Cuando pensamos en la relación entre cine y literatura por lo general se nos vienen a la mente puntos de convergencia que tienen que ver con la narrativa o el teatro, pero esto no es necesariamente así. Así como el cine es una forma de arte integral que puede nutrirse de muchas disciplinas, también lo puede hacer de un género literario no principalmente narrativo como lo es la poesía. Quizás no podamos encontrar fácilmente adaptaciones de un poema como lo haríamos de una novela (exceptuando la poesía épica donde básicamente se cuentan historias), pero sí podemos encontrar varios ejemplo en donde un poema cumple un rol central en la película, tanto en su relato como en lo que evoca, y es partir esto último donde vemos el mayor potencial en el aporte que la poesía puede hacer al cine.
Para poder entender la afirmación que acabo de hacer, caemos en la necesidad de establecer qué es la poesía. Existen miles de definiciones de ésta y todas de alguna forma u otra contribuyen a entenderla. Sin el ánimo de querer reducir este diverso género, creo que podemos llegar a un acuerdo y decir que la poesía es un género que tiende a la brevedad y a evocar lo que no está dicho. Podríamos decir que gran parte de la belleza de la poesía está en todo lo que está implícito pero que es invocado, creando más sensaciones que imágenes mentales.
Un poema entonces probablemente no aparecerá en una película como un relato, pero se colará en ésta para evocar una idea o sensación que gracias a la imaginación de un director o libretista se transformará en una historia que ilustrará aquello que el poema evocaba. También la conexión puede darse de forma inversa donde la mente creativa detrás de la película tenga una idea que lo lleve a un poema que fue escrito antes y que luego tomará para enriquecer el relato.
Pero ahora vamos a lo concreto con un par de ejemplos de cine y poesía. Eternal Sunshine of the Spotless Mind(EL eterno resplandor de una mente sin recuerdos) del 2004 le dio el Oscar a Michel Gondry, Charlie Kaufman y Pierre Bismuth por Mejor Guión Original, y para los que la vimos no dudamos en pensar que fue bien merecido. En la película se cita un poema de Alexander Pope llamado Eloisa to Abelard (en inglés y español), y si somos curiosos y le prestamos atención al poema en su totalidad nos daremos cuenta que la mención al poema no puede ser vista como sólo una cita sino que es casi un correlato que responde a un imaginario romántico colectivo a pesar de los tintes futuristas del film.
Otro ejemplo, menos conocido pero mucho más rico en su vínculo con un poema, es Wit (traducida al español como «Amar la vida») del 2001. Esta película puede ser particularmente interesante para esta sección ya que también se trata de una adapatación de una obra teatral, pero por ahora me referiré solamente a su conexión con la poesía. Aquí vemos la historia de una profesora universitaria, interpretada por Emma Watson, quien se ha dedicado a estudiar al poeta metafísico inglés John Donne. La película explora el miedo a la muerte y la reivindicación de la piedad por sobre el intelecto como valor supremo del ser humano, todo esto se ve enmarcado con uno de los poemas más famosos de Donne, Holy Sonnet X o también conocido como Death be not Proud. Las epifanías de la protagonista se ven gatilladas por los versos de Donne y el sentido del poema, aquello que éste nos transmite, se ve catalizado por el relato.
Los cruces entre cine y literatura no siempre están limitados a lo obvio, hay una flexibilidad inherente en estas formas de arte y representación que permiten todo tipo de juegos y diálogos, y todo esto está a disposición de nuestro placer.
En caso que no hayan visto la película El eterno resplandor de una mente sin recuerdos -o quieran verla nuevamente- , les dejo un trailer con alusión al poema de Pope:
http://www.youtube.com/watch?v=PMVA7NQkBgY
Y cayendo en algo un poco más obvio -pero no menos hermoso- recuerdo la película El lado oscuro del corazón (1992), la cual está llena de pasajes del poeta uruguayo Mario Benedetti. La alusión es directa y obvia porque el personaje principal, Oliverio, recorre Buenos Aires en busca de una mujer que fuese capaz de volar. En su búsqueda incesante recorre cafés, boites, y una infinidad de lugares por los que deambula reflexionando sobre el amor, la muerte y el olvido. Todo ello acompañado de la poesía inigualable de Benedetti. Acá, un claro ejemplo con el poema «No te salves»
Esta semana se han dado a conocer dos importantes premios de Literatura: uno de ellos entregado en Chile, y el otro en Guadalajara, México. Los galardonados son saben, sin duda, esgrimir la pluma: Óscar Hahn y el peruano Bryce Echeñique. Por ahora me dedicaré a comentar el galardón entregado en Chile a Óscar Hahn, para el próximo artículo espero dedicarme al premio y a la obra de Echeñique.
Hahn es poeta, ensayista y crítico chileno nacido en Iquique un 5 de abril de 1939. Actualmente reside en Iowa, Estados Unidos. Se considera que Hahn es integrante de la generación literaria de los años 1960, también conocida como generación dispersa o “veteranos de 1970. Al momento de enterarse de este premio, naturalmente muchos medios entrevistaron al poeta. Frente a uno de ellos, señaló: “Mi primera reacción (al saber del premio) fue de incredulidad porque resulta que el teléfono de mi casa sonó primero, pero no había nadie, sonó de nuevo, tampoco, y la tercera vez fue que escuché la voz del ministro, a quien agradezco, al comunicarme del premio, y allí, como dicen, me creí el cuento”, expresó Hahn, a la prensa; manifestando, además, que el premio “se lo dedico a mi madre, quien desde que yo era niño tengo una imagen de ella como lectora. La imagen que tengo de ella es de una persona que estaba leyendo siempre, todo el tiempo. Esta imagen de ella con sus anteojos leyendo me acompañó siempre, toda la vida. Ella murió a los 94 años y para ese momento ella seguía leyendo. Y eso tiene que haber sido un fuerte estímulo para mí, y por ahí fue que yo empecé a mirar algunos libros y de repente me empecé a topar con poemas”.
Consultado cuál es su obra que más le ha dejado satisfecho, dijo que es ‘Mal de Amor’, “fundamentalmente porque ocurrió algo muy extraño y que ahora resulta casi una ironía”.
“El año 1981, ‘Mal de Amor’ fue el único libro de poemas prohibido por la dictadura. Y resulta irónico, y agradezco al señor ministro y distinguidos miembros del jurado, que hayan premiado al autor de ese libro que fue prohibido. Y por esa razón yo le tengo un cierto cariño a ‘Mal de Amor’. Nadie sabe por qué fue prohibido. Desde el año 1981 han pasado muchos años. Los periodistas siempre me preguntan cuál fue la razón de la prohibición y yo no sé cuál fue y eso es un misterio, de hecho no es un libro político, no tiene absolutamente nada que ver con política. El libro estaba en las librerías y se ordenó que fuera retirado de las librerías. Espero que ahora esté de vuelta con más fuerza”, espetó el poeta.
El premio lo entrega el Ministerio de Educación, y este año Hahn llevaba las de ganar Hahn, pues a sus de 72 años era el favorito de gran parte del ambiente literario y llegaba al premio con el aval de haber sido galardonado el 2011 con el Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda. Por ello, su candidatura fue respaldada por la Fundación Neruda y LOM Ediciones. El galardonado recibirá como premio un monto de más de casi 18 millones de pesos y una pensión vitalicia de 20 UTM, aproximadamente 791 mil pesos mensuales.
La crítica especializada ha reconocido en la poesía de Óscar Hahn una calidad y originalidad indiscutibles en el contexto poético hispanoamericano, ejemplo de ello es el volumen Asedios a Oscar Hahn, editado por Pedro Lastra y Enrique Lihn, con motivo de los cincuenta años del poeta. Entre otros elementos, los especialistas destacan el uso que el poeta hace de materiales intertextuales, como crónicas periodísticas, hechos históricos, y el diálogo permanente con autores y obras de la literatura universal. Óscar Galindo en su artículo “La poesía de Óscar Hahn: ‘los símbolos despavoridos’” señala: “Por sus poemas transitan los clásicos españoles… El registro literario y culterano de su poesía entra en relación con registros verbales de (digámoslo con una frase periodística) ‘rabiosa actualidad’, pues Hahn ha sabido incorporar, no pocas veces el lenguaje callejero del español de Chile… Lo específico de este sistema intertextual es que no se inclina por la parodia, tan usual en los poetas contemporáneos, sino por la ‘imitación diferencial’…”.
Revisando algunas de las entrevistas que Óscar Hahn ha dado en diversos momentos, encontré una realizada por Daniel Segovia que dio pie para el título de este artículo. Allí hay una pregunta que me enterneció, y que además considero muy ad-hoc al motivo de este artículo:
Dice el entrevistador: «En su opinión ¿Cuál es el rol que cumple la poesía en un país como Chile?
A lo que Hahn responde:
«Mira, en primer lugar hay que aclarar lo siguiente: pensar que la poesía va a ser algo masivo, es un error porque, contrariamente a lo que dicen ahora, como «hoy la poesía está moribunda» o «a nadie le interesa la poesía, en cambio antes…». No es cierto, porque en el siglo diecinueve no había videojuegos, ni televisión, ni Internet , ni celulares. No había absolutamente nada de tecnología y los lectores de poesía eran pocos. Uno diría, si no tenían otra cosa que hacer, tal vez serían muchos, pero no. Eran pocos, de hecho, John Keats -que es un poeta muy famoso- se quejaba de que se habían vendido sólo 17 ejemplares de uno de sus libros.
Siempre ha sido así. Ahora, dado el hecho de que la poesía es para pocos, y ojo, no se trata aquí de «élite» en el sentido social o de clases, no. Somos personas de todas las clases, de todos los sexos, de todos los géneros, de todos los estratos geográficos. La poesía llena una necesidad del ser humano. Estoy segurísimo de eso, porque yo me he encontrado con personas absolutamente inesperadas que te empiezan a hablar de poesía.
Por ejemplo, ayer fui a una farmacia y se acercó un chico muy joven -no debe haber tenido más de 16 años- y andaba con un libro mío en la mano, Pena de vida, y para que tú veas que él conocía bien mi poesía, me dijo: «ha ocurrido algo como en su poema “Coindidencias”, porque mire, yo entro a esta farmacia, sin saber que usted está acá, con su libro en la mano (que lo acabo de sacar hace 10 minutos en Metro Tobalaba), entro aquí a la farmacia y lo encuentro a usted, el autor del libro, ¡qué coincidencia!», me dijo. Y luego me empezó a hablar de mis poemas, y yo lo encontré sorprendente porque un chico cualquiera que pasa por la calle, que entra a una farmacia y que lee poemas ¿no?
Entonces así hay gente que, efectivamente lee, y la poesía cumple esa función, que es llenar una necesidad espiritual que tienen ciertos seres humanos y que no puede ser llenada por la religión, por el amor, ni por otras cosas.»
Aramís Quintero Segovia, Poeta, narrador y ensayista cubano radicado en Chile desde 1999. Especialista en literatura para niños y jóvenes y en técnicas de animación a la lectura. Cofundador de la Corporación Lectura Viva. Ha publicado numerosos libros en Cuba y ha obtenido importantes premios en su país. En Chile ha publicado «Rimas de Sol y Sal», Ed. Alfaguara, y «Todo el cielo un juguete», Ed. Arrayán; ambos poesía para niños.
Entrevista realizada por Carolina Leiva Binimelis
Llego a su departamento ubicado en lo más céntrico del centro de Santiago y me recibe haciendo un ademán de bienvenida. Me siento a gusto. Sólo bastaron minutos de conversación para que me sorprendiera con su espontaneidad: “Me inicié como lector leyendo historietas, mi favorita:La Pequeña Lulú. Me las devoraba todas, hasta las que contaban historias de santos, luego de eso, tenía el motor de la lectura echado a andar”. Así es Aramís, un amante de la lectura y de la sencillez, reacio a la impostura solemne de los intelectuales. Rebosan en él las letras y el amor por el arte y lo humano: palabra palpitante.
Me detengo en sus ojos vivaces cuando recuerda un pasaje literario estremecedor que abarca desde una historieta, un poema infantil, un chiste; hasta la remembranza de una escena maravillosa de «La montaña mágica« de Mann, pasando por Hesse y Proust, entre otros. Quiero que continúe lo que le cuento, porque también sabe leer la oralidad de mis relatos. Me sorprende, y me pregunto si algunos seres somos completamente traducibles o simplemente estoy ante un viajero interminable que ya conoció a muchos otros, y que en alguna esquina ya había conversado con alguien como yo.
Probablemente, Aramís estaría de acuerdo con esta idea de Bolaño: “El oficio de escritor es un oficio de exiliados”, porque para Quintero la literatura “es el reino de los matices”, es el lugar de encuentro que sólo se encuentra en el extravío. Es el goce, ante todo, sin deudos, sin excusas.
-¿Por qué lees, Aramís?
Porque me gusta, es una adicción.
-¿Has variado ese pretexto de lectura en el transcurso de tu vida?
Al principio era el puro placer de la lectura. Con el tiempo el puro placer se fue matizando con preferencias temáticas, de género y estilo literarios, de autores. (Conversamos largamente de la inclinación que tenía por ciertos autores, fue así como me enteré de que leyó a Hesse con pasión, pero que intentó sin éxito entusiasmarse con Demián, texto al que le dio más de una oportunidad y que no hubo caso. Me pregunté: ¿sabrá Aramís que este libro es el caballito de batalla de los profesores de lenguaje hace ya varias décadas?, pero preferí no interrumpirlo con chismes gremiales).
-¿Un buen lector es quién…?
Es quien es adicto a leer -dice. Y acto seguido se pregunta a sí mismo- ¿Leer cualquier cosa?, se podría creer que así es, pero el buen lector es el adicto capaz de crecer con la lectura, entendiendo “crecer” en un sentido abarcador, humanístico.
-¿Qué prefieres leer?
Poesía, narrativa, ensayo. También me interesan otros textos no literarios sobre ciertos temas (historia, pensamiento, espiritualidad, arte, divulgación científica, etc.)
-¿Qué tipo de libros no tomarías ni en la sala de espera de algún edificio público?
Temas típicos de farándula, deportes, cómo tener éxito en esto o lo otro, y una larga lista de las llamadas cosas “contingentes” o comerciales o ligeras. Tampoco tomaría, si por alguna extraña razón los hubiera, libros serios, pero plúmbeos para los que no estoy entrenado.
-Parra dice en su Manifiesto que la poesía es un artículo de primera necesidad. ¿Qué piensas al respecto?
Sí, entendiendo la poesía como una cualidad esencial de ciertas cosas, instantes, personas, es un artículo de primera necesidad, porque nos ofrece una cota muy alta y valiosa de la experiencia de la vida, un atisbo de que vivir puede ser más y mejor de lo que es, puede tener una justificación más honda y plena, aunque sea por momentos. Eso, en la experiencia del idioma, encarna en la literatura, y en la poesía como género. Es decir, cuando realmente encarna.
-¿Cómo es posible que hoy día sobreviva la literatura, si nuestro universo está mediado por la ética y la estética del mercado?
Una posible (y sombría) respuesta está quizás en la propia pregunta, al decir que la literatura sobrevive. Se puede añadir: todavía sobrevive. Con esto subrayo una característica de nuestros días: hablamos del presente con cada vez más incertidumbre sobre el futuro. Esta velocidad de los cambios es inédita, nuestra psicología está bajo presión, no se le da tiempo a adaptarse. Es grato pensar que las cosas que más queremos van a sobrevivir de un modo u otro sin desvirtuarse, sin pasar a ser otra cosa, pero cada vez tenemos más dudas. El futuro, incluso el que está a la vuelta, se hace más y más inimaginable. Preguntas obvias pero sin respuesta serían estas: ¿es posible que este ritmo de cambios se mantenga indefinidamente? ¿La curva ascendente no tendrá que llegar en algún momento a una meseta, y mantenerse en ella por un tiempo? No me refiero tanto a los cambios tecnológicos en sí mismos, como a los cambios de mentalidad y actitudes que ellos acompañan y en parte condicionan. No podemos evitar que algunos de estos cambios los percibamos como deterioro, como declive. Por ejemplo, deterioro del espíritu humanístico e ilustrado del que somos herederos y del que hemos estado justamente orgullosos por mucho tiempo. Eso parece reflejarse en el indiscutible deterioro de la calidad de la educación en una amplia geografía. Y desde luego en la creciente primacía del espíritu comercial sobre la antigua dignidad que establecía perfiles y criterios selectivos de calidad en el mundo de las editoriales. Si estas percepciones de deterioro son acertadas, bien puede uno preguntarse: ¿sobrevivirá la literatura como arte? Quizás todavía sobrevive porque aún sobreviven autores y lectores de la “vieja escuela”. Tal como van las cosas, ¿habrá un relevo sostenido para ellos? Como se ve, en el fondo devuelvo la pregunta.
(Con sus reflexiones no supe responder ni volver a preguntar . Pensé que necesitaría darle más de una vuelta a la pregunta inicial y a las posibilidades que me había devuelto Aramís).
-¿Qué opinas de la literatura de autoayuda?
Sobre autoayuda, crecimiento, espiritualidad, pasa lo mismo que sobre tantas cosas: hay libros serios, buenos, pero son los menos, se pierden (para la mayoría se pierden) entre tanta hojarasca engañosa, banal, superficial. Los tiempos que corren, tan acelerados y estresantes, cada vez más alejados de los soportes religiosos tradicionales, demandan recetas y muletas, y ahí está ese mercado medrando, prometiéndote hasta la iluminación en cuatro sesiones o con cuatro ejercicios. Algunos de esos temas, al igual que algunos temas científicos muy sonados (la relatividad, la cuántica y mil cosas asociadas a ambas), solo tienen dos formas de abordarse: en serio, para unos pocos preparados en serio, o como papilla para todos. No niego que la papilla de lugares comunes y simplificaciones pueda tener sus beneficios, igual que los placebos, y si usted lo necesita y no puede ingerir otra cosa, pues adelante. Lo cierto es que la mayoría de los consumidores de autoayuda, o crecimiento espiritual “fácil y en breve”, no podrían digerir ni dos páginas de Krishnamurti, Jung, Allan Watts o Ken Wilber.
-Donoso siempre se preguntó acerca de la trascendencia del escritor y su obra; destacaba que solo unos pocos logran la inmortalidad. Según su punto de vista, ¿qué es lo que tienen en particular esos pocos elegidos? En este sentido, ¿existe algún escritor contemporáneo al que apueste sin reserva?
Siempre va a ser interesante y pertinente preguntarse por qué han trascendido los más grandes, qué hay en ellos que pueda explicar eso. Lo malo es que las respuestas posibles pueden llenar libros enteros, o concentrarse en unos cuantos lugares comunes indiscutibles. La inmortalidad es una palabra inmanejable. ¿Sabemos nosotros, si es que la humanidad dura 500 años más, que Homero, Dante, Shakespeare, Cervantes, Goethe, van a seguir siendo lo que son? Es lo mismo que preguntarse: ¿cómo será la humanidad en unos 500 años más? ¿Podemos imaginarnos su psicología, su espíritu, sus percepciones? ¿Podemos afirmar tranquilamente que sí, que la humanidad ha sido y será siempre la misma? Esto quizás sea cierto, aceptando que también ha cambiado y seguirá cambiando constantemente. ¿Qué son los clásicos para los adultos formados de hoy, y qué son, hoy mismo, para los jóvenes estudiantes?… Por tanto, aplicar la pregunta a un contemporáneo es un puro juego.
-¿Por qué escribes, Aramís?
Porque me gusta, me gusta dar forma a ideas, sensaciones, emociones, me gusta batallar con el lenguaje para conseguir esa forma, puesto que la forma, en el arte, es lo decisivo. Me gusta expresarme de esa manera, sintiendo y provocando (o tratando de provocar) un placer estético, y también una complicidad en no se sabe quiénes. (Esos cómplices, en mi caso, podrían ser niños o jóvenes tanto como adultos, a través de diversos géneros, sobre todo narrativa y poesía).
-¿Qué les dirías a los bibliotecarios y coordinadores de biblioteca para apoyarlos en su empresa de fomentar la lectura?
Ante todo, que se hagan adictos a la lectura, si no lo son. Y para ello, que busquen y busquen los libros que puedan gustarles y se los lean, y que lleguen así a conocer sus colecciones. Y que se entrenen en hablarles de los libros que a ellos les han gustado a los niños y jóvenes, así como en leer bien en voz alta. Que se preparen, mediante cursos y talleres de mediación de la lectura, para que adquieran las nociones y desarrollen las habilidades más necesarias. Deberían descubrir la pasión lectora, y descubrir que la mediación de la lectura es una especialidad, y como tal requiere preparación.
-Se diría que el contexto actual para fomentar la lectura entre niños y jóvenes no es el más propicio: las familias no siempre acompañan en el proceso, hay muchos distractores audiovisuales e hipertextuales, los profesores siguen dando lecturas a modo de comprensión de lectura, etc. ¿Cómo sobrellevar estas circunstancias, y aun así motivar a los jóvenes a leer?
La respuesta se encuentra prácticamente en la anterior. Sí, los factores sociales y culturales que inciden en el problema de la lectura son varios, pero, para ser prácticos, hay que identificar protagonistas y concentrarse en ellos, sin descuidar al resto. Los docentes, desde el nivel parvulario, y el personal de bibliotecas, son protagonistas (para bien o para mal, según como lo hagan). Y ambos están ligados a instituciones, en contacto con una masa de niños y jóvenes, así que tienen un papel decisivo. Si no se hacen lectores ellos mismos, y si no se preparan como mediadores de lectura, esa batalla está perdida. (Prepararse como mediadores puede ayudarlos a convertirse en lectores). En realidad (hay que reconocerlo), hoy día esa batalla se está perdiendo, ante todo en la escuela, que es el escenario más amplio y de mayor peso. Si se comienza bien y temprano, en los niveles preescolares y en los primeros cursos básicos, la lectura tiene muy buenas perspectivas, a pesar de todos los distractores que existen. Pero eso requiere preparación de los adultos. Un factor clave sería introducir sistemáticamente la mediación de la lectura como disciplina, como ramo, en las carreras pedagógicas y de bibliotecología. Mientras esto no se haga, todos los esfuerzos serán fragmentarios e insuficientes. Y para dar ese paso decisivo, habría que contar con los especialistas en el tema, que no son meros profesores de literatura, ni meros bibliotecarios, pues la mediación de la lectura comprende otros saberes y experiencias muy específicos.
Conversamos del desinterés real por la lectura y sus formas, además de lo equivocados que están quienes ponen el acento en las mediciones de habilidades y competencias lectoras por sobre la curiosidad, la imaginación y el goce. Pero pienso que la contienda no está del todo perdida mientras existan pequeños espacios y grandísimos sujetos como Aramís que oxigenan este mundo con la comunión perfecta entre arte y humanidad.