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Las novelas policiales y el fomento lector

Las portadas atractivas son sólo el preámbulo de una historia aun más entretenida
Las portadas atractivas son sólo el preámbulo de una historia aun más entretenida

A partir de los diez años, muchos niños poseen las capacidades cognitivas y emocionales para disfrutar las novelas policiales y entender su trama.  Tienen la capacidad para inferir, analizar y observar detalles, lo que les permitirá plantearse hipótesis que los ayudarán a descubrir quién es el culpable, descartando a los que son inocentes.

Tener que desentrañar un misterio resulta desafiante, entretenido, y de paso, constituye una excelente manera de incentivar la lectura en los niños, especialmente cuando se trata de una saga, porque al terminar un libro se quiere continuar con el siguiente.  Sin duda tratar de comprender los misterios y buscar resolver las incertidumbres es una característica de la inteligencia humana.  Es por eso que el género policial tiene tantos adeptos entre jóvenes y adultos, lo que se ha incrementado en el último tiempo con la irrupción de la novela policial nórdica, con notables escritores como Stieg Larsson y Henning Markell.  Los entrañables personajes de Agata Christie han acompañado a generaciones de adultos y jóvenes con numerosas obras, que escribió hasta los 85 años.

En Chile, las autoras Jacqueline Ballcells y Ana María Güiraldes, en un concierto a cuatro manos, se han dado a la tarea de describir tramas policiales que fascinan a los niños.  El personaje central creado para esta saga de novelas policiales, es el detective Heriberto Soto, quien se encuentra siempre en el lugar preciso para desempeñar su rol con gran acierto.  Escribir en forma cooperativa constituye un excelente modelo en una sociedad en que la competencia supera con creces a la cooperación.

Lo novedoso en la creación de las autoras es una especie de final abierto, en el cual se puede conjeturar quién es el culpable entre varios personajes, todos posibles pero a la vez bastante improbables. La respuesta al enigma policial está escrito de una manera ingeniosa al final del libro, lo que lo hace más interesante aún, ya que es necesario un espejo para leer la respuesta correcta, que está escrita al revés.

La mítica figura del detective es atractiva en si misma, pues un halo de misterio le rodea siempre, además de un pasado tormentoso
La mítica figura del detective es atractiva en si misma. Un halo de misterio le rodea siempre, además de un pasado tormentoso

El hecho de que sean cuentos cortos incentiva la lectura y atrae la curiosidad, no sólo de los niños, sino también de los adultos, y como dice Heriberto Soto, en el caso de los tres colores (corresponde a un cuento de la novela «Nuevos Casos Misteriosos») “Nada es tan difícil, si uno sabe mirar”.  Lo complejo de la trama es que nadie está libre de sospecha.  Al develar el misterio, se aprende que las aparicencias engañan y personas que se presentan como muy respetables pueden cometer delitos, y que el culpable siempre entrega una pista que lo delata.La lectura conjunta con los padres es posible en la medida que son cuentos cortos.  Como la resolución del enigma se da al final del libro, se puede jugar a encontrar al culpable y a defender con argumentos la elección hecha.  Lo mismo podría hecerse en la sala de clases, desarrollando así las habilidades de pensamiento de los alumnos.

Si quiere pasar un buen rato con sus hijos y desarrollar la motivación por leer, les aconsejo la lectura de “Nuevos casos misteriosos”.  Muchos buenos lectores se inicaron con las novelas policiales.

 

 

Artículo escrito por la psicóloga  y escritora Neva Milicic, y publicado originalmente en la Revista YA  de «El Mercurio»

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Elogio y defensa del “viejo” libro

En neorólogo Oliver Sacks
En neorólogo Oliver Sacks

¿Qué hace un lector devoto cuando su vista, edad mediante, ya no es la misma? El neurólogo Oliver Sacks  (1) analiza su propio caso y la renuencia a los soportes tecnológicos. Además, la escritora Florencia Abbate cuenta por qué prefiere el libro en formato clásico.

Acabo de publicar un libro, pero no lo puedo leer porque, como millones de otras personas, tengo problemas en la vista. Tengo que usar una lupa, y eso resulta lento y engorroso porque el campo es muy limitado y no se puede abarcar una línea completa, mucho menos un párrafo, de una sola mirada. Lo que necesito es una edición en letra grande, que pueda leer (en la cama o en el baño, donde hago la mayor parte de la lectura) como cualquier otro libro. Algunos de mis libros anteriores existían en ediciones de letra grande, algo invalorable cuando me pedían que hiciera una lectura en público. Ahora me dicen que la versión impresa no es “necesaria”, que tenemos e-books, que nos permiten aumentar a nuestro antojo el tamaño de la letra.
Pero no quiero un Kindle, un Nook ni un iPad, cualquiera de los cuales podría caerse en el baño o romperse, y que tienen controles para los cuales necesitaría una lupa. Quiero un libro de verdad, de papel impreso, que tenga peso, que huela a libro, como los libros de los últimos 550 años, un libro que pueda guardarme en el bolsillo o poner con los demás en la biblioteca, donde pueda divisarlo en momentos inesperados.

Cuando era chico, alguno de mis familiares mayores, así como un primo que tenía problemas de vista, usaban una lupa para leer. La aparición de los libros de letra grande en la década de 1960 fue para ellos un regalo del cielo, como para todos los lectores que veían mal. Florecieron las editoriales especializadas en ediciones en letra grande para bibliotecas, escuelas y lectores, y siempre se las podía encontrar en librerías o bibliotecas.

En enero de 2006, cuando mi vista empezó a declinar, me pregunté qué podría hacer. Había audiolibros –yo mismo he grabado algunos–, pero era un lector por antonomasia, no un oyente. Soy un lector empedernido desde que tengo memoria, y con frecuencia recuerdo de forma casi automática números de página o el aspecto de párrafos y páginas. Quiero libros que me pertenezcan, libros cuya paginación íntima se me haga familiar y querida. Mi cerebro necesita lectura, y la respuesta reside, para mí y con toda claridad, en los libros de letra grande.

Pero ahora cuesta mucho encontrar en las librerías libros de calidad impresos con letra grande. Lo descubrí cuando hace poco fui a Strand, una librería famosa por sus miles de estanterías que visito desde hace cincuenta años. Sí, tenían una (pequeña) sección de letra grande, pero consistía sobre todo en novelas baratas y manuales. No había recopilaciones de poesía, teatro ni biografías. Tampoco ciencia. No estaba Dickens, ni Jane Austen, ninguno de los clásicos, nada de Bellow, Roth ni Sontag. Salí frustrado, y también furioso: ¿las editoriales pensaban que los discapacitados visuales eran también discapacitados intelectuales?

Memoria y experiencia

brain-269x200Leer es una tarea de gran complejidad, en la que intervienen muchas partes del cerebro, pero no es una habilidad que los seres humanos hayan ido adquiriendo en el transcurso de la evolución (a diferencia del discurso, que tiene raíces mucho más profundas).La lectura es un avance relativamente reciente, cuyos comienzos se remontan tal vez cinco mil años en el tiempo y que depende de una pequeña zona de la corteza visual del cerebro. Lo que ahora llamamos el área visual de formación de palabras (VWFA por la sigla en inglés) es parte de una zona cortical que evolucionó hasta reconocer formas básicas en la naturaleza, pero que puede reutilizarse para el reconocimiento de letras o palabras. Ese reconocimiento elemental de formas o letras es sólo el primer paso. A partir de esa área visual de formación de palabras deben hacerse conexiones de doble vía a muchas otras partes del cerebro, entre ellas las responsables de la gramática, los recuerdos, asociaciones y sentimientos, de modo tal que letras y palabras adquieran sus significados específicos. Cada uno de nosotros forma vías nerviosas únicas relacionadas con la lectura, y cada uno lleva al acto de leer una combinación única, no sólo de memoria y experiencia, sino también de modalidades sensoriales. Algunos pueden “escuchar” los sonidos de las palabras a medida que leen (a mí me pasa, pero sólo cuando leo por placer, no cuando leo con fines de información); otros pueden visualizarlas, de forma consciente o no. Algunos pueden tener una aguda conciencia de los ritmos acústicos o los énfasis de una frase; otros son más conscientes de su aspecto o su forma.

En mi libro El ojo de la mente , describo a dos pacientes, ambos escritores, que pierden la capacidad de leer como consecuencia de una lesión cerebral en la VWFA, que está cerca de la parte posterior del hemisferio izquierdo del cerebro (quienes padecen ese tipo de alexia pueden escribir, pero no leer lo que escriben). A pesar de ser editor y un amante del texto impreso, uno de ellos se volcó de inmediato a los audiolibros para “leer”, y empezó a dictar sus propios libros en lugar de escribirlos. La transición le resultó fácil; de hecho, pareció algo natural. El otro, un escritor de novelas policiales, estaba demasiado habituado a la lectura y la escritura como para abandonarlas. Siguió escribiendo (en lugar de dictar) y descubrió, o ideó, una extraordinaria nueva forma de “lectura”: su lengua empezó a copiar las palabras que tenía delante, trazándolas en la parte posterior de los dientes. Leía, en efecto, mediante el recurso de escribir con la lengua empleando las zonas táctil y motriz de la corteza. También pareció ocurrir de manera natural. Al recurrir a sus fortalezas y experiencias individuales, el cerebro de cada uno encontró la solución adecuada, la adaptación a la pérdida.

 

Nuevas formas de leer

Para alguien que nace ciego, sin imágenes en absoluto, la lectura es una experiencia esencialmente táctil, a través del relieve de la impresión en Braille. Los libros en Braille, al igual que los libros con letra grande, son cada vez menos en la actualidad, a medida que la gente recurre a los audiolibros, más baratos y abundantes, o a los programas de voz digital. Pero hay una diferencia fundamental entre leer y que nos lean. Cuando es uno el que lee, ya sea por medio de los ojos o de un dedo, es libre de avanzar o retroceder, de releer, de reflexionar o fantasear en medio de una frase: uno lee según su propio tiempo. Que nos lean, o escuchar un audiolibro, son experiencias más pasivas, sujetas a los caprichos de otra voz y que se desarrollan en el tiempo del narrador.

Si avanzada la vida nos vemos obligados a aprender nuevas formas de leer –de adaptarnos a una menor visión, por ejemplo–, cada uno debe hacerlo a su manera. Algunos podremos pasar de leer a escuchar; otros seguirán leyendo mientras les sea posible. Algunos podrán agrandar la letra en sus lectores de libros electrónicos; otros lo harán en sus computadoras. Nunca he adoptado ninguna de esas tecnologías. Por ahora, por lo menos, me atengo a la anticuada lupa (tengo una docena, de diferentes formas y potencia).

La escritura tendría que ser accesible en la mayor cantidad posible de formatos: George Bernard Shaw decía que los libros eran la memoria de la humanidad. No debería permitirse que desapareciera ningún tipo de libro, ya que todos somos individuos y tenemos necesidades y preferencias muy específicas, preferencias que llevamos grabadas en todos los planos del cerebro, en redes y configuraciones nerviosas individuales que crean una relación profundamente personal entre autor y lector.


Este artículo fue publicado originalmente en The New Yorker (2013),  y traducido por Joaquin Ibarburu, quien lo publicó el 7 de enero 2013 en la revista Eñe, del diario argentino Clarín.


(1) Oliver Sacks es un escritor y neurólogo inglés. Profesor de neurologia clinica en la Escuela de Medicina Albert Einstein y profesor adjunto de neurología en la Universidad de Nueva York. Escribió, entre otros, “Despertares” y “Musicofilia”.

 

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Johnny Depp: su faceta desconocida como bibliófilo y editor

El actor estadounidense Johnny Depp ha decidido unir a su trabajo al de editor. El artista ha anunciado que se ha asociado con el gigante editorial HarperCollins Publishers para lanzar su propio sello literario, Infinitum Nihil, con el que empezará a publicar obras el próximo año.

Infinitum Nihil, nombre también de la productora cinematográfica de Depp, se estrenará con House of Earth (Casa de la Tierra), novela de fuerte contenido social  escrito por el fallecido cantante de música folk Woody Guthrie. Guthrie terminó el libro en 1947 pero nunca intentó publicarlo y el manuscrito permaneció en sus archivos. El libro se desarrolla en el norte de Texas en la década de los años 30 en medio de una lucha entre particulares, bancos e intereses corporativos. La editorial anunció que lanzará este primer libro al mercado en enero del 2013, y para el 2015 ya prevé poner a la venta otro de sus grandes proyectos, The Unraveled Tales of Bob Dylan (Las Historias no reveladas de Bob Dylan)  escrita por Douglas Brinkley. La obra es una recopilación de artículos y entrevistas realizadas al artista.

«Prometo, en nombre de Infinitum Nihil, que haremos todo lo que podamos para presentar publicaciones que merezcan el tiempo de la gente, que conciernan a la gente. Publicaciones que normalmente no hubiesen visto la luz», explicó Johnny Depp.

Depp es también un gran aficionado a coleccionar libros, y  parece seguir los pasos del personaje que interpretó en La novena puerta dada su pasión por los libros. Al parecer el actor goza coleccionando varias ediciones de un mismo libro, y es aficionado a la poesía,  T.S. Elliot, de Rimbaud,  Baudelaire figuran entre sus favoritos. Las preferencias también incluyen al poeta galés Dylan Thomas o al maestro del terror, Edgar Allan Poe, de quien posee una primera edición de Cuentos de misterio e imaginación que fue la envidia de Vincent Price cuando ambos actores entablaron amistad en la época de  la filmación de la película Eduardo manos de tijeras.

Logotipo del sello editorial
Logotipo del sello editorial

Pero entre todos los autores que comparten su biblioteca, nadie le gusta tanto como los de la generación Beat y en especial su maestro, Jack Kerouac. Por él, Depp viajó hasta Lowell (Massachusetts, EEUU) para visitar la casa del autor de En el camino. Es tanta su afición a la obra de este escritor  y poeta norteamericano, que posee no solo algunas de sus cartas y manuscritos originales sino su última máquina de escribir.

Todo un coleccionista y bibliófilo ¿no? Esta vez el afamado actor tendrá oportunidad de sacar a relucir su creatividad bajo una nueva faceta.  Esperemos que su obra considere la traducción a otros idiomas, para poder juzgar su trabajo, esta vez como editor.

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No, no nos cansamos de hablar de los beneficios de la lectura

Una investigación británica que siguió a casi 20 mil personas entre la adolescencia y la adultez, reveló una dimensión hasta ahora desconocida del hábito de leer: cuando se hace por placer, es el mejor predictor de éxito profesional.

La lectura dejó de ser de "ñoños", hoy muchos quisieran ser buenos lectores
La lectura dejó de ser de «ñoños», hoy muchos quisieran ser buenos lectores

La investigación británica revela que las consecuencias de no leer frecuentemente son mucho más profundas de lo que se pensaba. Porque la principal conclusión de este estudio es que la lectura es el  más importante predictor del éxito profesional.

Durante dos décadas, científicos del departamento de Sociología de la Universidad de Oxford analizaron los hábitos, actividades e intereses de casi 20 mil jóvenes, en una investigación que dirigió el profesor Mark Taylor y que acaba de ser presentada ante la Asociación Sociológica Británica. Cuando tenían 16 años, los adolescentes fueron consultados sobre lo que hacían en su tiempo libre. Ahora, a los 33 volvieron a ser entrevistados. Y los resultados no dejaron lugar a dudas: las mujeres que a los 16 años leían libros sólo por gusto tenían 39% de probabilidades de alcanzar un puesto gerencial. En las que habían preferido dedicarse a otras actividades en su tiempo libre durante la adolescencia, las posibilidades bajaban a 25% . Para los hombres, que en general, en todos los países tienen más posibilidades de llegar a altos puestos ejecutivos, la cifra pasa de un 48% entre quienes no leían a los 16 años, a un 58% entre los que sí tenían el hábito lector.

Ninguna de las otras actividades extracurriculares propias de los jóvenes que fueron evaluadas junto a la lectura, como las prácticas deportivas, socializar, ir a museos, asistir regularmente al cine, a conciertos o tomar talleres, logró generar un impacto significativo en el nivel profesional que las personas alcanzarían una vez pasada la barrera de los 30 años. Es más, según Mark Taylor asegura  la lectura tiene estos efectos beneficiosos incluso cuando se aíslan factores cruciales, como el nivel educacional de los padres o la comodidad económica de las familias. Esto concuerda con una investigación del 2002 de la OCDE, citada en un informe del Fondo Nacional de Alfabetización del Reino Unido, realizado por las investigadoras Christina Clark y Kate Rumbold, que asegura que «disfrutar de la lectura es más importante para el éxito educacional de los niños que el estatus socioeconómico de su familia«. Así de claro.

¿Por qué? En palabras de la experta en Sicología de la Educación de la U. Católica, Malva Villalón, la lectura nos sitúa en el mundo de la comprensión y el manejo del lenguaje, que es el instrumento más potente del pensamiento: «No existen procesos cognitivos separados del lenguaje, pues todas las demás operaciones y actividades se realizan gracias a éste, ya que traspasa todas las áreas: te enseña a hacer analogías y relaciones lógicas, que son útiles en todas las instancias». Es el dominio del lenguaje el que nos permite comprender todos lo demás.

La lectura no es un acto solitario, como se piensa comúnmente
La lectura no es un acto solitario, como se piensa comúnmente

Pero esta promesa de beneficio viene aparejada de una advertencia: tenemos que leer por gusto. De hecho, la mayoría de las investigaciones que hablan sobre las ventajas de leer libros lo hacen desde la presunción de que quien realiza esta actividad, lo hace libremente y que esta predisposición relajada es la que nos vuelve capaces de absorber naturalmente todo lo que la lectura pueda traspasarnos. En un estudio clásico sobre este tema, llamado «La sicología de leer por placer: necesidades y gratificaciones», el profesor Víctor Nell, de la Universidad de Sudáfrica, establece que «la lectura por placer es una forma de juego», una forma de entretención natural que nos permite, según los especialistas, captar los contenidos, pero a la vez relacionarlos con lo placentero que nos produce una buena historia, que puede volverse neurológicamente adictiva y hacernos liberar dopamina y serotonina, ligadas a la sensación de bienestar.

Y la evidencia sigue. En el informe realizado por el Fondo Nacional de Alfabetización del Reino Unido, titulado Leer por placer, el doctor Stephen D. Krashen, autor del libro «El poder de la lectura«, asegura que cuando los niños leen por gusto, cuando quedan atrapados en los libros, adquieren, involuntariamente y sin hacer esfuerzos conscientes, casi todas las llamadas habilidades de lenguaje. «Se volverán lectores apropiados, adquirirán un gran vocabulario, desarrollarán la habilidad de comprender y usar construcciones gramaticales complejas y desarrollarán un buen estilo de escritura. Aunque la voluntad de leer libremente, por sí misma, no asegura el logro de los más altos niveles de alfabetización, al menos asegurará un nivel aceptable. Sin ésta, sospecho que los niños ni siquiera tienen una oportunidad de alcanzarla», agrega.

Algo muy diferente a lo que ocurre cuando se lee por obligación. Malva Villalón plantea que cuando los niños leen, por ejemplo, para una prueba, lo hacen estratégicamente, buscando aquellos elementos de la historia por cuya comprensión saben que serán evaluados, de modo que no se entregan al libro, no lo disfrutan y no extraen, por tanto, todos sus beneficios. Por supuesto, terminan aburriéndose. Según el estudio Escuela y Familia: Su influencia en la formación para lectores del mañana, de Fundación La Fuente, cuando se les pregunta a los niños qué es lo que menos les gusta de leer, la respuesta mayoritaria es «sentirme obligado a hacerlo», que alcanza a un 41% de las respuestas, con un 23% de los encuestados que dice que le disgustan los temas.

No importa cuánto

Si ya ha leído acerca de todas estas ventajas y en este momento se está lamentando por no ser un ávido lector, no se aflija tanto. Diversos especialistas consideran que se puede comenzar a formar el hábito a cualquier edad y desde ahí comenzar a beneficiarse. Más encima, el esfuerzo que tendrá que dedicarle a este proceso probablemente sea menor de lo que usted espera. Una de las principales conclusiones que plantea la investigación del sociólogo Mark Taylor es que no es tan relevante si se lee todos los días o unas pocas veces al mes. «La magnitud de los efectos (de generación de éxito en la vida laboral) no varía de acuerdo a cuánto leen los niños. Estos son semejantes en niños que leen libros más de una vez por semana y en aquellos que lo hacen sólo poco más de una vez al mes. La única diferencia, en este sentido, se da entre los niños que leen y los que no leen nunca», dice el académico, lo que lo lleva a afirmar que «no importa cuánto lo hagas, mientras lo hagas»: el éxito vendrá igual, tarde o temprano.

Einstein disfrutaba leyendo, y solía hacerlo seguido. No es fácil nombrar sus autores y libros  favoritos, pero  acá hay un par: Don Quijote, de Cervantes y los Hermanos Karamasow Brothers, de Dostojewski.
Einstein disfrutaba leyendo, y solía hacerlo seguido. Un par de sus libros favoritos eran  Don Quijote, de Cervantes y los Hermanos Karamasow, de Dostojewski.

Por supuesto, con esto no se intenta negar los beneficios de todas las posibilidades de entretención o aprendizaje que pueda tener una persona, en el corto y largo plazo. Nadie duda de que ser exitoso depende no sólo del manejo intelectual, sino de su interrelación con otras capacidades sociales, como son las de liderazgo y socialización. De hecho, Taylor asegura que leer libros en la adolescencia es un antecedente crucial para llegar a la universidad, pero que si a eso se le agrega la participación en una actividad cultural, como tocar un instrumento o ir a los museos, esa probabilidad aumenta. Por ejemplo, en el caso de los hijos de padres que trabajan en administración o ventas, su posibilidad de entrar a la universidad pasa de un 24% (que alcanzan quienes sólo leen libros) a un 54%, en el caso de los hombres que se comprometen con otra actividad extracurricular, una cifra que cambia desde el 20% al 48% en las mujeres.

Sin embargo, incluso esas «habilidades blandas» pueden conseguirse a través de la lectura. Hasta ahora, se pensaba que los ávidos lectores eran una suerte de ratones de biblioteca que no se comunicaban con el mundo, mientras que los deportistas o los del club de teatro del colegio eran los populares que controlaban los recreos y, de paso, todas las situaciones de vinculación social. Nada más equivocado, pues si por una parte la lectura es la única actividad que, por sí misma, asegura mayor éxito laboral en la vida, por otra, también ayuda a fomentar las relaciones sociales.

Malva Villalón asegura que quienes leen más, manejan un mejor vocabulario y se sienten más seguros de los contenidos que manejan, lo que los lleva a ser personas que hablan más. «Esas personas suelen ser vistas por los otros como líderes potenciales». Además, por lo mismo, les va mejor cuando buscan trabajo, asegura Villalón, pues «la gente que lee más, tiene más temas de los que hablar y está más familiarizada con las formas del discurso, por lo que comprende bien las instrucciones, entabla un buen diálogo, plantea puntos de vista y toma la iniciativa».

Fuente: artículo escrito por Jennifer Abate bajo el título original de «Los insospechados beneficios de la lectura» y publicado  el 07 de mayo en sección Tendencias de La Tercera 

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Los secretos de Franz Kafka

Kafka, en sus años mozos. Fotografía anónima de 1905
Kafka, en sus años mozos. Fotografía anónima de 1905

El escritor checo de origen judio Franz Kafka no quería que sus manuscritos le sobrevivieran, por eso le pidió a su amigo y albacea, el también escritor Max Brod, que los quemase después de su muerte, en 1924. Brod no respetó los deseos de su amigo y se llevó consigo los documentos cuando emigró a Palestina, tras la ocupación alemana de Checoslovaquia en 1939.

Hace poco, y tras muchas y muy kafkianas idas y vueltas legales, el Tribunal de Familia de Tel Aviv, ordenó que el archivo personal de Max Brod, que contiene los documentos, se transfiera a la Biblioteca Nacional de Israel, donde Brod deseaba que estuvieran, según dejó escrito en su testamento. En él, le pedía a Esther Hoffe, su secretaria y supuesta heredera del controvertido archivo, que lo donara a alguna institución israelí.

Pero una vez más, y ante un legado de tal valor histórico y claro, económico, ganó la falta de respeto a los deseos del difunto, y cuando Hoffe falleció, en 2007, repartió el legado entre sus dos hijas, dando comienzo a una historia de conflictos entre las herederas, las instituciones académicas y los archivos nacionales alemán e israelí, que no llegó a su fin hasta ayer, cuando la jueza sentenció que “se puede determinar que los manuscritos no fueron entregados como regalo”.

En 2009 Israel inició un juicio contra las herederas exigiendo la devolución de todos los papeles, pero las hijas de Hoffe alegaron sentirse en su derecho de quedarse con los manuscritos, o lo que quedaba de ellos, ya que su madre, antes de morir, había vendido el original de El proceso , y otros documentos a varias instituciones.

Carta de Kafka
Proceso de análisis de los documentos

Mientras la heredera sobreviviente habla de apelar el veredicto, el Estado de Israel reclama los documentos, algunos de los cuales están en cinco cajas fuertes que fueron abiertas el año pasado tras otra compleja instancia judicial.

Se trata de decenas de miles de páginas, entre las que se encuentra el diario personal de Kafka y correspondencia con otros escritores, y si todo sale según el deseo de Brod, pronto serán accesibles para el público general, tras permanecer décadas en manos privadas.

Las dos hermanas, que viven en Tel Aviv, insisten en quedarse la amplia colección de documentos, pero las autoridades argumentaban que forman parte de la herencia cultural de Israel y deben entregarse a la Biblioteca Nacional de dicho país.

El Tribunal de Familia de Tel Aviv falló ahora tras hacer una cuidadosa interpretación del testamento de Brod, de 1961, «pieza central en la disputa», que las Hoffe no recibieron la colección como un regalo. Por ello, ordena que los textos sean entregados a la Biblioteca Nacional.

Fuente: El  Clarín

 

 

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Los cuentos populares y su función terapéutica


Los cuentos de hadas, también llamados cuentos populares (“Caperucita roja” – “Cenicienta” – “Blancanieves” – “La bella durmiente” – “Hansel y Gretel” ), estimulan la fantasía  y cumplen una función terapéutica:

1-Porque reflejan sus experiencias, pensamientos y sentimientos

2-Porque ayudan al lector sus superar  ataduras emocionales por medio de un lenguaje simbólico, haciendo hincapié en todas las etapas -periodos o fases- por las que atraviesa a lo largo de su infancia.

Cuando un niño lee o escucha un cuento popular, pone en juego el poder de su fantasía y, en el mejor de los casos, logra reconocerse a sí mismo en el personaje central, en sus peripecias y en la solución de sus dificultades, en virtud del tema que los cuentos le permite trabajar con los conflictos de su fuero interno.

El psicoanalista Bruno Bettelheim, manifiesta que en el campo de la literatura infantil no existe otra cosa más enriquecedora que los viejos cuentos populares, no sólo por su forma literaria y su belleza estética, sino también porque son comprensibles para el niño, cosa que ninguna otra forma de arte es capaz de conseguir.  Bettelheim, en su Psicoanálisis de los cuentos de hadas”, afirma que: “A través de los siglos (si no milenios), al ser repetidos una y otra vez, los cuentos se han ido refinando y han llegado a transmitir, al mismo tiempo, sentidos evidentes y ocultos; han llegado a dirigirse simultáneamente a todos los niveles de la personalidad humana y a expresarse de un modo que alcanza la mente no educada del niño, así como la del adulto sofisticado”.

Los cuentos aportan importantes mensajes al consciente, preconsciente e inconsciente, sea cual sea el nivel de funcionamiento de cada uno en aquel instante. Al hacer referencia a los problemas humanos universales, especialmente aquellos que preocupan a la mente del niño, estas historias hablan a su pequeño yo en formación y estimulan su desarrollo.

Los cuentos que provienen de la tradición oral abordan el mismo tema: la sublimación de los conflictos emocionales y los problemas existenciales que aquejan a los niños. Si bien existen libros pedagógicos que ayudan a desarrollar las funciones cognoscitivas del niño, existen también libros que ayudan a superar los traumas psicológicos por medio de la ficción y ellenguaje simbólico, que representa cosas que no están al alcance del entendimiento humano.

La tesis de Betellheim parte de la base de que todos los cuentos populares reflejan la evolución física, psíquica, intelectual y social del niño.

En los cuentos populares, como en gran parte de los cuentos de la literatura infantil moderna, existe una dicotomía maniquea entre los personajes, cuyos atributos representan la bondad o la maldad, dependiendo del rol que se les asigna en la trama del cuento. Las fuerzas del bien están simbolizadas por el protagonista central y los personajes secundarios -el príncipe, las hadas, las palomas y los magos-, entretanto las fuerzas tenebrosas del mal están simbolizadas por los personajes -humanos y animales- que representan la insensatez, la astucia y el peligro, como es el caso del lobo feroz, los gnomos, las brujas y los logros.

Este artículo fue escrito por Clotilde Sarrió y publicado orifinalmente en el Blog de Gestalt-Terapia

Observaciones al margen;

Para quienes quieran profundizar en el tema, encontré en google books el libro «Psicoanálisis de los cuentos de hadas»» (no está completo del todo, pero tiene varios capítulos completos)

 

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Literatura versus tráfico en Melbourne, Australia

Ayer conocí el trabajo de Luzinterruptus, un colectivo de artistas que trabaja en base a la iluminación. El grupo realiza  instalaciones en diversos lugares del mundo, basando cada puesta en escena en un tema. El trabajo que hicieron en Melbourne se basa en los libros, y se titula «Traffic v/s Light» («Literatura v/s tráfico») porque es un juego de luces en base a la iluminación que generan los autos, versus la que aportan los libros en una transitada calle de la ciudad de Melbourne, Australia.

Como podrán apreciar en las fotografías, es algo muy original, hermoso y que atrajo un sin número de miradas de parte de los transeúntes. Les dejo con la transcripción del artículo publicado originalmente en  luzinterruptus

«En junio, nos trasladamos a Melbourne para llevar a cabo una gran instalación, la más grande hasta ahora para nosotros, dentro del festival  Light in Winter (Luz en el invierno).

La temática elegida por el festival para este año ha sido “la lectura”, por lo que nos pidieron que lleváramos a cabo Literature vs Traffic, una pieza que ya habíamos instalado en New York de forma subversiva y que nos ofrecían la oportunidad de ampliar y hacer crecer durante un mes.

Hasta la otra punta del mundo nos fuimos, pasando del soleado verano madrileño a un suave y lluvioso invierno en Melbourne, con la romántica intención de convertir la moderna y fría arquitectura de Federation Square, en un espacio acogedor, humano e íntimo, que invitara a lectura y al recogimiento.

Contábamos para ello con 10.000 libros desechados por bibliotecas públicas por considerarlos obsoletos, que el Ejercito de Salvación se encargó de recoger y donarnos altruístamente, por supuesto, también teníamos nuestras luces y la ayuda de un montón de amigos con la que convivimos durante un mes en los trabajos de ensamblaje e instalación.

¿El fin de esta pieza?, él mismo que el de la primera vez que la llevamos a cabo, que un río de libros desbordara el espacio físico de los peatones y se instalara en el asignado a los coches, robando un preciado suelo al abundante tráfico de la zona, en un gesto simbólico en el que la literatura se apoderara de las calles y se convirtiera en conquistadora del espacio público, ofreciendo a los ciudadanos, un lugar (no tan grande como nos hubiera gustado) en el que el tráfico se retirara para ceder terreno al modesto poder de la palabra escrita.

Conseguimos, después de una dura batalla contra la climatología, cambiar el aspecto de la plaza, progresivamente durante un mes, conquistamos terreno hasta que la noche del 30 de junio, un carril de la transitada Flinders Street pasó a ser una sala de lectura iluminada por una tenue luz que palidecía bajo las potentes pantallas de leds instaladas en la plaza.

Nuestra pieza sirvió de telón de fondo para muchas cosas que pasaron por allí esos días, por supuesto, fue el escenario para multitud de fotos de los curiosos y visitantes, además estuvo acompañando a muchas otras piezas instaladas durante el festival de luz, y para conmemorar el solsticio de verano fue utilizada como escenografía de la pieza de danza y performance Walking Through Words, dirigida por Tony Yap y  Yumi Umiumare en colaboración con varias comunidades de la ciudad.

La noche final, el río desbordado de libros, fue ofrecido a los visitantes que se tomaron su tiempo eligiendo entre los miles instalados los más interesantes para llevarse a casa. Además 9 artistas de la compañía de Yumi, llevaron a cabo una improvisada y mágica performance que terminó en una donación de libros a los ocupantes de los coches que circulaban por los alrededores y que estupefactos abrían las ventanillas para hacerse con tan misteriosos presentes.

Aunque ha sido una instalación complicada y con un planteamiento bastante diferente a las modestas y efímeras que solemos llevar a cabo, el balance final ha sido muy positivo, sobres todo por todas las personas que hemos conocido y que nos han ayudado a que saliera adelante.

No queremos dejar de dar las gracias a todos los voluntarios que generosamente nos donaron su tiempo, a la gente de Fedsquare que nos allanó los obstáculos y que participó activamente en la construcción de la pieza, a los colegas de Guerrilla Lighting que nos acompañaron con sus linternas, a Fred Kroh que nos cedió gran cantidad de material fotográfico, a los artistas que embellecieron la instalación con sus performances… Unas especialísimas gracias a  Alfonso Ruano que se fue con nosotros desde España y sin el cual definitivamente nada de esto hubiera sido posible, gracias amigo y por supuesto a nuestra querida Cristina Curiel, que consiguió que todo funcionara a la perfección.

No nos vamos a olvidar de todo ese tiempo, muchísimo, que hemos pasado mirando libros, pasando hojas y descubriendo secretos olvidados de gente que no conocemos, y preguntándonos cual fue el criterio que siguieron los bibliotecarios para expulsarlos de sus estanterías, algunos nos parecieron verdaderamente impresionantes.

Toda una experiencia esta gran instalación, hemos aprendido muchas cosas interesantes, esperamos que no se nos olviden…»

Si le ha interesado el trabajo de este colectivo de artistas, le recomiendo leer esta entrevista (en inglés)

Fotos de Gustavo Sanabria.


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Entrevistas

Humberto Maturana: «Nunca he sido un buen lector porque me cuesta leer, pero he aprendido a leer por pedazos»

Humberto Maturana
Humberto Maturana, Premio Nacional de Ciencias en 1994

Humberto Maturana, biólogo y epistemólogo chileno, es el típico científico desgarbado, melenudo y de gruesos lentes que no le despintan la imagen de sesudo e intelectual. Sencillo y quitado de bulla, deambula por doquier con sus eternos chalecones de lana y sus bufandas al viento. Es distraído, como todo científico que se precie de tal, pero siempre amable y dispuesto a atender a quien quiera hacerle una pregunta o simplemente tocarlo, pedirle un autógrafo o expresarle su admiración de cualquier manera, por muy loca que sea.

Como profesor, este Premio Nacional de Ciencias es claro, conciso, se pasea con los brazos en la espalda repitiendo sus grandes verdades –es una eminencia reconocida a nivel internacional y afuera muchos lo veneran- y le encanta que lo interrumpan, le rebatan, lo acosen, etc. No es, entonces, un científico tan típico como acabamos de decir en el comienzo. Sus libros no sólo los devoran los estudiantes de ciencias biológicas, sino todos los que quieren saber algo más de la gran complejidad y simpleza del ser humano.

Y Humberto Maturana es tan típico y atípico, -cosa extraña, pero cierta según cómo lo miremos-, que sus respuestas nos dejarán más que sorprendidos:

¿Cómo fue su acercamiento a la lectura?

Fue difícil, porque era miope. No veía bien y me demoré mucho en aprender a leer. Nunca he sido un buen lector, porque me cuesta leer, pero he aprendido a leer por pedazos. A enterarme de la naturaleza del contenido leyendo un pedazo aquí, un pedazo allá. El resultado es que leo muchas veces el mismo libro en distintas partes.

¿Qué libros lo han remecido o marcado a lo largo de su vida y por qué razones?

El Quijote de la Mancha cuando muchacho, porque lo encontré un libro muy cruel. Me dolía mucho lo que le sucedía a Don Quijote. Por eso me costo mucho leerlo y nunca lo leí completo. No lo encontré un libro gracioso, para reír. Pero sí para llorar, por así decirlo, por la crueldad que se veía en el libro y que tenía su origen en el vivir del propio Don Quijote. También el Libro “Así Hablaba Zaratustra” de Nietzche, por su visión del ser humano en el respeto por sí mismo.

¿Por qué deberíamos leer?

Humberto Maturana entrevistado por Vivian Lavín, del programa "Vuelan las plumas"
Humberto Maturana entrevistado por Vivian Lavín, del programa «Vuelan las plumas» en agosto del  2011

Yo pienso que es bueno leer si uno lee desde la autonomía reflexiva porque le amplía la visión del mundo, de lo que otras personas piensan, o por sus evocaciones distintas del vivir humano en distintas circunstancias o por lo que muestran del cosmos en la medida que son libros de ciencia o de historia natural. O por las posibilidades positivas y negativas de nuestro existir al mirar la historia. Finalmente, porque uno se encuentra en todo lo que lee y puede elegir qué camino seguir.”

¿Qué libros recomendaría como fundamentales para leer y releer?

Recomendaría “El Señor de Los Anillos”, porque es un libro que está guiado por la búsqueda de la identidad, la búsqueda del respeto por sí mismo, la búsqueda de un vivir armonioso en la sabiduría no desde la exigencia, sino desde el hecho que las personas surjan desde ellas en el deseo del bien-estar en la convivencia con otros y con otras.

 

Entrevista publicada originalmente el año 2007, en Libro Libre Chile

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Placeres y Lectura

Bibliotecas con aroma a café

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Librería con café, en Lavapies, Madrid.            cc: www.minube.com

En mi constante afán por buscar información y nutrirme de cosas interesantes que estén pasando en Chile y el mundo, me encontré con este artículo escrito por la bibliotecaria Irene Blanco, de Madrid. Como ven, no importa el país del que provenga la información:  las inquietudes son muy similares.  En este caso: ¿De qué forma mejorar la experiencia del usuario en los lugares donde lee y se informa?. Me parece que el planteamiento de Irene es muy interesante, ya que propicia un diálogo frente al tema, junto con presentarnos este ejemplo en Madrid:

«He observado que, de un tiempo a esta parte, muchas librerías de toda la vida han transformado su modelo de negocio transformándose en café-librerías, han dejado únicamente de vender libros para poner cafés, tés, tartas, etc. y parece que les va muy bien. Me viene a la mente la “Libre de Lavapiés” (librería ubicada en el barrio Lavapiés de Madrid) o la librería especializada en cine “Ocho y medio»  y «Gatopardo” que combinan libros y cafés en uno de los rincones más agradables para los lectores de Madrid.   Y es que leer con un café en la mano -o con un té o comiendo un bizcocho- es uno de los placeres más grandes del mundo y es algo que en una biblioteca no podemos realizar. Más bien todo lo contrario, si entras con una bebida el amable bibliotecario –o el bibliotecario asesino, depende de la suerte que tengas- te pedirá que salgas y vuelvas cuando te lo hayas acabado…  ¡No vaya a ser que estropees algún libro! Y digo yo, ¿no será mejor que se utilicen los libros a pesar de que se puedan estropear? ¿No será mejor correr el riesgo de que caiga una gota de café y que ese lector esté a gusto en la biblioteca? No he tenido la suerte de dirigir una biblioteca, pero si lo hiciese, me gustaría que fuese un espacio de encuentro, de ocio, donde el usuario pudiese tomar un café y leer tranquilamente.

Librería Ocho y medio. cc: madridyyo.com
Imágenes Librería Ocho y medio. cc: madridyyo.com

De hecho y, si fuera posible, habilitaría un “rincón cafetería” para que el lector que quiera lo utilizase, apartado del resto, para no molestar a aquellos que buscan el silencio y la concentración. Y es que, volviendo a la reflexión con la que he comenzado el post, al igual que igual que muchas librerías de barrio se han adaptado a este modelo de “café y libros” y tienen las mesitas llenas de lectores, las bibliotecas podrían ser más utilizadas y por lo tanto más útiles para el usuario si se permitiese -o incluso favoreciese- un espacio donde tomar algo ¿no creéis?

Si conocéis alguna biblioteca que tenga un espacio similar o simplemente queréis dejar vuestra opinión sobre este tema, no dudéis en hacerlo a través de un comentario ;) ¡muchas gracias!»

Sin duda, como éste hay otros casos y ejemplos en todo el mundo. En Nueva York está D’Espresso, un bar-café con mucho estilo y diseño. En Chile tenemos la red de puntos de lectura  «Libro al Aire Libre» gestionados por el Sistema de Bibliotecas de la Municipalidad de Providencia a quienes felicitamos por la iniciativa. Sería ideal que ésta se replicase en otros barrios y provincias del país.

Agradezco Irene Blanco (En twitter @ireneblan) por haber compartido su artículo publicado originalmente  el 3 de septiembre del 2012 en Biblogtecarios. Sus comentarios pueden hacerlos en el post de Irene o  compartirlos directamente  en Leamos Más.

 

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Columnas y artículos

17 mil libros de los siglos XVI y XIX estarán disponibles desde el 2013

Fotografía original, tomada en la biblioteca
Fotografía original, tomada en la biblioteca

Biblioteca de la Iglesia de San Francisco y sus tesoros reabrirán sus puertas en 2013

Sus gruesas paredes de adobe están tapizadas de estanterías que contienen 17 mil ejemplares, algunos fabricados con papel de algodón hecho a mano y encuadernados con un método ya extinto. Los más antiguos datan del siglo XVI. Después de permanecer cerrada por más de 50 años, la Biblioteca Franciscana abrirá sus puertas en 2013.

El recinto se ubica detrás de la Iglesia de San Francisco, donde también se emplazaba el monasterio y una celda de castigo para los sacerdotes. No sólo de oración y teología vivían los frailes. Entre las colecciones se encuentran libros de botánica, medicina, anatomía, derecho canónico, historia, filosofía y literatura.

En una primera etapa se clasificarán 12 mil valiosos textos. “La idea es que en esta misma fecha de 2013 podamos recibir a especialistas, estudiantes e investigadores que quieran conocer el patrimonio que guarda esta biblioteca”, explica la encargada del Area de Conservación y Restauración del Museo de Arte Colonial de San Francisco, Fanny Canessa.

Un recorrido por la antigua construcción resulta un verdadero viaje al pasado. Su infraestructura de habitaciones y pasillos estrechos se mantiene intacta. El recinto está compuesto por cuatro salones de 24 metros cuadrados cada uno. Entre los libros expuestos destacan “joyas” encuadernadas en delgado y fino cuero de becerro y cordero.

“Son textos que responden a la primera etapa de la historia de la encuadernación, que tenían los hilos en el lomo, y un sistema constructivo que se modificó en el siglo XVIII”, agrega Canessa.

Tesoros franciscanos

La iglesia se ubica en pleno centro de Santiago
La iglesia se ubica en pleno centro de Santiago

La colección siempre estuvo cerrada al público general y sólo ahora los especialistas tendrán acceso a ella. Hasta 1962, los frailes misioneros y evangelizadores se formaban dentro del mismo convento. La biblioteca dejó de usarse tras el Concilio Vaticano II, en el que la Iglesia Católica promovió adaptar la disciplina eclesiástica a las necesidades y métodos de los nuevos tiempos. Después de esa fecha, los religiosos comenzaron a estudiar en universidades. En ese momento, el recinto se cerró, cuenta el director del museo, Francisco García.

“Creemos que la biblioteca fue construida después de la iglesia, que terminó su proceso en 1618. Habría sido la biblioteca central del convento ubicado en este mismo lugar”, explica García. Su importancia, según Canessa, reside en que es una colección que no ha sido investigada y explorada. “Se sabe que aquí debe haber textos muy importantes para los investigadores en historia colonial, teología, literatura y filosofía”, señala.

En los volúmenes se han encontrado comentarios, correcciones, frases subrayadas y papeles como marcadores de páginas. “Creo que va a ser un trabajo casi arqueológico. Los libros en sí mismos son una huella de lo que pasó”, explica Canessa. El costo del inventario de los libros es de $ 18 millones, cifra que la administración del museo espera financiar mediante la Ley de Donaciones Culturales.

La apertura del recinto será restringida en una primera etapa, para no alterar la conservación de los textos y las condiciones de humedad y temperatura que existen en el lugar.

La persistencia del adobe

La Iglesia de San Francisco es una de las construcciones más antiguas de Santiago y data de la época colonial. En 1541, Pedro de Valdivia mandó a erigir una ermita en el lugar y, en 1544, la Orden Franciscana solicitó la cesión del sitio, con el compromiso de la construcción de un templo.

Treinta años después se dio inicio a la edificación con mano de obra indígena, pero esta primera construcción de adobe fue destruida tras un temblor en 1583. Desde 1951 es Monumento Nacional.

Artículo originalmente escrito por Lorena Leiva y publicado en La Tercera el martes 28 de agosto