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Lectores adoptan actitudes de los personajes que protagonizan su lectura

Lectores desarrollan un gesto empático, sin darse cuenta, de los personajes ficticios que protagonizan su lectura
Los lectores desarrollan un gesto empático, sin darse cuenta, de los personajes ficticios que protagonizan su lectura

La literatura es sin duda uno de los mecanismos de sobrevivencia más empáticos desarrollados por nuestra cultura y nuestra psique, una construcción que se remite a los orígenes mismos de nuestra civilización y nuestra evolución como especie. Recientemente Geoff Kaufman, investigador pos doctoral en el Dartmouth College de New Hampshire, y Lisa Libby, profesora asistente de psicología en la Universidad Estatal de Ohio, llevaron a cabo un estudio en el que encontraron que quienes leen, en un gesto empático sumamente elocuente, adoptan sin darse cuenta del todo las actitudes, pensamientos y creencias de los personajes ficticios que protagonizan su lectura, publicó la revista Medical Daily.

Kaufman y Libby realizaron seis pruebas distintas con 500 voluntarios, llegando a la conclusión de que las historias contadas en primera persona pueden transformar temporalmente la manera en que el lector se ve a sí mismo, al mundo y otros grupos sociales. En uno de los experimentos, por ejemplo, las personas que se identificaron fuertemente con un personaje ficticio que vence varias adversidades para votar, se mostraron mucho más inclinadas a votar también ellas varios días después en una elección real, esto en comparación con otros voluntarios que leyeron una historia diferente.

En cuanto a los factores que se encuentran de fondo en este fenómeno, denominado “toma de experiencia”, parece ser que uno de los más importantes es que aquellos rasgos de personalidad que el lector pudiera encontrar similares entre sí mismo y la ficción, deben aparecer pronto en la historia, de acuerdo con la publicación.

Así, en otro experimento con un grupo de 70 hombres heterosexuales que leyeron la historia de un estudiante homosexual, la aceptación de este comportamiento fue significativamente distinta según la inclinación sexual del protagonista se revelara más temprano o más tarde en la secuencia narrativa. En este caso en particular, los participantes que solo pasadas varias páginas supieron que el personaje era gay, mostraron después actitudes menos favorables hacia la homosexualidad, en contraste con aquellos que lo supieron desde un inicio. Curiosamente este mismo fenómeno se repitió con un personaje ficticio de tez negra.

Otras circunstancias como el ambiente, la constante referencia a uno mismo (que se probó poniendo a leer a los voluntarios frente a un espejo), también influyen en la generación de este tipo especial de empatía.

“Entre más recordatorios recibes de tu propia identidad personal, es menos probable que estés dispuesto a tomar la identidad de un personaje”, explica Kaufmann. “Tienes que ser capaz de llevarte a ti mismo fuera de la fotografía y perderte realmente en el libro para tener esta experiencia auténtica de tomar la identidad de un personaje”.

Por su parte Libby aclara que la “toma de experiencia” es sumamente inmersiva, pues el lector “reemplaza su yo con otro”, en un proceso natural aunque inconsciente que pocos advierten ―lo cual lo hace todavía más intenso y vívido.

Finalmente, uno de los beneficios de este efecto de la lectura sobre una persona es que, a decir de Libby, los horizontes se amplían, llevando a los lectores a relacionarse ―ya desde su pensamiento― con grupos sociales con los que de otra manera nunca entrarían en contacto.

 

Fuente: Sin Embargo, periódico digital mexicano

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La información es poder

g152Desde hace muchos años he escuchado y leído la frase que corona este post. Siempre me ha llamado la atención ya que, siendo bibliotecóloga y desempeñándome en un medio que maneja al dedillo el insumo vital, -la información- debería tener claro el sentido de esta cita. Si “La información es poder” -pensamiento que algunos atribuyen a Francis Bacon-  quien  tiene el sartén por el mango no es quien sabe donde encontrar determinado dato, antecedente, fuente o material, sino más bien quien sabe cómo usar aquello que encontró.

En el medio bibliotecario estamos acostumbrados a hablar de infoalfabetización, competencias informacionales, ALFIN, habilidades para la búsqueda de información oinformation literacy en términos anglo. Hay una gran variedad de programas universitarios que los imparten, casi siempre al alero de la biblioteca de la casa de estudios respectiva. Sabemos que los estudiantes universitarios necesitan valerse de muchas herramientas para procesar, depurar, analizar y validar la gran cantidad de fuentes de información que tienen a su disposición. Sin embargo, tras el proceso educativo universitario o de enseñanza técnica: ¿qué nos depara el destino?, ¿de qué podemos valernos para seguir aprendiendo?. Y lo que es más complejo, si no hemos recibido la formación adecuada para el desarrollo de nuestras habilidades informacionales: ¿qué pasa si no tenemos clara esa laguna en nuestra formación?. En Estados Unidos funciona desde el año 2008 el Project Information Literacy (PIL) desarrollado por bibliotecologos e investigadores de Harvard y Berkeley que se han dedicado a investigar el impacto de las habilidades informacionales en universitarios y personas adultas en general. Y precisamente, una de sus investigaciones, se ha centrado en determinar de qué forma manejan la información los graduados, y cómo sobreviven a este respecto una vez que entran al mundo laboral.

 

Sin embargo, en el caso de la infoalfabetización para personas adultas, quienes ya están desempeñando alguna función en el sector terciario de la economía. ¿Cómo se manejarán a la hora de buscar información para un proyecto?, Descartando google: ¿Cuáles serán sus fuentes de información favoritas?, ¿Qué tan hábiles son para validar una fuente?. Y lo que es más importante: ¿Cómo influyen sus capacidades y habilidades informacionales en  su rendimiento y calidad de trabajo?

En teoría, al titularse de pre o post grado, una persona debiese tener completamente desarrolladas las competencias básicas para valerse en su profesión. Además del conocimiento técnico y metodológico propio de su campo, debería tener un buen nivel de comprensión de lectura, una buena capacidad para escribir y verbalizar lo que quiere comunicar, y debería ser capaz de ser rápido, eficiente y perspicaz a la hora de buscar información. Quizás este último requerimiento es uno de los más difíciles de alcanzar, ya que los procesos y metodologías para la búsqueda de información digital van cambiando y adaptándose a los avances tecnológicos: hay nuevas aplicaciones para gestionar citas, nuevas bases de datos y repositorios, nuevas plataformas para almacenar y compartir nuestras URL de interés, y especialmente nuevas necesidades de información.

El problema es que si una persona  tiene dificultades para leer, escribir o realizar cualquier actividad básica, no pasaría mucho tiempo antes que su jefe o un colega le hicieran ver esta situación, o antes que él mismo se autoevaluase y determinase que debe hacer un taller o curso para perfeccionarse. Sin embargo, en términos de infoalfabetización de personas adultas: ¿cómo  podemos determinar  en qué nivel están las personas que ya se desempeñan en un trabajo?.

Actualmente el sistema laboral valida muchas competencias y destrezas, de forma tal de considerar capacitaciones y talleres para el óptimo manejo computacional, las capacidades de persuasión y venta, la capacidad para trabajar en equipo y bajo presión, etc. Sin embargo, las empresas y compañías no consideran evaluar y preparar a su cuerpo laboral para aprender a lidiar con la información, desde todo ángulo y perspectiva. Quizás si se les demostrase que sus profesionales y técnicos serían mucho más efectivos, rápidos –e incluso productivos- la perspectiva cambiaría y habría un mayor interés de parte de los distintos sectores industriales. El punto es que, de una forma u otra, los bibliotecarios y gestores de información hemos sido capaces de darle un lugar a las habilidades informacionales en el medio educativo, pero pareciera ser que el entusiasmo alcanzar sólo para la educación superior, pues pasada esa etapa, la infoalfabetización no es una competencia tan conocida.

A este respecto, un reporte de la UNESCO Information Literacy Indicators: Validation report, publicado el año 2010, señala en relación a la importancia del adecuado manejo de la información en el ámbito laboral,: “El uso de la información en el trabajo es esencial en la economía del conocimiento. La Alfin resulta fundamental tanto para una organización en constante aprendizaje como para la adquisición por parte de las empresas y los países de una ventaja competitiva en la economía global del conocimiento. (…) Para comprender la importancia que la Alfin tiene para el crecimiento económico es necesario distinguir entre la distribución rutinaria de la información y el uso de la información para crear conocimiento.

La evaluación de los adultos: PIACC

information-overload-on-the-internet-5-23-121El Programme for the International Assessment of Adult Competencies (PIACC) es una evaluación a nivel internacional administrada por la OCDE y aplicada a personas entre 16 y 65 años. Se focaliza en medir todas las habilidades que una persona debiese tener para ser competitivo en la sociedad del conocimiento y, en concreto, en su entorno laboral. El sistema mide la literacidad en la era de la información, lo cual define como “intereses, actitudes y habilidades de los individuos para un uso apropiado de las herramientas culturales, lo cual considera tecnología digital, herramientas de comunicación, acceso, manejo, evaluación e integración de la información, crear nuevo conocimiento y comunicarse  con otros.»

En total, 23 países participan de esta evaluación. Lamentablemente ninguno está en América Latina, y el único hispanoparlante es España. Parece ser que en nuestra región es menos concoida la potencialidad de las habilidades informacionales y su impacto en el competitivo mundo laboral.

La información ¿es poder?

Entonces, cuando somos adultos que debemos esforzarnos por valernos en un medio cada vez más efervescente en cuanto a volumen de información se refiere, con un entorno laboral complejo, y donde las habilidades que tengamos para autoinstruirnos y comunicarnos son cada vez más preciadas: ¿no debería existir, al menos, la conciencia de parte de las empresas y compañías que se esfuerzan por ser cada vez más competitivas respecto a la valía de desarrollar estas destrezas en su cuerpo laboral?. Si ya tenemos conciencia de la importancia  del capital humano, ¿no debería hacerse extensivo esto hacia la infoalfabetización?.

¿No debería ser crucial para las Instituciones de educación superior evaluar habilidades de ingreso y salida de sus estudiantes respecto a infoalfabetización?, ¿No debería haber más cursos de entrenamiento y talleres para que las personas se auto instruyeran al respecto?, ¿No deberían difundirse más las ventajas de ser un adulto competente e infoalfabetizado?. Y finalmente: ¿no deberíamos, los bibliotecarios, dejar de explicar que es la infoalfabetización cada vez que tratamos el tema en un medio que no es el nuestro?

Claramente no tengo respuesta a estas interrogantes. Pero he querido valerme de este, mi primer post en InfoTecarios, para plantearlas con el afán de recibir opiniones y comentar con ustedes un tema que me inquieta hace tiempo. Quizás, entre todos, podamos dar respuesta a algunas de estas preguntas y vislumbrar nuevos escenarios.


La información no es poder. En si misma, la información es sólo un insumo más. Es usted, individuo infoalfabetizado, el que tiene el poder en tanto sabe cómo, cuando, dónde y para que usar la información. Es ahí cuando el insumo se convierte en oro.


Artículo publicado originalmente  por Claudia Gilardoni el 5 de marzo 2013,  en Infotecarios

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La lectura se toma en serio

Desde que Leamos Más se inició, el año 2010, hemos querido inculcar la idea que trabajar el fomento lector en la biblioteca no es la única -y mejor- vía para lograr más y mejores lectores. Recientemente, un medio local publicó un artículo  titulado «Director de esforzado colegio cuenta cómo logró enviar cien niños «problema» a la U». Uno de los mensajes de este caso, es que si un directivo escolar se toma en serio la educación de sus estudiantes y basa su trabajo en el aprendizaje de la lectura desde los primeros años, sin duda logrará buenos resultados independiente del estrato socioeconómico o el nivel de vulnerabilidad del establecimiento.

Algo que las académicas, investigadoras y actuales miembros de la  Unidad de Currículum y Evaluación del MINEDUC, Loreto Fontaine y Bárbara Eyzaguirre ya nos dijeron el 2008 con el libro «Las Escuelas que tenemos« -tema sobre el cual Leamos Más publicó un post el año 2011-  ya que en esta publicación observaron establecimientos de bajos recursos y con alto nivel de vulnerabilidad social en los cuales, pese a todas sus circunstancias, se lograban resultados SIMCE  por sobre el promedio en base a buenas prácticas de lectura en el aula.

No creo necesario convencerles de la importancia de la lectura, y en especial de enseñarla y transmitirla considerando el  gusto e interés de los lectores. Creo que, con énfasis en distintos aspectos, todos los que compartimos en este medio adherimos a este plangeamiento. Sin embargo, lejos de la teoría y de las citas, es preciso mostrar casos como el de esta escuela. Casos con nombre y apellidos, y lo que es mejor: casos con lectores.

Sin más preámbulo, les dejo con el ejemplo del Colegio Eduardo Martín Abejón.


eduardomaetinvale_193748-L0x0«Yuliano Borís Díaz (54 años) es de aquellas personas que pueden atravesar un muro si se lo proponen. Es el director del Colegio Eduardo Martín Abejón de Constitución, en la Región del Maule, que pese a educar a niños vulnerables ha obtenido destacados resultados en la prueba Simce.

En su calidad de director, no le tirita la voz cuando habla de sus objetivos y reconoce que es exigente y que no le tiembla la mano cuando les debe pedir a sus profesores que no consiguen resultados que busquen suerte en otra institución si no mejoran.

Cuenta que su primera escuela, Santiago Oñederra, la levantó sin plata en un salón de pool de esa ciudad del Maule, al punto que con sus propias manos clavó paredes y aserruchó madera para armar sus salas.

 

Compromiso en medio de la adversidad

La historia de Yuliano Borís Díaz y del Colegio Eduardo Martín Abejón no deja de llamar la atención. Se trata de una institución de estrato socioeconómico medio bajo, enclavado en una de las poblaciones más estigmatizadas de esta ciudad, llamada Manuel Francisco Meza Seca, pero que en los últimos años se ha ubicado entre los cinco mejores establecimientos con puntajes Simce del país.

En los resultados de 2011 de esta prueba –que se dieron a conocer el año pasado–, su colegio promedió 327 puntos en Lenguaje, Matemática y Ciencias Naturales, ubicándose en el tercer lugar a nivel nacional y siendo sólo superada por los establecimientos Francisco Ramírez (San Ramón) y Constitución (institución particular de la VII Región), y empatando con el prestigioso The Grange School (La Reina).

Matrículas no se completan por el estigma

Dice que no le gusta vanagloriarse de sus resultados, pero afirma que nadie «nos pesca». Ni siquiera le dan una medalla o reconocimiento a su colegio en los actos municipales.

El Colegio Eduardo Martín Abejón partió con 40 alumnos. Hoy, además de obtener importantes resultados en el Simce, cuenta con una orquesta infantil y cursos de ajedrez.
El Colegio Eduardo Martín Abejón cuenta, además,  con una orquesta infantil y cursos de ajedrez.

«Eso pasa porque la gente de la ciudad no quiere mezclar a sus niños con mis cabros, con los ‘atorrantes’ de esta población, que es tremendamente estigmatizada por la idea de la droga, el alcoholismo y las pandillas juveniles. Esta población fue una de las primeras soluciones habitacionales de Constitución, que nace a partir de campamentos. Tengo 605 matriculados, pero tengo más vacantes y no los vienen a matricular aunque tenemos buenos resultados», explica. (…)

¿Pero cuál es el secreto de este director? ¿Cómo logró estos resultados? Él dice que no fue espontáneo ni caído del cielo, que todo fue un proceso. Después del colegio Santiago Oñederra, fundó otra escuela cerca del río Maule, terrenos que le fueron expropiados por el Fisco para construir el puente Cardenal Silva Henríquez.

«Era una escuelita de madera, chiquitita, con sólo siete salas, que no valía mucho. Me ofrecieron 80 millones, que pudo ser harta plata hace 10 años, pero no me alcanzaba para hacer otra escuela. Fui a hablar con el subsecretario de Educación de la época, a explicarle que con esa plata no podría seguir enseñando a mis alumnos, que eran pobres. Entendió y me dieron más plata, con lo que tampoco me alcanzaba para hacer el Martín Abejón. Pero como soy autoconstructor, pude abaratar costos y me volví a endeudar», recuerda.

Ya con el colegio construido, pasó el tiempo y Yuliano Díaz empezó a inquietarse. Se tomaba el pelo por los bajos puntajes del Simce. Sintió tocar fondo cuando sus alumnos promediaron 239 puntos en Lenguaje. Fue entonces cuando decidió dejar el canotaje [deporte que practicaba hace años○ y dedicarse tiempo completo a la escuela, confiando en que podía conseguir buenos resultados como el Francisco Ramírez, que también era un colegio para alumnos vulnerables.

Así lo recuerda: «Reuní a los profesores y les dije: ‘Miren, con estos puntajes quién pondrá a sus niños acá. A nosotros nos pagan por esto, hagámoslo bien'». Lo que vino fue modificar el modelo educativo del colegio, aumentando la exigencia y haciendo obligatorio que los alumnos aprendieran a leer en 1° básico.

«También creamos un modelo de lectura, que es un papelógrafo, donde ponemos un texto cualquiera, como la explicación de los puntos cardinales, e interactuamos con los niños. Todos repiten en voz alta hasta que el texto se hace fluido, finalmente el profesor silencia la voz y solo leen los alumnos. Después comienza la interacción en base a las Operaciones del Pensamiento, que es clasificar y ordenar la información. Con eso potenciamos la comprensión de lectura», explica, lo que, a su vez, sirve a los estudiantes para aplicarlo en cualquier materia.

A esto se suma reforzamiento e incluso clases particulares para los estudiantes, los que también formaron en orquesta y tienen clases de ajedrez.  Además, el director lleva en su libreta los registros semanales con los avances de sus estudiantes.

«Mis cabros no tienen nada, aquí estudian gratis. Pero cuando le das realmente las herramientas, pueden avanzar. Antes, la aspiración máxima de mis niños era hacer el Servicio Militar y la de las chiquillas, juntarse con alguien. También representaban el 10% de la población penal de la ciudad. Con orgullo puede decir que tengo cien ex alumnos en la universidad, y muchos de ellos eligieron educar como profesión», cuentas Yuliano Díaz, agregando que el director que quiera lo puede contactar para compartir el método que usa en el Eduardo Martín Abejón».

Fuente: El Mercurio, domingo 3 de marzo 2013

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¿Lectoescritura?

Los primeros años de escolaridad son claves para el desarrollo de la lectoescritura, de ahí la importancia de contar con buenos profesores que propicien y faciliten el proceso de aprendizaje
Los primeros años de escolaridad son claves para el desarrollo de la lectoescritura, de ahí la importancia de contar con buenos profesores que propicien y faciliten el proceso de aprendizaje

Desde hace unos años estudio y analizo el hábito lector, ya que me interesa la forma como desarrollamos el amor por la lectura.  Son alucinantes los estímulos que se generan a través de  los procesos psicológicos, educativos, emocionales -y tantos otros- a través de los cuales se desarrolla un vínculo único y especial con la lectura. Estudiando un poco de aquí y un poco de allá, mi tema de investigación me ha llevado a incursionar en aguas cada vez más profundas e interesantes. Es así como llegue a la lectoescritura, ya que resulta obvio pensar que la lectura y la escritura son procesos que van de la mano, conviviendo para que los seres humanos nos comuniquemos y seamos capaces de interrelacionar ideas, argumentos y pensamientos. Sin embargo, a partir de ese sencillo planteamiento sobrevienen una serie de preguntas: ¿Hasta que punto se relaciona la lectura y la escritura?  ¿Cómo influyen entre sí? ¿son codependientes o independientes?  ¿Cómo operan?… y así siguen una serie de interrogantes que me han inquietado las últimas semanas.

Decidida a responder mis cuestionamientos, me aboqué a un proceso de revisión bibliográfica (preferentemente de sitios webs, textos en google books,  papers e incluso de una tesis que me dio muchas señas). El resultado de mi lectura no me habilita como para largarme a escribir un post sobre lo aprendido, pero sí me permite hacer una reseña de algunas de las fuentes que me parecieron más significativas, y que creo pueden ser de utliidad para amateurs en el tema:


De acuerdo al blog de la docente Ruth M. Ruiz,  dedicado exclusivamente a la lectoescritura,  aprendí que ésta «es un proceso y una estrategia. Como proceso lo utilizamos para acercarnos a la comprensión del texto. Como estrategia de enseñanza-aprendizaje, enfocamos la interrelación intrínseca de la lectura y la escritura, y la utilizamos como un sistema de comunicación y metacognición integrado. La lectura y la escritura son elementos inseparables de un mismo proceso mental. Por ejemplo, cuando leemos, vamos descifrando los signos para captar la imagen acústica de estos y simultáneamente los vamos cifrando en unidades mayores: palabras, frases y oraciones para obtener significado. Cuando escribimos, ciframos en código las palabras que a su vez vamos leyendo (descifrando) para asegurarnos de que estamos escribiendo lo que queremos comunicar. (retroalimentación)Para leer y escribir el lectoescritor utiliza claves grafofonéticas, sintácticas semánticas. La grafofonética nos ayuda a establecer una relación entre el código (letras o signos) y la imagen acústica que representan. La clave sintáctica nos revela la estructura del lenguaje utilizado en el texto, mientras que la clave semántica se refiere a los conocimientos léxicos y experiencias extratextuales del lectoescritor (conocimiento previo).» Más adelante, la profesora señala «Si bien la lectoescritura necesita de mecanismos motores: ojos, manos y en ocasiones oídos, el proceso de cifrar, descifrar e interpretar es función del intelecto

 

Leer y escribir: dos procesos interpretativos y muy relacionados

Es, a partir de un proceso crítico y reflexivo, que la lectura y la escritura cobran significado
Es, a partir de un proceso crítico y reflexivo, que la lectura y la escritura cobran significado

A poco andar en mi búsqueda de información, encontré una tesis muy interesante donde se aplicaba la practica de la lectoescritura con talleres multimediales.  Sus autores señalan: «La lectoescritura fortalece el desarrollo de una persona competente (que lee, escribe, habla y escucha). Desde este punto de vista una persona es competente si sabe hacer las cosas, entiende lo que hace y comprende las implicaciones de sus acciones.  Implica utilizar este lenguaje conceptual especial, al leer comprensivamente y escribir creativamente, al razonar y resolver problemas de  la vida cotidiana.

Desde la perspectiva psicológica, por ejemplo, la lectoescritura es un medio para el aprendizaje, permite el acceso a la información y constituye una de las actividades más importantes para construir el conocimiento, para el cultivo intelectual y para actuar críticamente. De acuerdo con la obra «La ciencia del texto» (Van Dijk y Kinstch,  1983) «la interacción [entre lectura y escritura] se refiere a la comprensión, sin embargo la comprensión no radica sólo en develar el significado de cada una de las palabras, ni siquiera de las frases, o de la estructura general, sino en general una representación mental del referente del texto, producir un escenario o modelo mental de un mundo real o hipotético, en el que el texto cobra sentido.  Para llegar a esta representación se requiere elaborar modelos mentales, los cuales se basan en el conocimiento del mundo y en los recursos cognitivos del lector; el cual debe seleccionar, verificar, relacionar y unir la información más relevante del texto con sus conocimientos, permitiéndole de este modo ir más allá del significado literal del mismo,  y lograr realizar en el proceso de lectura actos críticos, esto es, establecer acuerdos y diferencias con la información existente, de tal manera que se vayan produciendo nuevas relaciones entre los conceptos.

Los autores de la tesis sostienen: «En términos generales, los niveles de competencia en la lectoescritura que se alcanzan actualmente en la escuela, no permiten que los alumnos puedan responder a las exigencias de la sociedad.   Algunas investigaciones realizadas por el Ministerio de Educación Nacional en las Instituciones Educativas, señalan que las deficiencias de los alumnos en las competencias básicas de la lecto-escritura,  dificultan la asimilación  y  comprensión, lo que significa que en muchas ocasiones se actúa sin comprender el mensaje (Llinas,  1995)

 

Leer, Escribir, Hablar y Escuchar:   

Al escribir se ponen en acción procesos mentales, emocionales, intelectuales, etc. tan interesantes, que el producto de lo que escribimos obedece a quienes somos como individuos.
Al escribir se ponen en acción una serie de procesos (neuronales,  emocionales, intelectuales, etc.)  de forma tal que, el producto de lo que escribimos obedece a quienes somos como individuos.

Siguiendo con el postulado de Francia Mendez, una de las autoras de la tesis «En la tradición lingüística y en algunas teorías sicológicas, se considera el acto de leer como  comprensión del significado del texto; algo así como decodificación, por parte de un sujeto lector, que se basa en el reconocimiento y manejo de un código y que tiende a la comprensión.  En una orientación de corte significativo y semiótico, tendríamos qué entender el acto de leer como un proceso de  interacción entre un sujeto portador de saberes culturales, intereses, deseos, gustos etc.  Y un texto como el soporte portador de un significado, de una perspectiva cultural, política ideológica y estética particulares,  que postula un modelo de lector; estos elementos inscritos en un contexto:  Una situación de la comunicación en la que juegan intereses, intencionalidades, el poder; en las que está presente la ideología y las valoraciones culturales de un grupo social determinado.» (…)

«Respecto a la concepción de escribir ocurre algo similar.  No se trata simplemente de una codificación de significados a través de reglas lingüísticas.   Se trata de un proceso que a la vez es social e individual en el que se configura un mundo y se pone en juego saberes, competencias, intereses, y que a la vez está determinado por un contexto sociocultural y pragmático que determina el acto de escribir: Escribir es producir el mundo.»


Bibliografía:
Aldana Valdéz, Eduardo; Chaparro Osorio, Luis fernando; García Márquez, Gabriel [et. al.]Colombia: al filo de la oportunidad. Bogotá: Tercer Mundo Editores, 1996.

Méndez, Francia Incidencia de los talleres multimediales en el proceso de lecto-escritura y desarrollo de la capacidad crítica y comprensión lectora en varios estudiantes del grado quinto del colegio IE Ateneo sede Santa Isabel. Colombia: Eduteka.org, 2001.

Ministerio de Educación, Cultura y deporte Investigaciones sobre el inicio de la lectoescritura en edades tempranas. España: Secretaría General Técnica, 2004.

Parodi, Giovanni La evaluación de la producción de textos escritos argumentativos: una alternativa cognitivo/discursiva. EN: Revista Signos, 2000, 33(47), 151-166.

Van Dijk, Teun;   Kinstch   La ciencia  del texto: un enfoque interdisplinario. Barcelona: Paidós, 1992.

 

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Contra la animación lectora III: El Ejemplo

Esta es la tercera -y última- entrega de la serie. En la primera parte expusimos las razones por las cuales hacer animación lectora para los jóvenes y adolescentes sería contraproducente. En la segunda, señalamos actitudes y casos en los que se podía fomentar la lectura juvenil sin caer en las situaciones que se señalaron en la primera entrega. Ahora, en la tercera, nos corresponde dar un ejemplo concreto y detallado que pueda, eventualmente, servirles como idea:

Debido a que no supe cómo bautizarla, terminó llamándose “Club de lectores”. La idea es muy sencilla, consiste en organizar grupos de cuatro personas y hacerlos conversar sobre las cosas que disfrutan hacer en su tiempo libre. Muy probablemente aparecerán cosas como videojuegos, series de televisión, deportes, hobbies varios… la lista puede ser larga, pero es probable que los libros no estén en ella.

La sociabilización de la lectura, especialmente entre los jóvenes, es un aspecto que se debe propiciar a través de distintas actividades
La sociabilización de la lectura, especialmente entre los jóvenes, es un aspecto que se debe propiciar a través de distintas actividades

Este “hacerse cargo” implica averiguar algunas cosas sobre este texto con el fin de exponerlo a los compañeros para evaluar si se lee grupalmente o no. Dentro de los aspectos a averiguar se pueden contar: la vida del autor, películas basadas en el libro, a cuantas lenguas ha sido traducido,  si hay ediciones de lujo, si es parte de una saga, etc. Con la información recabada, cada joven debe presentar al grupo un texto distinto y -sin necesariamente haberlo leído-  tendrá que “recomendárselo” (o no) al resto del grupo. Después de que todos hayan defendido su texto, tendrán que decidir entre todos qué texto leerán grupalmente, una vez que esa decisión esté tomada, serán ellos mismos los que tendrán que planificar  la lectura: decidirán cuántas sesiones tendrá el “club”, considerando que, en cada una de ellas, tendrán que conversar sobre lo que pasa o pasará en el texto que leen, qué impresiones tienen, si les está gustando o no, etc. Al correr de las sesiones del club podrán tomar decisiones como abandonar el texto, cambiarlo por otro, etc. Pero cada una de esas decisiones deben comentarse y justificarse al monitor o profesor que supervisa la actividad. Finalmente, en el caso de que se trabaje con varios clubs de lectores simultáneamente (como suele pasar en un curso de cuarenta o más jóvenes) se tendrá que poner una fecha límite para el término de la lectura y, cuando ese plazo se cumpla, cada club tendrá que presentar (recomendando o no) al resto de los clubs el texto que han leído. En este momento es posible que los clubes intercambien textos, si eso llegara a suceder, intenten promover que ambos clubs se reúnan a intercambiar impresiones sobre el texto.

Un ejemplo concreto
A la hora de leer, todos los lugares valen. No hay que dupeditar la lectura a un espacio físico como la Biblioteca. Debe haber libertad para que lean dónde y cómo quieran
A la hora de leer, todos los lugares valen. No hay que supeditar la lectura a un espacio físico como la Biblioteca. Debe haber libertad para que lean dónde y cómo quieran

Quizás la descripción no ha sido del todo suficiente, así que para facilitar la comprensión de la actividad propongo lo siguiente. Supongamos que el grupo ha decidido que el tema que les interesa es el de los zombis porque todos ven la serie “The walking dead”. Entonces buscaron textos (de cualquier tipo) que se relacionaran, directa o indirectamente, con el asunto de los zombis. Cuando comenzaron a investigar se dieron cuenta de que la serie estaba basada en el cómic homólogo del estadounidense Robert Kirkman (primer texto, un cómic de 2010), luego encontraron que “Frankenstein” de Mary Shelley se considera como el precursor de la idea “zombi” (segundo texto, novela de 1818), más tarde dieron con que en 2008 se publicó en español Zombi- guía de supervivencia” (tercer texto, manual) del estadounidense Max Brooks, así se cruzaron con que el mismo autor, escribió “Guerra mundial Z” (cuarto texto, novela de 2006) y, finalmente, ésta última novela los llevó a la película homónima que protagoniza Brad Pitt, y que se estrenará en 2013.

 

¿Ventajas de este ejemplo?

  • Se respeta la autonomía del estudiante. La figura del profesor o monitor no los está dirigiendo directamente (pero sí supervisa desde lejos),  pues son los propios jóvenes los que gestionan todo el proceso. Recordemos cuán importante es para los adolescentes (y no sólo para ellos) la pertenencia y la aceptación dentro del grupo de pares.
  • Potenciar el afán de investigación de los jóvenes, ya que sembrar la curiosidad para satisfacerla mediante la lectura les plantea un desafío que, en el mejor de los casos, deviene en motivación.
  • La lectura se socializa. Es sumamente importante que los jóvenes puedan compartir con otros sus lecturas, pues así se darán cuenta de que,  aunque el texto sea el mismo, las comprensiones e interpretaciones pueden ser distintas y que, a través del diálogo, pueden enriquecer su punto de vista o, simplemente, contrastarlo con los de otros.
  • Se trabaja la oralidad al pedir que cada uno fundamente las razones por las cuales el libro que escogió es el más entretenido o interesante para grupo.
  • Fomenta el trabajo de equipo al lograr que los jóvenes negocien el libro que leerán.
  • Promueve la planificación de un proceso continuado, ya que son ellos los que determinan qué partes leen, cuánto tiempo demorarán y en cuántas sesiones van a abordar el texto.
  • Propicia la confianza entre el adulto y los jóvenes. Ya que el adulto (sea profesor, bibliotecario o quien sea) tiene la posibilidad de comprobar que los jóvenes pueden llevar a cabo exitosamente procesos complejos sin la mediación de los adultos.
¿Y las desventajas?
  • Implica que los alumnos trabajen en forma ordenada, lo cual no siempre se logra en una sala de clases. De todas maneras,  para supervisar el desarrollo apropiado del proceso estamos nosotros.
  • Requiere trabajar en un laboratorio con computadores conectados a internet
  • os chicos deben estar familiarizados con  algunos sitios web en los que se reseñen  libros, pero esto no resulta tan complejo si previamente se les muestran algunos de los sitios mencionados arriba.

Esta actividad es sólo un ejemplo de todo lo que podemos hacer con los jóvenes, lo importante es nunca perder de vista que para diseñar actividades realmente motivadoras, debemos darnos el tiempo de acercarnos y, en la medida de lo posible, conocer los gustos e intereses de esos a quienes intentamos fomentar el goce de la lectura. También es imprescindible recordar que las recomendaciones son más valiosas si provienen de los pares, por eso es importantísimo potenciar el carácter socializador de la lectura.

De aquí en más la labor es suya, procuren desplegar toda su creatividad para diseñar actividades que les permitan cautivar con la lectura a todo aquel que pillen desprevenido.

Referencias bibliográficas disponibles para su descarga:

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Contra la animación lectora II

Lo prometido es deuda, así que heme aquí dispuesta, en la medida de lo posible, satisfacer las expectativas del primer artículo «Contra la animación lectora I».

Antes dije  (y lo mantengo) que realizar actividades de animación lectora para adolescentes podría ser, incluso, contraproducente.  Expuse algunos de los argumentos con los que sustento esta hipótesis y prometí compartir con la lectoría algunas de las actividades que a mí me han dado buenos resultados con este “público difícil”. Antes de ir a ello, les advertiré que no se trata de ninguna receta mágica, porque si estuviera en mi poder el secreto para hacer de los adolescentes abúlicos lectores empedernidos, ya me habría convertido en una suerte de gurú de la lectura y estaría dando la vuelta al mundo convirtiendo gente cual evangelista posmoderno. No. Lo que compartiré con ustedes son algunas actitudes  (y una actividad) que han sido útiles para motivar a leer a algunos de los adolescentes con lo que he tenido el placer (y privilegio) de compartir. Aclarado esto, vamos a ello.

En primer lugar, hablaré de las actitudes que han hecho posible que algunos de mis estudiantes se sientan inclinados hacia el mundo de la lectura.

Es provechoso que lo vean a usted disfrutando de la lectura en sus ratos libres, eso de predicar con el ejemplo también corre para nosotros. Si usted trabaja en una biblioteca es bueno que l@s chic@s lo/ la sorprendan leyendo, lo que sea, un libro, un cómic, una revista. Y si usted es profesor (que no tiene por qué ser sólo el de Lenguaje y Comunicación) puede pasearse de una sala a otra con su lectura bajo el brazo. Basta con eso. Y si trabaja en cualquier otro ámbito en donde circulan adolescentes conversar con ellos (no necesariamente de libros, claro) siempre está bien. Puede incluso llegar a sorprenderse con todo lo que tienen para contar y todo lo que uno puede aprender de/con ellos. En suma, lo que quiero decir es que es muy importante no subestimar a los más jóvenes, tampoco es recomendable criticar sus gustos e intereses, mucho menos imponerles gustos ajenos. Si logramos conocerlos un poco sabremos qué tipo de lecturas podrían interesarles, muchas veces la labor que debemos hacer sólo consiste en acercar el libro adecuado al lector potencial. Y para eso, la empatía es la única vía posible.

"Eres lo que lees". El estilo de un adolescente se traduce no sólo en la forma que se viste y la música que lee. También en lo que lee
«Eres lo que lees». El estilo de un adolescente se traduce no sólo en la forma que se viste y la música que escucha. También en lo que lee

En esta misma línea, plantear la lectura como un reto, como un desafío es fundamental para incentivar la curiosidad lectora. Permítaseme una pequeña digresión, recuerdo una anécdota del tiempo en el que trabajé como bibliotecaria en una universidad. Estaba yo en uno de esos momentos muertos de la biblioteca (entiéndase viernes a las 20:30) cuando aparece una chica y me pilla leyendo “El pabellón de oro” de Mishima. La chica comienza a preguntarme de qué se trata, yo le cuento un poco y le comento que no es una lectura del todo fácil (para mí al menos) porque hay muchas referencias que me pierdo e intertextos que desconozco. Me pregunta si hay otra copia en la estantería, le digo que no, pero le puedo prestar la que estaba leyendo yo, total- le digo- estaba releyéndolo. La chica se lo lleva y a la semana siguiente me dice que no es fácil de leer pero que está “enganchadísima”. Me sonrío para mis adentros y pienso que Mishima tiene un nuevo adepto. Fin de la digresión. Lo central de esta anécdota es diáfano: si explicito que la lectura no es fácil, eventualmente, al otro le dará curiosidad. Puede que no funcione todas las veces, pero si en un par de ocasiones logra usted sembrar en otro el desafío o bien, la curiosidad, ya es suficiente.

Otro asunto importante es diversificar el espectro de textos que los chicos conocen. No todo son novelas enormes y difíciles. Para nuestro deleite (y para nuestro asombro también) existen los libros álbum, los libros ilustrados (sí, son distintos y pueden encontrar un artículo sobre eso aquí en Leamos más,) las mentadas “novelas gráficas” (también hay un artículo sobre ellas en esta web), el cómic, el microrrelato o microficción, la poesía, el teatro, los cuentos, los cuentos independientes que se leen como capítulos de una novela, los aforismos, los blogs y un largo etcétera. Propiciar el que los chicos conozcan una variedad de textos, hace posible que sean ellos mismos quienes encuentren lo que quieren (o no) leer. Muchos habrá que recuerden hoy que su entrada al mundo de la lectura fue a través del cómic o las historietas. Habrá otros que, como yo, se entusiasmaron leyendo cuentos. Es necesario promover este sentido de amplitud en las tipologías textuales, porque del mismo modo en que existen intereses diversos hay textos distintos que pueden (o no, nuevamente) satisfacer los intereses y curiosidades de las más variadas personalidades.

Aunque parezca de perogrullo, muchas veces no lo es, así que me detendré unas líneas para decir que si se quiere fomentar el gusto por la lectura en los más jóvenes es imprescindible que ella no esté relacionada con una evaluación. No al menos, una evaluación que contemple una prueba (del tipo que sea) o cualquier otra expresión que converja en la obtención de una calificación. Si debe necesariamente evaluar el proceso de lectura prefiera la evaluación de carácter formativo.

Portada del libro de Argüelles
Portada del libro de Argüelles

Un último apunte sobre las actitudes frente a la lectura para que ésta sea atractiva para los adolescentes. He dejado ésta para el final porque me parece que es, por lejos, la más importante. Tiene que ver con lo que el destacado ensayista mexicano Juan Domingo Argüelles presenta en su libro Si quieres leer… lee”. Hay dos ideas que son centrales en este ensayo: la primera es que leer por placer es una de las maneras que tenemos de administrar (o invertir) nuestro tiempo libre, así como a uno les gusta ver películas,  o dibujar, o escuchar música, o bailar, a otros les gusta leer. La segunda idea surge de la primera, y se refiere a que si bien la lectura es provechosa en muchos sentidos, no hay por qué imponer la lectura a nadie. En esta segunda idea, Argüelles plantea que si bien ser un lector competente (uno que entiende lo que lee) es necesario para un desempeño social satisfactorio, ser un lector que disfruta mientras lee es otro asunto y no puede estar sujeto a ningún tipo de imposición. Y es verdad.

Muchos de nosotros intentamos promover la lectura en los más jóvenes porque sabemos cuáles son las ventajas (sociales y cognitivas) que se relacionan con el acto mismo de leer, e intentamos también que disfruten de la lectura para que les sea menos trabajosa y la practiquen con más frecuencia, pero lo cierto es que no podemos satanizar a nadie porque no le guste leer. Podemos procurar que sean lectores competentes, pero no podemos obligarlos a que les guste leer. Es importante que reconozcamos, con Argüelles, que la lectura por placer no puede imponerse a nadie, habrá unos que lean y otros que simplemente no lo hagan y ninguno de los dos es mejor que el otro.

Finalmente (sí, porque esto está siendo más extenso que lo recomendado) les propondré una actividad de fomento lector para adolescentes. Pero -como habrán adivinado- esa entrega viene en la tercera parte y final de «Contra la animación lectora».

 

Referencias bibliográficas disponibles para su descarga:

Argüelles, Juan Domindo   Si quieres leer…lee. Contra la obligación de leer y otras utopías lectoras . Madrid: Forcola, 2010.

Mishima, Yukio El pabellón de oro. Argentina: Seix Barral, 2007. [disponible para descarga edición digitalizada por la Revista Literaria Khatharsis]

 

 

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Contra la animación lectora I

He decidido titular este artículo de esta manera provocativa, porque pretendo dos cosas:

La primera es, claramente, captar su atención desde el inicio por que ¿cómo ha de ser posible que en una página donde se fomenta la lectura se aliente contra la animación lectora?

La segunda cosa que pretendo con este título es tener la posibilidad de matizar y decir que, al menos yo, me manifiesto abiertamente en contra de las actividades de animación lectora, cuando estas están dirigidas a adolescentes.

Una vez explicadas las motivaciones de este título, pasaré a desarrollar los argumentos que sustentan mi rechazo contra la animación lectora entre los adolescentes.

Cuando hablo de actividades de animación lectora ¿en qué tipo de actividades piensa usted? ¿Qué características tienen? ¿Quiénes las realizan?  Cuando las menciono, pienso en actividades del tipo cuenta cuentos; lecturas orales guiadas seguidas de una ronda de preguntas; exhibiciones de las adaptaciones cinematográficas de alguna novela u otra manifestación literaria, etc. Todas estas actividades tienen un problema en su denominación: “animación a la lectura” pues, como sabemos, “animar” es un verbo que, en este caso, supone dos actantes: uno agente (el que anima) y un segundo paciente (el que es animado por el primero).  Aunque parezca una sutileza semántica, no lo es en lo más mínimo. Si comparamos las actividades antes mencionadas podemos reparar en que todas proponen una asimetría en la interacción de  los participantes: por un lado tenemos a la(s) persona(s) responsables de la actividad, que cumplen el rol agente. Esta persona decide los textos; las maneras en que se ha de abordar la lectura; los énfasis con que se ha de leer; la profundidad con que se tratará; las preguntas que son válidas y las que no, etc. Por otro lado están  los participantes que intervienen cuando el primero les da el espacio.

Sé (porque hay muchísima literatura especializada sobre este asunto) que estas técnicas y actividades son de gran utilidad cuando el fin es animar a leer a los más pequeños, pero ¿son igualmente efectivas cuando los destinatarios tienen trece o dieciséis años?

Quizás el hecho de pre definir libros para los jóvenes también es contraproducente. Muchos adolescentes han leído y disfrutado libros que, teóricamente, no corresponden a su edad.
El hecho de predefinir libros para los jóvenes también puede ser contraproducente. Muchos adolescentes han leído y disfrutado libros que, teóricamente, no corresponden a su edad.

A decir verdad, he pensado muchísimo en la mejor manera de responder esta interrogante. La  manera de responder que no hiere susceptibilidades simplemente no existe, por lo mismo, no tendré reparos en decir que las actividades de animación lectora, cuando de adolescentes se trata, no solo son nefastas, incluso pueden llegar a ser contraproducentes. ¿Y cómo puede alguien decirlo así, con tanta desfachatez? Pues bien simple. Hagamos un ejercicio: recuerde cómo era usted a la edad de trece o quince años. Ahora piense, desde su “yo adolescente”, cuán estimulante puede resultarle una actividad del estilo “debate literario”. ¿Despertaría su gusto o interés por la lectura una actividad como esta? Pues no. ¿Y por qué no? Principalmente, porque a los adolescentes no les gusta ser tratados como niños. Y ese es el primer “problema” que tienen estas actividades de cara a los adolescentes: los trata como niños crédulos e impresionables.

Cuando se vive la adolescencia (y todos los que la hemos sobrevivido lo sabemos) poco y nada importa la opinión de los mayores, incluso aunque no sean mucho mayores, si detentan alguna forma de poder o autoridad no nos interesa en absoluto aquello que nos tengan que decir. No debemos perder de vista que toda experiencia es intransferible y, desde su particularidad, la experiencia/vivencia lectora es algo que no se puede inducir teniendo por buenos unos textos y otros no. Buenos o valiosos serán aquellos que han “movido” algo en mí, pero que no necesariamente deban provocar un efecto (el que sea) en otros.

Entonces, si las actividades de animación lectora no sirven con los adolescentes porque sitúan a unos en una posición de poder y verdad frente a otros que, son los “no iniciados”, los “aprendices”, los “inexpertos”, ¿qué tipo de actividades deberíamos diseñar para motivar a nuestros adolescentes a leer? Planteo esta pregunta, porque “claro- pensará usted- siempre es fácil criticar lo que se hace”. Efectivamente, criticar es muy sencillo; proponer es lo complejo.

Pues lo complejo aparecerá en el siguiente artículo (Contra la animación lectora II), porque así le doy tiempo para que también usted vaya  elaborando sus propuestas para acercar a los adolescentes a la lectura… las que propondré me han sido útiles pero no tienen por qué funcionarle también a usted. Hemos de recordar siempre que cada grupo es distinto y lo que funciona con unos, puede no resultar con otros. Así de complejo es el asunto.

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El libro al cine: seamos justos con la adaptación cinematográfica

¿Qué es lo que entendemos por adaptación? Este concepto tiene que ver con los cambios que algo sufre para poder adecuarse a un nuevo medio. Algo así como lo que se supone que hicieron algunos animales para poder subsistir en un nuevo hábitat. La palabra clave aquí es cambio, y en el caso de una adaptación cinematográfica hablamos de los cambios que debe sufrir un relato para poder sobrevivir en un nuevo lenguaje.

Son algunos de estos cambios los que provocan escozor en algunos espectadores, porque un cambio siempre conlleva a la pérdida de algo. Ejemplos de esto hay muchos y en varias ocasiones tiene que ver con aspectos narrativos que no siempre pueden traspasarse de forma exitosa (todo aquello que “se lee entre líneas” y que tanto disfruta el lector muchas veces se pierde en una adaptación), también muchas veces termina siendo una discusión de gusto personal (el cambio de color de pelo de un personaje por ejemplo), y a veces por una cuestión práctica las adaptaciones presentan pérdidas significativas de partes del relato, porque por tiempo no se incluyen subtramas que “no caben” en la película (por ejemplo los tumularios en El Señor de los Anillos).

Pero los cambios en los que vale la pena poner atención son aquellos que están relacionados con las elecciones estilísticas de los involucrados en la  producción. Es en estos cambios donde podemos apreciar de mejor forma el aporte novedoso de la nueva versión de un relato, y cada vez que vamos a ver un una adaptación tenemos que estar conscientes de que una adaptación no es una copia de algo sino que es un producto nuevo basado en algo anterior. Aquello que permanece del texto madre pueden incluso terminar siendo algo más cercano a tristes vestigios que a la materia prima misma de la película. Ejemplificando este caso, y recurriendo a  un caso evolutivo, se diría que del relato original puede quedar pequeños huesos de patas vestigiales, como en el caso de las ballenas que los tienen enterrados profundamente dentro del cuerpo.)

 

Lo último quizás se puede apreciar más en aquellas adaptaciones de obras que pertenecen a géneros que están más alejados de la novela, que es el género que tradicionalmente se adapta, y no me refiero solamente al cuento, sino que también a la poesía o la literatura infantil. Para finalizar los dejo con un caso que me parece que puede servir como un ejemplo interesante, Where the Wild Things Are (traducida al español como Donde viven los mounstruos) de Maurice Sendak es un cuento (libro-álbum para ser más exactos) que, como propio de su género, consiste básicamente en una historia ilustrada acompañado con oraciones simples, este texto fue tomado el 2009 por Spike Jonze para hacer una película de 104 minutos. Resulta curioso como un relato de un poco más de 40 oraciones termina convirtiéndose en una película de esa extensión, y esto se debe a que se hizo una lectura y posterior reescritura donde el texto madre pasa segundo plano para dar paso un producto creativo y artístico nuevo.

Quizás odien o amen las adaptaciones, pero la invitación queda abierta para que la próxima vez que vean una intenten observarla como algo independiente: una obra que se sostiene por si misma . De esa forma podrán apreciarla sin los recuerdos del libro que leyeron, y de paso, quizás descubrirán una historia con nuevos ribetes para disfrutar.

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No, no nos cansamos de hablar de los beneficios de la lectura

Una investigación británica que siguió a casi 20 mil personas entre la adolescencia y la adultez, reveló una dimensión hasta ahora desconocida del hábito de leer: cuando se hace por placer, es el mejor predictor de éxito profesional.

La lectura dejó de ser de "ñoños", hoy muchos quisieran ser buenos lectores
La lectura dejó de ser de «ñoños», hoy muchos quisieran ser buenos lectores

La investigación británica revela que las consecuencias de no leer frecuentemente son mucho más profundas de lo que se pensaba. Porque la principal conclusión de este estudio es que la lectura es el  más importante predictor del éxito profesional.

Durante dos décadas, científicos del departamento de Sociología de la Universidad de Oxford analizaron los hábitos, actividades e intereses de casi 20 mil jóvenes, en una investigación que dirigió el profesor Mark Taylor y que acaba de ser presentada ante la Asociación Sociológica Británica. Cuando tenían 16 años, los adolescentes fueron consultados sobre lo que hacían en su tiempo libre. Ahora, a los 33 volvieron a ser entrevistados. Y los resultados no dejaron lugar a dudas: las mujeres que a los 16 años leían libros sólo por gusto tenían 39% de probabilidades de alcanzar un puesto gerencial. En las que habían preferido dedicarse a otras actividades en su tiempo libre durante la adolescencia, las posibilidades bajaban a 25% . Para los hombres, que en general, en todos los países tienen más posibilidades de llegar a altos puestos ejecutivos, la cifra pasa de un 48% entre quienes no leían a los 16 años, a un 58% entre los que sí tenían el hábito lector.

Ninguna de las otras actividades extracurriculares propias de los jóvenes que fueron evaluadas junto a la lectura, como las prácticas deportivas, socializar, ir a museos, asistir regularmente al cine, a conciertos o tomar talleres, logró generar un impacto significativo en el nivel profesional que las personas alcanzarían una vez pasada la barrera de los 30 años. Es más, según Mark Taylor asegura  la lectura tiene estos efectos beneficiosos incluso cuando se aíslan factores cruciales, como el nivel educacional de los padres o la comodidad económica de las familias. Esto concuerda con una investigación del 2002 de la OCDE, citada en un informe del Fondo Nacional de Alfabetización del Reino Unido, realizado por las investigadoras Christina Clark y Kate Rumbold, que asegura que «disfrutar de la lectura es más importante para el éxito educacional de los niños que el estatus socioeconómico de su familia«. Así de claro.

¿Por qué? En palabras de la experta en Sicología de la Educación de la U. Católica, Malva Villalón, la lectura nos sitúa en el mundo de la comprensión y el manejo del lenguaje, que es el instrumento más potente del pensamiento: «No existen procesos cognitivos separados del lenguaje, pues todas las demás operaciones y actividades se realizan gracias a éste, ya que traspasa todas las áreas: te enseña a hacer analogías y relaciones lógicas, que son útiles en todas las instancias». Es el dominio del lenguaje el que nos permite comprender todos lo demás.

La lectura no es un acto solitario, como se piensa comúnmente
La lectura no es un acto solitario, como se piensa comúnmente

Pero esta promesa de beneficio viene aparejada de una advertencia: tenemos que leer por gusto. De hecho, la mayoría de las investigaciones que hablan sobre las ventajas de leer libros lo hacen desde la presunción de que quien realiza esta actividad, lo hace libremente y que esta predisposición relajada es la que nos vuelve capaces de absorber naturalmente todo lo que la lectura pueda traspasarnos. En un estudio clásico sobre este tema, llamado «La sicología de leer por placer: necesidades y gratificaciones», el profesor Víctor Nell, de la Universidad de Sudáfrica, establece que «la lectura por placer es una forma de juego», una forma de entretención natural que nos permite, según los especialistas, captar los contenidos, pero a la vez relacionarlos con lo placentero que nos produce una buena historia, que puede volverse neurológicamente adictiva y hacernos liberar dopamina y serotonina, ligadas a la sensación de bienestar.

Y la evidencia sigue. En el informe realizado por el Fondo Nacional de Alfabetización del Reino Unido, titulado Leer por placer, el doctor Stephen D. Krashen, autor del libro «El poder de la lectura«, asegura que cuando los niños leen por gusto, cuando quedan atrapados en los libros, adquieren, involuntariamente y sin hacer esfuerzos conscientes, casi todas las llamadas habilidades de lenguaje. «Se volverán lectores apropiados, adquirirán un gran vocabulario, desarrollarán la habilidad de comprender y usar construcciones gramaticales complejas y desarrollarán un buen estilo de escritura. Aunque la voluntad de leer libremente, por sí misma, no asegura el logro de los más altos niveles de alfabetización, al menos asegurará un nivel aceptable. Sin ésta, sospecho que los niños ni siquiera tienen una oportunidad de alcanzarla», agrega.

Algo muy diferente a lo que ocurre cuando se lee por obligación. Malva Villalón plantea que cuando los niños leen, por ejemplo, para una prueba, lo hacen estratégicamente, buscando aquellos elementos de la historia por cuya comprensión saben que serán evaluados, de modo que no se entregan al libro, no lo disfrutan y no extraen, por tanto, todos sus beneficios. Por supuesto, terminan aburriéndose. Según el estudio Escuela y Familia: Su influencia en la formación para lectores del mañana, de Fundación La Fuente, cuando se les pregunta a los niños qué es lo que menos les gusta de leer, la respuesta mayoritaria es «sentirme obligado a hacerlo», que alcanza a un 41% de las respuestas, con un 23% de los encuestados que dice que le disgustan los temas.

No importa cuánto

Si ya ha leído acerca de todas estas ventajas y en este momento se está lamentando por no ser un ávido lector, no se aflija tanto. Diversos especialistas consideran que se puede comenzar a formar el hábito a cualquier edad y desde ahí comenzar a beneficiarse. Más encima, el esfuerzo que tendrá que dedicarle a este proceso probablemente sea menor de lo que usted espera. Una de las principales conclusiones que plantea la investigación del sociólogo Mark Taylor es que no es tan relevante si se lee todos los días o unas pocas veces al mes. «La magnitud de los efectos (de generación de éxito en la vida laboral) no varía de acuerdo a cuánto leen los niños. Estos son semejantes en niños que leen libros más de una vez por semana y en aquellos que lo hacen sólo poco más de una vez al mes. La única diferencia, en este sentido, se da entre los niños que leen y los que no leen nunca», dice el académico, lo que lo lleva a afirmar que «no importa cuánto lo hagas, mientras lo hagas»: el éxito vendrá igual, tarde o temprano.

Einstein disfrutaba leyendo, y solía hacerlo seguido. No es fácil nombrar sus autores y libros  favoritos, pero  acá hay un par: Don Quijote, de Cervantes y los Hermanos Karamasow Brothers, de Dostojewski.
Einstein disfrutaba leyendo, y solía hacerlo seguido. Un par de sus libros favoritos eran  Don Quijote, de Cervantes y los Hermanos Karamasow, de Dostojewski.

Por supuesto, con esto no se intenta negar los beneficios de todas las posibilidades de entretención o aprendizaje que pueda tener una persona, en el corto y largo plazo. Nadie duda de que ser exitoso depende no sólo del manejo intelectual, sino de su interrelación con otras capacidades sociales, como son las de liderazgo y socialización. De hecho, Taylor asegura que leer libros en la adolescencia es un antecedente crucial para llegar a la universidad, pero que si a eso se le agrega la participación en una actividad cultural, como tocar un instrumento o ir a los museos, esa probabilidad aumenta. Por ejemplo, en el caso de los hijos de padres que trabajan en administración o ventas, su posibilidad de entrar a la universidad pasa de un 24% (que alcanzan quienes sólo leen libros) a un 54%, en el caso de los hombres que se comprometen con otra actividad extracurricular, una cifra que cambia desde el 20% al 48% en las mujeres.

Sin embargo, incluso esas «habilidades blandas» pueden conseguirse a través de la lectura. Hasta ahora, se pensaba que los ávidos lectores eran una suerte de ratones de biblioteca que no se comunicaban con el mundo, mientras que los deportistas o los del club de teatro del colegio eran los populares que controlaban los recreos y, de paso, todas las situaciones de vinculación social. Nada más equivocado, pues si por una parte la lectura es la única actividad que, por sí misma, asegura mayor éxito laboral en la vida, por otra, también ayuda a fomentar las relaciones sociales.

Malva Villalón asegura que quienes leen más, manejan un mejor vocabulario y se sienten más seguros de los contenidos que manejan, lo que los lleva a ser personas que hablan más. «Esas personas suelen ser vistas por los otros como líderes potenciales». Además, por lo mismo, les va mejor cuando buscan trabajo, asegura Villalón, pues «la gente que lee más, tiene más temas de los que hablar y está más familiarizada con las formas del discurso, por lo que comprende bien las instrucciones, entabla un buen diálogo, plantea puntos de vista y toma la iniciativa».

Fuente: artículo escrito por Jennifer Abate bajo el título original de «Los insospechados beneficios de la lectura» y publicado  el 07 de mayo en sección Tendencias de La Tercera 

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¿Leer el libro o ver la película? He ahí el dilema

Hoy domingo, casi al terminar esta fría semana de Octubre, Felipe Acevedo debuta en Leamos Más con una nueva sección de Cine y Literatura. Anteriormente habíamos tratado tímidamente este tema, pero ahora lo hacemos como corresponde, de la mano de Felipe, con una sección nueva que asoma su contenido:

Pareciese que tenemos la costumbre de poner libros y películas en un solo paquete, los tratamos a veces como si fueran cosas equivalentes e intercambiables, pero ¿es realmente así? Por un lado tenemos que el hecho de que ambas formas de arte comparten una naturaleza narrativa (o al menos es así tradicionalmente) surge la costumbre de hacer equivalencias entre novelas y películas. Comparaciones podemos hacer muchas, pero al hacer equivalencias caemos en hacer juicios injustos, ya sea hacia el libro o la película en cuestión.

En esta nueva sección trataremos de ver cuáles son esas diferencias, que van más allá de ser distinciones entre formatos. Caemos entonces en la necesidad de hablar de distintos lenguajes que si bien pueden nutrirse el uno del otro, funcionan de forma independiente. Estaremos hablando de conceptos claves de estos temas, terminología recurrente, abriremos discusiones que se desprenden de la comparación de estos dos mundos, entre otras cosas.

 

Pero, ¿Cuál es la naturaleza de esta  diferencia? La respuesta es compleja y extensa (y por eso mismo le estamos dedicando una nueva sección completa). Sin embargo, demos un pie de partida y atrevámonos a hacer una afirmación definitiva: se trata de dos lenguajes diferentes. Con esto queremos decir que nos comunican el mensaje de formas muy diferentes, mientras que la literatura se basa mayoritariamente en la palabra escrita, el lenguaje cinematográfico se compone de varios elementos que trabajan juntos en la composición de este mensaje que recibimos como espectadores, no sólo imagen y diálogo sino que también música, manejo de cámara, edición, montaje, etc.

Las implicancias que esta diferencia puede tener van más allá del formato, si nos detenemos un momento a pensar en esto nos daremos cuenta de inmediato que el proceso imaginativo que sucede en nuestras cabeza y el “impacto emocional” que puede tener en nosotros se dará muy diferentemente. Esta diferencia en particular es algo que tenemos que tener en mente cada vez que comparamos película y libro, ya que fin de cuentas ambos apuntan a sensibilidades diferentes en nosotros.