una buena comprensión lectora de textos electrónicos requiere una navegación efectiva, es decir, elaborar rutas a través de las páginas con información relevante para la tarea que se demanda.
  • Cuando no se requiere navegación, los buenos lectores tienden a no distraerse con páginas irrelevantes.
  • Cuando es necesario comparar información de distintas páginas y la navegación se torna más compleja, los buenos lectores suelen hacer varias visitas a la misma página, e ignoran las páginas irrelevantes.
  • Los mejores lectores saben controlar el tiempo disponible.
  • La exploración mínima de páginas, antes de decidir si la información contenida es o no relevante, suele corresponderse con una lectura ineficaz.
  • Los buenos lectores empiezan la tarea con una ruta de navegación eficaz.
  • Aunque las tareas aquí presentadas tienen muy limitado el campo de navegación, a muchos alumnos les resulta muy difícil seguir una ruta útil y “se pierden” en la información de que disponen. Este resultado implica que, al contrario de lo que muchas veces se asume, muchos “nativos digitales” no
  • saben manejarse con soltura en el entorno digital, y es una necesidad que se debería ayudar a adquirir en el medio escolar.
  • Antes de embarcarse en una ruta concreta, los alumnos deben saber por que están leyendo lo que leen, y qué es lo que están buscando; deben entender que a veces es necesario consultar más de una vez la misma página; necesitan, pues, discriminar y ejercer un pensamiento crítico.
  • La navegación es un aspecto fundamental y específico de la comprensión de textos electrónicos. Una buena comprensión de este tipo precisa elaborar rutas a través de las páginas con información relevante para la tarea que se pide. Antes de decidir si la información contenida es o no relevante, una exploración muy reducida de páginas suele corresponderse con una lectura ineficaz. Por el contrario, los mejores lectores saben controlar el tiempo disponible, empiezan la tarea con una ruta de navegación eficaz y tienden a no distraerse con páginas irrelevantes.
  • Aunque las pruebas del estudio tienen muy limitado el campo de navegación, a muchos alumnos les resulta muy difícil seguir una ruta útil y “se pierden” en la información de que disponen. Este resultado implica que, al contrario de lo que muchas veces se asume, muchos “nativos digitales” no saben manejarse con soltura en el entorno digital, y es una necesidad que debería atenderse también en el medio escolar. Antes de embarcarse en una ruta concreta, los alumnos deben saber por qué están leyendo lo que leen, y qué es lo que están buscando; deben entender que a veces es necesario consultar más de una vez la misma página; necesitan, pues, discriminar y ejercer un pensamiento crítico».

Volviendo a nuestro país, Chile, estuve buscando información de informes respecto a PISA-ERA 2009 y no encontré muchos análisis. La Fundación Chile está realizando un estudio titulado «La educación digital como herramienta de progreso: libros electrónicos. Plan piloto» en el cual se trabaja en las salas de clases con tablets, e-readers y otras herramientas tecnológicas. Quedo a la espera de sus resultados para saber de qué manera influyó en los estudiantes y docentes.


Resolución de problemas se define como: Capacidad que tiene una persona para comprometerse en procesos cognitivos que la llevan a comprender y resolver situaciones problemáticas para las que el método de solución no resulta obvio de modo inmediato.  Incluye la  voluntad de la persona involucrarse con estas situaciones hasta conseguir el desarrollo del propio potencial, como un ciudadano reflexivo y constructivo. Fuente: MINEDUC: PISA Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes, 2013.

Habilidades de trabajo colaborativo se define como: Capacidad que tiene una persona para participar de manera efectiva en un proceso por el cual dos o más individuos tratan de resolver un problema, compartiendo el conocimiento, habilidades y el esfuerzo necesarios para llegar a una solución. Fuente: Ibid.

 

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Fomento lector

Subes al metro y llegas directo a la Biblioteca

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Es una biblioteca con estanterías y exhibiciones de libros, tal como en una biblioteca común y corriente, salvo que en este caso es virtual y está ubicada en el metro de Nueva York. Ya hemos comentado en otra oportunidad sobre el fomento lector en  las líneas del metro de la ciudad manzana, pero esto considera aspectos que nunca antes había visto.

 

Así lucen los libros en la estantería virtual
Así lucen los libros en la estantería virtual

El usuario debe acercar su smartphone al afiche ue se encuentra al lado de las puertas del metro
El usuario debe acercar su smartphone al afiche ue se encuentra al lado de las puertas del metro

El proyecto se llama «Underground Library» (biblioteca subterránea) y funciona de la siguiente forma: los pasajeros del metro tienen la posibilidad de «cargar» un libro en sus smartphones o tablets, y «hojear» sus primeras 10 páginas para ver si les gusta. Si es así, el sistema les indica la sucursal de la biblioteca pública más cercana, para que puedan pedir la versión impresa o la película en el caso que  la historia haya sido llevada al cine. El objetivo del sistema es propiciar el uso de las  bibliotecas públicas de Nueva York, y para eso se valen de brindar al lector la oportunidad de asegurarse y pedir  justo el libro que descargó en su celular, el mismo del cual ya leyó las primeras 10 páginas. ¿Y por qué sólo 10 páginas? porque se pretende que el  pasajero se entretenga mientras viaja en el metro y 10 páginas es suficiente. Si lo quiere seguir leyendo, se dirige a la biblioteca y lo pide. de esa forma se logra el objetivo: aumentar las visitas presenciales a la biblioteca. Esto no es antojadizo: la red de bibliotecas públicas de Nueva York es de las mejores en el mundo, ofrecen no sólo una variada colección en diversos formatos, sino que también acceso a exhibiciones, galería, cine y una serie de actividades culturales. En teoría, si una persona va a la biblioteca, seguro se encontrará con otras actividades y recursos que no sabía que estaban disponibles para él, y de esa forma podrá consumir no sólo libros, sino que también cultura en otros ámbitos.

Por ello, la selección de libros disponibles a través de este sistema ha considerado las lecturas  best-sellers y títulos que puedan ser de gusto de muchos. Después de todo, se debe considerar que el metro es un servicio utilizado por una enorme variedad de pasajeros. por lo que el sistema tenía que seleccionar los libros que pudiesen ser más populares.

Quienes trabajamos en bibliotecas estamos acostumbrados a recibir visitantes que llegan gracias a un «empujoncito» extra para ir a la biblioteca, ya que la mayoría va porque necesita algo específico. «Pues bien», se dijeron los gestores de este proyecto:  «crearemos la necesidad para que vayan a buscar un libro».

El libro se descarga en los celulares de los pasajeros para que lo revisen
El libro se descarga en los celulares de los pasajeros para que lo revisen y decidan si les gusta

El proyecto surgió en conjunto con tres estudiantes de la Miami Ad School (autodefinida como la Escuela de la Cultura Pop y la  ingeniería). El director de Arte,  Keri Tan, Max Pilwat y Ferdi Rodriguez  trabajaron crear esta estantería virtual para los pasajeros del metro, quienes sólo deben acercarse a una suerte de afiche dentro del carro del metro, para acceder a los libros usando sus celulares. Una prueba más de la forma como la tecnología nos ayuda a difundir la cultura y educación. El proyecto es parte de una campaña de ficción que los estudiantes debían armar como parte de su trabajo académico, para lo cual ellos escogieron como tema un plan para fomentar la lectura y llenar de lectores las bibliotecas. La idea se les ocurrió mientras realizaban una pasantía en Brooklyn (NY), tal como se explica en el blog de la universidad. Otro medio que se encargó de difundir la noticia fue la clásica revista The New Yorker la   cual le dedicó un extenso artículo titulado Empty libraries, captive subway audiences (Las bibliotecas vacías captan audiencia en el metro) en el cual se plantea: «Podría ser idealista pensar que a través del recordatorio digital de la existencia de las bibliotecas, la tendencia a verlas vacías irá en reversa. Pero quizás es un paso adelante que propicia el diálogo público respecto a los espacios cívicos en nuestra era digital»

La red del metro no tiene conexión Wi-Fi, pero usando la tecnología NFC (Near-Field Communication)  encontraron una manera para que los celulares pudiesen descargar, al menos, las primeras 10 páginas de un texto, sin costo alguno. La tecnología NFC  usa un sistema de radiofrecuencia electromagnética para transferir datos entre dos dispositivos, estando a centímetros de distancia.

El sistema se encarga de informar dónde puede encontrar la biblioteca más cercana para seguir leyendo
El sistema se encarga de informar dónde puede encontrar la biblioteca más cercana para seguir leyendo

Pero la novedad no termina ahí, ya que cuando el lector interesado se baja del carro del metro (gracias a lo cual puede acceder a 3G), automáticamente el sistema se comunica con su celular indicándole en un mapa el punto donde se localiza la biblioteca más cercana con una copia del título disponible, para que no se pierda en el camino.

Es interesante como el sistema de bibliotecas públicas de Nueva York quiere darle a los Neoyorkinos la posibilidad de hacer de su viaje algo más interesante y entretenido.  Algo que en Chile se hace hace tiempo, pero focalizado en campañas comerciales.

 

 

 

 

 


Publicado originalmente el 8 de marzo 2013 bajo el título «The Underground Library»  en Dezeen Magazine

 

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Elogio y defensa del “viejo” libro

En neorólogo Oliver Sacks
En neorólogo Oliver Sacks

¿Qué hace un lector devoto cuando su vista, edad mediante, ya no es la misma? El neurólogo Oliver Sacks  (1) analiza su propio caso y la renuencia a los soportes tecnológicos. Además, la escritora Florencia Abbate cuenta por qué prefiere el libro en formato clásico.

Acabo de publicar un libro, pero no lo puedo leer porque, como millones de otras personas, tengo problemas en la vista. Tengo que usar una lupa, y eso resulta lento y engorroso porque el campo es muy limitado y no se puede abarcar una línea completa, mucho menos un párrafo, de una sola mirada. Lo que necesito es una edición en letra grande, que pueda leer (en la cama o en el baño, donde hago la mayor parte de la lectura) como cualquier otro libro. Algunos de mis libros anteriores existían en ediciones de letra grande, algo invalorable cuando me pedían que hiciera una lectura en público. Ahora me dicen que la versión impresa no es “necesaria”, que tenemos e-books, que nos permiten aumentar a nuestro antojo el tamaño de la letra.
Pero no quiero un Kindle, un Nook ni un iPad, cualquiera de los cuales podría caerse en el baño o romperse, y que tienen controles para los cuales necesitaría una lupa. Quiero un libro de verdad, de papel impreso, que tenga peso, que huela a libro, como los libros de los últimos 550 años, un libro que pueda guardarme en el bolsillo o poner con los demás en la biblioteca, donde pueda divisarlo en momentos inesperados.

Cuando era chico, alguno de mis familiares mayores, así como un primo que tenía problemas de vista, usaban una lupa para leer. La aparición de los libros de letra grande en la década de 1960 fue para ellos un regalo del cielo, como para todos los lectores que veían mal. Florecieron las editoriales especializadas en ediciones en letra grande para bibliotecas, escuelas y lectores, y siempre se las podía encontrar en librerías o bibliotecas.

En enero de 2006, cuando mi vista empezó a declinar, me pregunté qué podría hacer. Había audiolibros –yo mismo he grabado algunos–, pero era un lector por antonomasia, no un oyente. Soy un lector empedernido desde que tengo memoria, y con frecuencia recuerdo de forma casi automática números de página o el aspecto de párrafos y páginas. Quiero libros que me pertenezcan, libros cuya paginación íntima se me haga familiar y querida. Mi cerebro necesita lectura, y la respuesta reside, para mí y con toda claridad, en los libros de letra grande.

Pero ahora cuesta mucho encontrar en las librerías libros de calidad impresos con letra grande. Lo descubrí cuando hace poco fui a Strand, una librería famosa por sus miles de estanterías que visito desde hace cincuenta años. Sí, tenían una (pequeña) sección de letra grande, pero consistía sobre todo en novelas baratas y manuales. No había recopilaciones de poesía, teatro ni biografías. Tampoco ciencia. No estaba Dickens, ni Jane Austen, ninguno de los clásicos, nada de Bellow, Roth ni Sontag. Salí frustrado, y también furioso: ¿las editoriales pensaban que los discapacitados visuales eran también discapacitados intelectuales?

Memoria y experiencia

brain-269x200Leer es una tarea de gran complejidad, en la que intervienen muchas partes del cerebro, pero no es una habilidad que los seres humanos hayan ido adquiriendo en el transcurso de la evolución (a diferencia del discurso, que tiene raíces mucho más profundas).La lectura es un avance relativamente reciente, cuyos comienzos se remontan tal vez cinco mil años en el tiempo y que depende de una pequeña zona de la corteza visual del cerebro. Lo que ahora llamamos el área visual de formación de palabras (VWFA por la sigla en inglés) es parte de una zona cortical que evolucionó hasta reconocer formas básicas en la naturaleza, pero que puede reutilizarse para el reconocimiento de letras o palabras. Ese reconocimiento elemental de formas o letras es sólo el primer paso. A partir de esa área visual de formación de palabras deben hacerse conexiones de doble vía a muchas otras partes del cerebro, entre ellas las responsables de la gramática, los recuerdos, asociaciones y sentimientos, de modo tal que letras y palabras adquieran sus significados específicos. Cada uno de nosotros forma vías nerviosas únicas relacionadas con la lectura, y cada uno lleva al acto de leer una combinación única, no sólo de memoria y experiencia, sino también de modalidades sensoriales. Algunos pueden “escuchar” los sonidos de las palabras a medida que leen (a mí me pasa, pero sólo cuando leo por placer, no cuando leo con fines de información); otros pueden visualizarlas, de forma consciente o no. Algunos pueden tener una aguda conciencia de los ritmos acústicos o los énfasis de una frase; otros son más conscientes de su aspecto o su forma.

En mi libro El ojo de la mente , describo a dos pacientes, ambos escritores, que pierden la capacidad de leer como consecuencia de una lesión cerebral en la VWFA, que está cerca de la parte posterior del hemisferio izquierdo del cerebro (quienes padecen ese tipo de alexia pueden escribir, pero no leer lo que escriben). A pesar de ser editor y un amante del texto impreso, uno de ellos se volcó de inmediato a los audiolibros para “leer”, y empezó a dictar sus propios libros en lugar de escribirlos. La transición le resultó fácil; de hecho, pareció algo natural. El otro, un escritor de novelas policiales, estaba demasiado habituado a la lectura y la escritura como para abandonarlas. Siguió escribiendo (en lugar de dictar) y descubrió, o ideó, una extraordinaria nueva forma de “lectura”: su lengua empezó a copiar las palabras que tenía delante, trazándolas en la parte posterior de los dientes. Leía, en efecto, mediante el recurso de escribir con la lengua empleando las zonas táctil y motriz de la corteza. También pareció ocurrir de manera natural. Al recurrir a sus fortalezas y experiencias individuales, el cerebro de cada uno encontró la solución adecuada, la adaptación a la pérdida.

 

Nuevas formas de leer

Para alguien que nace ciego, sin imágenes en absoluto, la lectura es una experiencia esencialmente táctil, a través del relieve de la impresión en Braille. Los libros en Braille, al igual que los libros con letra grande, son cada vez menos en la actualidad, a medida que la gente recurre a los audiolibros, más baratos y abundantes, o a los programas de voz digital. Pero hay una diferencia fundamental entre leer y que nos lean. Cuando es uno el que lee, ya sea por medio de los ojos o de un dedo, es libre de avanzar o retroceder, de releer, de reflexionar o fantasear en medio de una frase: uno lee según su propio tiempo. Que nos lean, o escuchar un audiolibro, son experiencias más pasivas, sujetas a los caprichos de otra voz y que se desarrollan en el tiempo del narrador.

Si avanzada la vida nos vemos obligados a aprender nuevas formas de leer –de adaptarnos a una menor visión, por ejemplo–, cada uno debe hacerlo a su manera. Algunos podremos pasar de leer a escuchar; otros seguirán leyendo mientras les sea posible. Algunos podrán agrandar la letra en sus lectores de libros electrónicos; otros lo harán en sus computadoras. Nunca he adoptado ninguna de esas tecnologías. Por ahora, por lo menos, me atengo a la anticuada lupa (tengo una docena, de diferentes formas y potencia).

La escritura tendría que ser accesible en la mayor cantidad posible de formatos: George Bernard Shaw decía que los libros eran la memoria de la humanidad. No debería permitirse que desapareciera ningún tipo de libro, ya que todos somos individuos y tenemos necesidades y preferencias muy específicas, preferencias que llevamos grabadas en todos los planos del cerebro, en redes y configuraciones nerviosas individuales que crean una relación profundamente personal entre autor y lector.


Este artículo fue publicado originalmente en The New Yorker (2013),  y traducido por Joaquin Ibarburu, quien lo publicó el 7 de enero 2013 en la revista Eñe, del diario argentino Clarín.


(1) Oliver Sacks es un escritor y neurólogo inglés. Profesor de neurologia clinica en la Escuela de Medicina Albert Einstein y profesor adjunto de neurología en la Universidad de Nueva York. Escribió, entre otros, “Despertares” y “Musicofilia”.