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¡Cantinero, sirvame otro libro!

Así luce la entrada principal del BookBar
Así luce la entrada principal del BookBar

En el 4280 de Tennyson Street, en Denver, Colorado (EEUU) hay un BookBar que ha sabido armar un entretenido concepto de bar  y librería. Algo común, dirán algunos. Algo que ya hemos comentado anteriormente, dirán otros. Puede que huela a fórmula repetida, pero de todas formas no deja de ser interesante  que podamos conjugar las catas con la literatura. El sueño de muchos, incluido el mío.

Precisamente, en otros restaurants y pubs que usan el concepto de biblioteca o de libros para atraer comensales, éstos son parte del ornamento y se usan en la decoración. En cambio, en este BookBar –que fue inaugurado hace pocos  meses- hay textos a la venta de literatura y otros temas para los lectores-sibaritas. Además, hay muchos otros aspectos que denotan que su dueña -Nicole Sullivan- ha llevado mucho más lejos el uso de los libros, como podrán leer  más adelante. El lugar está diseñado para que las necesidades se conjuguen en forma armónica y se nota preocupación considerar aspectos locales, ya que los chefs han diseñado sus menús considerando ingredientes  y proveedores del sector. Nicole Sullivan pensó este espacio para quienes aman la lectura y para ello creó un ambiente donde pudiesen sentirse como si estuviesen en su casa, y donde pudiesen encontrarse con otros lectores como ellos.
El salón de lectura, cómodo, espacioso e iluminado
El salón de lectura, cómodo, espacioso e iluminado

Un aspecto importante ha sido la decoración. El techo es de madera,  las estanterías son de madera oscura, el piso también es de madera en tonos cálidos. A lo largo del bar hay un lounge, con una suerte de puerta-acordeón que permite el acceso a un sector al aire libre. Hay muchas mesas, y por supuesto estanterías abiertas para quienes quieren buscar algo de lectura mientras esperan a un amigo o simplemente mientras pasan un momento agradable.

 

Al centro del espacio hay una gran mesa de madera hecha  en base a libros. Éstos, haciendo las veces de un puzzle, conforman el mesón de atención y caja registradora. Completamente ad-hoc.  «Ví una foto en parecida en internet,  y cuando quise abrir el BookBar me dieron ganas de replicarla» comenta Sullivan. «Se lo mostré a algunas personas quienes no quisieron ser parte de mi idea.  Pero los vecinos del sector fueron los que me apoyaron en esta tarea«, recuerda airosa.

Original menú, ¿no?
Original menú, ¿no?Original, ¿no?

La selección de la comida está centrada en entremés, comidas livianas, pastas, postres -entre los que destacan chocolates de diversos tipos-. El menú es, obviamente, un libro (con dedicatoria, tabla de contenidos, prólogo y todo aquello que distingue a un ejemplar de buena factura). Lo más importante es la lista de vinos, la cual considera doce opciones entre blancos, rojos y rosés.

El emprendimiento de una lectora

El nuevo BookBar presenta, mensualmente, ciclos de lectura  con una selección de vinos escogidos por un sommelier local. No es una mala idea mezclar dos placeres, ¿no?. No existe evidencia científica que pruebe que el vino puede mejorar la capacidad para verbalizar nuestras ideas, sin embargo creo que estos ciclos deben convocar a Baco y a las musas, sin lugar a dudas.

Nicole Sullivan, en su BookBar
Nicole Sullivan, en su BookBar

 

«No se necesita comprar un libro», explica Sullivan, y luego añade: «Los lectores son bienvenidos por el solo hecho de serlo. También si quieren traer su propia novela, y avanzar en su lectura mientras beben una copa de buen vino para acompañar el momento.» Eso nos deja claro que esta emprendedora quiere que su BookBar sea un lugar de encuentro para la comunidad local, y es por eso que se ha esforzado tanto en hacer del lugar un espacio agradable y cálido. En la época de la lectura digital, deberían existir más bares, cafés y  restaurants de estas características para compartir la lectura y hacer de esta actividad una experiencia que va más allá del agasajo individual.

“Como librera, tenemos que cambiar completamente nuestras tácticas,  y no tratar de recrear algo y hacerlo más conveniente a nuestra conveniencia», explica Sullivan, poniéndose esta vez en el lugar de la librera especialista en vez de la anfitriona del restaurant. «Nosotros ofrecemos una experiencia, porque es precisamente lo que los sitios para descarga de libros digitales, las bibliotecas y las tiendas tradicionales  no pueden hacer». Un ejemplo de eso es el hecho que el BookBar ofrece un servicio de intercambio gratuito, a través del servicio de  Little Free Library. Y el servicio no queda allí, ya que periódicamente se ofrece un servicio de newsletter con novedades y comentarios a los interesados del BookBar.

Vista parcial de la barra y de las estanterías
Vista parcial de la barra y de las estanterías

La realidad económica actual de Estados Unidos es tal, que la venta de una copa de vino deja más ganancias que la venta de un libro pocket (edición sencilla y de bajo precio). Los clientes del BookBar pueden traer sus e-readers y conectarse con sus USB gracias a la disponibilidad de los muchos enchufes y puestos a lo largo y ancho del lugar. Y luego de asegurarse de tener suficiente batería, pueden acomodarse con un  cheeky Austrian grüner (vino liviano) , acompañados, quizás, de una pequeña delicia de chocolate.

Pero así como Nicole Sullivan, dueña del local, está preocupada por estas actividades, también sabe de momentos de relajo y descanso, con un libro y una copa de buen vino.  “Siempre he sido fan del escritor John Steinbeck» comenta Nicole, esta vez bajo el rol de una lectora más.  «Uvas de la ira» es mi libro favorito, y es una lectura realmente deprimente, pero por alguna razón me encante leer libros tristes. Uno lee libros de ese tipo y dice «Gracias a Dios que no me tocó vivir durante la época de la Gran Depresión«. «Por otro lado –añade– si tienes un mal día o andas algo deprimido, llegas a casa y retomas tu lectura y te das cuenta que en realidad tu día ha sido muy bueno comparado con el de los protagonistas del libro.  ¿Y para hacer un calce perfecto? nada mejor que una copa de algo austero: un cabernet sauvignon.» Tal parece que a Nicole Sullivan el vino y la lectura han sido una mezcla que no sólo hace coincidir en términos generales, también considera el tipo de libro y el estado anímico que le genera para seleccionar el tipo de vino que le acompañará mientras lee. Tiene sentido, ya que si la comida nos provoca un estado anímico y un placer general, y sus sabores se conjugan con la selección de un vino ad-hoc, ¿porqué no ha de pasar lo mismo con la lectura?

A quienes se interesen en tener más detalles, o contactarse directamente con su dueña, les recomiendo visitar su página en  Facebook  para que vean más fotos de la construcción del bookbar, y también del desarrollo de algunas actividades.

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Literatura versus tráfico en Melbourne, Australia

Ayer conocí el trabajo de Luzinterruptus, un colectivo de artistas que trabaja en base a la iluminación. El grupo realiza  instalaciones en diversos lugares del mundo, basando cada puesta en escena en un tema. El trabajo que hicieron en Melbourne se basa en los libros, y se titula «Traffic v/s Light» («Literatura v/s tráfico») porque es un juego de luces en base a la iluminación que generan los autos, versus la que aportan los libros en una transitada calle de la ciudad de Melbourne, Australia.

Como podrán apreciar en las fotografías, es algo muy original, hermoso y que atrajo un sin número de miradas de parte de los transeúntes. Les dejo con la transcripción del artículo publicado originalmente en  luzinterruptus

«En junio, nos trasladamos a Melbourne para llevar a cabo una gran instalación, la más grande hasta ahora para nosotros, dentro del festival  Light in Winter (Luz en el invierno).

La temática elegida por el festival para este año ha sido “la lectura”, por lo que nos pidieron que lleváramos a cabo Literature vs Traffic, una pieza que ya habíamos instalado en New York de forma subversiva y que nos ofrecían la oportunidad de ampliar y hacer crecer durante un mes.

Hasta la otra punta del mundo nos fuimos, pasando del soleado verano madrileño a un suave y lluvioso invierno en Melbourne, con la romántica intención de convertir la moderna y fría arquitectura de Federation Square, en un espacio acogedor, humano e íntimo, que invitara a lectura y al recogimiento.

Contábamos para ello con 10.000 libros desechados por bibliotecas públicas por considerarlos obsoletos, que el Ejercito de Salvación se encargó de recoger y donarnos altruístamente, por supuesto, también teníamos nuestras luces y la ayuda de un montón de amigos con la que convivimos durante un mes en los trabajos de ensamblaje e instalación.

¿El fin de esta pieza?, él mismo que el de la primera vez que la llevamos a cabo, que un río de libros desbordara el espacio físico de los peatones y se instalara en el asignado a los coches, robando un preciado suelo al abundante tráfico de la zona, en un gesto simbólico en el que la literatura se apoderara de las calles y se convirtiera en conquistadora del espacio público, ofreciendo a los ciudadanos, un lugar (no tan grande como nos hubiera gustado) en el que el tráfico se retirara para ceder terreno al modesto poder de la palabra escrita.

Conseguimos, después de una dura batalla contra la climatología, cambiar el aspecto de la plaza, progresivamente durante un mes, conquistamos terreno hasta que la noche del 30 de junio, un carril de la transitada Flinders Street pasó a ser una sala de lectura iluminada por una tenue luz que palidecía bajo las potentes pantallas de leds instaladas en la plaza.

Nuestra pieza sirvió de telón de fondo para muchas cosas que pasaron por allí esos días, por supuesto, fue el escenario para multitud de fotos de los curiosos y visitantes, además estuvo acompañando a muchas otras piezas instaladas durante el festival de luz, y para conmemorar el solsticio de verano fue utilizada como escenografía de la pieza de danza y performance Walking Through Words, dirigida por Tony Yap y  Yumi Umiumare en colaboración con varias comunidades de la ciudad.

La noche final, el río desbordado de libros, fue ofrecido a los visitantes que se tomaron su tiempo eligiendo entre los miles instalados los más interesantes para llevarse a casa. Además 9 artistas de la compañía de Yumi, llevaron a cabo una improvisada y mágica performance que terminó en una donación de libros a los ocupantes de los coches que circulaban por los alrededores y que estupefactos abrían las ventanillas para hacerse con tan misteriosos presentes.

Aunque ha sido una instalación complicada y con un planteamiento bastante diferente a las modestas y efímeras que solemos llevar a cabo, el balance final ha sido muy positivo, sobres todo por todas las personas que hemos conocido y que nos han ayudado a que saliera adelante.

No queremos dejar de dar las gracias a todos los voluntarios que generosamente nos donaron su tiempo, a la gente de Fedsquare que nos allanó los obstáculos y que participó activamente en la construcción de la pieza, a los colegas de Guerrilla Lighting que nos acompañaron con sus linternas, a Fred Kroh que nos cedió gran cantidad de material fotográfico, a los artistas que embellecieron la instalación con sus performances… Unas especialísimas gracias a  Alfonso Ruano que se fue con nosotros desde España y sin el cual definitivamente nada de esto hubiera sido posible, gracias amigo y por supuesto a nuestra querida Cristina Curiel, que consiguió que todo funcionara a la perfección.

No nos vamos a olvidar de todo ese tiempo, muchísimo, que hemos pasado mirando libros, pasando hojas y descubriendo secretos olvidados de gente que no conocemos, y preguntándonos cual fue el criterio que siguieron los bibliotecarios para expulsarlos de sus estanterías, algunos nos parecieron verdaderamente impresionantes.

Toda una experiencia esta gran instalación, hemos aprendido muchas cosas interesantes, esperamos que no se nos olviden…»

Si le ha interesado el trabajo de este colectivo de artistas, le recomiendo leer esta entrevista (en inglés)

Fotos de Gustavo Sanabria.


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Conozca el Hotel Biblioteca

Una de las tantas salas de lectura del hotel
Una de las tantas salas de lectura del hotel

Se trata de un hotel boutique de lujo ubicado en Manhattan, Nueva York, Estados Unidos. El concepto del Library Hotel ( Hotel Biblioteca) se inspira en el sistema de clasificación decimal del conocido bibliotecario Melvin Dewey quien diseñó el sistema Dewey de clasificación  el año 1876. Créanlo o no, este sistema se sigue usando -modificaciones mediante- en las bibliotecas de todo el mundo hasta nuestros días. Por eso, y haciendo honor a este sistema, cada piso del hotel  hace honor a una de las diez categorías de las clasificaciones en que el señor Dewey registtpó cada una de las áreas del conocimiento. De tal manera que cada una de las 60 habitaciones está especialmente decorada con una colección de libros y arte que explora una temática, de acuerdo a la clase a la que pertenece el piso. Inusual, ¿cierto?

Desayuno continental con libros en la carta
Desayuno continental con libros en la carta

Por ejemplo, en el 2º piso está la Sala de lectura con vistas a Madison Avenue y Library Way. Aquí existe una oferta permanente todo el día y toda la noche de tés, cafés, galletas y frutas. También se sirven aquí el desayuno continental y las recepciones nocturnas con vino, quesos y crudités.

En el tercer piso están todas las materias dedicadas a ciencias sociales, leyes, economía, ciencia política, comunicaciones y otros temas relacionados. El cuarto piso, por su parte, alberga una gran colección de libros de diversas lenguas extranjeras, es así como los huespédes del hotel se encuentran con textos asiáticos, italianos, japoneses, rusos, eslávicos, germánicos,  etc.

En el quinto piso se dan cita los matemáticos , geólogos, astónomos y los interesados en las ciencias exactas. Para luego subir un piso más y encontrarse con las tecnologías, ciencias aplicadas, las finanzas, la informática, la medicina, el marketing, etc.

Las artes tienen su espacio en el séptimo, mientras que la literatura hace de las suyas en el octavo. El edificio continúa  sigue en el noveno piso con historia, en el décimo con conocimientos generales, el onceavo con filosofía y el doceavo con religión. Vaya viaje por el conocimiento, ¿no?

Comensales disfrutando en "La terraza del escritor"
Comensales disfrutando en «El jardín del poeta»

En la azotea se ofrece “La guarida del escritor” y el “El jardín del poeta”. En tanto seguro no dan ganas de salir del  piso 14º , pues hay una  sala con chimenea, un invernadero y una terraza con vistas a edificios de estilo arquitectónico tradicional neoyorquino. De noche, la azotea se transforma en el Bookmarks Lounge, un bar de moda que sirve tragos inspirados en la literatura. Para mí, sería un sueño hecho realidad beber uno de esos tragos.

Pero eso no es todo. Los huéspedes están invitados a relajarse para disfrutar de películas dela Biblioteca Americanade Cinematografía, periódicos y una biblioteca de más de seis mil libros. Ovbiamente hay WiFi en todo el hotel. Cada vez que se hace la habitación hay renovación de agua mineral y chocolates belgas. ¿Qué más pedir?

Se agradece la información de este artículo a la bibliotecaria y docente Consuelo Salas (en twitter @bibblioconsu) quien envió toda la información para su publicación.

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Bar y café a la vuelta de la página

Nótese el piso
Nótese el piso

Es cierto: lugares entretenidos y con onda para tomarse un café hay muchos. Pero hasta ahora no había visto nada como esto: un café-bar que emula una biblioteca. Y los libros no sólo son decoración, sino que se integran  haciéndose parte del espacio lo cual contribuye a crean ambiente de lectura entre  los parroquianos. El dueño de este café D’EspressoEugene Kagansky, decidió abrir este lugar a una cuadra de la Biblioteca Pública de Nueva York. Antes de iniciar el proyecto, y aprovechando esta locación le comentó a su equipo de trabajo: «Abramos un café bar  que parezca una biblioteca, pero hagámoslo con un toque más interesante» .

 

Efecto «Alicia en el país de las maravillas

Y es que además de parecer una biblioteca, el lugar da la impresión de jugar con  la gravedad. Tal como en en el libro de «Alicia en el país de las maravillas» de Lewis Carroll  haciendo sentir a los clientes que están temporalmente suspendidos. El piso está al lado izquierdo,»colgando» de la pared y las sillas y  banquetas se apoyan en los muros de la biblioteca.Si ustedes creen que esto es un poco desconcertante están en lo correcto, porque esa es precisamente la idea. La inspiración de Anurag Nema – el diseñador que llevó a cabo la infraestructura-  fue la famosa estación espacial que aparece en una de las escenas de «2001 odisea del espacio«.

La iluminación "cuelga" de una de las paredes
La iluminación «cuelga» de una de las paredes

Nema  jugó con elementos muy atractivos  ya que literalmente volteó la cafetería de lado para crear un ambiente completamente innovador. De esa forma, al mirar hacia el techo no cuelgan lámparas como cabría esperar, ya que éstas están al los costados derecho, y se «dejan caer» como si de verdad estuviesen suspendidas de la forma habitual. Inquietante, ¿cierto?

¿Estanterías y libros?

Lo que parece ser un sinfín de estanterías perfectamente alineadas y cuajadas de libros no son más que cerámicas impresas con imágenes en sepia  que muestran ilustraciones  inusuales, tanto en los lomos como en las portadas. La tipografía también jugo un rol importante, ya que usaron títulos y efectos que generasen curiosidad entre los «lectores» del café-bar. Gracias a ello se tiene el efecto de una biblioteca con estanterías ordenadas en torno al «techo», que no es más que uno de los muros del lugar.

La cafetería abrió sus puertas a los clientes-lectores en diciembre del 2011, y hasta a hora -en palabras de su dueño- les ha ido tan bien que los planes ya están en marcha para abrir otras sucursales en Manhattan y después en más ciudades de Estados Unidos. Lo interesante es el uso de los libros para recrear un espacio que sea  no sólo confortable,sino que den ganas de  quedarse disfrutando del ambiente.

¿Por qué una Biblioteca?

Noel Coward  en amena charla con Ernest Hemingway en  Joe's Bar
Noel Coward en amena charla con Ernest Hemingway en Joe’s Bar

Las Bibliotecas han tenido siempre el halo de ser lugares confortables, silenciosos -en algunos casos- y de ser espacios protegidos del ruido mundanal. Cuando se entra a una biblioteca atrás queda el ruido de la calle, los bocinazos de los autos, el ajetreo de las personas corriendo de un lado a otro. Quizás una biblioteca es mucho más que  un lugar de  tranquilidad: es la posibilidad de estar tan cómodo como si se estuviera apoltronado con un grato libro entre las manos. Ese es el espacio que han tratado de crear en D’Espresso. Lo cual me lleva a pensar que son muchos los escritores asiduos a cafés que solían beber incontables tazas de café, quizás varios tragos de whisky y fumar a destajo. El primer caso que se me viene a la mente es el de Heminway, famoso por su afición a los bares y cafés  Quién sabe cuántos de esos visitó en Idaho, ciudad donde residía.

Por lo menos eso es lo que piensa el dueño de esta innovadora cafetería: «los temas de lectura son perfectos para cafés, porque se llenan de clientes «bookish» (cuya traducción  sería asiduos lectoras que gustan de objetos relacionados con el libro)

Numerosos medios han publicado sobre este lugar. Por su lado el New York Times publicó un artículo  señalando que este este truco de diseño «volteado» es parte de la estrategia de marketing, y que el próximo bar-café  que inauguren quizas esté completamente «patas para arriba». Y es que el dueño de D’Espresso cree que tal y como la marca de cafeterias  Starbucks han cambiado  el concepto de tomar café,  agregar valor es  un recurso ideal para crear identificación con la marca en una época donde las cafeterías no cuentan con la fidelización del cliente dada la amplia variedad que hay para ir a disfrutar un buen café.

deliciosos panecillos para combatir el hambre
Deliciosos panecillos para combatir el hambre de los «lectores»

 

¿Interesad@s en ir?

¡Por lo menos yo sí lo estoy! acá van los datos:

D’Espresso Midtown East 317 Madison Avenue (42nd Street)

Website  http://www.despresso.com/

Y si quieres conocer más cafés creativos alrededor del mundo, revisa este web site. No tienen bibliotecas ni libros, pero su diseño, ambientación y arquitectura valen la pena.

Con un poco de imaginación y creatividad todo queda mejor

Finalmente -y considerando la suerte de «polémica» que ha habido por el caso de la tienda Paris –  no puedo dejar de mencionar que no es necesario romper libros para hacer más atractiva la exhibición de productos comerciales como en el caso de esta tienda por departamento, la cual tiene en uno de sus locales  libros partidos por la mitad.  Con un poco más de creatividad y buen gusto se pueden hacer cosas mucho mejores. En Chile tenemos otro caso reciente de una tienda de ropa masculina que  recurrió a libros para vender. Ésta marca decidió usar tramoyas emulando estanterías de libros. Les diré que el resultado es bastante bueno, y lo mejor es que no se destrozaron libros.

Y ustedes, ¿Conocen otros casos en que los libros y las bibliotecas sirvan como escenario de una tienda, café, bar u otro tipo de local?

Caso de Paris exhibiendo zapatos en libros destrozados
Caso de Paris exhibiendo zapatos en libros destrozados
Los libros fueron partidos por la mitad
Los libros fueron partidos por la mitad

Ejemplo en Perry Ellis, Santiago de Chile
Ejemplo en Perry Ellis, Santiago de Chile