Bibliotecóloga especializada en conductas lectoras y alfabetización académica, ámbito en el cual ha realizado estudios documentales y de campo, así como también investigaciones experimentales para diversas entidades públicas y privadas.
Actualmente se dedica a la gestión de bibliotecas académicas en una universidad privada chilena y dirige la Fundación Leamos Más.
Es común para quienes trabajamos en bibliotecas, o desarrollando funciones culturales y de fomento lector que nos devanemos los sesos inventando actividades para suscitar el interés de los lectores.
Sacar ideas como si del sombrero de un mago se tratase no es fácil. Por eso, en el afán de fomentar la lectura hay una parte de trabajo que corre por cuenta de la imaginación y la creatividad. Las mismas que se potencian cuando trabajamos en equipo. En esos casos, la clásica «lluvia de ideas» funciona muy bien porque es una forma simple e inclusiva de plantear varios cursos de accion.
Pero, a veces se necesita una ayuda adicional: ideas frescas y potentes que tengan un enfoque distinto. En esas ocasiones es bueno recurrir a material que otras instituciones y personas han preparado especialmente para la ocasión. Y es en esa línea que ahora destacamos unas lecciones que proponen, en forma muy concreta, actividades con jóvenes y adolescentes. Este grupo etario, por sus características, perfil y postura frente a la lectura, a veces confunde y desalienta a coordinadores y encargados CRA, ya que no es fácil aplicar estrategias que les motiven a leer.
Es que comúnmente escuchamos de boca de los escolares: «leer es fome», «me aburre estar mucho rato quieto con un libro», «no hay buenos libros que me gusten» o simplemente «no tengo mucho tiempo para leer» lo cual denota que deben ir descubriéndose como lectores, paulatinamente, y que en ese proceso lo mejor es que estén acompañados por bibliotecarios, o por sus padres o profesores.
¿Anda buscando ideas?
Logotipo Biblio CRA MINEDUC
Los Programas lectores «Biblio Cra Media» lecciones para usar la biblioteca desarrolladas por la Coordinación de Bibliotecas CRA del MINEDUC tienen por objetivo ayudar al docente y al coordinador o encargado de Biblioteca a desarrollar actividades con los alumnos por niveles educativos, con temas y pautas de trabajo. Los hay para todos los niveles, desde por pre-kinder, kinder, enseñanza básica y media. En esta oportunidad nos referiremos a educación media.
Para ello hay 4 volúmenes, cada uno con 40 lecciones que consideran objetivos, preparación, descripción del inicio de la actividad, formas cómo mantener el interés y tambien cómo dar un adecuado cierre a la sesión. Además de eso sugiere el vocabulario de la lección y lecturas para profundizar. Se presenta, además una bitácora para complementar la informacion con búsquedas en internet.
Hubo muchas lecciones que me llamaron la atención, otras que usé, y que me sirvieron bastante, por eso las destaco:
La Coordinación CRA ha preparado, además, material para educación básica, kinder y pre-kinder. Cabe hacer notar que la versión impresa de estos Programas Lectores fue distribuida a todos los establecimientos municipalizados y particular subvencionados del país, además de un CD-ROM que digitaliza todas las lecciones y hojas de trabajo.
La lectura activa las regiones cerebrales ligadas a las emociones
Imagen portada del libro "Reading in the brain"
La lectura no sólo tonifica la concentración y la memoria. También afina los sentidos y la coordinación. ¿El secreto? si las matemáticas son intuitivas, leer requiere un esfuerzo cultural y cerebral que lo convierte en un ejercicio poderoso.
Usted puede sentir el frío. Peor aún, usted puede sentir la condena de que morirá de frío. El responsable de esta sensación, más vívida que una película 3D, es el relatoEncender una hoguera. Con esta historia, Jack London se convirtió en un imperdible en las listas de los cuentos mejor logrados, si por esto entendemos la capacidad del autor de ponernos en el pellejo del protagonista: un hombre que decide emprender un viaje acompañado sólo por un perro. El animal, puro instinto, sabe que el viajero morirá en su intento por desafiar los 45 grados bajo cero de Yukón, Alaska, como también lo adivina el lector que de todas formas lo sigue hasta un final desesperante como pocos.
Jack London (1976-1916) no tenía idea de neurociencia ni de plasticidad del cerebro, pero fue capaz de transmitir en el tiempo las mismas imágenes y sensaciones que su mente alguna vez concibió.
Antes lo llamaban telepatía; después, inteligencia emocional. Hoy, algunos científicos, como el francés Stanislas Dehaene, prefieren usar el término «cerebro lector» y lejos de asociarlo a la figura de un intelectual reposado, lo hacen al de un deportista vigoroso, vital.
¿La razón? Leer no sólo es un ejercicio que reporta agilidad mental. También tonifica las emociones y hasta ayuda a afinar el oído y coordinar mejor los movimientos.
Mejor todavía si se trata de ficción pura. Un estudio realizado por la U. de Toronto en 2006 reportó que los consumidores de géneros literarios como cuentos o novelas, al estilo de Crimen y castigo, desarrollan mejores habilidades sociales que quienes prefieren textos especializados, como Descubra los misterios de su cortadora de pasto. La clave está en identificarse con los personajes y sus peripecias, como con el hombre condenado a morir en cinco segundos si no logra encender una cerilla y armar un fuego.
La pregunta es cómo London y otros escritores fabricaron auténticos gimnasios mentales a punta de tinta y papel.
El patito feo, pero efectivo
La lectura activa las regiones cerebrales ligadas a las emociones
Un estudio publicado en 2011 por NeuroImage nos da algunas pistas. Los encargados de la investigación con imágenes querían evitar la asociación refleja (y a estas alturas obvia) del lector con palabras con una fuerte carga emocional (dolor o sangre) para centrarse en cómo el sentido completo de una narración actúa sobre nuestros cerebros. Es decir, literatura en estado puro. Con este propósito eligieron el cuento infantil El patito feo, ya que al igual que Encender una hoguera, su estilo es más bien seco y libre de adjetivos empalagosos, debido a que sus autores privilegian la descripción de acciones.
¿El resultado? El patito feo activó las regiones cerebrales ligadas a las emociones con la consiguiente respuesta fisiológica (aumento del ritmo cardiaco) en aquellos párrafos que describían escenas de acción de los personajes, como huidas o peligros. Es decir, no sólo respondemos a palabras específicas de manera pavloviana, sino que también, al simular en nuestras mentes las acciones de los personajes de un cuento o de una novela.
Este fenómeno es posible gracias a las neuronas espejo. Lisa Aziz Zadeh, neurocientífica de la Universidad del Sur de California, reportó cómo la corteza premotora del cerebro muestra la misma actividad cuando un sujeto observa una acción en directo que cuando la lee. Lo interesante es que gracias a esta capacidad de afinar la empatía surgen otros beneficios asociados al ejercicio de la lectura, como la concentración y la coordinación motora.
Pero aunque estemos hablando de patitos que se transforman en cisnes, no toda esta historia es cuento de hadas. Y aquí reside la hermosa trampa de la naturaleza cuando dialoga con la cultura.
Como anotó Dehaene en su libro Les neurones de la lecture, el cerebro no es una pizarra virgen con una capacidad de aprender ilimitada, como anuncian los nuevos vendedores de la pomada neurocientífica.
Portada del libro "Las neuronas de la lectura"
Nuestra mente lectora tiene limitaciones y se frustra y patalea, porque a diferencia de las matemáticas, que ya vienen escritas en nuestros genes (los niños y muchos animales realizan intuitivamente algunas operaciones numéricas), la lectura sería 100% producto de nuestra cultura y aprendizaje. En estos casi cinco mil años desde que se inventó la escritura, los cerebros no han podido adaptarse a la lectura, ya que se trata de un tiempo mínimo en nuestra historia evolutiva como especie.
Pero es en este trabajo neuro-cultural que cada individuo realiza cuando se enfrenta a un texto (y que Dehaene asocia al «reciclaje neuronal») cuando sobrevienen todas las ventajas que convierten a la lectura en un ejercicio de alto rendimiento.
Por eso, entre un entrenamiento con ábaco y leer una buena novela no hay dónde perderse.
Letras y oído de zorzal
En el Portugal de los años 30, la mayoría de las familias no podía darse el lujo de enviar a todos sus hijos al colegio. La costumbre dictaba que la hija mayor debía permanecer en la casa a cargo de los hermanos menores y de los quehaceres domésticos, lo que convertía a la mayoría de estas mujeres en analfabetas. El equipo de Alexandre Castro-Caldas, de la U. Católica de Lisboa, aprovechó esta situación histórica para realizar un experimento que demostró cómo quienes no habían ido al colegio tenían dificultades para diferenciar palabras de pseudopalabras. Y si la alfabetización mejora el oído, entonces significa que la lectura ejercita los sentidos, en la misma línea que los ciegos desarrollan una mejor sensibilidad en el dedo que usan para leer en Braille.
El científico portugués también demostró cómo la lectura aumenta las conexiones neuronales del cuerpo calloso, la estructura encargada de conectar los dos hemisferios cerebrales.
¿Y qué implica este aumento de materia blanca? Una mayor coordinación motriz, del mismo modo que aprender a tocar piano durante la niñez facilita una conexión óptima entre las áreas encargadas del movimiento.
Entonces, en lugar de sentirse achanchado mientrasse queda en la casa disfrutando de su autor favorito, piense que está matando dos pájaros de un tiro: ejercitando la memoria y la concentración, por un lado, y tonificando los sentidos y la coordinación motriz por otro.
Información complementaria: Si te llamó la atención el cuento «Encender una hoguera» de Jack London, acá puedes ver una versión en cómic de la historia.
La polémica frase que brinda título a este artículo es de Christopher Kelty, profesor de la Universidad de California, frente al cierre de la librería virtual «Library.nu». Kelty señala además que el centro de la discusión debería estar entre la idea de criminalizar el acceso a los libros “ilegales” contrapuesto al asunto de compartir conocimiento.
La historia de Library.nu (también conocida como «Gigapedia») y del cierre de su sitio -el cual albergaba miles de libros en línea en forma gratuita- fue el broche de oro que marcó la contienda ganada por la coalición de 17 editoriales que exigieron su clausura. La misma coalición que ya bajó a Megaupload y apretó a The Pirate Bay, entre otros. Sin embargo, ante la ausencia de un reemplazo considerable en relación con la oferta que había logrado Library.nu, instituciones y organizaciones que bregan por los derechos de los lectores, profesores y estudiantes se preguntan si el daño sobre el acceso a la cultura no es mayor que el daño al “derecho de autor”. Es decir, Library.nu era un problema y también una gran solución.
Las diecisiete compañías editoras se unieron desde Estados Unidos, Inglaterra y Alemania para bajar al sitio que tenía una increíble oferta de literatura universal, la cual rondaba los 400 mil ejemplares y algunos dicen que podría haber llegado al millón. Entre las editoriales en contra, están Harper Collins, Oxford University Press y Macmillan.
cc: educationnews.org
Lo que cuestiona y plantea Christopher Kelty, quien además de profesor es autor del libro «Two Bits: the cultural significance of the Free Software«, es que el sitio tenía principalmente libros escolares, monografías, análisis biográficos, manuales técnicos, investigaciones en ingeniería, matemática, biología y ciencia, textos con copyright pero fuera de mercado – mal y bien escaneados- en inglés, francés, español o ruso. Kelty va más lejos en su artículo “The Disapearing virtual library” al señalar que esos “bárbaros que pusieron la industria editorial de rodillas no eran otros que estudiantes de cada rincón del planeta deseosos de aprender». Eso es lo que miles de jóvenes y adultos con avidez de aprendizaje hicieron con Library.nu, en apenas unos pocos años “crearon un mundo de lectura y apostaron a compartir contenidos”.
De acuerdo a lo expuesto en su artículo, Kelty señala que los editores piensan que se trató de una gran victoria en la “guerra contra la piratería”, que va a mejorar las ganancias de la industria y les ofrecerá mayor control. Por el contrario, los mal llamados “piratas” piensan que simplemente el contenido se irá hacia otro sitio. Sin embargo, el meollo del asunto está en comprender que la demanda global por el aprendizaje y la escolarización no está siendo tenida en cuenta por la industria editorial. La gran clase media global está deseosa de compartir conocimiento. Esta vez, el argumento en contra de Library.nu todavía es más difícil de defender, ya que no se trata de entretenimiento sonoro o de jóvenes haciendo travesuras y copiando discos para que los bajen sus amigos, sino de un colosal acceso al conocimiento.
La furia por la interrupción al acceso al conocimiento se apoderó de las redes sociales, los blogs, los posts y miles de universidades de todo el mundo que habían encontrado en Library.nu un espacio para terminar con la escasez de acceso al saber, en un mundo en el que la industria editorial sigue pensando que el saber ocupa lugar y hay que pagar por él. O como dice magistralmente Kelty en un tramo de su artículo, “dentro de poco, leer será tener una copia ilegal de un libro en el cerebro”.
Artículo escrito por Mariano Blejman (@blejma) y extraído de a edición en línea del periódico argentino página 12
Tras su imagen de sex symbol, Marilyn Monroe escondía una faceta intelectual. Su biblioteca personal albergó una colección de más de 400 títulos… al parecer, más que devoradora de hombres, ¡lo era de libros!
Este año se conmemoran los 50 años del fallecimiento de Norma Jeane Baker -verdadero nombre de la actriz- por lo que hemos querido indagar un poco más en el perfil lector de esta mítica mujer que ha sido, durante décadas, icono de belleza. Pocos saben que la Monroe dedicaba mucho tiempo a la lectura, disfrutando la literatura y por sobre todo la poesía. Quizás esto fue lo que la inspiraba a escribir en diarios y libretas una gran cantidad de nostálgicos poemas. Su pasión por las letras era conocida sólo entre sus amigos más cercanos, tanto así que sólo unos pocos llegaron a conocer algunas de sus aspiraciones literarias, ya que era muy temerosa de las críticas y de las opiniones respecto a esta faceta intelectual.
Portada del libro «Fragmentos». Fotografía de Alfred Eisenstaedt.
Todo esto se revela en el libro «Marilyn Monroe: Fragmentos» editado el año 2010 por Bernard Comment y Stanley Buchthal. Esta obra detalla con especial delicadeza este nuevo cariz de la actriz, ya que revela de sus libretas y diarios personales -escritos entre 1943 y 1962- toda su ingenua creatividad. El libro la presenta, además, como una mujer de profundos pensamientos acerca de la vida, la existencia y el amor. Respecto a sus escritos, llama la atención que Marilyn se atreviese con la poesía ya que este género no es sencillo. Sin embargo leyendo sus poemas (algunos han sido traducidos al español) me doy cuenta que son muy simples, con tendencia al pesimismo, la nostalgia y la tristeza, como éste verso:
«Ahora que lo pienso siempre he estado aterrada de llegar a ser realmente
la esposa de alguien
pues la vida me ha enseñado que nadie puede amar a otro
nunca realmente.»
El dramaturgo y ex esposo de Marilyn Arthur Miller, señaló, tras su muerte: “fue una poetisa callejera que habría querido recitar sus versos a una multitud ávida de arrancarle la ropa.”
Marilyn y su marido, el dramaturgo Arthur Miller
Evidentemente la imagen vana y tontuela de Marilyn era sólo eso: una imagen que Hollywood vendía, ya que no era muy congruente que la coqueta actriz fuera una ávida lectora. Y, que ademas de ello, fuese de temperamento reflexivo, nostálgico y depresivo. Después de todo, ¿qué pensamientos pueden nublar la cabeza de una linda chica rubia a tal punto de llegar a entristecerla?. Es evidente que los ejecutivos de Hollywood se esmeraron en hacernos ver sólo las curvas y la ingenua sonrisa de la actriz, puesto que le fueron dando sólo roles de rubia sensual que sólo necesita caminar coquetamente con un ajustado vestido. Algo que Marilyn se esmeró en hacer muy bien, quizás demasiado porque nunca logró despojarse de esos roles.
Sin embargo la mítica blondie cursó estudios de literatura en la UCLA y además fue la debilidad durante cinco años del intelectual, escritor y dramaturgo Arthur Miller (autor de la famosa obra de teatro «La muerte de un vendedor», entre otras). Su matrimonio con Miller, el intelecto más brillante de la época -vale destacar que ella idolatraba a los hombres inteligentes- comenzó de manera bastante feliz y los primeros años se cuentan entre los más satisfactorios de Marilyn, quien parecía calzar muy bien en el círculo intelectual de Miller. Me pregunté si habría influido este hombre en los gustos literarios de su mujer, o si habría la mirado con desdén al sentirse superior académica e intelectualmente. A poco andar, y leyendo de otras fuentes, descubrí que era así: Miller se sentía avergonzado de ella frente a sus amigos, algo que Marilyn descubrió en un diario que él solía llevar. La decepción de su esposo la caló hondo y nunca pudo superar este sentimiento de traición de su parte.
La biblioteca de Marilyn
Marilyn, en su biblioteca, posando para la revista LIFE.
Sea como fuere, los libros eran una debilidad para la dulce Marilyn, y eso queda demostrado por su vasta biblioteca de más de 400 títulos. ¿Sus autores favoritos? James Joyce, Walt Whitman, Heinrich Heine, Saul Bellow, Carl Sandburg. Con los norteamericanos Truman Capote e Isak Dinesen llegó, incluso, a forjar una amistad lo cual no es de extrañar ya que en esa época Marilyn frecuentaba la elite social de Nueva York. Sin duda no le costaba desplegar sus encantos en este ambiente, pues tenía especial predilección por los intelectuales y artistas.
A lo largo de su vida fue coleccionando diversos tipos de libros, no se sabe si regalados, comprados, donados o heredados. Esta colección llegó a ser tan codiciada, que en 1999 Christies clasificó y subastó su biblioteca, con libros entre los cuales figuraban biografías, literatura americana, antologías, arte, obras clásicas, literatura francesa, obras de Freud, libros de sátira y humor, música, obras de teatro, poesía política, psicología, literatura rusa, literatura de viajes. No sabremos si todos estos libros le pertenecían, o si al menos los leyó, pero si podemos estar seguros de que los libros eran parte de los objetos cotidianos con los que convivía. La lista completa se encuentra disponible en un foro especialmente dedicado a los libros que Marilyn leía. Vaya detalle de sus fans, ¿no?
Los «paparazzi» tras una ávida lectora
Marilyn leyendo «Ulises» en Long Island (NY, 1954). Fotografía de Eve Arnold
Hay una foto de Marilyn leyendo «Ulises», la magna obra de James Joyce – un clásico que en la mayoría de las ediciones consta entre 800 y 1.000 páginas- que ella solía leer tranquilamente entre escena y escena. Según leí en un blog, Marilyn señala que la lectura no se le hacía muy fácil, situación que superaba leyendo de a poco y muy lentamente. Cada uno tiene su ritmo, ¿no?.
Sin embargo, independiente de cuánto tardara en leer, la afición literaria de Marilyn quedó retratada varias veces. Sam Kashner, periodista de la revista Vanity Fair, relata: «muchos fotógrafos tomaron fotos de Marilyn durante sus primeros años como actriz que la mostraban leyendo, lo que a ella le gustaba. Eve Arnold la fotografió para la revista Esquire en un patio en Amaganstt leyendo Ulises, Alfred la fotografió para Life, usando unos pantaloncillos blancos y una polera negra, arrodillada en un sofá, leyendo frente a una estantería de libros de su biblioteca personal»
Si algunos fotógrafos pensaban que era divertido que la voluptuosa «dumb blonde» (rubia tonta) más famosa del mundo posara con libros de autores de prestigio, el tema no era broma para ella. Los diarios y poemas de Marilyn recientemente publicados revelan a una joven mujer para quien la escritura y la poesía eran vitales como medios para descubrirse a sí misma y para organizar su pensamiento a través de su tumultuosa vida emocional. Los libros fueron también un refugio para Marilyn durante sus episodios de insomnio, los cuales eran recurrentes y prolongados.
Esta es una de mis fotografías favoritas. Posa coquetamente con un libro
Su amor por los libros era genuino, y al parecer no desperdiciaba oportunidad de ser fotografiada leyendo, lo cual no refleja más que una desesperada necesidad de ser tomada en serio como una mujer inteligente, con algo extra además de sus obvios encantos físicos. El castillo mágico de Hollywood y aún propia imagen se habían vuelto una cárcel y ella hizo lo que tantos encarcelados han hecho para evitar volverse locos: se recogió en el mundo privado de los libros y exploró sus pensamientos y sentimientos a través de sus diarios de vida.
Y, como sabemos los buenos lectores, el mundo nunca es mejor que cuando se está confortablemente sentado, perdido en un buen libro. Es así como las preocupaciones se disipan y la imaginación vuela a lugares lejanos. Ciertamente Marilyn no llegó a ser una intelectual de tomo y lomo, pero estoy segura que pasó grandes momentos en la honesta compañía de los libros.
Marilyn posando para la revista LIFE, en su biblioteca
Marilyn leyendo escritos de su marido
Marilyn y su marido, el dramaturgo Henry Miller
In Griffith Park, Los Angeles, 1950. Photo by Ed Clark for LIFE
Photograph by Eve Arnold
Photograph by Alfred Eisenstaedt.
Marilyn Monroe Reading Ulysses, Long Island, New York, 1954. Photo by Eve Arnold
Vicente Luis Moraes crítico literario, ensayista, escritor español y reciente autor de la obra «El lectoespectador». El texto se ocupa de presentarnos el nuevo entorno en el que se desarrollan la comunicación y la creatividad narrativa, y para ello contempla medios como Google, Twitter, la televisión o la literatura a medio camino entre el texto y la imagen. El lectoespectador también profundiza en temas literarios ya que, a juicio de Mora: el narrador es hoy quien más atención está prestando a la realidad; el novelista es quien nos está contando ahora los cambios en directo.
De esta forma, El lectoespectador acentúa la división entre aquellos escritores que permanecen alejados de la red y los que prácticamente viven inmersos en ella. Y eso no hace más que plantearse una serie de dudas que avivan el debate sobre la narrativa y que dan pie a una reflexión subjetiva respecto a la extrema importancia que se le está dando al medio, por sobre el mensaje. De esa forma comenzamos a olvidar que lo principal es la calidad de los textos, la forma cómo estos se comprender e interpretan, más que el formato o fondo.
La inmediatez de internet no debe implicar además, como menciona Mora, la desaparición del proceso de selección y edición- algo importantísimo en el resultado final de la obra narrativa- ya que sin edición, depuración y corrección nos abocamos a leer textos en estado bruto. Las posibilidades formales y estructurales que nos proporcionan las nuevas tecnologías son muy interesantes e inspiradoras de nuevos ámbitos en los que desarrollar esos textos. Pero el hecho de usar esas tecnologías no implica que el texto “ascienda” a una división superior.
Obviamente el libro está disponible en versión para Kindle
Tampoco usar unos mismos medios para difundir opiniones y textos, y también -por qué no- para publicitarlos, permite que se compartan intereses narrativos. Por eso, lo que desarrolla Vicente Luis Mora en El Lectoespectador es una visión de futuro prometedora e interesante. Nos anima a seguir las múltiples vías y posibilidades que nos ofrecen los medios digitales y la necesidad que tenemos todos de explorarlas intensa y extensamente, descubriendo en esa búsqueda las probables nuevas formas de la narrativa futura.
En definitiva, la obra pretende generar diálogo y tiene el valor de enmarcar un debate, al que tarde o temprano todo aquel que se dedica a la literatura acaba enfrentando y que hace referencia a cómo estar a la altura de nuestro tiempo, exponiendo al lector a una nueva cosmovisión que contrasta con una obsoleta mirada al presente teconológico. Bajo esta premisa el autor despliega en 17 capítulos (contando prefacios, apéndices…) una determinada visión del mundo, de la literatura y de la crítica en la que la tecnología que nos conforma como hombres hoy tienen un papel importante. Grosso modo la filosofía se puede dividir en tres grandes grupos: la metafísica (que da cuenta de cómo es el mundo); la epistemología (que da cuenta de cómo conocemos el mundo) y la lógica (que da cuenta de qué razonamientos son válidos). De forma similar, Mora expone cómo es el mundo hoy: Pangea; cómo se conoce este mundo hoy: a través de la imagen, y en el caso de la lectura a través del lectoespecatador, y expone algunos silogismos en la era de internet. Así, y aunque no están citados directamente en libro, se pueden leer en la cuenta de twitter del autor algunas de sus consideraciones sobre las redes sociales
Vicente Luis Mora
En palabras del autor «De un tiempo a esta parte me he dado cuenta de que me siento algo saturado. Creo que mi falta de respuesta a algunos libros que en otras circunstancias hubieran sido reseñados (El rey pálido, Libertad, etc.) se debe a que siento cierto cansancio en lo tocante a lecturas «obligadas». Durante unos meses voy a dejar la crítica literaria de actualidad, centrándome en lecturas realizadas por puro gusto, sin necesidad de opinar sobre ellas. Haré algunas recomendaciones puntuales, sin honduras analíticas, y aún tengo que subir la lectura de una reciente edición de Gargantúa y Pantagruel, pendiente de publicación en otro lugar. Cuando vuelva, lo haré con las pilas cargadas y con voluntad de seguir compartiendo lecturas, como hasta ahora. Hasta entonces, El lectoespectador es mi aportación crítica a la conversación. Ojalá os guste.»
Si quieres más detalles se la obra, puedes revisar el índice desde el blog del autor.
Mora, Vicente Luis El Lectoespectador. Barcelona: Seix Barral, 2012. 288 p.
En una gruta de Jordania se descubrieron entre 2005 y 2007 un grupo de 70 libros con 15 hojas de hierro cada uno, del tamaño de tarjetas de crédito. Información entregada por el aequeólogo David Elkington.
Rescato este extracto de un artículo respecto a los soportes, el libro electrónico, los beneficios de la lectura y otros temas ad-hoc. Un aspecto más a considerar a la hora de hablar del libro electrónico y lo que supone como nuevo soporte de lectura e información.
Un libro no es un soporte
Entre el 2005 y el 2007 el arqueólogo David Elkington encontró en una gruta de Jordania un grupo de 70 libros con 15 hojas de hierro cada uno.
Es oportuno que distingamos entre lo que un libro es y lo diferenciemos de lo que significa simplemente un soporte.
Los libros han tenido a través de la historia distintos soportes, desde huesos hasta metales; desde las piedras al barro; desde la cera hasta los mosaicos; desde el papiro hasta el pergamino; desde la madera a la seda; desde el papel hasta el más reciente y asequible de la pantalla digital, el soporte llamado a protagonizar la más profunda revolución en el saber, la lectura y la cultura de todos los tiempos.
¿Qué es un libro? Es un escrito de cierta extensión apto para y cuyo propósito es, ser leído. La UNESCO ha establecido que, para ser llamado como tal, su tamaño tiene que superar las 49 páginas: 25 hojas mínimo. Menos de 49 le da al escrito categoría de folleto.
En muchos aspectos, el libro es el máximo logro de esa valiosa herramienta de cultura y civilización que es la escritura, el invento humano que nos sacó de la prehistoria y nos introdujo en la historia, y del que los primeros indicios conocidos nos remiten a los sumerios y demás pueblos de la Mesopotamia.
Los soportes indican las tecnologías y niveles de civilización que alcanzaron las distintas sociedades. No más.
Lo mismo el nivel de estilización de ese instrumento que es la escritura, originada en los pictogramas y glifos primitivos y que ha evolucionado y se ha perfeccionado con el paso de los siglos.
Distintos pueblos crearon mitos sobre el origen de la escritura. Los sumerios la atribuyeron a Enmerkar, rey de Uruk. Los aztecas al dios del viento Quetzalcóatl, la “serpiente emplumada”, inventor también de las artes. Y los mayas al dios del tiempo Itzamna. Los egipcios a Toth, el protector de los escribas y dios de las artes. Y los chinos a Chang Ji, enviado de Huang Di, el “dios amarillo”.
Valioso códice medieval que se encuentra en la catedral de León.
Hay quienes se enamoran de un soporte, idealizándolo. No creo que se produzcan libros más hermosos, trabajados con mayor primor y que reunieran mayores talentos que los manuscritos medievales. Eran tan apreciados que se daban como regalos reales.
Imagino lo traumatizado que quedaron algunos privilegiados cuando aquellas joyas fueron sustituidas por las vulgares y visualmente desaliñadas hojas de imprenta. Sin embargo, unas décadas después los gabinetes de copistas eran cosa del pasado. La imprenta, la galaxia Gutenberg, los arrojó a la historia.
Ahora pasa lo mismo con los lectores digitales y la difusión digital del libro: las imprentas son cada vez más artefactos obsoletos. Lo mismo el libro impreso.
En mi personal opinión, yo soy un enamorado del contenido, no del soporte. Y en esa perspectiva es que valoro las inmensas posibilidades de democratizar el acceso al libro que proporciona la difusión digital de obras, ya que su multiplicación es de escasísimo costo y lo hace inmensamente asequible.
Yo, que acabo de pagar RD$2,250.00 por el tercer volumen de la trilogía de Vitali Shentalinski sobre los escritores represaliados por la KGB estalinista, libro que considero excesivamente costoso y conste que es uno de tres tomos, no el precio de los tres. Creo que una copia digital contiene el mismo contenido y saldría por menos de diez dólares. Es de ese tipo de costo excesivo que los libros digitales están llamados a «salvarnos».
Portada de uno de los "juguetones" libros que habita esta librería
Portada de uno de los "juguetones" libros que habita esta librería
Hace poco más de un año Sean Ohlenkamp -un director creativo canadiense– y su esposa crearon un maravilloso video de stop motion titulado «The joy of Books» (La alegría de los libros) el cual presenta la vida secreta que podría vivirse al interior de una librería, justo cuando sus dueños cierran la puerta, la cortina cae y todo queda en silencio.
¿Acaso usted se imagina que una librería es un lugar silencioso y en perfecto orden? ¿acaso la vida se desarrolla sólo cuando los clientes pululan entre las estanterías y mesas abarratodas de novedades editoriales? ¿acaso habrá algo de magia?. Pues fíjese que sí, y ésta ha quedado documentado en este hermoso video: el mundo de maravillas y personajes escondidos sale de las estanterías y cobra vida en una vorágine de actividad. Libros, lápices, libretas y otros simpáticos seres buscan algo de diversión.
¿Quién podría juzgarlos? si los pobres han estado apretujados y escondidos todo el dia esperando por un ávido lector que quiera llevárselos a casa.
El Canadiense y productor de este video es, en efecto, dueño de una librería en Toronto llamada Type Books. Para la realización del video fue necesario trabajar de noche en su tienda , y congregar a más de 20 colaboradores quienes debían dejar todo en perfecto orden para que el negocio siguiera vendiendo al día siguiente. Fueron 4 noches completas de trabajo, pero todo ha rendido frutos pues en opinión de sus creadores este trabajo ha sido muy bien recibido en el medio editorial y librero. El video fue producido con la ayuda de la agencia Lowe Roche en la cual este librero-artista se desempeña. Multifacético el hombre, ¿no?
Ohlenkamp señala que le gustaría crear conciencia en las personas respecto a lo que pasa en una librería. De esa forma -agrega- «si por ejemplo un conductor va manejando y en medio del camino se topa con una librería cualquiera, quizás se acuerde de este video y le den ganas de parar su auto y entrar, a ver si puede experimentar algo de la magia que se aprecia en el video».
Agradecemos a los creativos y creadores por «joyitas» como ésta.
«¿Te gustaría contagiar tu pasión por la lectura a tus alumnos? Añadir un aspecto social a la lectura podría ayudarles a desarrollar el gusto por leer. Del mismo modo que ocurre con un club de lectura, leer en compañía puede mejorar el entendimiento de lo que se lee y disfrutar más de un libro. Aunque las opiniones varían según los expertos, parece que los estudiantes de hoy en día sí leen, de hecho más que nunca, pero lo hacen a través de blogs, wikis y redes sociales.
Aprovechando este nuevo canal, algunos docentes han recurrido a las redes sociales dedicadas a los libros y a la literatura para seducir a sus alumnos en el gusto por esta actividad. Para engancharse a la lectura, el alumno debe gozar y entretenerse con un libro y todo indica que un libro compartido es mucho mejor libro.
Estas redes sociales dedicadas a la literatura y los libros permiten evaluar y comentar los libros que se están leyendo, compartir opiniones, darles una calificación, recibir recomendaciones para descubrir nuevos libros y conocer otros lectores con nuestros mismos gustos. Algunas de las redes sociales dedicadas a los libros más activas son:
Goodreads: El facebook de los amantes de los libros pero se encuentra exclusivamente en inglés. Destaca por sus más de cinco millones de usuarios y su gigantesca base de datos con obras de cualquier tema. Cuenta además con un diseño muy atractivo y multitud de opciones para ayudar al alumno a escoger su próximo libro. Un aplicación propia permite integrar Goodreads con el perfil del alumno en Facebook para que sus compañeros vean y comenten lo que se está leyendo.
aNobii: Una red social veterana que permite publicar tu colección de libros, mediante la url de la información de libro o de su ISBN. También se puede compartir la colección de libros en el blog del aula mediante un código y un widget que te proporciona.
Lecturalia: Una red social popular en España, que además de permitir valoraciones y referencias a todo tipo de libros, también te permite comprar directamente su versión digital. Muy completa en cuanto a las novedades literarias, con múltiples comentarios y reseñas hechas por la comunidad. Su base de seguidores en Twitter supera los 150.000.
Sitio web de Lecturalia
Entrelectores: Una red social de recomendación de libros que realizan los propios lectores. También tiene una base de seguidores muy importante en Twitter, más de 90.000 y pretende unir tanto a lectores como autores, librerías y editoriales.
Librofilia: Una red social más reciente pero con una gran comunidad en castellano. Como particularidad, esta red social usa un sistema basado en el karma para priorizar las aportaciones de los usuarios. El karma se calcula según el envío de libros, críticas, tiempo de conexión, etc. de cada uno. Además incorpora una navegación por categorías muy útil, como por ejemplo, Premio Planeta, libros que defraudan, más populares, etc.
LibraryThing: Una red social con una comunidad de más de un millón de apasionados por los libros y disponible en español, aunque la mayoría de comentarios están escritos en inglés. Sin embargo incluye una página interesante con estadísticas como los 50 mejores autores valorados, los 25 libros más reseñados, libros gratuitos y más.
Què llegeixes?: Una red social consolidada, completamente en catalán, que consta con más de 10.000 usuarios. Consta de tres forums divididos por edades para que cada uno se encuentre con libros y lectores de su generación: Forum Llapis para alumnos de hasta 11 años, Forum Boli de 11 a 16 años y Forum Ploma de 17 años en adelante. También son muy interesantes sus concursos, premios y sección de juegos.
QueLibroLeo.com: Una red social de intercambio de opiniones literarias con más de 17.900 fans en su página de Facebook. Te anima a puntuar los libros que lees y encontrar otros lectores con gustos afines que te recomendarán las próximas lecturas. Además han creado unClub de lectura en Facebook en el que se elige entre todos un libro y se va analizando capítulo a capítulo. Los alumnos pueden dejar sus dudas, comentarios, interpretaciones, etc. Una propuesta muy interesante para el aula.
Libros.com: Una red social vallisoletana que ya cuenta con un catálogo de 250.000 títulos. Aparte de descubrir libros, organizar listas y realizar valoraciones, también puedes comprar libros al mejor precio. Hasta el 19 de diciembre, si te registras puedes ganar un iPad. También hay una lista de recomendación de libros para estas Navidades.
Shelfari: La red social de libros de Amazon que está disponible en inglés únicamente pero que ofrece una fácil navegación a través de las etiquetas que se usan para clasificar los libros. En España algunos centros educativos lo usan para crear y publicar una estantería virtual de libros en su blog de aula como el Biblioteca Escolar del IES de San Francisco de los Ríos en Córdoba. También permite crear un grupo alrededor de un libro favorito.
Dejaboo es una red social cultural en fase de prueba en donde se pueden intercambiar opiniones y reseñar libros y obras musicales. La web fomenta conectar con otros grupos con gustos afines según los comentarios que se publican.
Logotipo de Bukear
Bukear: Una red social desarrollada en Argentina que nos dice que lo importante no es lo que lees, sino las sensaciones que te provocan esas lecturas y lo que piensas de lo que has leído. Esta red pretende iniciar un diálogo a partir de las preferencias de las lecturas (historia, ciencia ficción, novela, etc). Permite a la clase la posibilidad de tener una biblioteca online con todos los libros que se leen, y así recordar qué nos gusta más, qué no y qué autores nos dejan más interesados.
Sopa de libros: Una red social que al igual que las demás ofrece recomendaciones, votaciones, comentarios, críticas ylistas de libros a través de una web sencilla e intuitiva.
#Bookcamping: Una biblioteca abierta y colaborativa que nace a raiz del 15 de mayo. Con el hashtag en Twitter #YesWeRead pretenden crear una estantería virtual de libros, muchos de ellos relevantes con su movimiento. Seguramente una propuesta que seducirá a algunos alumnos de tu aula por su actualidad.
Otra interesante propuesta, en donde los alumnos pueden compartir una lectura, sería a través deGoogle Libros integrado con la red social Google+. Si los alumnos, por ejemplo, están leyendo Rimas y Leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer, pueden pulsar el botón de “Compartir” desde la página de este libro dentro de Google Books, escribir su comentario y seleccionar el círculo de las personas con las que quieren compartir la lectura. El mismo Google Libros te incluye un enlace al libro y una descripción del mismo.
“El libro es como la cuchara, el martillo, la rueda, las tijeras. Una vez se han inventado, no se puede hacer nada mejor. No se puede hacer una cuchara que sea mejor que la cuchara. El libro ha superado la prueba del tiempo. Quizá evolucionen sus componentes, quizá sus páginas dejen de ser de papel, pero seguirá siendo lo que es.”
¡Que bien planteado!… y cómo no habría de estarlo si Umberto Eco (semiólogo, filósofo, escritor, entre otros oficios) es el autor de la cita. La misma que aparece en su nueva novela “Nadie acabará con los libros” (1).
Esta obra, bajo la forma de un diálogo entre Eco y Jean-Claude Carriere -guionista y dramaturgo francés- nos hace partícipes de sus relatos y de su “pasión lectora”. A través de sus recuerdos, anecdotario e íntimas descripciones, estos lectores de tomo y lomo comparten la relación que han establecido con la escritura, la bibliofilia y la cultura en general.
Internalizando lo aprendido
Eco y Carriere plantean este tema y la abordan desde distintos ángulos. Para ello, comparten sus apreciaciones respecto al nuevo traje de bytes del libro. El mismo con que debuta en la sociedad 2.0. Lo bueno es que, lejos de plantear una polémica en torno a las nuevas formas de lectura, prefieren abordar el tema con una mirada integradora y amplia. La misma que permite que el lector calibre, observe al libro desde su perspectiva y concluya en función de la personalísima la relación que ha establecido con él.
Umberto Eco
Nadie acabará con los Libros. Eso aseveran Eco y Carrière. Yo les creo a pie y juntillas … ¿y ustedes?
A muchos nos gusta el cine, y a otros tantos nos gusta leer. Y, si ustedes son de aquellos a los que les gusta practicar ambas actividades, seguro que pasan un buen rato apoltronados leyendo o viendo buenas películas.
Y claro, ante ese escenario muchas veces nos encontramos comparando una historia en base a lo que vimos o leímos, y casi siempre terminamos concluyendo que la película no se compara con la versión literaria. Esa es una opinión clásica de los lectores que imaginamos personajes y situaciones, para después encontrarnos con la versión fílmica de unos protagonistas sumamente distintos a aquellos que esperábamos. O, a veces queremos ver en pantalla gigante una de las partes del libro que más impacto nos causó, y nos encontramos con que el criterio del guionista y del director no coincidía con el nuestro. Y es que nuestro cerebro procesa en forma muy distinta toda la información que recibimos, de ahí la importancia de la lectura y la interpretación que cada uno hace.
Pero ese tema da para mucho, y es harina de otro costal. Volviendo a lo que nos convoca, planteo algunos ejemplos de clásicos de la literatura que han sido llevados al cine:
Sin duda la historia de “Alicia en el país de las maravillas” es un buen ejemplo. Lewis Carroll, la escribió en 1865…Pero, ¿porqué es Hollywood el encargado de recordarnos, 147 años después, que esta historia es espectacular? (me refiero a la versión de la película estrenada el año pasado, dirigida por Tim Burton) . Para explicar su éxito hay miles de razones: Una niña enfrentada a una encrucijada: seguir siendo una nerd pelolais con delantal blanco, o ser una niña power que se la juega en una aventura increíble. Y es que Alicia se enfrentó a sus temores infantiles tomándose un misterioso brebaje de una tentadora botellita, cuya etiqueta sólo rezaba “bébeme” y eso dio pie a una de las historias fantásticas más leídas por niños y adolescentes desde hace casi 150 años. Pasando a temas fílmicos, los hermanos Cohen hacen un feroz guiño a esta parte del cuento en una de sus películas Matrix ¿Quién no recuerda la escena de la encrucijada de Neo ante la decisión de escoger entre la píldora azul o roja?
Lo mismo pasó con “Las crónicas de Narnia” escrita por C. S. Lewis entre 1949 y 1955. La tierra de Narnia y sus personajes mágicos fascinaron a muchos. Y si sigo en esa línea, es imposible no recordar “El señor de los Anillos”. En 1954 Tolkien logró que se editara la primera parte de la saga, en 1960 se editó en español por primera vez, y en 1993 esa edición salió publicada en un solo volumen. Pero algunos tuvieron que esperar ocho años para conocerla, hasta que Peter Jackson la estrenó en el cine el 2001. Muchos hemos disfrutado viendo esas películas, y muchos hemos tenido ganas de leer o re leer el libro tan pronto salimos del cine, inspirados. Bien lo saben las casas editoras, que se iluminan y se les ocurre editar versiones de lujo de estas obras, justo después de los estrenos en la pantalla gigante.
La otra vereda exhibe casos de edición-producción cinematográfica express: Stephannie Mayer escribió “Crepúsculo” el 2005. En poco tiempo la novela se había traducido a 37 idiomas y había vendido más de 25 millones de ejemplares. Tres años después ya filmaban la película, y hordas de aspirantes a vampiros adolescentes llenaban las salas de los cines. Caso aparte es el fenómeno de “Harry Potter”. Este mago juvenil, nacido de la imaginación de la escritora británica J.R. Rowling hizo leer a millones de niños en el mundo. Las estimaciones de ventas mundiales de la primera parte de la saga hablan de más de 110 millones de ejemplares vendidos… y eso no es magia.
El tema da para mucho, ¿Qué pasa con las versiones fílmicas que no se parecen a las historias originales de los libros? ¿Nos importa eso? ¿Qué pasa con los derechos de autor? ¿Cuándo una película pasa a ser la adaptación de una novela?. Hay tantas interrogantes como casos, y hay cientos de películas basadas en libros. Tanto así, que el periódico británico The Guardian publicó (en inglés) la lista de las mejores 50 adaptaciones
cc: Books as Movies
Es un hecho que hay un mundo infinito de historias, cuentos, novelas y leyendas. Nosotros somos los directores cuando las leemos. Vale la pena creer en nuestras interpretaciones, nuestras subjetividades y nuestros rollos personales. Bienvenidas sean si nos ayudan a dibujar mentalmente las historias y a inventar versiones privadas de Narnia, de la Tierra Media del reino del Nunca Jamás o del Mundo de Oz.
Un par de ejemplos
No obstante, hay un par de buenísimos casos de versiones fílmicas de novelas que han sido muy bien logradas según mi criterio lector: La insoportable levedad del ser, escrita por Milan Kundera y dirigida por Philip Kaufman en 1987 es una de ellas por varias razones. Entre ellas destaco el casting, ya que Juliette Binoche y Daniel Day Lewis interpretan a las mil maravillas a la dulce Teresa y al infiel doctor Thomas. El segundo ejemplo es «Crónica de una muerte anunciada» . La película protagonizada por una hermosa e inspiradora Ornella Mutti es un fiel reflejo de la novela de García Márquez, no sólo en cuanto a ambientación sino que la historia se reproduce en forma casi exacta.
Transformándonos en nuestros propios directores de cine
Hay una cosa clara: ¿porqué esperar a que Hollywood nos diga qué leer? si tenemos a nuestro alcance librerías, bibliotecas, la red bibliometro, los libros de nuestra casa y los de los amigos generosos que nos proveen de lectura. A eso se suman los libros electrónicos y muchas otras opciones para encontrar buena literatura de nuestro agrado. Hollywood no debiese ser quien nos diga qué buena historia conviene leer. Y aunque no lo crean, para muchos es así, no en vano las bibliotecas escolares muchas veces compran más ejemplares de los libros que son llevados al cine porque saben que habrá más interesados. Pero bueno, si de leer se trata todo medio vale la pena.
No me malentiendan, amo el cine: soy de las que se acuesta a ver tres películas al hilo en las tardes invernales, arropada hasta el cuello. Pero a veces, también, prefiero contarme mis propios cuentos. Claro que si empiezo a compararme con los directores de cine, claramente salgo perdiendo…o al menos eso es lo que dicen las ventas de taquilla del cine.