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Cerebro Lector

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Portada del libro, en su versión original en inglés

En el libro “Proust y el calamar: una historia sobre la ciencia y el cerebro lector” (cuya edición en español se tradujo con el título «Cómo aprendemos a leer«) la escritora norteamericana Maryanne Wolf recuerda un episodio en la historia de la lectura, a veces pasado por alto: Sócrates y su oposición a la expansión de la palabra escrita.

La autora explica que el filósofo advirtió los peligros de la escritura, argumentando que  relegaba la capacidad oratoria y la memoria como principal herramienta intelectual, y que además propiciaba la pérdida del control sobre el lenguaje. Las cosas cambiaban y Sócrates veía en eso una amenaza. Este hecho histórico le permite a la autora del libro (quien además de ser doctora en neurociencia es psicolinguista) lograr que en su relato confluya la historia y la ciencia para explicar el desarrollo de la lectura.

A diferencia del habla o la visión, la lectura no tiene un programa genético que se traspase a través de las generaciones. El desarrollo del cerebro lector no fue continuo en el tiempo ni en su aparición geográfica. Transcurrieron dos mil años desde el primer sistema de escritura hasta el alfabeto griego del que Sócrates sospechaba. Aprender a leer sólo es posible por la plasticidad del diseño cerebral, y cuando se logra, el cerebro del individuo cambia para siempre”, sostiene Maryanne Wolf. La flexibilidad del cerebro permite coordinar aspectos visuales, auditivos, semánticos, sintácticos y espaciales que de otro modo no entrarían en relación.

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Las zonas cerebrales que se activan varían según las exigencias del sistema de lectura. Este hecho es un descubrimiento relativamente reciente. “Antes de la década de los´70, las teorías sobre lectura eran muy débiles, se suponía que el cerebro guardaba una especie de fotocopia de lo que leía en la cabeza”, explica Ricardo Martínez, lingüista, magíster en estudios cognitivos y académico de la Universidad Diego Portales.

Los jeroglíficos egipcios debían ser leídos de derecha a izquierda y luego de izquierda a derecha y de abajo hacia arriba o viceversa según la arquitectura del recinto. Esto exigía un espectro de habilidades distinto de sistemas más abstractos como el basado en el alfabeto que relaciona signos con sonidos. El chino -basado en ideogramas- involucra patrones neuronales diferentes del inglés y el castellano. Actualmente es posible rastrear esas diferencias a través de la tecnología de neuroimagen -que hace visible el funcionamiento del cerebro- desarrollada a partir de los años ’90.

El calamar y las redes neuronales

Maryanne Wolf tituló su libro “Proust y el calamar” como un contrapunto entre la experiencia literaria y los intentos de la ciencia para comprender el funcionamiento de la lectura.

neuronaEn su ensayo “Sobre la lectura”, Proust evoca los libros como un refugio, la posibilidad de un estado mental complejo: leer no sólo exige descifrar información, también despierta recuerdos, visiones, sensaciones, y en el mejor de los casos un “placer divino”, según el autor francés. Wolf escogió a los calamares para el título de su libro, porque este tipo de moluscos sirvió como conejillo de indias en la década de los ’50, durante las primeras investigaciones sobre transmisiones de neuronas. En un extremo la lectura es una actividad que involucra la vida misma del ser humano, por el otro (en el caso del calamar) se trata sólo de células que transmiten información.

“Uno puede entender las aprensiones de Sócrates a una transición entre la cultura oral y la literaria reflejadas en nuestras propias preocupaciones en la inmersión de nuestros niños en el mundo digital”, apunta Wolf. Las nuevas tecnologías están cambiando los hábitos de lectura, y Google es para muchos el símbolo de lo que fue el alfabeto para el filósofo. De hecho, hace algunos años años la revista Atlantic Monthly provocó una polémica cuando en su portada preguntaba “¿Está Google volviéndonos tontos?”. El artículo proponía que navegar en internet podría ser una amenaza para las capacidades de lectura profunda y para la capacidad de concentración.

Pantallas encendidas

Actualmente la lectura en pantalla es un formato cotidiano: correos electrónicos, redes sociales (Facebook, Twitter), blogs, medios onlinee incluso un simple mensaje por WhatsApp. Este hecho provoca una paradoja: en tanto el sentido común indica que cada vez se lee menos, los datos constatan que gran parte de nuestra comunicación actual se basa en la escritura. “La lectura como proceso está probablemente en el momento más activo de la historia”, sostiene Ricardo Martínez. El punto es que cuando se piensa en lectura no se piensa en pantallas, sino en papel, “se asume que la lectura es de libros, diarios y revistas. Por alguna razón consideramos que los medios impresos son el fundamental sistema de difusión de la información y son más serios y nos parece que los medios electrónicos no tienen esa seriedad”, apunta el lingüista.

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Cada vez leemos más desde nuestros smatrphones

En 1894, el escritor Octave Uzanne escribía “El fin de los libros”, advirtiendo que la invención de Gutenberg sucumbiría a la invención del fonógrafo. “Es fácil hacer ciencia ficción sobre los efectos que tendrán los cambios tecnológicos en la lectura en el actual escenario”, comenta Ricardo Martínez aludiendo a la fascinación que suelen ejercer las nuevas tecnologías entre los entusiastas del minuto.

Pero hay cosas que no son ciencia ficción, y una de ellas es el hecho que leer de una pantalla provoca patrones distintos de lectura. La interacción con un texto electrónico hace más relevante la tarea de localizar información por sobre las tareas de interpretar y evaluar. “La lectura es diagonal, de revisión y general, que permite hacernos una idea general”. Una suerte de lectura algunas veces caracterizada como “promiscua”, que depende de las decisiones del lector, respecto a seleccionar determinados vínculos o links, mover la barra de la pantalla o acceder a alguna ventana audiovisual. En una columna titulada «Leer sin papel”, publicada por el diario El País, el escritor José Antonio Millán comentaba la gran cantidad de reflexiones y estudios que se están haciendo sobre el avance de la lectura digital. “Y de ellos podemos concluir que leer en papel es una operación muy diferente de la lectura en pantalla: mucho más de lo que podría parecer».

Mundo post-tipográfico

Un estudio de comprensión lectora realizado por la Universidad Católica de Valparaíso (el cual se reseña en el libro «Saber leer») un grupo de alumnos arrojaba que cuando buscaban una comprensión profunda de un texto, no basta con la pantalla y se recurre a la impresión. “Los datos científicos recabados indican que la comprensión profunda y el aprendizaje perdurable exige una lectura dedicada y ésta se alcanza muchas veces de mejor modo a través del papel”, añade Giovanni Parodi, director del programa de posgrado de lingüística de la UCV. Parodi hace hincapié en la cantidad de variables que condicionan el proceso de lectura, “muchas de ellas no indagadas científicamente aun, como por ejemplo la motivación, los conocimientos previos, la edad, el nivel de escolarización, la extensión del texto, el tipo de organización lingüística y retórica de la información”.

La variable edad es especialmente relevante si se trata de comparar la generación educada antes de la irrupción de Internet con aquellos nacidos en la segunda mitad de los 90: la llamada generación Google. Es posible que para esa generación la valoración cultural que se le atribuye al texto impreso en nuestra sociedad ya no sea la misma.

El investigador norteamericano David Reinking habla de un mundo post-tipográfico como una forma de etiquetar el impacto de las nuevas tecnologías en la alfabetización o “literacidad”. Reinking plantea que las tecnologías -y particularmente internet- transforman la experiencia de la lectura. En lugar de seguir un texto de principio a fin de manera unidireccional, Internet hace posible crear una ruta propia dependiendo de los intereses y de las opciones de links de la pantalla. Una experiencia distinta que también implica saber evaluar y escoger la ruta de información que puede sobrepasar los miles de páginas con un solo clic.

Frente a esto, Maryanne Wolf, la autora de “Proust y el calamar”, ensaya una respuesta parafraseando a Darwin: “Biológica e intelectualmente, leer le permite a la especie ir ‘más allá de la información dada’ para crear infinitos pensamientos más bellos. Debemos evitar perder esta cualidad esencial en el momento de transición histórica actual hacia nuevas formas de adquirir, procesar y comprender información”.


Artículo publicado originalmente, por la misma autora, en el sitio web  De Libros, Artes y Ciencias

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Lectores adoptan actitudes de los personajes que protagonizan su lectura

Lectores desarrollan un gesto empático, sin darse cuenta, de los personajes ficticios que protagonizan su lectura
Los lectores desarrollan un gesto empático, sin darse cuenta, de los personajes ficticios que protagonizan su lectura

La literatura es sin duda uno de los mecanismos de sobrevivencia más empáticos desarrollados por nuestra cultura y nuestra psique, una construcción que se remite a los orígenes mismos de nuestra civilización y nuestra evolución como especie. Recientemente Geoff Kaufman, investigador pos doctoral en el Dartmouth College de New Hampshire, y Lisa Libby, profesora asistente de psicología en la Universidad Estatal de Ohio, llevaron a cabo un estudio en el que encontraron que quienes leen, en un gesto empático sumamente elocuente, adoptan sin darse cuenta del todo las actitudes, pensamientos y creencias de los personajes ficticios que protagonizan su lectura, publicó la revista Medical Daily.

Kaufman y Libby realizaron seis pruebas distintas con 500 voluntarios, llegando a la conclusión de que las historias contadas en primera persona pueden transformar temporalmente la manera en que el lector se ve a sí mismo, al mundo y otros grupos sociales. En uno de los experimentos, por ejemplo, las personas que se identificaron fuertemente con un personaje ficticio que vence varias adversidades para votar, se mostraron mucho más inclinadas a votar también ellas varios días después en una elección real, esto en comparación con otros voluntarios que leyeron una historia diferente.

En cuanto a los factores que se encuentran de fondo en este fenómeno, denominado “toma de experiencia”, parece ser que uno de los más importantes es que aquellos rasgos de personalidad que el lector pudiera encontrar similares entre sí mismo y la ficción, deben aparecer pronto en la historia, de acuerdo con la publicación.

Así, en otro experimento con un grupo de 70 hombres heterosexuales que leyeron la historia de un estudiante homosexual, la aceptación de este comportamiento fue significativamente distinta según la inclinación sexual del protagonista se revelara más temprano o más tarde en la secuencia narrativa. En este caso en particular, los participantes que solo pasadas varias páginas supieron que el personaje era gay, mostraron después actitudes menos favorables hacia la homosexualidad, en contraste con aquellos que lo supieron desde un inicio. Curiosamente este mismo fenómeno se repitió con un personaje ficticio de tez negra.

Otras circunstancias como el ambiente, la constante referencia a uno mismo (que se probó poniendo a leer a los voluntarios frente a un espejo), también influyen en la generación de este tipo especial de empatía.

“Entre más recordatorios recibes de tu propia identidad personal, es menos probable que estés dispuesto a tomar la identidad de un personaje”, explica Kaufmann. “Tienes que ser capaz de llevarte a ti mismo fuera de la fotografía y perderte realmente en el libro para tener esta experiencia auténtica de tomar la identidad de un personaje”.

Por su parte Libby aclara que la “toma de experiencia” es sumamente inmersiva, pues el lector “reemplaza su yo con otro”, en un proceso natural aunque inconsciente que pocos advierten ―lo cual lo hace todavía más intenso y vívido.

Finalmente, uno de los beneficios de este efecto de la lectura sobre una persona es que, a decir de Libby, los horizontes se amplían, llevando a los lectores a relacionarse ―ya desde su pensamiento― con grupos sociales con los que de otra manera nunca entrarían en contacto.

 

Fuente: Sin Embargo, periódico digital mexicano

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Material de Trabajo

Biblioteca Digital Mundial a sólo un click de distancia

Este es una de las imágenes que ha acompañado el lanzamiento y difusión de la BDM
Este es una de las imágenes que ha acompañado el lanzamiento y difusión de la BDM

La World Digital Library (Biblioteca Digital Mundial) reúne mapas, textos, fotos, grabaciones y películas de todos los tiempos y explica, en siete idiomas, las joyas y reliquias culturales de todas las bibliotecas del planeta. Tiene carácter patrimonial, ya que el proyecto -concebido por la Unesco y otras 32 instituciones- así lo estableció de un principio. Fue inaugurada en Paris, el 9 de abril del año 2009, y aunque desde ese punto de vista no es una noticia,  es interesante recalcarque semanalmente «sube» nuevos contenidos, como por ejemplo los de esta últimas semanas: un libro de Geografía de Ptolomeo, que data del año 1478, y el Sagrado Corán,  escrito por un calígrafo árabe en 1852.

Es que esta biblioteca no ofrece documentos corrientes , sino «con valor de patrimonio, que permitirán apreciar y conocer mejor las culturas del mundo en idiomas diferentes: árabe, chino, inglés, francés, ruso, español y portugués. Pero hay documentos en línea en más de 50 idiomas», señala el coordinador del proyecto Abdelaziz Abid

«Entre los documentos más antiguos hay algunos códices precolombinos, gracias a la contribución de México, y los primeros mapas de América, dibujados por Diego Gutiérrez para el rey de España en 1562».Otros tesoros incluyen el Hyakumanto Darani, un documento en japonés publicado en el año 764 y considerado el primer texto impreso de la historia; un relato de los aztecas que constituye la primera mención del Niño Jesús en el Nuevo Mundo; trabajos de científicos árabes que desvelan el misterio del álgebra; huesos utilizados como oráculos y estelas chinas; la Biblia de Gutenberg; antiguas fotos latinoamericanas de la Biblioteca Nacional de Brasil y la célebre Biblia del Diablo, del siglo XIII, de la Biblioteca Nacional de Suecia.

Cada joya de la cultura universal aparece acompañada de una breve explicación de su contenido y su significado. Los documentos fueron escaneados e incorporados en su idioma original, pero las explicaciones aparecen en siete lenguas, entre ellas, el español. La biblioteca partió el 2009 con unos 1.200 documentos, pero ha sido pensada para recibir un número ilimitado de textos, grabados, mapas, fotografías e ilustraciones los cuales se van agregando con una alta frecuencia.

¿Cómo se accede al sitio global?

Así luce la página de bienvenida del sitio web
Así luce la página de bienvenida del sitio web

A través de su dirección web www.wdl.org. Las redes sociales también brindan información con su cuenta de twitter @WDLorg. El acceso es gratuito y los usuarios pueden ingresar directamente por la Web , sin necesidad de registrarse. Los visitantes pueden orientar su búsqueda por épocas, zonas geográficas, tipo de documento e institución. El sistema propone las explicaciones en siete idiomas (árabe, chino, inglés, francés, ruso, español y portugués). Los documentos, por su parte, han sido escaneados en su lengua original.

De ese modo, es posible, por ejemplo, estudiar en detalle el Evangelio de San Mateo , traducido en aleutiano por el misionero ruso Ioann Veniamiov,en 1840…Con un simple click, se pueden pasar las páginas de un libro, acercar o alejar los textos y moverlos en todos los sentidos. La excelente definición de las imágenes permite una lectura cómoda y minuciosa.

Entre las joyas que contiene por el momento está la Declaración de Independencia de Estados Unidos, así como las Constituciones de numerosos países; un texto japonés del siglo XVI considerado la primera impresión de la historia; el diario de un estudioso veneciano que acompañó a Fernando de Magallanes en su viaje alrededor del mundo; el original de las «Fabulas» de Lafontaine, el primer libro publicado en Filipinas en español y tagalog, la Biblia de Gutemberg, y unas pinturas rupestres africanas que datan de 8000 A .C.

Dos regiones del mundo están particularmente bien representadas: América Latina y Medio Oriente. Eso se debe a la activa participación de la Biblioteca Nacional de Brasil, la biblioteca Alejandrina de Egipto y la Universidad Rey Abdulá de Arabia Saudita. La estructura de esta biblioteca mundial fue calcada del proyecto de digitalización de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, que comenzó en 1991 y actualmente contiene 11 millones de documentos en línea. Sus responsables afirman que la Biblioteca Digital Mundial está sobre todo destinada a investigadores, maestros y alumnos.

Pero la importancia que reviste ese sitio va mucho más allá de la incitación al estudio a las nuevas generaciones que viven en un mundo audiovisual. Este proyecto tampoco es un simple compendio de historia en línea: es la posibilidad de acceder, íntimamente y sin límite de tiempo, a  ejemplares invaluables, únicos. Es por ello que esta biblioteca se ha trazado ambiciosos objetivos:

  • Promover el entendimiento internacional e intercultural;
  • Ampliar la cantidad y la variedad de contenidos culturales en Internet;
  • Facilitar recursos a los educadores, estudiosos y el público en general;
  • Permitir a las instituciones asociadas reducir la distancia digital dentro de y entre los países

Recomendamos no sólo visitar el sitio y asombrarse con sus maravillas, sino que también difundirla entre sus amigos, conocidos, colegas del trabajo, alumnos, etc. En resumen: colaboremos  para que este patrimonio de contenido sea bien aprovechado por todos.

 

¿Y ustedes? ¿Conocen algún otro proyecto de Biblioteca Digital que les gustaría compartir? dejen su comentarios por favor: 

 

 

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No, no nos cansamos de hablar de los beneficios de la lectura

Una investigación británica que siguió a casi 20 mil personas entre la adolescencia y la adultez, reveló una dimensión hasta ahora desconocida del hábito de leer: cuando se hace por placer, es el mejor predictor de éxito profesional.

La lectura dejó de ser de "ñoños", hoy muchos quisieran ser buenos lectores
La lectura dejó de ser de «ñoños», hoy muchos quisieran ser buenos lectores

La investigación británica revela que las consecuencias de no leer frecuentemente son mucho más profundas de lo que se pensaba. Porque la principal conclusión de este estudio es que la lectura es el  más importante predictor del éxito profesional.

Durante dos décadas, científicos del departamento de Sociología de la Universidad de Oxford analizaron los hábitos, actividades e intereses de casi 20 mil jóvenes, en una investigación que dirigió el profesor Mark Taylor y que acaba de ser presentada ante la Asociación Sociológica Británica. Cuando tenían 16 años, los adolescentes fueron consultados sobre lo que hacían en su tiempo libre. Ahora, a los 33 volvieron a ser entrevistados. Y los resultados no dejaron lugar a dudas: las mujeres que a los 16 años leían libros sólo por gusto tenían 39% de probabilidades de alcanzar un puesto gerencial. En las que habían preferido dedicarse a otras actividades en su tiempo libre durante la adolescencia, las posibilidades bajaban a 25% . Para los hombres, que en general, en todos los países tienen más posibilidades de llegar a altos puestos ejecutivos, la cifra pasa de un 48% entre quienes no leían a los 16 años, a un 58% entre los que sí tenían el hábito lector.

Ninguna de las otras actividades extracurriculares propias de los jóvenes que fueron evaluadas junto a la lectura, como las prácticas deportivas, socializar, ir a museos, asistir regularmente al cine, a conciertos o tomar talleres, logró generar un impacto significativo en el nivel profesional que las personas alcanzarían una vez pasada la barrera de los 30 años. Es más, según Mark Taylor asegura  la lectura tiene estos efectos beneficiosos incluso cuando se aíslan factores cruciales, como el nivel educacional de los padres o la comodidad económica de las familias. Esto concuerda con una investigación del 2002 de la OCDE, citada en un informe del Fondo Nacional de Alfabetización del Reino Unido, realizado por las investigadoras Christina Clark y Kate Rumbold, que asegura que «disfrutar de la lectura es más importante para el éxito educacional de los niños que el estatus socioeconómico de su familia«. Así de claro.

¿Por qué? En palabras de la experta en Sicología de la Educación de la U. Católica, Malva Villalón, la lectura nos sitúa en el mundo de la comprensión y el manejo del lenguaje, que es el instrumento más potente del pensamiento: «No existen procesos cognitivos separados del lenguaje, pues todas las demás operaciones y actividades se realizan gracias a éste, ya que traspasa todas las áreas: te enseña a hacer analogías y relaciones lógicas, que son útiles en todas las instancias». Es el dominio del lenguaje el que nos permite comprender todos lo demás.

La lectura no es un acto solitario, como se piensa comúnmente
La lectura no es un acto solitario, como se piensa comúnmente

Pero esta promesa de beneficio viene aparejada de una advertencia: tenemos que leer por gusto. De hecho, la mayoría de las investigaciones que hablan sobre las ventajas de leer libros lo hacen desde la presunción de que quien realiza esta actividad, lo hace libremente y que esta predisposición relajada es la que nos vuelve capaces de absorber naturalmente todo lo que la lectura pueda traspasarnos. En un estudio clásico sobre este tema, llamado «La sicología de leer por placer: necesidades y gratificaciones», el profesor Víctor Nell, de la Universidad de Sudáfrica, establece que «la lectura por placer es una forma de juego», una forma de entretención natural que nos permite, según los especialistas, captar los contenidos, pero a la vez relacionarlos con lo placentero que nos produce una buena historia, que puede volverse neurológicamente adictiva y hacernos liberar dopamina y serotonina, ligadas a la sensación de bienestar.

Y la evidencia sigue. En el informe realizado por el Fondo Nacional de Alfabetización del Reino Unido, titulado Leer por placer, el doctor Stephen D. Krashen, autor del libro «El poder de la lectura«, asegura que cuando los niños leen por gusto, cuando quedan atrapados en los libros, adquieren, involuntariamente y sin hacer esfuerzos conscientes, casi todas las llamadas habilidades de lenguaje. «Se volverán lectores apropiados, adquirirán un gran vocabulario, desarrollarán la habilidad de comprender y usar construcciones gramaticales complejas y desarrollarán un buen estilo de escritura. Aunque la voluntad de leer libremente, por sí misma, no asegura el logro de los más altos niveles de alfabetización, al menos asegurará un nivel aceptable. Sin ésta, sospecho que los niños ni siquiera tienen una oportunidad de alcanzarla», agrega.

Algo muy diferente a lo que ocurre cuando se lee por obligación. Malva Villalón plantea que cuando los niños leen, por ejemplo, para una prueba, lo hacen estratégicamente, buscando aquellos elementos de la historia por cuya comprensión saben que serán evaluados, de modo que no se entregan al libro, no lo disfrutan y no extraen, por tanto, todos sus beneficios. Por supuesto, terminan aburriéndose. Según el estudio Escuela y Familia: Su influencia en la formación para lectores del mañana, de Fundación La Fuente, cuando se les pregunta a los niños qué es lo que menos les gusta de leer, la respuesta mayoritaria es «sentirme obligado a hacerlo», que alcanza a un 41% de las respuestas, con un 23% de los encuestados que dice que le disgustan los temas.

No importa cuánto

Si ya ha leído acerca de todas estas ventajas y en este momento se está lamentando por no ser un ávido lector, no se aflija tanto. Diversos especialistas consideran que se puede comenzar a formar el hábito a cualquier edad y desde ahí comenzar a beneficiarse. Más encima, el esfuerzo que tendrá que dedicarle a este proceso probablemente sea menor de lo que usted espera. Una de las principales conclusiones que plantea la investigación del sociólogo Mark Taylor es que no es tan relevante si se lee todos los días o unas pocas veces al mes. «La magnitud de los efectos (de generación de éxito en la vida laboral) no varía de acuerdo a cuánto leen los niños. Estos son semejantes en niños que leen libros más de una vez por semana y en aquellos que lo hacen sólo poco más de una vez al mes. La única diferencia, en este sentido, se da entre los niños que leen y los que no leen nunca», dice el académico, lo que lo lleva a afirmar que «no importa cuánto lo hagas, mientras lo hagas»: el éxito vendrá igual, tarde o temprano.

Einstein disfrutaba leyendo, y solía hacerlo seguido. No es fácil nombrar sus autores y libros  favoritos, pero  acá hay un par: Don Quijote, de Cervantes y los Hermanos Karamasow Brothers, de Dostojewski.
Einstein disfrutaba leyendo, y solía hacerlo seguido. Un par de sus libros favoritos eran  Don Quijote, de Cervantes y los Hermanos Karamasow, de Dostojewski.

Por supuesto, con esto no se intenta negar los beneficios de todas las posibilidades de entretención o aprendizaje que pueda tener una persona, en el corto y largo plazo. Nadie duda de que ser exitoso depende no sólo del manejo intelectual, sino de su interrelación con otras capacidades sociales, como son las de liderazgo y socialización. De hecho, Taylor asegura que leer libros en la adolescencia es un antecedente crucial para llegar a la universidad, pero que si a eso se le agrega la participación en una actividad cultural, como tocar un instrumento o ir a los museos, esa probabilidad aumenta. Por ejemplo, en el caso de los hijos de padres que trabajan en administración o ventas, su posibilidad de entrar a la universidad pasa de un 24% (que alcanzan quienes sólo leen libros) a un 54%, en el caso de los hombres que se comprometen con otra actividad extracurricular, una cifra que cambia desde el 20% al 48% en las mujeres.

Sin embargo, incluso esas «habilidades blandas» pueden conseguirse a través de la lectura. Hasta ahora, se pensaba que los ávidos lectores eran una suerte de ratones de biblioteca que no se comunicaban con el mundo, mientras que los deportistas o los del club de teatro del colegio eran los populares que controlaban los recreos y, de paso, todas las situaciones de vinculación social. Nada más equivocado, pues si por una parte la lectura es la única actividad que, por sí misma, asegura mayor éxito laboral en la vida, por otra, también ayuda a fomentar las relaciones sociales.

Malva Villalón asegura que quienes leen más, manejan un mejor vocabulario y se sienten más seguros de los contenidos que manejan, lo que los lleva a ser personas que hablan más. «Esas personas suelen ser vistas por los otros como líderes potenciales». Además, por lo mismo, les va mejor cuando buscan trabajo, asegura Villalón, pues «la gente que lee más, tiene más temas de los que hablar y está más familiarizada con las formas del discurso, por lo que comprende bien las instrucciones, entabla un buen diálogo, plantea puntos de vista y toma la iniciativa».

Fuente: artículo escrito por Jennifer Abate bajo el título original de «Los insospechados beneficios de la lectura» y publicado  el 07 de mayo en sección Tendencias de La Tercera 

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17 mil libros de los siglos XVI y XIX estarán disponibles desde el 2013

Fotografía original, tomada en la biblioteca
Fotografía original, tomada en la biblioteca

Biblioteca de la Iglesia de San Francisco y sus tesoros reabrirán sus puertas en 2013

Sus gruesas paredes de adobe están tapizadas de estanterías que contienen 17 mil ejemplares, algunos fabricados con papel de algodón hecho a mano y encuadernados con un método ya extinto. Los más antiguos datan del siglo XVI. Después de permanecer cerrada por más de 50 años, la Biblioteca Franciscana abrirá sus puertas en 2013.

El recinto se ubica detrás de la Iglesia de San Francisco, donde también se emplazaba el monasterio y una celda de castigo para los sacerdotes. No sólo de oración y teología vivían los frailes. Entre las colecciones se encuentran libros de botánica, medicina, anatomía, derecho canónico, historia, filosofía y literatura.

En una primera etapa se clasificarán 12 mil valiosos textos. “La idea es que en esta misma fecha de 2013 podamos recibir a especialistas, estudiantes e investigadores que quieran conocer el patrimonio que guarda esta biblioteca”, explica la encargada del Area de Conservación y Restauración del Museo de Arte Colonial de San Francisco, Fanny Canessa.

Un recorrido por la antigua construcción resulta un verdadero viaje al pasado. Su infraestructura de habitaciones y pasillos estrechos se mantiene intacta. El recinto está compuesto por cuatro salones de 24 metros cuadrados cada uno. Entre los libros expuestos destacan “joyas” encuadernadas en delgado y fino cuero de becerro y cordero.

“Son textos que responden a la primera etapa de la historia de la encuadernación, que tenían los hilos en el lomo, y un sistema constructivo que se modificó en el siglo XVIII”, agrega Canessa.

Tesoros franciscanos

La iglesia se ubica en pleno centro de Santiago
La iglesia se ubica en pleno centro de Santiago

La colección siempre estuvo cerrada al público general y sólo ahora los especialistas tendrán acceso a ella. Hasta 1962, los frailes misioneros y evangelizadores se formaban dentro del mismo convento. La biblioteca dejó de usarse tras el Concilio Vaticano II, en el que la Iglesia Católica promovió adaptar la disciplina eclesiástica a las necesidades y métodos de los nuevos tiempos. Después de esa fecha, los religiosos comenzaron a estudiar en universidades. En ese momento, el recinto se cerró, cuenta el director del museo, Francisco García.

“Creemos que la biblioteca fue construida después de la iglesia, que terminó su proceso en 1618. Habría sido la biblioteca central del convento ubicado en este mismo lugar”, explica García. Su importancia, según Canessa, reside en que es una colección que no ha sido investigada y explorada. “Se sabe que aquí debe haber textos muy importantes para los investigadores en historia colonial, teología, literatura y filosofía”, señala.

En los volúmenes se han encontrado comentarios, correcciones, frases subrayadas y papeles como marcadores de páginas. “Creo que va a ser un trabajo casi arqueológico. Los libros en sí mismos son una huella de lo que pasó”, explica Canessa. El costo del inventario de los libros es de $ 18 millones, cifra que la administración del museo espera financiar mediante la Ley de Donaciones Culturales.

La apertura del recinto será restringida en una primera etapa, para no alterar la conservación de los textos y las condiciones de humedad y temperatura que existen en el lugar.

La persistencia del adobe

La Iglesia de San Francisco es una de las construcciones más antiguas de Santiago y data de la época colonial. En 1541, Pedro de Valdivia mandó a erigir una ermita en el lugar y, en 1544, la Orden Franciscana solicitó la cesión del sitio, con el compromiso de la construcción de un templo.

Treinta años después se dio inicio a la edificación con mano de obra indígena, pero esta primera construcción de adobe fue destruida tras un temblor en 1583. Desde 1951 es Monumento Nacional.

Artículo originalmente escrito por Lorena Leiva y publicado en La Tercera el martes 28 de agosto

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Estudiantes universitarios: ¿cuánto y cómo valoran la lectura?

(c) bingfoundation.org
(c) bingfoundation.org

Estudios referidos a hábitos lectores y nivel de comprensión lectora  en Chile señalan que el perfil de los lectores frecuentes corresponde  al de personas en un rango etario entre 15 y 29 años, de un nivel  socioeconómico alto, medio-alto y con 13 o más años de estudio.  No es casual que los poseedores de dicho perfil sean los mismos que  más adquieren libros, según antecedentes de la Cámara Chilena del  Libro.

Remitiendo este análisis al de la educación superior, la literatura  existente no da cuenta de análisis aplicados a estudiantes de pregrado, lo cual ha generado un desconocimiento acerca del valor asignado al libro en este segmento, en tanto medio de información, de recreación y de enriquecimiento personal. Tampoco se encontraron antecedentes que esclarezcan cuál es el mecanismo que los jóvenes tienen para enfrentar su rendimiento académico a través de la lectura.

Los jóvenes universitarios  son quienes,  teóricamente, más debiesen leer y consumir libros; además, manifiestan autonomía y capacidad crítica sobre las áreas y periodicidad de lectura. Por otro lado, por su formación académica se presupone que desarrollan actividades intelectuales y, por sus años de escolaridad, debiesen tener hábitos de estudio formados total o parcialmente.  La población en Chile, en cuanto a comportamiento lector se refiere, no presenta un escenario auspicioso. La medición internacional IALS (International Adult Literacy Survey) señala que en Chile más del 80% de la población entre 16 y 65 años se ubica bajo el nivel mínimo de comprensión de lectura. Hay quienes manifiestan dichas habilidades muy escasamente, siendo, por ejemplo, incapaces de entender las instrucciones impresas en los envases de productos comerciales. Estos sujetos clasifican en el nivel 1 de comprensión lectora . El nivel 2 es para quienes sólo procesan información que está expuesta en forma clara y evidente, y, aún así, no les es sencillo comprenderla ya que desarrollaron habilidades utilizadas sólo en la cotidianeidad, por lo cual no les resulta fácil hacer frente a nuevas demandas y, menos aún, adquirir más y mejores destrezas en este sentido. Ascendiendo en la clasificación están los alfabetizados funcionalmente, quienes son capaces de entender instrucciones y presentan destrezas que aportan en su rendimiento laboral. Finalmente, los niveles más altos –4 y 5– comprenden e infieren a partir de lo leído, y no sólo eso, sino que además pueden generar nueva información como parte del proceso.

Kenneth Goodman en su artículo «La lectura, escritura y los textos escritos: una perspectiva transaccional y sociopsicolingüística»  postula que existen niveles de comprensión lectora:

  • literal (primer nivel);
  • inferencial (segundo nivel)
  • crítico (tercer nivel)
  • apreciativo (cuarto nivel)
  • creador (quinto nivel)
(c) Libraries & Museum
(c) Libraries & Museum

Lamentablemente, según los estudios aludidos, sólo un 2% de los chilenos está en el nivel 4 y 5. Si este antecedente se analiza respecto al 13% de la población con educación superior (universitaria o técnica) completa, entonces se deduce que menos del 25% de los egresados de universidades chilenas manifiesta habilidades destacables en cuanto a comprensión lectora (niveles 4 y 5). Si a ello se suma que un 11% de jóvenes universitarios en sus últimos años de estudio señalan categóricamente que no tienen hábitos lectores, el escenario se torna cada vez menos optimista.

Se entiende por hábito lector cuando la lectura se realiza en forma automotivada y se ejerce periódicamente (diariamente o varias veces por semana). Bajo este prisma, esta actividad es considerada como una opción más, no sólo de  entretención, sino que como un medio de aprendizaje, adquisición de nuevo conocimiento y acceso a la cultura. Existen variables psicológicas y emocionales que concitan interés por la lectura. Los investigadores Wigfield y Guthrie señalaron  que “la construcción del significado durante la lectura es un acto motivado. Durante la lectura el individuo actúa deliberadamente y con un propósito. Por lo tanto, una explicación en términos motivacionales es crucial para una explicación del acto de leer”. Este factor puede ser decisivo, tanto al momento de optar por leer en vez de hacer otra actividad, como también por escoger qué se leerá. Es por esto que, a la hora de comprender, de proyectar y,  eventualmente, intervenir en el desarrollo de la industria del libro resulta crucial conocer los hábitos y la forma como piensan y discriminan los consumidores de lectura.

El comportamiento de los universitarios es el más interesante en relación con este tema, puesto que ellos pronto ejercerán sus opciones de consumo cultural en el mercado. Existen antecedentes, proporcionados por la Cámara Chilena del Libro, que indican que en los últimos tres años la producción editorial aumentó, en promedio, un 8,4% .

Prosiguiendo el análisis respecto de la variedad de la oferta editorial, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLAC) analizaron la comercialización del libro en Chile, y concluyeron que “el sector librero realiza una inversión muy escasa en acciones de marketing y, generalmente, ésta se concentra en lo que hacen las cadenas de
librerías. Aún así, lo que se realiza es menor y muchas veces de forma esporádica e irregular. Tampoco hay campañas de publicidad conjunta ni del producto en términos genéricos, ni de las librerías como canal de venta”.

No puede dejar de sorprender que esto suceda en un país en vías de desarrollo, en el cual la tasa de inversión del Estado en educación se ha cuadruplicado desde 1990,  en el que se ha incurrido en una serie de reformas destinadas a mejorar la educación –tales como el MECE,  Proyecto Enlaces, proyecto Bibliotecas de Aula , jornada escolar completa entre otras iniciativas– con lo cual se ha invertido en el fortalecimiento del nivel de educación y cultura de los chilenos.

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Este post es la introducción del artículo «Universitarios y lectura: Análisis cuali-cuantitativo  del uso, accesibilidad y valoración de los libros» escrito por Claudia Gilardoni , el cual da cuenta de una investigación realizada el año  2005 y con el auspicio del Consejo Nacional del Libro y la Lectura a  los estudiantes universitarios de pregrado de la Región Metropolitana en instituciones del Consejo de  Rectores de las Universidades Chilenas (CRUCH) y privadas, de las  áreas humanista y científica, quienes, al momento de realizar dicho estudio, cursaban asignaturas entre el séptimo y el décimo semestre académico. El estudio se centró en este segmento pues constituye una masa crítica importante. Según informes del Consejo Superior de Educación (CSE), su universo alcanza aproximadamente 35.000 estudiantes. El artículo presenta presentó los resultados con  relación al tipo de universidad y al área de estudio, circunscribiendo este último aspecto sólo a Ciencias y Humanidades. Posteriormente, se especializó el análisis y el área de estudio de acuerdo con estudiantes  de carreras de Ciencias Básicas, Ciencias Aplicadas, Ciencias Sociales y carreras de Arte. Ello permitió dilucidar el perfil de los jóvenes según su carrera y su relación con la lectura, lo cual es presentado en este artículo que profundiza el análisis primario.

El estudio fue publicado en diciembre del año 2006 en la revista Calidad de la EducaciónDescargar el artículo en PDF

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Libros: un personal trainer en su cartera

Imagen portada del libro "Reading in the brain"
Imagen portada del libro "Reading in the brain"

La lectura no sólo tonifica la concentración y la memoria. También afina los sentidos y la coordinación. ¿El secreto? si las matemáticas son intuitivas, leer requiere un esfuerzo cultural y cerebral que lo convierte en un ejercicio poderoso.

Usted puede sentir el frío. Peor aún, usted puede sentir la condena de que morirá de frío. El responsable de esta sensación, más vívida que una película 3D, es el relato Encender una hoguera. Con esta historia, Jack London se convirtió en un imperdible en las listas de los cuentos mejor logrados, si por esto entendemos la capacidad del autor de ponernos en el pellejo del protagonista: un hombre que decide emprender un viaje acompañado sólo por un perro. El animal, puro instinto, sabe que el viajero morirá en su intento por desafiar los 45 grados bajo cero de Yukón, Alaska, como también lo adivina el lector que de todas formas lo sigue hasta un final desesperante como pocos.

Jack London (1976-1916) no tenía idea de neurociencia ni de plasticidad del cerebro, pero fue capaz de transmitir en el tiempo las mismas imágenes y sensaciones que su mente alguna vez concibió.

Antes lo llamaban telepatía; después, inteligencia emocional. Hoy, algunos científicos, como el francés Stanislas Dehaene, prefieren usar el término «cerebro lector» y lejos de asociarlo a la figura de un intelectual reposado, lo hacen al de un deportista vigoroso, vital.

¿La razón? Leer no sólo es un ejercicio que reporta agilidad mental. También tonifica las emociones y hasta ayuda a afinar el oído y coordinar mejor los movimientos.

Mejor todavía si se trata de ficción pura. Un estudio realizado por la U. de Toronto en 2006 reportó que los consumidores de géneros literarios como cuentos o novelas, al estilo de Crimen y castigo, desarrollan mejores habilidades sociales que quienes prefieren textos especializados, como Descubra los misterios de su cortadora de pasto. La clave está en identificarse con los personajes y sus peripecias, como con el hombre condenado a morir en cinco segundos si no logra encender una cerilla y armar un fuego.

La pregunta es cómo London y otros escritores fabricaron auténticos gimnasios mentales a punta de tinta y papel.

 

El patito feo, pero efectivo

 

La lectura activa las regiones cerebrales ligadas a las emociones
La lectura activa las regiones cerebrales ligadas a las emociones

Un estudio publicado en 2011 por NeuroImage nos da algunas pistas. Los encargados de la investigación con imágenes querían evitar la asociación refleja (y a estas alturas obvia) del lector con palabras con una fuerte carga emocional (dolor o sangre) para centrarse en cómo el sentido completo de una narración actúa sobre nuestros cerebros. Es decir, literatura en estado puro. Con este propósito eligieron el cuento infantil El patito feo, ya que al igual que Encender una hoguera, su estilo es más bien seco y libre de adjetivos empalagosos, debido a que sus autores privilegian la descripción de acciones.

¿El resultado? El patito feo activó las regiones cerebrales ligadas a las emociones con la consiguiente respuesta fisiológica (aumento del ritmo cardiaco) en aquellos párrafos que describían escenas de acción de los personajes, como huidas o peligros. Es decir, no sólo respondemos a palabras específicas de manera pavloviana, sino que también, al simular en nuestras mentes las acciones de los personajes de un cuento o de una novela.

Este fenómeno es posible gracias a las neuronas espejo. Lisa Aziz Zadeh, neurocientífica de la Universidad del Sur de California, reportó cómo la corteza premotora del cerebro muestra la misma actividad cuando un sujeto observa una acción en directo que cuando la lee. Lo interesante es que gracias a esta capacidad de afinar la empatía surgen otros beneficios asociados al ejercicio de la lectura, como la concentración y la coordinación motora.

Pero aunque estemos hablando de patitos que se transforman en cisnes, no toda esta historia es cuento de hadas. Y aquí reside la hermosa trampa de la naturaleza cuando dialoga con la cultura.

Como anotó Dehaene en su libro Les neurones de la lecture, el cerebro no es una pizarra virgen con una capacidad de aprender ilimitada, como anuncian los nuevos vendedores de la pomada neurocientífica.

Portada del libro "Las neuronas de la lectura"
Portada del libro "Las neuronas de la lectura"

Nuestra mente lectora tiene limitaciones y se frustra y patalea, porque a diferencia de las matemáticas, que ya vienen escritas en nuestros genes (los niños y muchos animales realizan intuitivamente algunas operaciones numéricas), la lectura sería 100% producto de nuestra cultura y aprendizaje. En estos casi cinco mil años desde que se inventó la escritura, los cerebros no han podido adaptarse a la lectura, ya que se trata de un tiempo mínimo en nuestra historia evolutiva como especie.

Pero es en este trabajo neuro-cultural que cada individuo realiza cuando se enfrenta a un texto (y que Dehaene asocia al «reciclaje neuronal») cuando sobrevienen todas las ventajas que convierten a la lectura en un ejercicio de alto rendimiento.

Por eso, entre un entrenamiento con ábaco y leer una buena novela no hay dónde perderse.

 

Letras y oído de zorzal

En el Portugal de los años 30, la mayoría de las familias no podía darse el lujo de enviar a todos sus hijos al colegio. La costumbre dictaba que la hija mayor debía permanecer en la casa a cargo de los hermanos menores y de los quehaceres domésticos, lo que convertía a la mayoría de estas mujeres en analfabetas. El equipo de Alexandre Castro-Caldas, de la U. Católica de Lisboa, aprovechó esta situación histórica para realizar un experimento que demostró cómo quienes no habían ido al colegio tenían dificultades para diferenciar palabras de pseudopalabras. Y si la alfabetización mejora el oído, entonces significa que la lectura ejercita los sentidos, en la misma línea que los ciegos desarrollan una mejor sensibilidad en el dedo que usan para leer en Braille.

El científico portugués también demostró cómo la lectura aumenta las conexiones neuronales del cuerpo calloso, la estructura encargada de conectar los dos hemisferios cerebrales.

¿Y qué implica este aumento de materia blanca? Una mayor coordinación motriz, del mismo modo que aprender a tocar piano durante la niñez facilita una conexión óptima entre las áreas encargadas del movimiento.

Entonces, en lugar de sentirse achanchado mientras se queda en la casa disfrutando de su autor favorito, piense que está matando dos pájaros de un tiro: ejercitando la memoria y la concentración, por un lado, y tonificando los sentidos y la coordinación motriz por otro.

Y todo sin moverse de su sofá.

 

Fuente: «La Tercera» sección tendencias.

Autor: Sonia Lira

Fecha publicación: Sábado 17 de marzo 2012

 

Información complementaria: Si te llamó la atención el cuento «Encender una hoguera» de Jack London, acá puedes ver una versión en cómic  de la historia.