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¿Qué nos tiene que decir el storytelling?

Por Catalina Páez, comunicadora multimedia

Storytelling

Siempre fui una apasionada de las historias, independiente del formato en que se presentasen: en libros, en cómics, el cine, la televisión o en el teatro. La estructura variable y omnipresente de la trama, y las acciones que los personajes toman a partir de ella fue (y sigue siendo) un alimento para el alma e intelecto de muchos de nosotros.

Quizás para otros ha sido una vía de escape o un mar placentero en el cual sumergirse por horas. En mi caso, fue mi trabajo el que me permitió descubrir una de las formas más interesantes para construir relatos: me refiero a la Narrativa Transmedia o el Storytelling. Mucho se ha discutido en la web acerca de la historia del Storytelling y básicamente, podemos decir que se trata de un relato que trasciende un sólo medio o se realiza a través de diversos medios. Entonces, podemos observar relatos que se dan a través de internet, celular, textos escritos y de voz, imágenes y redes sociales, incluso, actores en vivo. Uno de los ejemplos icónicos es I Love Bees, realizado por 42 Entertainment, una experiencia transmedia en la cual sus participantes recibían instrucciones online e interactuaban en el mundo real con operadores telefónicos que les entregaban pistas para continuar el juego y que finalmente resultaba en una campaña publicitaria para la promoción del juego Halo 2.

De esta experiencia transmedia, continuaron las variaciones comerciales para productos, series o películas como en el caso de Why so Serious para la película Batman The Dark knight, realizada igualmente por 42 Entertainment.

Experiencias como esta, nos parecen bastante lejanas si consideramos los presupuestos millonarios y recursos tecnológicos con los que cuenta la industria publicitaria en países como Estados Unidos. Sin embargo, en Chile, hemos desarrollado incipientes acercamientos al Storytelling pero desde la perspectiva de la educación. En abril del 2015 se lanzó “Juego de Razones”, el primer juego de rol en el mundo, diseñado para la enseñanza del Pensamiento Crítico, elogiado por la Foundation for Critical Thinking para el área de Pensamiento Crítico en una institución de educación superior.

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Armados únicamente con Moodle, una plataforma de gestión de cursos, una diseñadora gráfica, video y bastante creatividad, logramos crear un mundo online en donde distintas casas reales se enfrentaban en una contienda a través del debate en Terra Ignota, un mundo de fantasía.

La plataforma completa cuenta con una metáfora visual que sumerge a los estudiantes en un mundo medieval donde el contenido se va entregando al alumno como armas para concretar misiones (que son evaluaciones calificadas) y, así, lograr la victoria en la guerra por el trono. Este contenido es entregado a través de textos, video e imágenes que los alumnos van integrando semana a semana y con ellos, co-construyendo su aprendizaje.

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Este juego, se prolonga en el mundo real cada cuatro semanas, cuando los estudiantes se enfrentan cara a cara en un debate presencial en el que pretenden ser elfos, hadas, guerreros o hechiceros según su opción personal y trayendo a cuestas, la historia e interacciones que han experimentado en sus semanas en línea.

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Esta experiencia, nos dio luces acerca de cómo podemos usar el poder de una historia para lograr un aprendizaje significativo, pues en este caso, el estudiante no sólo lee una narración, sino que es parte de ella y, a través de su interacción, puede modificar el desenlace de la misma por medio de la adquisición de conocimiento.

Como resultado, muchos estudiantes nuevos se incorporaron al curso y descendió la tasa de deserción (sin mencionar que muchas veces los encontramos comentando acerca del curso en los pasillos), lo que prueba que una historia puede hacer toda la diferencia al momento de motivar a los estudiantes en su proceso de aprendizaje.

Sin embargo, y a pesar de lo atractiva de la metodología, no podemos dejar de lado elementos cruciales como lo son establecer objetivos de aprendizaje, planificar secuencias didácticas o definir evaluaciones formativas y sumativas, además de cómo retroalimentar a nuestros estudiantes para que progresen aducuadamente. Estos y otros factores son de vital importancia ya que componen la estructura sobre la cual descansa la experiencia transmedia que planteamos y que hará posible determinar en qué medida el estudiante aprende y a partir de esto, realizar los ajustes necesarios para optimizar el proceso.

Si consideramos la rápida tasa de expansión del e-learning en el mundo, gracias a la aparición de nuevas plataformas, dispositivos y proveedores (hablamos de una proyección del 15,2% para Amércia Latina en el periodo 2011–2016), la natural evolución apunta a la creación de nuevas experiencias de aprendizaje. Entonces, el matrimonio del e-learning con el Storytelling se posiciona como el próximo paso a seguir en el contexto educativo.

Sin duda, La gran pregunta que debemos hacernos hoy como educadores, es qué tanto estamos utilizando nuestra creatividad al momento de impartir cursos, tanto online como en el aula, en estos días, en los que contamos con un sinnúmero de recursos accesibles para desarrollar proyectos innovadores y entretenidos que atrapen a los estudiantes y les hagan aprender divirtiéndose. Por esta razón, el Storytelling resulta tan atractivo en el aula. Por lo tanto, aunque la mayoría de las experiencias en este tópico se encuentran en publicidad, ya es hora de que las incorporemos como un recurso gravitante en la educación.

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Pronto tendremos nueva Política del Libro

 

Convocada por la secretaria ejecutiva del Consejo Nacional del Libro, Regina Rodríguez, la mesa pretende actualizar la política diseñada en 2006 y reemplazar el programa Lee Chile Lee.


Editores, escritores, bibliotecarios, profesores, especialistas en la promoción de lectura, en total alrededor de 80 personas, del sector público y privado, ligadas al mundo del libro ayer llegaron a la Biblioteca de Santiago para constituir la Mesa del Libro. Su objetivo es desarrollar en los próximos tres meses las bases para una nueva Política Nacional del Libro y la Lectura que se dará a conocer a inicios de 2015.

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Mesa Directiva  que presidió la reunión. Fotografía de Rodrigo Campusano, extraída del sitio web de Radio Bío Bío

Convocada por la secretaria ejecutiva del Consejo Nacional del Libro, Regina Rodríguez, la mesa pretende actualizar la política diseñada en 2006 y reemplazar el programa Lee Chile Lee, impulsado por el ex ministro de Cultura Luciano Cruz-Coke. Ayer, en la primera reunión, un largo debate sobre los posibles lineamientos generales de una nueva política dio paso la formación de seis mesas de discusiones específicas: lectura, creación, industria, patrimonio, institucionalidad del libro, libro digital y lectura y educación.

Al hilo de la segunda Encuesta Nacional de Comportamiento Lector, que está aplicando actualmente el Consejo de la Cultura, la nueva política Libro y la Lectura que entregará la mesa será también el marco teórico de una nueva Campaña Nacional de Fomento Lector en 2015. Según le dijo la ministra de Cultura, Claudia Barattini, ésta se desarrollará coordinadamente con el Ministerio de Educación, la Dibam y entidades de la sociedad civil, y se convocará a personalidades públicas y líderes de opinión. “Aumentar la lectura y la comprensión lectora es una tarea-país”, dijo Barattini.

Ayer en la mesa participaron, entre otros, representantes de la Universidad de Chile, de la Cámara del Libro, de la Sociedad de Escritores, de Santiago en 100 Palabras, de Fundación La Fuente y Había Una Vez, de Editores de Chile, Memoria Chilena y de bibliotecas públicas, entre otros.

Artículo extraído del diario «La Tercera», publicado el 01 de Agosto 2014

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Salir con chicas que no leen

La chica del bar puede ser entretenida y motivante a veces
La chica del bar puede ser entretenida y motivante a veces

Sal con una chica que no lee. Encuéntrala en medio de la fastidiosa mugre de un bar del medio oeste. Encuéntrala en medio del humo, del sudor de borracho y de las luces multicolores de una discoteca de lujo. Donde la encuentres, descúbrela sonriendo y asegúrate de que la sonrisa permanezca incluso cuando su interlocutor le haya quitado la mirada. Cautívala con trivialidades poco sentimentales; usa las típicas frases de conquista y ríe para tus adentros. Sácala a la calle cuando los bares y las discotecas hayan dado por concluida la velada; ignora el peso de la fatiga. Bésala bajo la lluvia y deja que la tenue luz de un farol de la calle los ilumine, así como has visto que ocurre en las películas. Haz un comentario sobre el poco significado que todo eso tiene. Llévatela a tu apartamento y despáchala luego de hacerle el amor. Tíratela.

Deja que la especie de contrato que sin darte cuenta has celebrado con ella se convierta poco a poco, incómodamente, en una relación. Descubre intereses y gustos comunes como el sushi o la música country, y construye un muro impenetrable alrededor de ellos. Haz del espacio común un espacio sagrado y regresa a él cada vez que el aire se torne pesado o las veladas parezcan demasiado largas. Háblale de cosas sin importancia y piensa poco. Deja que pasen los meses sin que te des cuenta. Proponle que se mude a vivir contigo y déjala que decore. Peléale por cosas insignificantes como que la maldita cortina de la ducha debe permanecer cerrada para que no se llene de ese maldito moho. Deja que pase un año sin que te des cuenta. Comienza a darte cuenta.

Concluye que probablemente deberían casarse porque de lo contrario habrías perdido mucho tiempo de tu vida. Invítala a cenar a un restaurante que se salga de tu presupuesto en el piso cuarenta y cinco de un edificio y asegúrate de que tenga una vista hermosa de la ciudad. Tímidamente pídele al mesero que le traiga la copa de champaña con el modesto anillo adentro. Apenas se dé cuenta, proponle matrimonio con todo el entusiasmo y la sinceridad de los que puedas hacer acopio. No te preocupes si sientes que tu corazón está a punto de atravesarte el pecho, y si no sientes nada, tampoco le des mucha importancia. Si hay aplausos, deja que terminen. Si llora, sonríe como si nunca hubieras estado tan feliz, y si no lo hace, igual sonríe.

"Las palabras pueden construir un puente indestructible". Mario Benedetti
«Las palabras pueden construir un puente indestructible». Mario Benedetti

Deja que pasen los años sin que te des cuenta. Construye una carrera en vez de conseguir un trabajo. Compra una casa y ten dos hermosos hijos. Trata de criarlos bien. Falla a menudo. Cae en una aburrida indiferencia y luego en una tristeza de la misma naturaleza. Sufre la típica crisis de los cincuenta. Envejece. Sorpréndete por tu falta de logros. En ocasiones siéntete satisfecho pero vacío y etéreo la mayor parte del tiempo. Durante las caminatas, ten la sensación de que nunca vas regresar, o de que el viento puede llevarte consigo. Contrae una enfermedad terminal. Muere, pero solo después de haberte dado cuenta de que la chica que no lee jamás hizo vibrar tu corazón con una pasión que tuviera significado; que nadie va a contar la historia de sus vidas, y que ella también morirá arrepentida porque nada provino nunca de su capacidad de amar.

Haz todas estas cosas, maldita sea, porque no hay nada peor que una chica que lee. Hazlo, te digo, porque una vida en el purgatorio es mejor que una en el infierno. Hazlo porque una chica que lee posee un vocabulario capaz de describir el descontento de una vida insatisfecha. Un vocabulario que analiza la belleza innata del mundo y la convierte en una alcanzable necesidad, en vez de algo maravilloso pero extraño a ti. Una chica que lee hace alarde de un vocabulario que puede identificar lo espacioso y desalmado de la retórica de quien no puede amarla, y la inarticulación causada por el desespero del que la ama en demasía. Un vocabulario, maldita sea, que hace de mi sofística vacía un truco barato.

Hazlo porque la chica que lee entiende de sintaxis. La literatura le ha enseñado que los momentos de ternura llegan en intervalos esporádicos pero predecibles y que la vida no es plana. Sabe y exige, como corresponde, que el flujo de la vida venga con una corriente de decepción. Una chica que ha leído sobre las reglas de la sintaxis conoce las pausas irregulares –la vacilación en la respiración– que acompañan a la mentira. Sabe cuál es la diferencia entre un episodio de rabia aislado y los hábitos a los que se aferra alguien cuyo amargo cinismo continuará, sin razón y sin propósito, después de que ella haya empacado sus maletas y pronunciado un inseguro adiós. Tiene claro que en su vida no seré más que unos puntos suspensivos y no una etapa, y por eso sigue su camino, porque la sintaxis le permite reconocer el ritmo y la cadencia de una vida bien vivida.

Sal con una chica que no lee porque la que sí lo hace sabe de la importancia de la trama y puede rastrear los límites del prólogo y los agudos picos del clímax; los siente en la piel. Será paciente en caso de que haya pausas o intermedios, e intentará acelerar el desenlace. Pero sobre todo, la chica que lee conoce el inevitable significado de un final y se siente cómoda en ellos, pues se ha despedido ya de miles de héroes con apenas una pizca de tristeza.

La chica que lee puede ser peligrosa
La chica que lee te invita a un viaje más perturbador

No salgas con una chica que lee porque ellas han aprendido a contar historias. Tú con la Joyce, con la Nabokov, con la Woolf; tú en una biblioteca, o parado en la estación del metro, tal vez sentado en la mesa de la esquina de un café, o mirando por la ventana de tu cuarto. Tú, el que me ha hecho la vida tan difícil. La lectora se ha convertido en una espectadora más de su vida y la ha llenado de significado. Insiste en que la narrativa de su historia es magnífica, variada, completa; en que los personajes secundarios son coloridos y el estilo atrevido. Tú, la chica que lee, me hace querer ser todo lo que no soy. Pero soy débil y te fallaré porque tú has soñado, como corresponde, con alguien mejor que yo y no aceptarás la vida que te describí al comienzo de este escrito. No te resignarás a vivir sin pasión, sin perfección, a llevar una vida que no sea digna de ser narrada. Por eso, largo de aquí, chica que lee; coge el siguiente tren que te lleve al sur y llévate a tu Hemingway contigo.

 


«Sal con una chica que no lee» es un texto escrito por Charles Warnke. Publicó este escrito en su idioma original bajo el título «You Should Date An Illiterate Girl» en junio del 2011 en una revista en línea. Desde entonces ha sido traducido al español y reproducido incontables veces en ambos idiomas por sitios web, blogs y otros medios. Personalmente lo encontré en la revista colombiana «El malpensante», y tras leerlo en repetidas ocasiones quise que Leamos Más fuese otro de los sitios que difunde este original texto.

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Literatura, comida y placer

Afiche de la  película
Afiche de la película, estrenada en 1987

Hace unos años vi la película «El Festín de Babette», la cual pronto descubriría que estaba basada en un cuento homónimo de la escritora dinamarquesa  Isak Dinesen (pseudónimo de Karen Blixen). La película en cuestión me dejó muy impresionada, por el gran despliegue de platos y apetitosos manjares. Y no sólo eso: la preparación de los mismos implicaba incluso traer animales exóticos para sacrificarlos en honor a los invitados de Babette. Poco después leí el cuento (muy breve y distinto, en comparación con la película). Si alguno(a) de ustedes se tienta, puede leer «El Festín de Babette».

Lo más curioso de la historia culinaria de esta fiesta que da Babette, es que ella prácticamente no prueba bocado. Cocina, planea los platos, sirve diligentemente, y apenas come. La relación entre los personajes literarios y la comida da para plantearse cosas tan simples como el motivo oculto que tendría Babette para desplegar tanta energía con la comida y no animarse a comer, hasta la desesperación que hay entre el hambriento personaje de «El vaso de leche» en el cuento del Manuel Rojas.

Hace pocos días leí un artículo titulado «Los platos más famosos de la literatura». El artículo -que transcribo completo en este post, referenciando a su autora y fuente- me hicieron recordar el cuento de Isak Dinesen. No hay nada tan básico y natural para el ser humano y para los personajes literarios como la comida. Y aunque pareciera ser que los personajes no necesitan alimentarse, los escritores no están tan de acuerdo porque van delineando su carácter no sólo en sus diálogos y actos: también con aquello que comen.

 

Los Platos más famosos de la Literatura

 

«Desde un banquete de El Gran Gatsby hasta la miseria y hambre que pasaba el pobre Oliver Twist. Las comidas de cincuenta novelas de todos los tiempos son recreadas con mucho cuidado en un libro recién publicado.

Dinah Fried, autora del libro
Dinah Fried, diseñadora, creadora de la idea y autora del libro «Platos Ficticios»

“Tengo un gran apetito por los buenos libros y por la buena comida”, dice Dinah Fried. La diseñadora, que vive en Nueva York, encontró una forma muy creativa de combinar esas aficiones. “Usualmente me acuerdo de lo que comen los personajes en los libros”. A partir de eso se le ocurrió recrear esos platos tal como se los imaginaba mientras leía. Cocinó, diseñó y fotografió cinco y cuando les mostró el resultado a sus amigos y puso las imágenes en internet causó tanto entusiasmo que no pudo parar. “Rápidamente me vi bombardeada con solicitudes y sugerencias de familiares, amigos e incluso desconocidos”. El resultado es Fictitius Dishes o Platos Ficticios, libro en el que muestra su visión de 50 comidas de novelas y que desde que fue publicado hace pocos días no ha parado de circular en los medios.»

Fuente:  Artículo publicado originalmente por Fabiola Torres, en La Tercera, sección tendencias.

 

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¿La lectura juvenil es una pasarela para la educación literaria?

Imagen extraída del blog El bibliófilo enmascarado
Imagen extraída del blog El bibliófilo enmascarado

He leído en ocasiones que la lectura de relatos destinados a los adolescentes puede ser o es una buena pasarela para formar lectores de literatura. Es decir, para conseguir una educación literaria.

Los artículos que he leído sobre el tema (no he hecho una búsqueda intensiva) se basan sobre todo en apreciaciones, en vivencias personales, en investigaciones cualitativas muy pegadas a los sujetos investigados o con un corpus reducido.

Curiosamente, la mayoría de estas afirmaciones surgen de la experiencia personal, es decir, son docentes entusiastas, preparados, en continua formación y con buenas cualidades para la interacción con sus estudiantes… En otras palabras, estoy convencida de que son profesionales a quienes les irá bien utilicen el texto que utilicen, porque su trabajo estará arropado por la reflexión, por el diseño de secuencias didácticas complejas y en las que no faltará la evaluación. Y no nos referimos a la evaluación del alumno, que siempre está presente, hablamos de evaluar la actuación del profesor, de los materiales, de los tiempos o de los resultados. Una evaluación necesaria porque que les ayudará a perfeccionar y a mejorar el trabajo que realizan.

De hecho, cuando estos docentes afirman que la lectura es un puente para la educación literaria, si analizamos lo que hay detrás de esta afirmación, sentimos la necesidad de ajustar a la realidad la afirmación que realizan. Tal vez, sería más preciso decir que en las secuencias de trabajo que yo programo, desarrollo y evalúo, en algunos sujetos, la lectura juvenil puede ser una pasarela para conseguir una educación literaria.

Porque puestos a hablar de vivencias, compartir creencias o apreciaciones también podríamos afirmar lo contrario, es decir, que la lectura juvenil no puede ser una pasarela a la lectura literaria porque en muchos casos mezclamos conceptos diferentes. Como mucho, comparten papel y letras [vid. «Las lecturas deslocalizadas de la escuela«].  Y eso sin detrimento de una ni de la otra… Simplemente son escrituras y propuestas discursivas diferentes.

También podríamos traer aquí otros ejemplos:

Según las listas de ventas y diferentes estudios de mercado los habitantes de los EUA son grandes lectores de libros de autoayuda pero, desgraciadamente, no ha sido un puente ni una vía para llegar a leer a Cioran o Espinoza o a Ramon Llull.

Pero no me confundan. ¿Quiero decir que la lectura juvenil no es buena?

En absoluto, miren algunos de los post de este mismo blog y verán que afirmo lo contrario. De hecho, cada vez hay más mejores relatos y mundos de ficción [vid. categoría Recomendación lectura].

¿Quiero decir que la lectura juvenil no tiene que entrar en el aula o en la escuela? En absoluto, miren las propuestas que aparecen en La lectura al Centre o en Del oral, audiovisual y digital a la lectura (y la escritura) en secundaria.

¿Quiero decir que no tiene sentido leer estos relatos? En absoluto, la casa, el metro, el autobús, las redes sociales, los clubs de lectura físicos o virtuales, los blogs, los foros, la biblioteca pública o la escolar son espacios en los que ya se habla, se lee, se comparten estos espacios y ayudan a la socialización, a escribir, a compartir, a madurar intelectualmente… Miren si no el tiempo y las publicaciones que he dedicado a unos relatos que me apasionan y que considero valiosos e imprescindibles.

Pero es que no estoy hablando de eso, estoy hablando de educación literaria. De esto: de secuencias didácticas que trabajan el retrato moral del Cid, las églogas de Garcilaso de la Vega o los jaikus.

 

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De esto: de una lectura guiada de Luces de bohemia en Twitter y enTuenti.

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De esto: de la lectura de un clásico como El Quijote

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Y para finalizar, hay una pregunta para la que no tengo respuesta: ¿por qué en vez de «perder el tiempo» en buscar pasarelas no dedicamos más esfuerzo a ver cómo podemos trabajar  la tradición literaria, las obras clásicas o los textos fundacionales de nuestras culturas?

 


Artículo publicado originalmente por Gemma Lluch en su sitio web homónimo en septiembre de este año

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Más del Libro Objeto: un Cuento sobre Tela

El Libro Objeto ha sido un tema que siempre ha atraído la atención de Leamos Más. Por ello hemos publicado algunos post al respecto y cada vez que leemos artículos, vemos videos o  fotografías en los medios sobre este tema, nuestra curiosidad se desata.

En esta ocasión encontramos un artículo en el suplemento de decoración de un periódico nacional destacando un libro hecho completamente de arpillera por un grupo de artesanas de la Región Metropolitana. Una obra digna de mención no sólo por su calidad de libro objeto, sino que también por la historia que devela su contenido y también por los detalles de su creación:


Así luce este libro objeto
Así luce este libro objeto

«Un libro hecho de pedazos de género no es nada nuevo. Pero un libro realizado con la técnica de las arpilleras, sí. Sobre todo si lo que se relata en él son historias que rescatan la tradición oral. La agrupación Arpilleristas de Melipilla, Región Metropolitana, presentó una pieza al Sello de Excelencia de Artesanía 2013 que reunió múltiples factores: innovación, rescate de un oficio tradicional y  fomento a la lectura. A la inauguración de la muestra de las nueve piezas de artesanía seleccionadas este año, que se realizó recientemente en la sala del museo MAPA del GAM, llegó un grupo de artesanas, desde Melipilla, con el fin de dar a conocer su obra.

La representante de las arpilleristas, María Carter, cuenta que “personalmente con este libro descubrí lo que era capaz de hacer y que nunca imaginé lograr. Con esta pieza despertamos, ya que uno como artesana no se da cuenta del valor que tiene el trabajo, pero igual lo hace con cariño. No piensas que va a trascender en el tiempo”. Y agrega que “esto nos cambió, ya que ahora hay un esfuerzo por hacer mejor las cosas. En cuanto al Sello, hay que respetarlo y cuidarlo, y la manera de hacerlo es entregando un buen trabajo con cariño y dedicación”.

Lo interesante de este objeto es que logra una síntesis entre una técnica tradicional vinculada al arte popular y un uso contemporáneo. Concebida como un soporte narrativo que pone en valor el bordado y la aplicación de telas con una fuerte expresión cultural, sostenida sobre historias populares. Recién en noviembre de este año se sabrá cuál de todos los trabajos que postularon será el ganador.»

 

Las arpilleristas de Melipilla

 

El taller está integrado por  veinte mujeres. Ellas  desarrollan temas de carácter rural, mostrando situaciones cotidianas a partir de un trabajo en conjunto de artesanía y diseño desde su significado y contenido como soporte narrativo de tradiciones y costumbres chilenas, potenciando al máximo la capacidad narrativa de este oficio.

Una de las páginas internas
Una de las páginas internas

Según un documento realizado por las artesanas, ellas definen su agrupación así: “Las arpilleristas nacimos bajo el difícil periodo político y económico posterior al año 1973, bajo el alero de la Iglesia Católica, donde se agrupaban la mujeres para representar de manera artesanal las difíciles situaciones sociales de la época, imprimiendo de manera original el contexto histórico de un momento particular de la historia de Chile, utilizando para ello solo lana, agujas y géneros. Combinando dichos elementos nos convertimos en un medio para decir al mundo en bordados lo que no se podía hablar de manera explícita. Con el tiempo vino el cambio también para las bordadoras y comenzamos con nuevos desafíos de diseño, siempre reflejando nuestro entorno, en especial la vivencia campesina a través de sus costumbres y quehaceres de norte a sur. Piezas únicas entregadas con mucha dedicación y cariño que buscan en los temas cotidianos ese sentimiento que aflora con la sencillez y orgullo de la gente de nuestro pueblo”.

Fuente: artículo  escrito por Francisca Jimenez y publicado el 12 de Octubre en Revista Mas Deco, La Tercera.


Más antecedentes:

Las nueve obras distinguidas fueron evaluadas por un jurado de especialistas en relación a los criterios de excelencia, autenticidad, innovación, respeto al medioambiente y potencial comercializable. A este respecto, Juan Ignacio Carmona, Director Metropolitano de Cultura,  explica:

 

«En el caso de del Libro de Arpillera (…) lo que se logra con autenticidad es poner en valor una técnica tradicional vinculada al arte popular a través de un nuevo uso totalmente contemporáneo y que cumple con calidad y técnica de oficio”.

 

Ficha Libro de arpilleras


Artesanas:
   Arpilleristas de Melipilla
Diseñadora:  Carolina Gutiérrez
Localidad:  Melipilla, Región Metropolitana
Medidas:  20 cm × 24 cm × 3 cm
Peso:   100 gr
Producción mensual:  10 unidades

 

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Lectores adoptan actitudes de los personajes que protagonizan su lectura

Lectores desarrollan un gesto empático, sin darse cuenta, de los personajes ficticios que protagonizan su lectura
Los lectores desarrollan un gesto empático, sin darse cuenta, de los personajes ficticios que protagonizan su lectura

La literatura es sin duda uno de los mecanismos de sobrevivencia más empáticos desarrollados por nuestra cultura y nuestra psique, una construcción que se remite a los orígenes mismos de nuestra civilización y nuestra evolución como especie. Recientemente Geoff Kaufman, investigador pos doctoral en el Dartmouth College de New Hampshire, y Lisa Libby, profesora asistente de psicología en la Universidad Estatal de Ohio, llevaron a cabo un estudio en el que encontraron que quienes leen, en un gesto empático sumamente elocuente, adoptan sin darse cuenta del todo las actitudes, pensamientos y creencias de los personajes ficticios que protagonizan su lectura, publicó la revista Medical Daily.

Kaufman y Libby realizaron seis pruebas distintas con 500 voluntarios, llegando a la conclusión de que las historias contadas en primera persona pueden transformar temporalmente la manera en que el lector se ve a sí mismo, al mundo y otros grupos sociales. En uno de los experimentos, por ejemplo, las personas que se identificaron fuertemente con un personaje ficticio que vence varias adversidades para votar, se mostraron mucho más inclinadas a votar también ellas varios días después en una elección real, esto en comparación con otros voluntarios que leyeron una historia diferente.

En cuanto a los factores que se encuentran de fondo en este fenómeno, denominado “toma de experiencia”, parece ser que uno de los más importantes es que aquellos rasgos de personalidad que el lector pudiera encontrar similares entre sí mismo y la ficción, deben aparecer pronto en la historia, de acuerdo con la publicación.

Así, en otro experimento con un grupo de 70 hombres heterosexuales que leyeron la historia de un estudiante homosexual, la aceptación de este comportamiento fue significativamente distinta según la inclinación sexual del protagonista se revelara más temprano o más tarde en la secuencia narrativa. En este caso en particular, los participantes que solo pasadas varias páginas supieron que el personaje era gay, mostraron después actitudes menos favorables hacia la homosexualidad, en contraste con aquellos que lo supieron desde un inicio. Curiosamente este mismo fenómeno se repitió con un personaje ficticio de tez negra.

Otras circunstancias como el ambiente, la constante referencia a uno mismo (que se probó poniendo a leer a los voluntarios frente a un espejo), también influyen en la generación de este tipo especial de empatía.

“Entre más recordatorios recibes de tu propia identidad personal, es menos probable que estés dispuesto a tomar la identidad de un personaje”, explica Kaufmann. “Tienes que ser capaz de llevarte a ti mismo fuera de la fotografía y perderte realmente en el libro para tener esta experiencia auténtica de tomar la identidad de un personaje”.

Por su parte Libby aclara que la “toma de experiencia” es sumamente inmersiva, pues el lector “reemplaza su yo con otro”, en un proceso natural aunque inconsciente que pocos advierten ―lo cual lo hace todavía más intenso y vívido.

Finalmente, uno de los beneficios de este efecto de la lectura sobre una persona es que, a decir de Libby, los horizontes se amplían, llevando a los lectores a relacionarse ―ya desde su pensamiento― con grupos sociales con los que de otra manera nunca entrarían en contacto.

 

Fuente: Sin Embargo, periódico digital mexicano

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¿Por qué fracasan las campañas de lectura?

¿Se acuerdan de esta fallida campaña del Gobierno del año 2009?
¿Se acuerdan de esta fallida campaña del Gobierno del año 2009, en Chile?

Las campañas mediáticas de lectura parece que hacen mucho, pero en realidad lo que tienen es mucha resonancia (al utilizar la radio y la televisión), y muy pocos efectos prácticos si consideramos la enorme cantidad de recursos económicos que destinan y que, generalmente, derrochan.
Los círculos de lectura, en cambio, parece que hacen poco, pero hacen mucho (y son más efectivos para formar lectores), si tomamos en cuenta que sólo necesitan de la pasión por la lectura y de la voluntad para compartir la feliz experiencia de leer.

Las campañas mediáticas de lectura son como las llamadas a misa. Los círculos de lectura, en cambio, son como las ondas concéntricas en un lago: van ampliándose hasta mover y conmover todo a su alrededor: el centro y las orillas, el medio y las periferias.
Un lector (como unidad) siempre parecerá insignificante, pero un lector entusiasta (uno solo de ellos) tiene el poder de engendrar más lectores, algo que las campañas y los programas de saliva (de discursos, de labia, de rollo) no consiguen jamás.
Las campañas mediáticas de lectura parten de un error fundamental: suponer que quienes escuchan los spots por la radio y quienes escuchan y ven los spots por la televisión, apagarán de inmediato sus aparatos y se pondrán a leer un libro. Nadie hace tal cosa.
Para quienes no tienen la costumbre de leer libros y están viendo la tele o escuchando la radio, el mensaje que envía el spot les entra por una oreja y les sale por la otra. Y los que sí leen libros, y están viendo la tele o escuchando la radio en ese preciso momento en que aparece el spot, no apagan el televisor ni desconectan el radio.
¿Por qué? Porque lo que quieren, en ese momento, es ver televisión o escuchar radio y no leer libros,  sea porque ya los leyeron o porque los leerán después —cuando se les antoje—, sin que les importe en absoluto que la tele y la radio les recuerden —a través de un spot generalmente hipócrita—que “leer es divertido”. Las campañas mediáticas de lectura fundan su razón de ser en la falsa convicción de que los mensajes, repetidos una y otra vez (la hipertrofia por acumulación insistente) sensibilizan a la gente y modifican sus hábitos.
Sin embargo, está probado que un mensaje repetido miles de veces (la reiteración como estrategia) lo que ocasiona es lo contrario de lo que se propone. Produce hartazgo o indiferencia. Los spots de los partidos políticos en tiempos de elecciones constituyen la mejor prueba de esto. Los ciudadanos acaban irritados de tanta demagogia reiterativa, e indignados por tanto recursos dilapidado, literalmente echado a la basura (en medio de tantas carencias y necesidades insatisfechas de una sociedad empobrecida).

Otro ejemplo es que los spots contra la corrupción no han logrado reducirla ni mucho ni poco. Y, en cuanto a los spots de la Cámara de Diputados, el Senado y la Suprema Corte de Justicia, otra vez es dinero tirado a la basura [el autor hace alusión a la realidad de su país, México]. La mayoría de la población continúa con una opinión adversa sobre estas instituciones a las que conoce muy bien por sus actos, aunque quieran adecentarse con mensajes edificantes y demagógicos.

Los clubes o círculos de lectura
Los clubes o círculos de lectura han funcionado desde siempre y se mantienen en plena era de redes sociales

Hacen falta empresarios creadores de empresarios”, abogaba Gabriel Zaid, en 1995, en su libro homónimo. En el caso de la lectura no necesitamos más burocracias ni más spots ni más campañas masivas. Lo que hacen falta son lectores que contagien lectores: pequeñas comunidades, círculos de lectura, cofradías de lectores, personas afines que compartan y propaguen su felicidad, y fomenten en la práctica el placer de leer.
Las campañas mediáticas de lectura y las burocracias encargadas de los programas del fomento y la promoción del libro fundan su razón de ser en las estadísticas. Sus mediciones se plantean como metas, y las metas están sustentadas en recursos económicos que deben justificarse según su “impacto social”. Es por ello que se refieren no únicamente ya al número de beneficiarios (directos e indirectos), sino también (¡qué osadía!), al ¡número de lectores conseguidos! y a los ¡millones de horas de lectura acumuladas!

¡Qué gran desconocimiento del placer de la lectura! A fin de cuentas, todo se reduce a la estadística engañosa por delante, bajo el precepto tecnocrático-economicista de que “todo se puede medir y que lo que no se puede medir no existe”. Desde que llegó la tecnocracia al poder, ésta sostiene que incluso la felicidad puede medirse: el grado de bienestar y el nivel de conformidad se confunden con la felicidad, del mismo modo que el sistema educativo confunde escolarización y diplomas con educación y con saber.
Las campañas mediáticas de lectura y las burocracias tienen la peregrina certeza de que los lectores se fabrican, y que una fábrica de lectores (en serie) depende sobre todo de un combustible: el choro. Las campañas mediáticas de lectura confunden absolutamente las cosas. No es la cantidad de libros lo que hace a los lectores, sino los libros que se leen y la forma de asimilarlos y comprenderlos para integrarlos a la existencia cotidiana. Leer libros a destajo, y a la velocidad del rayo, no garantiza a nadie la felicidad lectora.

Imagen que acompaña la campaña de librería Gandhi
Imagen que acompaña la campaña de librería Gandhi

Las burocracias culturales están obsesionadas por las cifras, por los estándares, por los indicadores y los censos. Podemos entender por qué. Están convencidas que el dinero invertido debe producir algo contable. (Lo que no puede medirse, no existe.) Con esta lógica, si las becas producen artistas y escritores (que pueden contarse según las becas otorgadas) y las funciones artísticas y las actividades culturales producen “públicos” (es decir, concurrentes a esas funciones y actividades), los programas de lectura tienen que producir “lectores” (es decir, número de lectores) y horas de lectura (¡millones de horas de lectura!). Las becas también producen libros escritos y publicados, aunque los becarios (si realmente son escritores) de todos modos iban a producir los libros que las burocracias enlistan y cuentan, lo mismo si son excelentes, buenos, malos, mediocres o pésimos (ya que extraordinarios casi nunca son). Pero la inversión cultural en lectura no produce lectores en número, sino que sensibiliza y ayuda a que esos lectores surjan más fácilmente sin que puedan contarse con exactitud y, a veces, ni siquiera estimarse con aproximación.

¿Alguien sabe cómo se gradúa un lector? ¿Se ha graduado porque ya leyó el Quijote? ¿Se ha graduado porque leyó más de 25 libros en un año? ¿Y qué con los que leyeron no el Quijote sino Harry Potter? ¿Y qué con los que leyeron sólo cinco o seis libros? ¿Y qué pasa con los que apenas leyeron uno o dos (entre los cuales no estaba el Quijote), pero que, para ellos, resultaron inolvidables?

Sí, son preguntas con ganas de molestar. Y como tales las formulo, porque quien se moleste con ellas, no ha entendido, sin duda, de qué va la lectura. ¿Números? Hablemos de números. ¿Estadísticas? Hablemos de estadísticas. ¿Lectura? Hablemos de lectura. Si un profesor consigue que el 10% de sus alumnos (cuatro o cinco de ellos) se vuelvan lectores autónomos, habrá hecho mucho más que el profesor que encarga resúmenes de lectura a todo el grupo tan sólo por cubrir el programa y para quitarse de problemas. Cuatro o cinco alumnos lectores se convierten en agentes contagiosos de su pasión, que llevan lo mismo a su casa que al círculo de amigos. La lectura funciona con pequeñas células que transmiten su pasión y van haciendo ondas concéntricas en el lago de su entorno. Esto es lo que no han entendido ni las burocracias ni las campañas mediáticas de lectura.

El placer de leer no se puede medir, señala el autor
El placer de leer no se puede medir, señala el autor

El placer de leer no puede ser controlado, ni mandado, ni racionado. Medir la lectura es como querer medir el amor. (¿Cómo se mide el amor? ¿Por celos? ¿Por orgasmos?) La lectura no se mide por la cantidad de libros. Pero, por lo demás, ¿quién diablos necesita medir la lectura? No, por cierto, los lectores que, cuando lo son, son desmedidos. La medición de la lectura es asunto de las burocracias: para justificar el “gasto” cultural y los altos salarios de los altos funcionarios que, según esto, tienen derecho a esos altos salarios porque producen altos beneficios contables. Qué fácilmente quieren tomarnos el pelo.
Escribir es muy fácil, dijo alguna vez Augusto Monterroso: «lo único que se necesita es lápiz y papel«. Leer es todavía más fácil: lo único que se necesita es leer. (¿Cómo se aprende a nadar? Nadando.) Lo endemoniadamente difícil no es escribir, sino escribir bien. Lo endemoniadamente difícil no es leer, sino leer bien. Lo indudable es que ni escribir ni leer son prácticas complicadas cuando se está alfabetizado. Los que complican estas prácticas son las escuelas y las burocracias. Vigotsky comprobó que todos los niños saben contar historias y desean contar la suya. Lo malo es que la escuela les frustra su deseo: para un niño, no hay nada peor, decía Vigotsky, que un cuaderno lleno de taches rojos sobre su historia, es decir sobre su vida. (…)Todos tendríamos que saber que, en realidad, fuera de lo utilitario, no hay ninguna razón para leer que nuestras propias razones. Y cada quien tiene razones distintas. Kafka tenía la suya cuando dijo: “Un libro ha de ser un hacha para romper el mar helado dentro de nosotros”.Es sin duda una buena razón que, en la escuela o en la casa, casi nunca nos dan para leer. A causa de que las burocracias no saben esto último, es que fracasan los programas y las campañas de lectura, que persiguen únicamente estadísticas.

Y en este fracaso han conseguido todo lo contrario de lo que presuntamente se proponían. Existe hoy una enorme cantidad de personas vacunadas para siempre contra la lectura. ¡Les hicieron sufrir el placer! O le vendieron el mal cuento de que los lectores se miden por la cantidad de libros y de horas que han leído. ¡Vaya cuento! ¡Vaya desilusión!

 


Artículo publicado originalmente por el poeta y ensayista Juan Domingo Argüelles en el suplemento mexicano  Campus Milemio

 

 

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Material de Trabajo

La Biblioteca Virtual de Cortázar

«Sólo hay una escapatoria, y consiste en cerrar la puerta de la pieza en que se vive – porque de ese modo uno se sugestiona y llega a ponerse en otra parte del mundo – y buscar un libro, un cuaderno, una estilográfica»

(Julio Cortázar, 1937)


  • Los libros que el autor de ‘Rayuela’ tenía en París se pueden contemplar en la red
  • 50 años de portadas en diferentes lenguas del libro más emblemático del escritor
  • Especial de «Rayuela» una obra querida por todos
Imagen que acompaña la portada de la biblioteca digital de Cortázar
Imagen que acompaña la portada de la biblioteca digital de Cortázar

«Julio Cortázar dijo de Rayuela: «De alguna manera es la experiencia de toda una vida y la tentativa de llevarla a la escritura«. Han transcurrido 50 años desde que el escritor convirtió en palabras la historia que comenzó a soñar en 1958. La novela se publicó por primera vez en Buenos Aires en 1963 y a partir de entonces cambió una parte de la historia de la literatura y agitó la vida de miles de jóvenes en todo el mundo. En la nueva edición de Alfaguara la novela va acompañada de un mapa del París de Rayuela y de un apéndice donde Cortázar cuenta la historia del libro que buscó el más allá de todas las fronteras.

Las historias que escribió y los ejemplares que fue comprando a lo largo de su vida en París se encuentran en la Fundación Juan March. La biblioteca fue donada por su viuda, Aurora Bernárdez, en 1993, con 3.894 títulos (entre libros, revistas y recortes de prensa), que la citada fundación ha incrementado hasta cerca de los 5.000 volúmenes. Fueron libros que en muchas ocasiones el escritor compró en las librerías que se encuentran a orillas del Sena.

En la biblioteca personal de Cortázar se encuentran también muchos de los que debieron ser sus primeros libros: primeras ediciones de textos franceses de autores surrealistas o antiguas ediciones de clásicos castellanos. Muchas obras están dedicadas por sus autores al escritor (Alberti, Neruda, Onetti, Lezama Lima, Octavio Paz…), y otras aparecen firmadas o anotadas por Cortázar. Sus manuscritos literarios y sus papeles están depositados en las universidades de Texas (Austin) y Princeton (Nueva Jersey) y el archivo fotográfico se encuentra en el Centro Galego e Artes da Imaxe de A Coruña. El Instituto Cervantes y la Fundación Juan March han elaborado una visita virtual a Los libros de Cortázar

Fuente: Este artículo fue publicado originalmente en el diario El País

 

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Fomento lector

¿Es recomendable la llamada literatura juvenil?

En el metro o diversos medios de transporte podemos ver a los jóvenes leyendo
En el metro o diversos medios de transporte podemos ver a a mucha gente leyendo, y entre ellos a jóvenes de diversas edades

Determinadas colecciones se publican pensando especialmente en el lector adolescente, una estrategia que muchas veces responde más a criterios editoriales, de mercado, que a la necesidad real de una diferenciación. Entre los títulos de las colecciones juveniles hay obras de indudable interés, no sólo para los jóvenes, sino para todo tipo de lectores. Del mismo modo, hay estupendas obras literarias muy recomendables para el lector adolescente que se publican fuera de estas colecciones, sin etiquetas que las identifiquen necesariamente con este público.

La saga con la historia de los vampiros fue todo un éxito entre los adolescentes
La saga con la historia de los vampiros fue todo un éxito entre los adolescentes

Los jóvenes, como cualquier otro lector, necesitan libros de calidad. Es preferible dar con buenos autores, que consideremos adecuados a los gustos e intereses de nuestros hijos, que seguir a ciegas una colección fija.

Hay, eso sí, ciertas temáticas literarias vinculadas a la psicología propia de esta edad, que suelen interesar al adolescente: viajes iniciáticos, relatos sentimentales, búsquedas fantásticas, cuentos de misterio y terror, historias de pandillas y tribus. La clave en la selección es saber combinar el atractivo que suscitan determinadas argumentos, muchas veces con contextos cercanos a sus vivencias personales, junto a propuestas literariamente estimulantes, que les planteen retos y les permitan crecer como lectores.


Fuente: Este artículo fue publicado originalmente en septiembre del 2010 en el Blog de Leer.es