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Libros: un personal trainer en su cartera

Imagen portada del libro "Reading in the brain"
Imagen portada del libro "Reading in the brain"

La lectura no sólo tonifica la concentración y la memoria. También afina los sentidos y la coordinación. ¿El secreto? si las matemáticas son intuitivas, leer requiere un esfuerzo cultural y cerebral que lo convierte en un ejercicio poderoso.

Usted puede sentir el frío. Peor aún, usted puede sentir la condena de que morirá de frío. El responsable de esta sensación, más vívida que una película 3D, es el relato Encender una hoguera. Con esta historia, Jack London se convirtió en un imperdible en las listas de los cuentos mejor logrados, si por esto entendemos la capacidad del autor de ponernos en el pellejo del protagonista: un hombre que decide emprender un viaje acompañado sólo por un perro. El animal, puro instinto, sabe que el viajero morirá en su intento por desafiar los 45 grados bajo cero de Yukón, Alaska, como también lo adivina el lector que de todas formas lo sigue hasta un final desesperante como pocos.

Jack London (1976-1916) no tenía idea de neurociencia ni de plasticidad del cerebro, pero fue capaz de transmitir en el tiempo las mismas imágenes y sensaciones que su mente alguna vez concibió.

Antes lo llamaban telepatía; después, inteligencia emocional. Hoy, algunos científicos, como el francés Stanislas Dehaene, prefieren usar el término «cerebro lector» y lejos de asociarlo a la figura de un intelectual reposado, lo hacen al de un deportista vigoroso, vital.

¿La razón? Leer no sólo es un ejercicio que reporta agilidad mental. También tonifica las emociones y hasta ayuda a afinar el oído y coordinar mejor los movimientos.

Mejor todavía si se trata de ficción pura. Un estudio realizado por la U. de Toronto en 2006 reportó que los consumidores de géneros literarios como cuentos o novelas, al estilo de Crimen y castigo, desarrollan mejores habilidades sociales que quienes prefieren textos especializados, como Descubra los misterios de su cortadora de pasto. La clave está en identificarse con los personajes y sus peripecias, como con el hombre condenado a morir en cinco segundos si no logra encender una cerilla y armar un fuego.

La pregunta es cómo London y otros escritores fabricaron auténticos gimnasios mentales a punta de tinta y papel.

 

El patito feo, pero efectivo

 

La lectura activa las regiones cerebrales ligadas a las emociones
La lectura activa las regiones cerebrales ligadas a las emociones

Un estudio publicado en 2011 por NeuroImage nos da algunas pistas. Los encargados de la investigación con imágenes querían evitar la asociación refleja (y a estas alturas obvia) del lector con palabras con una fuerte carga emocional (dolor o sangre) para centrarse en cómo el sentido completo de una narración actúa sobre nuestros cerebros. Es decir, literatura en estado puro. Con este propósito eligieron el cuento infantil El patito feo, ya que al igual que Encender una hoguera, su estilo es más bien seco y libre de adjetivos empalagosos, debido a que sus autores privilegian la descripción de acciones.

¿El resultado? El patito feo activó las regiones cerebrales ligadas a las emociones con la consiguiente respuesta fisiológica (aumento del ritmo cardiaco) en aquellos párrafos que describían escenas de acción de los personajes, como huidas o peligros. Es decir, no sólo respondemos a palabras específicas de manera pavloviana, sino que también, al simular en nuestras mentes las acciones de los personajes de un cuento o de una novela.

Este fenómeno es posible gracias a las neuronas espejo. Lisa Aziz Zadeh, neurocientífica de la Universidad del Sur de California, reportó cómo la corteza premotora del cerebro muestra la misma actividad cuando un sujeto observa una acción en directo que cuando la lee. Lo interesante es que gracias a esta capacidad de afinar la empatía surgen otros beneficios asociados al ejercicio de la lectura, como la concentración y la coordinación motora.

Pero aunque estemos hablando de patitos que se transforman en cisnes, no toda esta historia es cuento de hadas. Y aquí reside la hermosa trampa de la naturaleza cuando dialoga con la cultura.

Como anotó Dehaene en su libro Les neurones de la lecture, el cerebro no es una pizarra virgen con una capacidad de aprender ilimitada, como anuncian los nuevos vendedores de la pomada neurocientífica.

Portada del libro "Las neuronas de la lectura"
Portada del libro "Las neuronas de la lectura"

Nuestra mente lectora tiene limitaciones y se frustra y patalea, porque a diferencia de las matemáticas, que ya vienen escritas en nuestros genes (los niños y muchos animales realizan intuitivamente algunas operaciones numéricas), la lectura sería 100% producto de nuestra cultura y aprendizaje. En estos casi cinco mil años desde que se inventó la escritura, los cerebros no han podido adaptarse a la lectura, ya que se trata de un tiempo mínimo en nuestra historia evolutiva como especie.

Pero es en este trabajo neuro-cultural que cada individuo realiza cuando se enfrenta a un texto (y que Dehaene asocia al «reciclaje neuronal») cuando sobrevienen todas las ventajas que convierten a la lectura en un ejercicio de alto rendimiento.

Por eso, entre un entrenamiento con ábaco y leer una buena novela no hay dónde perderse.

 

Letras y oído de zorzal

En el Portugal de los años 30, la mayoría de las familias no podía darse el lujo de enviar a todos sus hijos al colegio. La costumbre dictaba que la hija mayor debía permanecer en la casa a cargo de los hermanos menores y de los quehaceres domésticos, lo que convertía a la mayoría de estas mujeres en analfabetas. El equipo de Alexandre Castro-Caldas, de la U. Católica de Lisboa, aprovechó esta situación histórica para realizar un experimento que demostró cómo quienes no habían ido al colegio tenían dificultades para diferenciar palabras de pseudopalabras. Y si la alfabetización mejora el oído, entonces significa que la lectura ejercita los sentidos, en la misma línea que los ciegos desarrollan una mejor sensibilidad en el dedo que usan para leer en Braille.

El científico portugués también demostró cómo la lectura aumenta las conexiones neuronales del cuerpo calloso, la estructura encargada de conectar los dos hemisferios cerebrales.

¿Y qué implica este aumento de materia blanca? Una mayor coordinación motriz, del mismo modo que aprender a tocar piano durante la niñez facilita una conexión óptima entre las áreas encargadas del movimiento.

Entonces, en lugar de sentirse achanchado mientras se queda en la casa disfrutando de su autor favorito, piense que está matando dos pájaros de un tiro: ejercitando la memoria y la concentración, por un lado, y tonificando los sentidos y la coordinación motriz por otro.

Y todo sin moverse de su sofá.

 

Fuente: «La Tercera» sección tendencias.

Autor: Sonia Lira

Fecha publicación: Sábado 17 de marzo 2012

 

Información complementaria: Si te llamó la atención el cuento «Encender una hoguera» de Jack London, acá puedes ver una versión en cómic  de la historia.

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Leer será tener una copia ilegal en el cerebro

cc: derechoaleer.org
cc: derechoaleer.org

La polémica frase que brinda título a este artículo es de Christopher Kelty, profesor de la Universidad de California, frente al cierre de  la librería virtual «Library.nu». Kelty señala además  que el centro de la discusión debería estar entre la idea de criminalizar el acceso a los libros “ilegales” contrapuesto al asunto de compartir conocimiento.

 

La historia de Library.nu (también conocida como «Gigapedia») y del cierre de su sitio  -el cual albergaba miles de libros en línea en forma gratuita-  fue el broche de oro que marcó la contienda ganada por  la coalición de 17 editoriales que exigieron su clausura.  La misma coalición que ya bajó a  Megaupload y apretó a The Pirate Bay, entre otros. Sin embargo, ante la ausencia de un reemplazo considerable en relación con la oferta que había logrado Library.nu, instituciones y organizaciones que bregan por los derechos de los lectores,  profesores y estudiantes se preguntan si el daño sobre el acceso a la cultura no es mayor que el daño al “derecho de autor”. Es decir, Library.nu era un problema y también una gran solución.

Las diecisiete compañías editoras se unieron desde Estados Unidos, Inglaterra y Alemania para bajar al sitio que tenía una increíble oferta de literatura universal, la cual rondaba los 400 mil ejemplares y algunos dicen que podría haber llegado al millón. Entre las editoriales en contra, están Harper Collins, Oxford University Press y Macmillan.

cc: educationnews.org
cc: educationnews.org

Lo que cuestiona y plantea  Christopher Kelty, quien además de profesor es autor del libro «Two Bits: the cultural significance of the Free Software«, es que el sitio tenía principalmente libros escolares, monografías, análisis biográficos, manuales técnicos, investigaciones en ingeniería, matemática, biología y ciencia, textos con copyright pero fuera de mercado – mal y bien escaneados-  en inglés, francés, español o ruso.  Kelty va más lejos en  su artículo “The Disapearing virtual library” al señalar que esos “bárbaros que pusieron la industria editorial de rodillas no eran otros que estudiantes de cada rincón del planeta deseosos de aprender». Eso es lo que miles de jóvenes y adultos con avidez de aprendizaje hicieron con Library.nu, en apenas unos pocos años “crearon un mundo de lectura y apostaron a compartir contenidos”.

De acuerdo a lo expuesto en su artículo, Kelty señala que los editores piensan que se trató de una gran victoria en la “guerra contra la piratería”, que va a mejorar las ganancias de la industria y les ofrecerá mayor control. Por el contrario, los mal llamados “piratas” piensan que simplemente el contenido se irá hacia otro sitio. Sin embargo, el meollo del asunto  está en comprender que la demanda global por el aprendizaje y la escolarización no está siendo tenida en cuenta por la industria editorial. La gran clase media global está deseosa de  compartir conocimiento. Esta vez, el argumento en contra de Library.nu todavía es más difícil de defender, ya que  no se trata de entretenimiento sonoro o de jóvenes haciendo travesuras y copiando discos para que los bajen sus amigos, sino de un colosal acceso al conocimiento.

La furia por la interrupción al acceso al conocimiento se apoderó de las redes sociales, los blogs, los posts y miles de universidades de todo el mundo que habían encontrado en Library.nu un espacio para terminar con la escasez de acceso al saber, en un mundo en el que la industria editorial sigue pensando que el saber ocupa lugar y hay que pagar por él. O como dice magistralmente Kelty en un tramo de su artículo, “dentro de poco, leer será tener una copia ilegal de un libro en el cerebro”.

 

Artículo escrito por  Mariano Blejman  (@blejma) y extraído de a edición en línea del periódico argentino  página 12

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Marilyn Monroe, ratoncilla de biblioteca

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Tenía una faceta «ñoña» de lectora empedernida

Tras su  imagen de sex symbol, Marilyn Monroe escondía una faceta intelectual.  Su biblioteca personal albergó una colección de más de 400 títulos… al parecer, más que devoradora de hombres, ¡lo era de libros!

Este año se conmemoran los 50 años  del fallecimiento de Norma Jeane Baker -verdadero nombre de la actriz- por lo que hemos querido indagar un poco más en el perfil lector de esta mítica mujer que ha sido, durante décadas, icono de belleza.   Pocos saben que la Monroe dedicaba mucho tiempo a la lectura, disfrutando la literatura y por sobre todo la poesía. Quizás esto fue lo que la inspiraba a escribir en diarios y libretas una gran cantidad de nostálgicos poemas. Su pasión por las letras era conocida sólo entre sus amigos más cercanos,  tanto así que sólo unos pocos llegaron a conocer algunas de sus aspiraciones literarias, ya que era muy temerosa de las críticas y de las opiniones respecto a esta faceta intelectual.

Photograph by Alfred Eisenstaedt.
Portada del libro «Fragmentos». Fotografía de  Alfred Eisenstaedt.

Todo esto se revela en el libro «Marilyn Monroe: Fragmentos» editado el año 2010 por Bernard Comment y Stanley  Buchthal. Esta obra detalla con especial delicadeza este nuevo cariz  de la actriz, ya que  revela  de sus libretas y diarios personales -escritos entre  1943 y 1962-   toda su ingenua creatividad. El libro la presenta, además, como una mujer de profundos pensamientos  acerca de la vida, la existencia y el amor.  Respecto a sus escritos, llama la atención que Marilyn se atreviese con la poesía ya que este género no es sencillo. Sin embargo leyendo sus poemas (algunos han sido traducidos al español) me doy cuenta que son muy simples, con tendencia al pesimismo, la nostalgia y la tristeza, como éste verso:

«Ahora que lo pienso siempre he estado aterrada de llegar a ser realmente

la esposa de alguien

pues la vida me ha enseñado que nadie puede amar a otro

nunca realmente.»

El  dramaturgo y ex esposo de Marilyn  Arthur Miller, señaló, tras su muerte: “fue una poetisa callejera que habría querido recitar sus versos a una multitud ávida de arrancarle la ropa.”

Marilyn y su marido, el dramaturgo Henry Miller
Marilyn y su marido, el dramaturgo Arthur Miller

Evidentemente la imagen vana y tontuela de Marilyn era sólo eso: una  imagen que Hollywood vendía, ya que no era muy congruente que la coqueta  actriz fuera una ávida lectora. Y, que ademas de ello, fuese de temperamento reflexivo, nostálgico y depresivo. Después de todo, ¿qué pensamientos pueden nublar  la cabeza de una linda chica rubia a tal punto de llegar a entristecerla?. Es evidente que los ejecutivos de Hollywood  se esmeraron en hacernos ver sólo las curvas  y la ingenua sonrisa de la actriz, puesto que le fueron dando sólo roles de rubia sensual que sólo necesita  caminar coquetamente con un ajustado vestido. Algo que Marilyn se esmeró en hacer muy bien, quizás demasiado porque   nunca logró despojarse de esos roles.

Sin embargo la mítica blondie cursó estudios de literatura en  la UCLA y además fue la debilidad durante cinco años del intelectual, escritor y dramaturgo Arthur Miller (autor de la  famosa obra de teatro «La muerte de un vendedor», entre otras). Su matrimonio con Miller, el intelecto más brillante de la época -vale destacar que ella  idolatraba a los hombres inteligentes- comenzó de manera bastante feliz y los primeros años se cuentan entre los más satisfactorios de Marilyn, quien parecía calzar muy bien en el círculo intelectual de Miller. Me pregunté si habría influido este hombre en los gustos literarios de su mujer, o  si habría la  mirado con desdén al sentirse superior académica e intelectualmente. A poco andar, y leyendo de otras  fuentes, descubrí que era así: Miller se sentía avergonzado de ella frente a sus amigos, algo que Marilyn descubrió en un diario que él solía llevar. La decepción de su esposo la caló hondo y nunca pudo superar este sentimiento de traición de su parte.

 

La biblioteca de Marilyn

Marilyn posando para la revista LIFE, en su biblioteca
Marilyn, en su biblioteca, posando para la revista LIFE.

Sea como fuere, los libros eran una debilidad para la dulce Marilyn, y eso queda demostrado por su vasta biblioteca de más de 400 títulos. ¿Sus autores favoritos?  James Joyce, Walt Whitman,  Heinrich Heine, Saul Bellow, Carl Sandburg. Con los norteamericanos Truman Capote e Isak Dinesen llegó, incluso, a forjar una amistad lo cual no es de extrañar ya que en esa época Marilyn frecuentaba la elite social de Nueva York. Sin duda no le costaba desplegar sus encantos en este ambiente, pues  tenía especial predilección por los intelectuales y artistas.

A lo largo de su vida fue coleccionando diversos tipos de libros, no se sabe si regalados, comprados, donados o heredados. Esta colección llegó a ser tan codiciada, que en 1999 Christies clasificó y subastó su biblioteca,  con libros entre los cuales figuraban biografías, literatura americana, antologías, arte, obras clásicas, literatura francesa, obras de Freud, libros de sátira y humor, música, obras de teatro, poesía política, psicología, literatura rusa, literatura de viajes. No sabremos si todos estos libros le pertenecían, o si al menos los leyó, pero si podemos estar seguros de que los libros eran parte de los objetos cotidianos con los que convivía. La lista completa  se encuentra disponible en un foro especialmente dedicado a los libros que Marilyn leía. Vaya detalle de sus fans, ¿no?

 

Los «paparazzi» tras una ávida lectora

Marilyn Monroe Reading Ulysses, Long Island, New York, 1954. Photo by Eve Arnold
Marilyn leyendo «Ulises» en  Long Island (NY, 1954). Fotografía de  Eve Arnold

Hay una foto de Marilyn leyendo «Ulises», la magna obra de James Joyce – un clásico que en la mayoría de las ediciones consta entre  800 y 1.000 páginas- que ella solía leer tranquilamente entre escena y escena. Según leí en un blog, Marilyn señala que la lectura no se le hacía muy fácil, situación que superaba leyendo de a poco y muy lentamente. Cada uno tiene su ritmo, ¿no?.

Sin embargo, independiente de cuánto  tardara en leer,  la afición literaria de Marilyn quedó retratada varias veces. Sam Kashner, periodista de la revista Vanity Fair, relata: «muchos fotógrafos tomaron fotos de Marilyn  durante sus primeros años como actriz que la mostraban leyendo, lo que a ella le  gustaba. Eve Arnold la fotografió para la revista Esquire en un patio en Amaganstt leyendo Ulises, Alfred  la fotografió para Life, usando unos pantaloncillos blancos y una polera negra,  arrodillada en un sofá, leyendo frente a una estantería de libros de su biblioteca personal»

Si algunos fotógrafos pensaban que era divertido que la voluptuosa «dumb blonde» (rubia tonta) más famosa del mundo posara con libros de autores de prestigio, el tema no era broma para ella. Los  diarios y poemas de Marilyn  recientemente publicados revelan a una joven mujer para quien la escritura y la poesía eran vitales como medios para descubrirse a sí misma y para organizar su pensamiento a través de su  tumultuosa vida emocional. Los libros fueron también un refugio para Marilyn durante sus episodios de insomnio, los cuales eran recurrentes y prolongados.

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Esta es una de mis fotografías favoritas. Posa coquetamente con  un libro

Su amor por los libros era genuino, y al parecer no desperdiciaba oportunidad de ser fotografiada leyendo, lo cual no refleja más que una desesperada necesidad de ser tomada en serio como una mujer inteligente, con algo extra además de sus obvios encantos físicos. El castillo mágico de Hollywood y aún propia imagen se habían vuelto una cárcel y ella hizo lo que tantos encarcelados han hecho para evitar volverse locos: se recogió en el mundo privado de los libros y exploró sus pensamientos y sentimientos a través de sus diarios de vida.

Y,  como sabemos los buenos  lectores,  el mundo nunca es mejor que cuando se está  confortablemente sentado,  perdido en un buen libro. Es así como las preocupaciones se disipan y la imaginación vuela a lugares lejanos. Ciertamente  Marilyn no llegó  a ser una intelectual de tomo y lomo, pero estoy segura que pasó grandes momentos en la honesta compañía de los libros.

 

 

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¿Es el libro un soporte de información y contenido?

Rescato este extracto de un artículo respecto a los soportes, el libro electrónico, los beneficios de la lectura y otros temas ad-hoc. Un aspecto más a considerar a la hora de hablar del libro electrónico y lo que supone como nuevo soporte de lectura e información.

Un libro no es un soporte

Entre el 2005 y el 2007 el arqueólogo David Elkington encontró en una gruta de Jordania un grupo de 70 libros con 15 hojas de hierro cada uno.
Entre el 2005 y el 2007 el arqueólogo David Elkington encontró en una gruta de Jordania un grupo de 70 libros con 15 hojas de hierro cada uno.

Es oportuno que distingamos entre lo que un libro es y lo diferenciemos de lo que significa simplemente un soporte.

Los libros han tenido a través de la historia distintos soportes, desde huesos hasta metales; desde las piedras al barro; desde la cera hasta los mosaicos; desde el papiro hasta el pergamino; desde la madera a la seda; desde el papel hasta el más reciente y asequible de la pantalla digital, el soporte llamado a protagonizar la más profunda revolución en el saber, la lectura y la cultura de todos los tiempos.

¿Qué es un libro? Es un escrito de cierta extensión apto para y cuyo propósito es, ser leído. La UNESCO ha establecido que, para ser llamado como tal, su tamaño tiene que superar las 49 páginas: 25 hojas mínimo. Menos de 49 le da al escrito categoría de folleto.

En muchos aspectos, el libro es el máximo logro de esa valiosa herramienta de cultura y civilización que es la escritura, el invento humano que nos sacó de la prehistoria y nos introdujo en la historia, y del que los primeros indicios conocidos nos remiten a los sumerios y demás pueblos de la Mesopotamia.

Los soportes indican las tecnologías y niveles de civilización que alcanzaron las distintas sociedades. No más.

Lo mismo el nivel de estilización de ese instrumento que es la escritura, originada en los pictogramas y glifos primitivos y que ha evolucionado y se ha perfeccionado con el paso de los siglos.

Distintos pueblos crearon mitos sobre el origen de la escritura. Los sumerios la atribuyeron a Enmerkar, rey de Uruk. Los aztecas al dios del viento Quetzalcóatl, la “serpiente emplumada”, inventor también de las artes. Y los mayas al dios del tiempo Itzamna. Los egipcios a Toth, el protector de los escribas y dios de las artes. Y los chinos a Chang Ji, enviado de Huang Di, el “dios amarillo”.

Valioso códice medieval que se encuentra en la catedral de León.
Valioso códice medieval que se encuentra en la catedral de León.

Hay quienes se enamoran de un soporte, idealizándolo. No creo que se produzcan libros más hermosos, trabajados con mayor primor y que reunieran mayores talentos que los manuscritos medievales. Eran tan apreciados que se daban como regalos reales.

Imagino lo traumatizado que quedaron  algunos privilegiados cuando aquellas joyas fueron sustituidas por las vulgares y visualmente desaliñadas hojas de imprenta. Sin embargo, unas décadas después los gabinetes de copistas eran cosa del pasado. La imprenta, la galaxia Gutenberg, los arrojó a la historia.

Ahora pasa lo mismo con los lectores digitales y la difusión digital del libro: las imprentas son cada vez más artefactos obsoletos. Lo mismo el libro impreso.

En mi personal opinión, yo soy un enamorado del contenido, no del soporte. Y en esa perspectiva es que valoro las inmensas posibilidades de democratizar el acceso al libro que proporciona la difusión digital de obras, ya que su multiplicación es de escasísimo costo y lo hace inmensamente asequible.

Yo, que acabo de pagar RD$2,250.00 por el tercer volumen de la trilogía de Vitali Shentalinski sobre los escritores represaliados por la KGB estalinista, libro que considero excesivamente costoso  y conste que es uno de tres tomos, no el precio de los tres. Creo que una copia digital contiene el mismo contenido y saldría por menos de diez dólares. Es de ese tipo de costo excesivo que los libros digitales están llamados a «salvarnos».

Artículo extraído del diario «El Librepensador»

Fuente original: artículo de Aquiles Julián, titulado: Los beneficios de la lectura, publicado el 17 de enero 2012.

Y tú: ¿Qué opinas al respecto? ¿Privilegias el soporte, el contenido o ambos?

cc: Blog The secret garden
cc: Blog The secret garden
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La conducta lectora en el contexto escolar: formando docentes y encargados de biblioteca

Desarrollo de una de las clases
Desarrollo de una de las clases

Tras finalizar el  Taller de Capacitación «Metodología de Trabajo Aula Biblioteca para desarrollar conductas lectoras en los estudiantes secundarios», el equipo de Leamos Más reporteó algunas de las impresiones de los participantes. Aquí, una mirada a un proceso de aprendizaje que implicó  casi tres meses de trabajo.

 

Fueron más de 30 las personas que semana a semana se acercaron a la Sala de Literatura en la Biblioteca de Santiago para participar en el taller “Metodología de Trabajo Aula-Biblioteca para desarrollar conductas lectoras en los estudiantes secundarios”, que unió fomento lector, bibliotecas y profesores. ¿El fin? Compartir experiencias y aprender las nuevas tendencias de lectura a nivel mundial.

La actividad, desarrollada por la bibliotecóloga e investigadora Claudia Gilardoni en el marco del plan de difusión y retribución de su reciente pasantía en Finlandia -país líder en temas de fomento de la lectura de acuerdo a los últimos resultados de la prueba PISA- tenía por motivación presentar la experiencia de este país escandinavo, así como difundir y enseñar una forma práctica para trabajar la lectura con jóvenes, vinculando el quehacer de los profesores y el de los encargados de las bibliotecas CRA(Centro de Recursos de Aprendizaje).

El llamado a participar se realizó con ayuda del MINEDUC, y se hizo extensivo a  todos los colegios municipalizados y particulares subvencionados a través de la Biblioteca de Santiago, el  Consejo de la CulturaLeamos Más, siendo éste un  movimiento para el  fomento lector encabezado por Gilardoni. Para esta profesional la invitación tuvo una buena acogida: “Llegaron más de 80 interesados, de los que se seleccionaron 40. La idea era trabajar con un número de personas que permitiera desarrollar una metodología de fomento lector dirigida al segmento de los adolescentes. Y,  a través del aprendizaje de cada sesión, ir diseñando un proyecto lector que naciera de los mismos participantes, considerando su experiencia y conocimiento respecto al contexto y localidad de cada establecimiento. De esta forma se  pueden aunar los esfuerzos de los coordinadores y encargados CRA con los del quehacer del docente en el aula” dice.

En otra de las sesiones, trabajando en grupo
En otra de las clases, trabajando en grupo

La necesidad, comenta Gilardoni, surge de la precariedad de los proyectos  y planes de trabajo para fomentar la lectura de manera  concreta en las escuelas, sobretodo en el marco de las recientes políticas públicas que ponen énfasis en el diseño y aplicación de estrategias lectoras considerando intereses y aficiones particulares de cada persona, para individualizar las inquietudes y motivaciones que cada lector pueda tener. Por ello, el producto del taller, que duró alrededor de tres meses, fue un proyecto de fomento lector que cada uno de los 30 asistentes desarrolló clase a clase de manera grupal, de forma que después  pudieran replicar lo aprendido en sus propios establecimientos.

Algo que algunos ya han hecho, como la profesora de lenguaje Elizabeth Rojas del liceo Esteban Kemeny de Pedro Aguirre Cerda. “A veces uno no sabe lo que les gusta leer a los jóvenes, pero apliqué algunas cosas que aprendí acá y así me enteré que a los chicos les interesan los cómics japoneses, entonces hablé con la directora y trajimos unos ejemplares y fue un boom”, dice.

Así mismo, comenta que existe la necesidad de considerar más la biblioteca, sobre todo la de algunos de sus colegas: “Acá han llegado personas que trabajan en colegios donde no hay interés por la biblioteca, en que no se valoriza. Entonces, la idea de este proyecto que trabajamos junto a mis compañeros de grupo, es que se tome en cuenta el trabajo profesional  y que también se pueda mejorar la infraestructura, ya que es importante tener un buen lugar para leer”, dice.
Para la profesora de francés a cargo de la biblioteca del colegio Luis Vargas Salcedo de Cerrillos Javiera Bahamondes, los contenidos aprendidos permiten generar nuevas formas de acercar la lectura a los jóvenes. “Los contenidos teóricos son cosas que van motivando y permite sacar ideas para mejorar la labor de uno, por ejemplo, cómo motivar a los jóvenes para que se encanten con la lectura. Son pocos los espacios que tenemos los encargados de CRA para aprender nuevas estrategias porque la mayoría de los talleres se da para enseñanza básica. Algo vital pues yo estoy a cargo de la biblioteca de media”, finaliza.

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Book Dealer

Recomendamos para leer: Nadie acabará con los libros

Portada del libro
Portada del libro

“El libro es como la cuchara, el martillo, la rueda, las tijeras. Una vez se han inventado, no se puede hacer nada mejor. No se puede hacer una cuchara que sea mejor que la cuchara. El libro ha superado la prueba del tiempo. Quizá evolucionen sus componentes, quizá sus páginas dejen de ser de papel, pero seguirá siendo lo que es.”

¡Que bien planteado!… y cómo no habría de estarlo si Umberto Eco (semiólogo, filósofo, escritor, entre otros oficios) es el autor de la cita. La misma que aparece en su nueva novela “Nadie acabará con los libros” (1).

Esta obra, bajo la forma de un diálogo entre Eco y Jean-Claude Carriere -guionista y dramaturgo francés- nos hace partícipes de sus relatos y de su “pasión lectora”. A través de sus recuerdos, anecdotario e íntimas descripciones, estos lectores de tomo y lomo comparten la relación que han establecido con la escritura, la bibliofilia y la cultura en general.

Internalizando lo aprendido

Eco y Carriere plantean este tema y la abordan desde distintos ángulos. Para ello, comparten sus apreciaciones respecto al nuevo traje de bytes del libro. El mismo con que debuta en la sociedad 2.0. Lo bueno es que, lejos de plantear una polémica en torno a las nuevas formas de lectura, prefieren abordar el tema con una mirada integradora y amplia. La misma que permite que el lector calibre, observe al libro desde su perspectiva y concluya en función de la personalísima la relación que ha establecido con él.

Umberto Eco
Umberto Eco

 

 

Nadie acabará con los Libros. Eso aseveran Eco y Carrière. Yo les creo a pie y juntillas … ¿y ustedes?

Reseña y comentarios del libro

 

 

(1) Eco, Humberto. Nadie acabará con los libros. Barcelona: Lumen, 2010.

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Cine

¿Por qué esperar que Hollywood nos diga qué leer?

cc: Lake Forrest Library

A muchos nos gusta el cine, y a otros tantos nos gusta leer. Y, si ustedes son de aquellos a los que les gusta practicar ambas actividades, seguro que pasan un buen rato apoltronados leyendo o viendo buenas películas.

Y claro, ante ese escenario muchas veces nos encontramos comparando una historia en base a lo que vimos o leímos, y casi siempre terminamos concluyendo que la película no se compara con la versión literaria. Esa es una opinión clásica de los lectores que imaginamos personajes y situaciones, para después encontrarnos con la versión fílmica de unos protagonistas sumamente distintos a aquellos que esperábamos. O, a veces queremos  ver en pantalla gigante  una de las partes del libro que más impacto nos causó, y nos encontramos con que el criterio del guionista y del director no coincidía con el nuestro. Y es que nuestro cerebro procesa en forma muy distinta toda la información que recibimos, de ahí la importancia de la lectura y la interpretación  que cada uno hace.

Pero ese tema da para mucho,  y es harina de otro costal. Volviendo a lo que nos convoca, planteo algunos ejemplos de clásicos de la literatura que han sido llevados al cine:

Sin duda la historia de “Alicia en el país de las maravillas” es un buen ejemplo.  Lewis Carroll, la escribió en 1865…Pero, ¿porqué es Hollywood el encargado de recordarnos, 147 años después, que esta historia es  espectacular? (me refiero a la versión de la película estrenada el año pasado, dirigida por Tim Burton) .  Para explicar su éxito hay miles de razones: Una niña enfrentada a una encrucijada: seguir siendo una nerd pelolais con delantal blanco, o ser una niña power  que se la juega en una aventura increíble. Y es que Alicia se enfrentó a sus temores infantiles tomándose un misterioso brebaje de una tentadora botellita, cuya etiqueta sólo rezaba “bébeme” y eso dio pie a una de las historias fantásticas más leídas por niños y adolescentes desde hace  casi 150 años. Pasando a temas fílmicos,  los hermanos Cohen hacen un feroz guiño a esta parte del cuento en una de sus películas Matrix ¿Quién no recuerda la escena de la encrucijada de Neo ante la decisión de escoger entre  la píldora azul o roja?

Lo mismo pasó con “Las crónicas de Narnia”  escrita por C. S. Lewis entre 1949 y 1955. La tierra de Narnia y sus personajes mágicos fascinaron a muchos. Y si sigo en esa línea, es imposible no recordar  “El señor de los Anillos”. En 1954 Tolkien logró que se editara la primera parte de la saga, en 1960 se editó en español por primera vez,  y en 1993 esa edición salió publicada en un solo volumen. Pero algunos tuvieron que esperar  ocho años para conocerla, hasta que Peter Jackson la estrenó en el cine el 2001. Muchos hemos disfrutado viendo esas películas, y muchos hemos tenido ganas de leer o re leer el libro tan pronto salimos del cine, inspirados. Bien lo saben las casas editoras, que se iluminan y se les ocurre editar versiones de lujo de estas obras,  justo después de los estrenos en la pantalla gigante.

La otra vereda exhibe casos de edición-producción cinematográfica express: Stephannie Mayer escribió “Crepúsculo” el 2005. En poco tiempo la novela se había traducido a 37 idiomas y había vendido más de 25 millones de ejemplares. Tres años después ya filmaban la película, y hordas de aspirantes a vampiros adolescentes  llenaban las salas de los cines. Caso aparte es el fenómeno de “Harry Potter”. Este mago juvenil, nacido de la imaginación de la escritora británica J.R. Rowling hizo leer a millones de niños en el mundo. Las estimaciones de ventas mundiales de la primera parte de la saga hablan de más de 110 millones de ejemplares vendidos… y eso no es magia.

El tema da para mucho, ¿Qué pasa con las versiones fílmicas que no se  parecen a las historias originales de los libros? ¿Nos importa eso? ¿Qué pasa con los derechos de autor? ¿Cuándo una película pasa a ser la adaptación de una novela?.  Hay tantas interrogantes como casos, y hay cientos de películas basadas en libros. Tanto así, que el periódico británico The Guardian publicó (en inglés) la lista de las mejores 50 adaptaciones

cc: Books as Movies
cc: Books as Movies

Es un hecho que hay un mundo infinito de historias, cuentos, novelas y leyendas. Nosotros somos los directores cuando las leemos. Vale la pena creer en  nuestras interpretaciones, nuestras subjetividades y nuestros rollos personales. Bienvenidas sean si nos ayudan a dibujar mentalmente las historias y a inventar versiones privadas de Narnia, de la Tierra Media del reino del Nunca Jamás o del Mundo de Oz.

Un par de ejemplos

No obstante, hay un par de buenísimos casos de versiones fílmicas de novelas que han sido muy bien logradas  según mi criterio lector: La insoportable levedad del ser, escrita por  Milan Kundera y dirigida por Philip Kaufman en 1987 es una de ellas por varias razones. Entre ellas destaco el casting, ya que   Juliette Binoche y Daniel Day Lewis interpretan a las mil maravillas a la dulce Teresa y al infiel doctor Thomas. El segundo ejemplo es «Crónica de una muerte anunciada» .  La película protagonizada por una hermosa e inspiradora  Ornella Mutti  es un fiel reflejo de la  novela de García Márquez, no sólo en cuanto a ambientación sino que la historia se reproduce en forma casi exacta.

Transformándonos en nuestros propios directores de cine

Hay una cosa clara: ¿porqué esperar a que Hollywood nos diga qué leer? si tenemos a nuestro alcance librerías, bibliotecas, la red bibliometro,  los libros de nuestra casa y los de los amigos generosos que nos proveen de lectura. A eso se suman los libros electrónicos y muchas otras opciones para encontrar buena literatura de nuestro agrado. Hollywood no debiese ser quien nos diga qué buena historia conviene leer. Y aunque no lo crean, para  muchos es así, no en vano las bibliotecas escolares muchas veces compran más ejemplares de los libros que son llevados al cine porque saben que habrá más interesados.  Pero bueno, si de leer se trata todo medio vale la pena.

No me malentiendan, amo el cine: soy de las que se acuesta a ver tres películas al hilo en las tardes invernales, arropada hasta el cuello. Pero a veces, también, prefiero contarme mis propios cuentos. Claro que si empiezo a compararme con los directores de cine, claramente salgo perdiendo…o al menos eso es lo que dicen las ventas de  taquilla del cine.

 

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Columnas y artículos

El libro se revitaliza: ¡Larga vida al libro!

Ipad, Kindle o el libro cómplice en el velador: todo vale a la hora de leer.

A ninguno debería sorprenderle que “El Código Da Vinci” o “Harry Potter” sean libros que podrían destronar, desde el podio de uno de los más leídos, al célebre “Quijote de la Mancha”. Pero en esta suerte de ranking de escritores hay claras diferencias…. no en vano el día que Cervantes falleció fue escogido para celebrar el Día Internacional del Libro y del Derecho de Autor. Mucho después la UNESCO registró esta fecha en las efemérides internacionales, y todavía mucho después algunos de nosotros tiene en su wish list un Ipad, unKindle u otro de los dispositivos que prometen poner a nuestros pies la biblioteca de clásicos, best sellers, textos de trabajo y un sinfín de otros libros de nuestro interés.

No me extrañaría que muchos de los que arguyen que el romanticismo del libro impreso es irremplazable, podrían terminar cediendo ante la tentación de tener su biblioteca en el bolsillo. ¿Qué mejor que evitar andar transportando y cargando peso? ¿Qué mejor que evitar “achurrascar” las páginas de nuestros planos y rectangulares amigos?

Parece que este despliegue tecnológico nos confronta con un hecho: No importa que tan cibernéticas hojas-byte vista el libro hoy. Lo que importa es el contenido, el mensaje, y la forma en que lo comprendemos y comunicamos. Y es que el libro versión impresa, el incondicional que nos acompaña sin importar la rudeza de la mochila o de la cartera de turno, es el mismo que nos permite estar conectados. Curioso, ¿no?. “Estar conectados” es un concepto que relacionamos con la red digital, la web 2.0. Pero, para que esa conexión se logre, debemos procesar, comprender e interpretar lo que leemos…desde los 140 caracteres de los twitters que recibimos a diario, hasta la novela que disfrutamos en el metro camino a casa.

Hoy en día  los chilenos estamos más cerca de nuestra versión criolla de los supersónicos: Ipad y Kindle son una realidad a la vuelta de la multitienda más cercana. Nosotros cambiamos, y el libro cambia con nosotros. Parece que a Negroponte no le quedará más que conformarse, porque a principios de los ’90 este señor profetizó la muerte del libro. ¿Desorientado? ¿Influenciado por aires ambientalistas?. No lo sabemos, pero evidentemente no le pidió la opinión a los aficionados a la versión impresa. Esos…los mismos que leen desde el clásico de tapas duras y empaste inglés –disfrutando su “olor a libro viejo”- hasta el pocket con las sempiternas hojas arrugadas y manoseadas.

Sin duda estamos adaptándonos a nuevas e ingeniosas maneras de consumir contenido, de leer, de informarnos y de cultivarnos. Pero existe algo que permanece constante: la fascinación que ejerce una historia bien contada, el deseo de aprender acerca de nosotros mismos y del mundo, el placer culpable por identificarnos con un personaje. Impreso o electrónico, lo importante es que leamos y consideremos la lectura como una oportunidad para crecer y encantarnos.

Y, si acaso a algunos de ustedes tiene alguna duda respecto a mis preferencias, les aclaro de inmediato que no me interesa mucho el formato. Privilegio, por sobre todo, que el contenido me acompañe. Si tengo ganas de gozar el placer estético de la lectura, querré que mis dedos saboreen la suavidad de las hojas, si tengo que buscar referencia optaré por hacer zapping, y me refugiaré en la versión digital… puedo cambiar de uno a otro sin reparos ni remordimientos.

Y que el señor Cervantes y Saavedra me perdone…

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Book Lovers

El libro objeto: cuando la lectura se vende por separado

(c) Su Blackwell
(c) Su Blackwell

Se sorprenderían si supieran la cantidad de personas que colecciona libros, más allá del valor que pueda tener su contenido. Muchas veces lo atractivo es el libro como objeto. Puede que a algunos no les guste leer, pero les cautiva su carga simbólica. Otros los compran porque les encantan sus portadas, o porque las ediciones son maravillosas. ¡Hay para todos los gustos!

Yo no los culpo, más de una vez me he sorprendido tentándome ante un ejemplar de atractivo aspecto. El dicho “No juzguen un libro por su portada” claramente no aplica en estos casos. Desde los incunables , el libro es uno de los objetos más antiguos de la historia. Pero no me quiero poner latera, prefiero explicarles lo que pienso al respecto: los libros pueden llegar a ser un objeto de deseo, rayando incluso en lo mítico. Veamos: se les asocia generalmente con cultura, conocimiento, información, sapiencia. El intelectualoide que siempre tiene una cita a flor de labios, un libro bajo el brazo y un comentario bien documentado para zanjar cualquier discusión, no es una mera caricatura. El libro viste y reviste.

También es un objeto misterioso, ¿nunca han guardado secretillos entre las hojas de los libros? Técnicamente una de sus partes se denomina “guarda”. Personalmente debo reconocer que he sido bien básica a la hora de encontrarle otras utilidades al libro: me han servido como peldaños (soy muy baja, tengo excusa), como la tradicional mesa , como escondite secreto cuando jugaba a los espías (guardaba en el lomo cóncavo documentos ultra secretos) , o como una suerte de “nivelador” de muebles . Digamos que no he sido muy original. Pero, si de originalidad se trata, el artista Brian Demetter hace verdaderas disecciones de los libros , tallándolos como si éstos fuesen madera . O el escultor Tom Bendtsen, quien expuso sus monumentales obras hechas  a partir de libros . Tal parece que entre la ilimitada imaginación de los escritores y la de los artistas pensando en la plasticidad del libro, hay un estrecho vínculo. Incluso, ha habido exposiciones en museos y galerías en honor al libro. La más famosa, a mi juicio, es la del MOMA en Nueva York. Este museo dispuso la colección “Book Shelves” . En ella, Cindy Sherman expone un sugerente fotografía en honor al libro “Untitled film still # 13” ; Josh Smithy, por su parte, interpreta su particular visión de un estante de libros con el “Book Shelf” , y Lawrence Weiner nos ilustra con “A bookcase for one star press” , entre muchos otros que se han inspirado en este objeto.

Pase, tome asiento, y lea…

Mención aparte merecen las sillas diseñadas a partir de libros. Las hay ultra fashion, funcionales, divertidas, ergonómicas: el bookseat , presentado en el festival de Diseño Interior de Toronto el año 2008 es un claro ejemplo o el obvio pero increíble diseño del australiano Jye Edwards . El bibliopouf es otro ejemplo: mezcla el diseño y la ergonomía. El bookinist del artista Nils Holger es espectacular, pues dan ganas de sentarse a leer con estilo y con todos los libros a la mano, o el práctico y funcional Bookcase chair , que combina estanterías de libros con un espacio para leer. Pero de todos, mi preferido es el book chair expuesto en el MOMA. Nada que hacer: buen gusto, diseño, ergonomía y comodidad para el lector. ¿Quién dijo que el libro es sólo para leer?

Que duda cabe: los libros tiene lo suyo. Un halo especial les rodea, y les da un toque especial, ante el cual más de un creativo ha sucumbido. Algunos hasta lo han transformado en objetos prácticos: estanteríaslámparasjoyeros . La lista es variada y extensa. Pero, de tanto estilo, pasemos al objeto puro, prístino: mi amigo El Libro. Su aroma, empaste, portada, tipo de papel, ilustraciones, tipografía, fotografía, formato y quien sabe que otra cosa ha sido la perdición de muchos bibliófilos . Algunos han llegado a pagar cifras astronómicas por ediciones de lujo o de valor histórico.

Cotidianamente el libro está a nuestro lado, pero algunos poco imaginativos no acertamos verlos desde otra perspectiva. Bienvenidos sean, entonces, artistas, diseñadores, escultores y todos los que nos acercan a esta nueva forma de gozar el libro: donde leer viene por separado.

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Material de Trabajo

De lectura y letras: entrevistas destacadas

Foto de Loreto Fontaine y Michèle Petit

Respecto a la lectura, su incidencia en el rendimiento escolar y en el desarrollo intelectual de niños y jóvenes hay muchos pronunciamientos de diversa índole. Investigadores, docentes, Instituciones y organismos están generando material y documentos al respecto.

En este post quisiera compartir  entrevistas a dos personas que han estado trabajando desde hace mucho tiempo con la lectura desde un punto de vista educativo y social:

 

Loreto Fontaine: la lectura es una elección. A raíz del estudio de Fundación la Fuente y Adimark  respecto a los hábitos de lectura de los chilenos,   Fontaine explica su visión respecto a los resultados de esta encuesta nacional,  el nivel de lectura de loc hilenos en general, las prácticas escolares para fomentar el hábito escolar en niños y jóvenes y las estrategias de leer en clases.

 

Michele Petit: «La lectura construye a las personas, repara, pero no siempre es un placer». En esta entrevista la antropóloga y socióloga  francesa – quien lleva 17 años investigando sobre  la lectura- expone sus ideas respecto al discurso de la lectura por placer y la obligación que algunas veces eso supone.

«En medios en los cuales leer no siempre es un placer, ­porque es difícil, porque existen obstáculos como el alejamiento geográfico, dificultades económicas y prohibiciones culturales, o porque quizás la cultura escrita no estuvo presente­, la persona que no lo experimenta puede sentirse aún más excluida. En esas situaciones desfavorables, muchos logran leer gracias a los mediadores, al acompañamiento cálido de algún facilitador con gusto por los libros, que logra hacer deseable su apropiación»

seguir leyendo la entrevista

 

 

Michele Petit: a lectura como constructora de sujeto: (página 7 del PDF)

«En América latina se usa mucho esa expresión: “construir lectores”, y me suena curiosa, algo así como si se tratara de encontrar una fórmula de alquimista para modelar una criatura ideal. El objeto de mis investigaciones no es tanto cómo “construir un lector”, sino cómo la lectura ayuda a las personas a construirse, a descubrirse, a hacerse un poco más autoras de su vida, sujetos de su destino, aun cuando se encuentren en contextos sociales desfavorables.»

seguir leyendo la entrevista (en la página 7 del documento PDF)