El artista canadiense Guy Laramee se había dedicado toda su vida a construir. Escribía obras de teatro, componía música contemporánea, diseñaba instrumentos musicales y era un enamorado de pintar cuadros, rodar vídeos o montar escenografías. El proceso de elaboración de sus creaciones siempre era por añadidura. «La escultura es distinto, es algo de restar, no de sumar», sugiere. Sus obras geográficas tridimensionales están hechas a base de quitarle trozos a los libros gruesos.
La manera en la que Laramee hace sus esculturas es un proceso de formación que pasa por la necesidad de deformar la obra que utiliza como material de trabajo, es decir, las encuadernaciones. Según afirma, su trabajo en 3D
«se origina con la idea de que el conocimiento último podría muy bien ser una erosión en lugar de una acumulación»
A él no le importa que sea una gran enciclopedia, un novela histórica o un montón de tomos apilados. Cuando interviene un libro, Laramee no está pensando precisamente en su contenido sino en las posibilidades que tiene su grueso para ser transformado, algo a lo que también denomina «aprendizaje». ¿Pueden unas páginas convertirse en la ciudad de Petra, en las Montañas Rocosas o en un valle nipón con edificación incluida?
«El proceso es largo, pero la parte más larga es alcanzar la inspiración», explica. «¿Qué libro?, ¿qué tipo de paisaje?, y sobre todo, ¿cuál será el espíritu de esa nueva pieza?».
Asegura que el hecho de quitarle trozos a los libros no es una tarea que se realice sin más, sino una cuestión de observar lo que esa pila de hojas le está pidiendo que haga.
Pone como ejemplo el día que iba a empezar una nueva serie de paisajes de montaña, cuando una desgracia en un viaje a Ecuador le tuvo postrado en la cama, donde se dedicó a leer La Caverna, de José Saramago. «Cambió toda la agenda. Cada proyecto dicta su medio», dice. «Siempre me había preguntado por qué las personas se sienten especialmente atraídas por mis pequeñas cavernas. Ahora lo sé. Mi trabajo en ese momento tenía que ser tallar una».
Confiesa que en comparación al resto de sus habilidades «la talla es un trabajo pesado». Para cada creación tarda un tiempo que va desde los tres días a los tres meses. Insiste sin embargo en que eso «no es nada en comparación con la gran angustia de saber qué hacer a continuación». Para lograr sacar las geo-formas que saca a los libros, Laramee tiene que utilizar herramientas que van desde cepillos y tenazas a cuchillas de motosierra adaptadas para cada ocasión. «No es fácil adaptar todo eso», asegura.
Aunque para nada ha abandonado las otras artes a las que se dedica, como la de escribir libros, dice que le gusta pasar largos ratos con este estilo de talla. Encontrar en un libro «el enfoque que quiere transmitirnos», según expresa el autor, nunca había sido una tarea intelectual tan físicamente trabajada.
En la antigua China aparecieron los rollos de papel y tejidos, también objetos artísticos que, además de cumplir una misión comunicativa, al mismo tiempo exploraban el objeto único. Más adelante, en el Medioevo, irrumpieron en el escenario de la cultura los grandes libros o libros de gran formato denominados códices.
“No soy un gran lector, pero amo los libros, lo que son como objeto físico» señala con convicción Edward Ruscha, destacado artista norteamericano cuya obra abarca la pintura, la fotografía y el grabado, siendo uno de los precursores del movimiento “Pop Art”.
De sus muchas obras, expuestas en las galerías más respetadas, destacan sus pinturas hiperrealistas de viejos volúmenes desgastados, como también reproducciones de libros abiertos de grandes dimensiones que despliegan hojas en blanco en las que se observa el deterioro producido por gusanos o agua.
Ruscha ha producido un importante número de libros, en ediciones de lujo limitadas, conteniendo su aguda mirada a temas de la vida cotidiana, objetos y lugares, contando con la colaboración de otros artistas y de editoriales privadas, innovando en el género de los “libros de arte”, normalmente para elites, consiguiendo algo barato, accesible y fácil de producir, al tiempo que se convertían en íconos del arte conceptual.
“Every Building on the Sunset Strip” editado por Ruscha en 1966 es un mítico libro para cuya realización montó una cámara en la parte trasera de un camión y recorrió la célebre Sunset Strip, de Los Ángeles (USA) fotografiando cada uno de los edificios. El libro, un gran desplegable impreso en blanco y negro a una sola cara, recogiendo las imágenes en dos estrechas bandas en la cabeza y el pie de la página y, como si se tratara de una tira de negativos, recoge las imágenes montadas unas junto a otras.
Este 2, 3 y 4 de octubre, una vez más, la Biblioteca de Santiago toma las banderas de las más importantes editoriales cartoneras de Chile y Latinoamérica con este importante evento de autogestión y de fomento escritor y lector. Ponencias, mesas de conversación, lanzamientos, feria de libros, talleres y más de 30 exponentes que promueven este arte e industria a pulso y llena de creatividad.
Todo un imperdible, que en su tercera edición confirma el auge y misión del reciclaje y la edición independiente.
El cartón es un material único. Barato, práctico, sirve para embalar o envasar y está hecho de varias capas de papel superpuestas que lo hacen resistente y firme. Y cuando se reutiliza, puede construir mundos, realidades y transportarnos a la literatura y el arte, todo gracias a las editoriales cartoneras, que desde la confección y reutilización le dan otro fin a este material, transformándolo en libros y textos.
Las editoriales cartoneras empezaron en Argentina luego de la crisis económica de inicios del 2000, donde diversos autores tuvieron que tomar lápices, tijeras y cartón para poder publicar sus propias obras en tiempos difíciles, dando un mayor valor a los materiales que otros reciclaban para subsistir.
Por eso es importante conocer este tipo de iniciativas y proyectos, y el III Encuentro de Editoriales Cartoneras “Santiago otra vez una Ciudad Acartonada” en la Biblioteca de Santiago es la instancia para hacerlo. Un evento familiar, que al igual como las capas del cartón, se ha hecho más fuerte e importante al ir sumando versiones, que este año se desarrollará los días 2, 3 y 4 de octubre.
Este encuentro busca valorar la autogestión, el reciclaje, la edición independiente y la creatividad. Para esta edición nuevamente contará con ponencias, mesas de conversación, lanzamientos de libros, ferias, talleres, más de 30 exponente de Chile y Latinoamérica.
Así, este viernes 2 de octubre los fuegos se abren desde las 18:00 horas en la Terraza de Literatura de la Biblioteca, con una bienvenida institucional y la charla “Editoriales Cartoneras, desde su historia y proyección” a cargo de Paloma Celis Carbajal (Bibliógrafa de la Universidad de Wisconsin-Madison. EE.UU) y Diego Mora (Teaching Assistant & PhD. Student Department of Romance Languages & Literatures, University of Cincinnati. EE.UU.), con la presencia de Olga Sotomayor (Editorial Olga Cartonera) como moderadora.
Para el sábado 3 de octubre, desde las 11:00 horas habrá actividades como el lanzamiento de “Pasquín N°4” (Editorial Opalina Cartonera), la feria de exposición de libros, el Taller de Creación Cartonera a cargo de Editorial Vieja Sapa Cartonera, el lanzamiento de los poemarios de Editorial La Joyita Cartonera “Paralelo 33” y “Heroínas” de Flavia Krauss (Brasil) y Eliza Adonis (Chile), respectivamente; la presentación del libro “Mitos de bolsillo: Huascas de Huarochirí. Tradiciones orales del antiguo Perú” por Amaru Cartonera y Círculo de Ciclistas Protector de las Huascas; la primera mesa “Editoriales Cartoneras y Reinserción Social” con integrantes de Canita Cartonera (Chile) y Editorial 4NOMBRES Cartonera (Bolivia) y el lanzamiento de “Nna Jani Jiukaspati: muestra de poesía desde el sur. Antología de poetas de Andina generaciones 80 y 90´s” con la participación de Amaru Cartonera (Perú), Dadaif Cartonera (Ecuador), Yerba Mala Cartonera (Bolivia), Isidora Cartonera (Chile) y Alma de Goma Ediciones (Argentina).
Y para el domingo 4 de octubre la programación incluye desde las 11:00 horas la presentación del libro “Y.9K: antología de ciencia ficción latinoamericana”; el Taller Infantil de Kamishibai Cartonero; la segunda mesa cartonera “Experiencias cartoneras” con Analía Braga-Luis Rossi de Editora Cartonera Amarillo, Rojo y Azul (Argentina); El “Cirujeo: Una hipótesis sobre la multiplicación de las cartoneras” de Flavia Krauss, (Brasil) y “El estigma de las editoriales cartoneras en la sociedad” de Fa Cartonera (México) y Vento Norte (Brasil).
Desde las 15:00 horas se presentará el libro «Palabra en Exilio» del poeta peruano Franco Osorio de la Editorial La Rueda Cartonera; continúa con la mesa “Proyecciones en torno a la sustentabilidad del proyecto editorial cartonero chileno” con la participación de Leticia Sánchez (Juanita Cartonera), César Antonioletti (La Vieja Sapa Cartonera) e Ignacio Cuevas (Isidora Cartonera). Y finalmente el evento cierra con las presentaciones de los textos “Antología: Perra Bien Perra” de Demian Guzmán, Felipe Mayorga y Williams Viveros (Editorial La Fonola Cartonera) y el “Manifiesto Horrorista y otros textos” de Claudia Rodríguez.
III Encuentro de Editoriales Cartoneras del 2 al 4 de octubre en la Biblioteca de Santiago. Avda. Matucana 151 (metro Quinta Normal, estacionamientos disponibles).
El Libro Objeto ha sido un tema que siempre ha atraído la atención de Leamos Más. Por ello hemos publicado algunos post al respecto y cada vez que leemos artículos, vemos videos o fotografías en los medios sobre este tema, nuestra curiosidad se desata.
En esta ocasión encontramos un artículo en el suplemento de decoración de un periódico nacional destacando un libro hecho completamente de arpillera por un grupo de artesanas de la Región Metropolitana. Una obra digna de mención no sólo por su calidad de libro objeto, sino que también por la historia que devela su contenido y también por los detalles de su creación:
«Un libro hecho de pedazos de género no es nada nuevo. Pero un libro realizado con la técnica de las arpilleras, sí. Sobre todo si lo que se relata en él son historias que rescatan la tradición oral. La agrupación Arpilleristas de Melipilla, Región Metropolitana, presentó una pieza al Sello de Excelencia de Artesanía 2013 que reunió múltiples factores: innovación, rescate de un oficio tradicional y fomento a la lectura. A la inauguración de la muestra de las nueve piezas de artesanía seleccionadas este año, que se realizó recientemente en la sala del museo MAPA del GAM, llegó un grupo de artesanas, desde Melipilla, con el fin de dar a conocer su obra.
La representante de las arpilleristas, María Carter, cuenta que “personalmente con este libro descubrí lo que era capaz de hacer y que nunca imaginé lograr. Con esta pieza despertamos, ya que uno como artesana no se da cuenta del valor que tiene el trabajo, pero igual lo hace con cariño. No piensas que va a trascender en el tiempo”. Y agrega que “esto nos cambió, ya que ahora hay un esfuerzo por hacer mejor las cosas. En cuanto al Sello, hay que respetarlo y cuidarlo, y la manera de hacerlo es entregando un buen trabajo con cariño y dedicación”.
Lo interesante de este objeto es que logra una síntesis entre una técnica tradicional vinculada al arte popular y un uso contemporáneo. Concebida como un soporte narrativo que pone en valor el bordado y la aplicación de telas con una fuerte expresión cultural, sostenida sobre historias populares. Recién en noviembre de este año se sabrá cuál de todos los trabajos que postularon será el ganador.»
Las arpilleristas de Melipilla
El taller está integrado por veinte mujeres. Ellas desarrollan temas de carácter rural, mostrando situaciones cotidianas a partir de un trabajo en conjunto de artesanía y diseño desde su significado y contenido como soporte narrativo de tradiciones y costumbres chilenas, potenciando al máximo la capacidad narrativa de este oficio.
Según un documento realizado por las artesanas, ellas definen su agrupación así: “Las arpilleristas nacimos bajo el difícil periodo político y económico posterior al año 1973, bajo el alero de la Iglesia Católica, donde se agrupaban la mujeres para representar de manera artesanal las difíciles situaciones sociales de la época, imprimiendo de manera original el contexto histórico de un momento particular de la historia de Chile, utilizando para ello solo lana, agujas y géneros. Combinando dichos elementos nos convertimos en un medio para decir al mundo en bordados lo que no se podía hablar de manera explícita. Con el tiempo vino el cambio también para las bordadoras y comenzamos con nuevos desafíos de diseño, siempre reflejando nuestro entorno, en especial la vivencia campesina a través de sus costumbres y quehaceres de norte a sur. Piezas únicas entregadas con mucha dedicación y cariño que buscan en los temas cotidianos ese sentimiento que aflora con la sencillez y orgullo de la gente de nuestro pueblo”.
Fuente: artículo escrito por Francisca Jimenez y publicado el 12 de Octubre en Revista Mas Deco, La Tercera.
Más antecedentes:
Las nueve obras distinguidas fueron evaluadas por un jurado de especialistas en relación a los criterios de excelencia, autenticidad, innovación, respeto al medioambiente y potencial comercializable. A este respecto, Juan Ignacio Carmona, Director Metropolitano de Cultura, explica:
«En el caso de del Libro de Arpillera (…) lo que se logra con autenticidad es poner en valor una técnica tradicional vinculada al arte popular a través de un nuevo uso totalmente contemporáneo y que cumple con calidad y técnica de oficio”.
Ficha Libro de arpilleras
Artesanas: Arpilleristas de Melipilla Diseñadora: Carolina Gutiérrez Localidad: Melipilla, Región Metropolitana Medidas: 20 cm × 24 cm × 3 cm Peso: 100 gr Producción mensual: 10 unidades
El 4 y 5 de septiembre, en medio de banderas y escudos chilenos, inauguramos la ansiada Exposición de Libros Artísticos en el Centro Politécnico Particular de Conchalí. Se presentaron 40 libros: 22 en calidad de préstamo y 18 de la biblioteca del colegio, los cuales habían llegado hace poco y los estudiantes no conocían. Los libros se escogieron minuciosamente prestando especial énfasis en el trabajo del ilustrador y en el formato del libro. Estos aspectos eran importantes, pues durante el primer semestre y en función del proyecto que se realiza con Leamos Más, se comentó la importancia de la imagen, el formato, la encuadernación y, en general, el aspecto físico del libro como objeto. Para los alumnos esto ha sido un proceso y un descubrimiento, pues su acercamiento con los libros no es tan estimulante como se quisiera. La mayoría lee de los libros que sus padres compran en la feria o el comercio informal, o bien hereda los ejemplares usados de sus hermanos mayores.
Por ello, todos los textos eran visualmente muy atractivos. Algunos de los más comentados fueron: el álbum ilustrado ‘Cuentos silenciosos‘ de Benjamín Lacombe, ‘La media naranja’ de Elena Ferrádiz, ‘El libro negro de los colores’ de Menena Cottín y Rossana Faría y ‘Los fantásticos libros voladores del Sr. Morris Lessmore’ de William Joyce. Por lo menos, eso es lo que opinaron los alumnos, quienes escogían el que más les gustaba al término de la exposición. El ejercicio no fue en vano, ya que gracias a la selección de los estudiantes se está elaborando una lista de títulos que serán adquiridos para invertir en una biblioteca de aula, la cual quedará a disposición de los alumnos participantes del proyecto para seguir estimulando su interés por el libro y la lectura.
Es importante destacar el la labor de las editoriales, muchos de los ejemplares son reediciones de textos o personajes clásicos: como El Extranjero, Drácula, y Ulises. Las editoriales Zorro Rojo y Edelvives han destacado haciendo un trabajo de lujo con estas ediciones. Por otro lado, muestras de libros como las que hay en la Galería Plop dan cuenta de las ganas que hay en el medio de ir innovando, no sólo en cuanto a novedades editoriales para los más pequeños, sino que también para adolescentes y jóvenes que igualmente merecen tener lo mejor. Esta renovación y aire fresco de las editoriales ayuda a que profesores y bibliotecarios estamos alertas a actualizar e incorporar libros a los que acostumbramos recomendar, y eso es lo que precisamente se traspasa a actividades como la descrita. Por ejemplo, en la sala de la exposición el día del evento, los textos se distribuyeron por categoría con sus correspondientes trípticos explicativos: libros álbumes, libros con ilustraciones, novelas gráficas, historietas y libros de artista. De esa forma, cada estudiante se llevaba, de acuerdo a su interés, el tríptico que más le gustó. En los días siguientes, varios alumnos se acercaron a la biblioteca del colegio, tríptico en mano, a solicitar alguno de libros de la exposición. Una maravillosa forma de continuar disfrutando de los libros, especialmente para aquellos(as) que no son tan aficionados(as) a la lectura. Este aspecto no llama tanto la atención si se considera que en el proyecto se ha estado trabajando, precisamente, para buscar otros alicientes respecto al libro que no se relacionen tanto con el contenido. Las ilustraciones, anécdotas, trabajo visual e incluso la historia del libro han sido los principales elementos que han servido para atraer la atención de quienes se dicen «no-lectores». Y hasta ahora vamos bien encaminadas. En este sentido, Karla Toro de segundo medio «A» señala respecto a sus compañeros a quienes no les gusta mucho leer: «Hay varios que han cambiado sus gustos por leer, porque antes no leían ni lo que escribía la profesora en la pizarra. Pero ahora están más motivados a leer y más preocupados del tema de los libros». Y respecto a las reacciones de este mismo grupo de compañeros frente a la exposición: «les llamó la atención que haya distintas formas para contar una historia». Karla pertenece al grupo de alumnos que disfruta leyendo, con o sin exposiciones mediante, y junto a otros compañeros me han planteado sugerencias para que evalúe las habilidades de lecto-escritura en base a enseñarles a escribir guiones de libros, representaciones escénicas de los mismos, etc. La última idea fue realizar un debate en base a las lecturas que están compartiendo. Sin duda es la motivación que todo profesor querría.
Otro aliciente para esta actividad fue la ayuda de un grupo de estudiantes de la especialidad de Secretariado, quienes entregaron un valioso aporte en el orden y cuidado de los libros durante los dos días que duró la exposición. Asimismo, otro grupo de alumnos de segundo medio se encargó de la ornamentación de la sala, de esa forma todos colaboraron y se sintieron partícipes. El proceso de la exposición, para cada grupo que visitaba la sala, culminaba con dos cortometrajes basados en dos títulos expuestos: : ‘Enco, travesías a vapor‘ y ‘Los fantásticos libros voladores del Señor Morris Lessmore’. Así, en pocos minutos, se cerraba el círculo de entusiasmo y motivación que se abría apenas la puerta de la sala daba paso a los libros expuestos. En total, unos 40 a 45 minutos de novedades y misterios develados para estos alumnos de enseñanza media de un establecimiento técnico.
En general, los estudiantes se mostraron contentos de conocer algo a lo que, de otro modo, no habrían tenido acceso por desconocimiento o falta de interés. ¿Cómo podrían solicitar un libro álbum sin saber de qué se trata? La actividad tuvo muy buena acogida en la comunidad escolar, incluso entre profesores y directivos, algunos de los cuales lamentaron que la muestra no se hubiese extendido por más días. Siempre es escaso el tiempo cuando uno quiere dedicarse al placer de leer. Ahora, en clases de Lengua Castellana y Comunicación estamos trabajando en la producción de comentarios de libros observados, disfrutados y leídos.
Esta es una más de las actividades para que los estudiantes aprecien los libros, no sólo desde el contenido lingüístico sino que también por su valor estético. Tal vez, esta sea una forma en la que aquellos que siempre comentan “qué lata leer”, agreguen una segunda frase que diga: “pero igual hay algunos que parecen interesantes”. Ese primer acercamiento en segundo año de enseñanza media puede transformarse en el punto de partida para ampliar el horizonte de estudiantes que todavía tienen mucho que aprender.
Artículo presentado en forma conjunta por la Profesora de Lengua Castellana y Comunicación Carolina Olivares y por la bibliotecóloga Claudia Gilardoni, quienes también han diseñado y dirigido en terreno el proyecto «El docente de Lenguaje y su rol en el aula fomentando la lectura» en el Centro Politécnico Particular de Conchalí desde marzo 2013 a la fecha.
Entrevista a Valeria Flores de Segundo Medio «B» (realizada por Claudia Gilardoni, el 5 de septiembre 2013)
«El Libro es una criatura frágil, se desgasta con el tiempo, teme a los roedores, resiste mal la intemperie y sufre cuando cae en manos inexpertas«. Umberto Eco, en un pasaje de su novela «El nombre de la Rosa», 1980.
«Ante ciertos libros, uno se pregunta: ¿quién los leerá?, y ante ciertas personas uno se pregunta: ¿qué leerán?. Y al fin, libros y personas se encuentran«. André Gide, escritor francés Nobel de Literatura en 1947
Todo un Arte
Actualmente, cuando la discusión entre el libro digital y el impreso sigue vigente, surgen otros temas relacionados con el libro: la encuadernación es uno de ellos. Aunque ya casi nadie habla del arte de la encuadernación, del detalle y minuciosidad que hay tras las tapas de un libro cuidadosamente trabajado a mano, cosido, e incluso taladrado para lograr un objeto que bien merece estar en alguna sala de museo como objeto de arte. No me confundan, por favor, con una nostálgica. He expresado mi opinión anteriormente respecto al libro digital v/s impreso, y no es un afán romántico el que me anima a escribir este post. Más bien me inclino por compartir con ustedes un tema interesantísimo del que muy poco sabemos.
Cuando empecé a documentarme para escribir este post, pensé que no sería tarea compleja. «Siendo bibliotecaria -pensé- puedo recordar algunas clases de primer año cuando este tema era parte de las pruebas». Sin embargo me encontré con una enorme variedad de aspectos relacionados con la encuadernación que no conocía, y que me asombraron gratamente: desde la Historia del Libro y las bibliotecas, los incunables, la caligrafía, la tipografía, los materiales y herramientas de encuadernación, el oficio del encuadernador y del «dorador» -algo completamente nuevo para mí- pasando por el libro-arte encuadernado y los museos que les rinden culto. Naturalmente la historia de la encuadernación es otro aspecto que merece atención, lo cual nos lleva inevitablemente a las artes decorativas y ornamentales del libro. La lista es vasta y recorre miles de años…una delicia para una «ñoña» como yo. Ante tal variedad de materias, opté por partir desde los inicios y dejarme llevar. Después de todo, este no será el primer post respecto al tema.
La encuadernación es un arte noble. Quien haya tenido en sus manos un precioso ejemplar bien encuadernado estará de acuerdo conmigo. No es sólo el trabajo en torno a las tapas, el lomo o el canto del libro. Es la delicadeza del tipo de papel, el trabajo de cosido en el lomo, la decoración que embellece, las ilustraciones o dibujos de la contratapa. Es un conjunto exquisito y armónico que deleita no sólo al lector, sino que a coleccionistas, bibliófilos , book lovers y amantes del buen diseño.
La historia empieza más o menos así:
Para hablar de un tema tan preciado como este, es preciso aclarar que, antiguamente, los documentos escritos o grabados eran tan apreciados y raros en la antigüedad, que pronto se pensó en buscar el medio para protegerlos. Las tablillas cocidas de Babilonia, por ejemplo, estaban numerados en el orden en que debían ser leídos y se almacenaban en estanterías cuidadosamente catalogadas, pues cada una llevaba el título de la obra de la que formaba parte. A partir del momento, en que fue posible escribir sobre algo susceptible de enrollarse (como la seda, el papiro o el pergamino) el problema de verificar el orden de los documentos y de cómo podían ser protegidos se resolvió más fácilmente. Los rollos preciosos eran guardados en cofrecillos de madera de esencia rara, a menudo maderas olorosa, o bien en cofres de metal cuidadosamente ornamentados.
En otras latitudes, los textos griegos o romanos se unían a menudo con un cordoncillo que se pasaba por una de las esquinas o se cosían sobre el lado izquierdo. Habitualmente se escribía sobre tablillas de madera o marfil recubiertas de cera. Estas tablillas estaban a veces unidas mediante bisagras o por un grueso hilo para formar dípticos y trípticos. En las civilizaciones del sudeste asiático o amerindias los «libros» estaban a menudo hechos con hojas de palmera o bambú. Estas hojas estaban cortadas en rectángulo y todas ellas eran agujereadas en el mismo lugar para permitir el paso de la cuerdecilla que las unía. Se lograba una buena protección a través de dos planchas de madera o de corteza de árbol que tenían las mismas dimensiones que las hojas, y estaban atadas con ellas.
Y el Libro: ¿cuándo?
Según la leyenda — y las leyendas a menudo están en lo cierto — cuando Cleopatra invitó a César a visitar los talleres de la Biblioteca de Alejandría, le mostró los primeros pasos de una nueva fórmula de presentación de los documentos. En lugar del habitual rollo o volumen, a los egipcios se les había ocurrido la idea de doblar las hojas de papiro en dos partes, cortar varias de estas hojas del mismo modo para que tuviesen idénticas dimensiones y unirlas entre sí, cosiéndolas de modo que formaran una especie de «ladrillo cuadrangular» fácil de consultar. Este «ladrillo» se llamó códice o codex, y es el antecedente del libro. El codex fue muy popular, y pronto se extendió desde Egipto a todo el mundo mediterráneo. De esta forma, el paso del papiro al pergamino fue inevitable. A partir del siglo I D. C., encontramos en Roma la existencia de libros de hojas de pergamino llamados “Menbranae”.
Fue en los monasterios coptos (que datan del siglo I, en Egipto) donde el arte del libro empezó verdaderamente su apogeo, y donde la técnica de la encuadernación fue inventada (hoy en día, la técnica de encuadernación que recuerda la de estos monjes se llama «costura copta«). A veces se trata de un sólo y grueso cuadernillo recubierto de piel, otras de varios cuadernillos cosidos con una aguja o dos agujas que trabajan separadamente para formar una cadeneta muy sólida. Los lomos son lisos, pues los hilos de costura pasan simplemente por el fondo de los cuadernillos sin hilo ni nervio de apoyo. Las pieles están especialmente curtidas para este arte y teñidas con tintes vegetales. Los papeles para guardas generalmente están pintados a mano. Las tapas son de madera o hechas de papiro pegado con cola. Se sabe que se han hecho desde el siglo IV al XI, y constituyen la familia más antigua conocida de encuadernaciones de cuero, representando la fuente última de todas las encuadernaciones de cuero decoradas.
La evolución de la encuadernación
Desde esa época ha venido evolucionando la encuadernación en el mundo, en manos de monjes, maestros y aprendices por generaciones; con distintos estilos decorativos pero siempre conservando la excelencia en la construcción del libro. En la Edad Moderna las encuadernaciones pesadas y las de lujo ya no se realizaban. Una de las razones de ello fue la difusión del papel y la invención de la imprenta. Debido a ambos factores, también aumentó la producción de libros que se vendían con encuadernaciones sencillas. Incluso algunos se vendían por pliegos sueltos, para ser encuadernados por las mismas personas, a su gusto.
A lo largo de la Historia del Libro, la encuadernación ha ido sufriendo muchos cambios producto de los avances y cambios en los materiales y técnicas de trabajo. En general, este proceso estuvo sometido a la misma evolución que el resto de manifestaciones artísticas. En el Renacimiento, por ejemplo, se usaron planchas de hierro para ornamentar las cubiertas usando una sola pieza. Al contrario de lo que pasa durante el Barroco, cuando tuvieron plena vigencia los ornamentos por doquier: se usaban hierros que imitaban diversas formas y ornamentos. La encuadernación es recargadísima, con hierros pequeños que se prestan a todo tipo de composiciones. Y así van surgiendo diversos estilos, que tienden a simplificar el decorado a medida que pasa el tiempo. En el periodo neoclásico, por ejemplo, las encuadernaciones se enriquecen y simplifican al mismo tiempo: las tapas se decoran con orlas, los florones y rocallas se sustituyen por motivos clásicos grecorromanos, y la estructura de la decoración se concentra en los lomos, que se ornamentan con hierros sueltos.
Posteriormente, el estilo modernista se crean las encuadernaciones interpretativas, donde aparecen representados motivos alusivos al contenido del texto. Finalmente, el trabajo se hace más sencillo y la decoración termina por circunscribirse al lomo. En éste estilo destacan los anagramas estilizados y los dibujos neogóticos.
La encuadernación estuvo sometida a la misma evolución que el resto de las manifestaciones artísticas. En Europa se sucedieron las cubiertas góticas, mudéjares, renacentistas, barrocas, neoclásicas, románticas, etc. A menudo, dichos estilos convivían durante un tiempo, aunque en realidad cada taller de imprenta y/o encuadernador imprimía a sus trabajos un distintivo propio. De este modo, se pone de manifiesto que la encuadernación puede ser mucho más que un simple elemento protector de los libros, convirtiéndose en auténticas obras de arte.
Un encuadernador de tomo y lomo
El quehacer de un encuadernador es un oficio noble, porque trabaja en forma artesanal confiriéndole particularidades especiales y únicas a cada obra. Un libro encuadernado es un trabajo costoso, porque la labor es completamente manual, no hay procesos industrializados. Además, se usan materiales como pieles, cueros, hilos e incluso -cuando el libro es muy fino- oro para el canto de las hojas y joyas para adornar la tapa.
Juan Zafrilla -de quien encontré una simpática entrevista en un medio español- es un destacado encuadernador español con más de 40 años en el oficio, quien señala: « la encuadernación no puede hacerse sin ton ni son, ya que los libros encuadernados son piezas únicas, por lo que hay que hacer una creación que vaya con el texto, por lo que primero, hay que conocer el texto para adecuar la encuadernación». Y luego añade: «lo más importante son las manos, la piel y a encuadernar, a meterle mano a los dibujos, dorar, y pulso fino, que aún tengo, hace falta también tener un poco de gusto, es como todo, empiezas y vas adquiriendo el oficio y con los años vas tomando cierta veteranía, incluso, he concursado en varios certámenes y he sido premiado, tengo mis diplomas».
Carlos Rey, otro afamado encuadernador español, entrega en su blog toda su experiencia y motivación en este oficio. Emocionado, señala «Vas deshilvanando el secreto de las grandes obras, lees todo lo que cae en tus manos sobre el libro: la encuadernación, restauración, el papel, la imprenta, llegando a tener y disfrutar de una buena biblioteca». Y si de encuadernadores reconocidos se trata, es imposible no nombrar a Emilio Brugalla, famoso «dorador» (especialista en decorar con oro el canto de los libros) a mano, orfebre y bibliófilo. Gracias a su trabajo con la editorial Subirana, se especializó en encuadernar libros religiosos llegando a crear toda una sección de libros artísticos. Finalmente, en 1931 crea su propio taller, a la vez que empieza su afán divulgativo que lo llevará a dar numerosas conferencias a lo largo del planeta y a escribir varios libros sobre el arte de la encuadernación.
Brugalla concibe sus encuadernaciones como obras de arte, cuidando todos sus detalles, esmerándose para que el paso de los años no degrade la calidad de la piel, que el peso del libro no lo desencaje por el lomo, que la obertura del libro sea suave, dulce y sin estorbos… En definitiva, encuadernaciones insólitas que estamos seguros le harán cambiar de opinión si piensa que el valor de un libro reside sólo en su interior.
Rústica, acaballada, de lujo….¿qué tipo de encuadernación prefieres?
Es así como nacen diversos tipos de encuadernaciones: manual, rústica, cartoné, térmica, en piel, en espiral, alzada, acaballada, con taladro, etc. Sin olvidar la encuadernación heráldica, que poseen como elemento decorativo central o predominante un escudo de armas, emblemas u otros motivos armoriales que identifican al autor, al propietario o al mecenas del libro.
Las técnicas también son disímiles, así como los materiales. Éstos conforman otro mundo vasto y encantador: cueros, terciopelos, sellos, joyas. Entre los instrumentos está el telar, cuerdas, hilos de lino, agujas de guarnicionero, plegaderas, martillo, reglas, punzones, hebillas. Estos materiales dependen del tipo de encuadernación que se realice.
«En la variedad está el gusto», parece ser la tónica a la hora de hablar de las distintas variantes de la encuadernación. Sin embargo, lo que siempre prevalece es el afán de proteger el conocimiento y el saber escrito por el hombre.
Se trata de un hotel boutique de lujo ubicado en Manhattan, Nueva York, Estados Unidos. El concepto del Library Hotel ( Hotel Biblioteca) se inspira en el sistema de clasificación decimal del conocido bibliotecario Melvin Dewey quien diseñó el sistema Dewey de clasificación el año 1876. Créanlo o no, este sistema se sigue usando -modificaciones mediante- en las bibliotecas de todo el mundo hasta nuestros días. Por eso, y haciendo honor a este sistema, cada piso del hotel hace honor a una de las diez categorías de las clasificaciones en que el señor Dewey registtpó cada una de las áreas del conocimiento. De tal manera que cada una de las 60 habitaciones está especialmente decorada con una colección de libros y arte que explora una temática, de acuerdo a la clase a la que pertenece el piso. Inusual, ¿cierto?
Por ejemplo, en el 2º piso está la Sala de lectura con vistas a Madison Avenue y Library Way. Aquí existe una oferta permanente todo el día y toda la noche de tés, cafés, galletas y frutas. También se sirven aquí el desayuno continental y las recepciones nocturnas con vino, quesos y crudités.
En el tercer piso están todas las materias dedicadas a ciencias sociales, leyes, economía, ciencia política, comunicaciones y otros temas relacionados. El cuarto piso, por su parte, alberga una gran colección de libros de diversas lenguas extranjeras, es así como los huespédes del hotel se encuentran con textos asiáticos, italianos, japoneses, rusos, eslávicos, germánicos, etc.
En el quinto piso se dan cita los matemáticos , geólogos, astónomos y los interesados en las ciencias exactas. Para luego subir un piso más y encontrarse con las tecnologías, ciencias aplicadas, las finanzas, la informática, la medicina, el marketing, etc.
Las artes tienen su espacio en el séptimo, mientras que la literatura hace de las suyas en el octavo. El edificio continúa sigue en el noveno piso con historia, en el décimo con conocimientos generales, el onceavo con filosofía y el doceavo con religión. Vaya viaje por el conocimiento, ¿no?
En la azotea se ofrece “La guarida del escritor” y el “El jardín del poeta”. En tanto seguro no dan ganas de salir del piso 14º , pues hay una sala con chimenea, un invernadero y una terraza con vistas a edificios de estilo arquitectónico tradicional neoyorquino. De noche, la azotea se transforma en el Bookmarks Lounge, un bar de moda que sirve tragos inspirados en la literatura. Para mí, sería un sueño hecho realidad beber uno de esos tragos.
Pero eso no es todo. Los huéspedes están invitados a relajarse para disfrutar de películas dela Biblioteca Americanade Cinematografía, periódicos y una biblioteca de más de seis mil libros. Ovbiamente hay WiFi en todo el hotel. Cada vez que se hace la habitación hay renovación de agua mineral y chocolates belgas. ¿Qué más pedir?
Se agradece la información de este artículo a la bibliotecaria y docente Consuelo Salas (en twitter @bibblioconsu) quien envió toda la información para su publicación.
Los artistas brasileños Marcos Saboya y Gualter Pupo hicieron realidad la frase «perderse en un buen libro» ya que construyeron un enorme laberinto con 250.000 libros. Esta instalación artística, llamada aMAZEme será exhibida hasta el 26 de agosto en una muestra en el Southbank Centre, en Londres. Los artistas se inspiraron en el escritor argentino Jorge Luis Borges, por lo que el laberinto pretende recrear con su forma las huellas dactilares de Borges. Sin duda Saboya y Pupo rindieron un hermoso homenaje al escritor que un día señaló: «Siempre imaginé que el paraíso sería algún tipo de Biblioteca»
El hecho que esta magnífica instalación esté siendo exhibida en Londres no es casual, ya que se relaciona con los Juegos Olímpicos. Justamente el Festival de Londres 2012 -lugar donde se puede encontrar esta obra- es parte de las atracciones para turistas y fanáticos del deporte. Pero, volviendo al laberinto de libros, les puedo contar que su construcción demoró sólo 4 días, ya que se contó con la ayuda de voluntarios que se inscribieron previamente para participar de este trabajo.
La obra estuvo concluída el 31 de Julio, fecha a partir de la cual el público ha podido visitarla y jugar a perderse entre los libros. Pero eso no es todo, ya que dentro de esta masa de textos e información los visitantes pueden encontrarse con algunas sorpresas, como por ejemplo: unas pantallas instaladas en los muros que despliegan imagenes de citas literarias y objetos artísticos asociados a la literatura. Adicionalmente, varios autores están leyendo sus libros dentro del laberinto «añadiendo vida al proyecto a través de la tradición oral» según acota uno de los artistas que diseñó el trabajo.
Justamente, el objetivo de los artistas es que los aventureros que se atrevan a entrar en este laberinto descubran nuevas texturas, imagenes y emociones mientras está inmerso en este mundo de libros. Por eso, al final de la exhibición, el público es invitado a llevarse consigo cualquiera de los libros -usado o nuevo- como recuerdo de esta inigualable aventura literaria.
Es cierto: lugares entretenidos y con onda para tomarse un café hay muchos. Pero hasta ahora no había visto nada como esto: un café-bar que emula una biblioteca. Y los libros no sólo son decoración, sino que se integran haciéndose parte del espacio lo cual contribuye a crean ambiente de lectura entre los parroquianos. El dueño de este café D’Espresso, Eugene Kagansky, decidió abrir este lugar a una cuadra de la Biblioteca Pública de Nueva York. Antes de iniciar el proyecto, y aprovechando esta locación le comentó a su equipo de trabajo: «Abramos un café bar que parezca una biblioteca, pero hagámoslo con un toque más interesante» .
Efecto «Alicia en el país de las maravillas
Y es que además de parecer una biblioteca, el lugar da la impresión de jugar con la gravedad. Tal como en en el libro de «Alicia en el país de las maravillas» de Lewis Carroll haciendo sentir a los clientes que están temporalmente suspendidos. El piso está al lado izquierdo,»colgando» de la pared y las sillas y banquetas se apoyan en los muros de la biblioteca.Si ustedes creen que esto es un poco desconcertante están en lo correcto, porque esa es precisamente la idea. La inspiración de Anurag Nema – el diseñador que llevó a cabo la infraestructura- fue la famosa estación espacial que aparece en una de las escenas de «2001 odisea del espacio«.
Nema jugó con elementos muy atractivos ya que literalmente volteó la cafetería de lado para crear un ambiente completamente innovador. De esa forma, al mirar hacia el techo no cuelgan lámparas como cabría esperar, ya que éstas están al los costados derecho, y se «dejan caer» como si de verdad estuviesen suspendidas de la forma habitual. Inquietante, ¿cierto?
¿Estanterías y libros?
Lo que parece ser un sinfín de estanterías perfectamente alineadas y cuajadas de libros no son más que cerámicas impresas con imágenes en sepia que muestran ilustraciones inusuales, tanto en los lomos como en las portadas. La tipografía también jugo un rol importante, ya que usaron títulos y efectos que generasen curiosidad entre los «lectores» del café-bar. Gracias a ello se tiene el efecto de una biblioteca con estanterías ordenadas en torno al «techo», que no es más que uno de los muros del lugar.
La cafetería abrió sus puertas a los clientes-lectores en diciembre del 2011, y hasta a hora -en palabras de su dueño- les ha ido tan bien que los planes ya están en marcha para abrir otras sucursales en Manhattan y después en más ciudades de Estados Unidos. Lo interesante es el uso de los libros para recrear un espacio que sea no sólo confortable,sino que den ganas de quedarse disfrutando del ambiente.
¿Por qué una Biblioteca?
Las Bibliotecas han tenido siempre el halo de ser lugares confortables, silenciosos -en algunos casos- y de ser espacios protegidos del ruido mundanal. Cuando se entra a una biblioteca atrás queda el ruido de la calle, los bocinazos de los autos, el ajetreo de las personas corriendo de un lado a otro. Quizás una biblioteca es mucho más que un lugar de tranquilidad: es la posibilidad de estar tan cómodo como si se estuviera apoltronado con un grato libro entre las manos. Ese es el espacio que han tratado de crear en D’Espresso. Lo cual me lleva a pensar que son muchos los escritores asiduos a cafés que solían beber incontables tazas de café, quizás varios tragos de whisky y fumar a destajo. El primer caso que se me viene a la mente es el de Heminway, famoso por su afición a los bares y cafés Quién sabe cuántos de esos visitó en Idaho, ciudad donde residía.
Por lo menos eso es lo que piensa el dueño de esta innovadora cafetería: «los temas de lectura son perfectos para cafés, porque se llenan de clientes «bookish» (cuya traducción sería asiduos lectoras que gustan de objetos relacionados con el libro)
Numerosos medios han publicado sobre este lugar. Por su lado el New York Times publicó un artículo señalando que este este truco de diseño «volteado» es parte de la estrategia de marketing, y que el próximo bar-café que inauguren quizas esté completamente «patas para arriba». Y es que el dueño de D’Espresso cree que tal y como la marca de cafeterias Starbucks han cambiado el concepto de tomar café, agregar valor es un recurso ideal para crear identificación con la marca en una época donde las cafeterías no cuentan con la fidelización del cliente dada la amplia variedad que hay para ir a disfrutar un buen café.
Y si quieres conocer más cafés creativos alrededor del mundo, revisa este web site. No tienen bibliotecas ni libros, pero su diseño, ambientación y arquitectura valen la pena.
Con un poco de imaginación y creatividad todo queda mejor
Finalmente -y considerando la suerte de «polémica» que ha habido por el caso de la tienda Paris – no puedo dejar de mencionar que no es necesario romper libros para hacer más atractiva la exhibición de productos comerciales como en el caso de esta tienda por departamento, la cual tiene en uno de sus locales libros partidos por la mitad. Con un poco más de creatividad y buen gusto se pueden hacer cosas mucho mejores. En Chile tenemos otro caso reciente de una tienda de ropa masculina que recurrió a libros para vender. Ésta marca decidió usar tramoyas emulando estanterías de libros. Les diré que el resultado es bastante bueno, y lo mejor es que no se destrozaron libros.
Y ustedes, ¿Conocen otros casos en que los libros y las bibliotecas sirvan como escenario de una tienda, café, bar u otro tipo de local?
Al entrar sorprende todo y dan ganas de empezar a tomar cosas para saber qué son. Puede ser un lápiz, una taza, una libreta o un libro. Pero todo tiene un dibujo, una ilustración, una gráfica, haciendo de PLOP! Galería una de las iniciativas más originales y entretenidas del circuito cultural de Santiago.
Desde 2010 opera en el barrio Lastarria. Ahí se ha posicionado con un estilo único de tienda, librería y galería de arte con constantes exposiciones, que mezcla libros ilustrados, obras originales de artistas nacionales y extranjeros, además de objetos para regalar o coleccionar que juegan a la perfección con el diseño y la gráfica.
La idea nació de los diseñadores Adolfo Holloway y Patricia Aguilera y de los periodistas Isabel Molina y Claudio Aguilera, quienes buscaron un lugar que tuviera como eje una galería dedicada exclusivamente a la ilustración y la historieta, donde pudiera darse a conocer el trabajo de distintos realizadores. Un esfuerzo que luego de dos años ya tiene resultados concretos. Así lo ve Isabel Molina: “Hoy hay una mayor presencia de la ilustración en la prensa, en las bibliotecas, en los colegios y universidades, prácticamente todas las editoriales le están dando espacio en sus catálogos. Y sentimos que hemos aportado a que así sea” dice.
Pero, ¿qué diferencia una ilustración de un dibujo? La pregunta podría parecer obvia. Para Isabel Molina todo está en la intención de creador. “Una ilustración es una imagen que cuenta una historia por sí misma. Es una narración que tiene la misma importancia que el texto escrito y se enriquecen mutuamente.”
La ilustración en la historia
Desde fines de la década del treinta hasta mediados de los setentas en Chile existió una fuerte cultura del libro. Las revistas infantiles, culturales o misceláneas, vivieron una época de esplendor permitiendo el desarrollo de una gran cantidad de ilustradores e historietistas. Todo respondía a las necesidades de los chilenos de antaño. “En Chile existía una tradición letrada, y sobre todo a partir de los años 30, con el surgimiento y consolidación de la clase media, la educación, la lectura y cultura en general se transforman en símbolos de progreso y desarrollo colectivo e individual”, dice Claudio Aguilera, uno de los gestores de PLOP! Galería.
Un panorama que cambió drásticamente durante la dictadura, cuando libertad de expresión y el acceso a la cultura fueron sometidos a fuertes restricciones. “Leer, escribir, publicar o estudiar dejó de ser bien visto. La sociedad se volcó al libre mercado y la cultura no sólo era considerada potencialmente subversiva, también dejó de ser relevante o prioritaria para las políticas pública y quedó fuera de la lógica de mercado”, agrega Aguilera.
En el caso de las revistas infantiles, a esto se sumó la masificación de la televisión y la arremetida de las ediciones extranjeras, lo que obligó a muchas publicaciones a cerrar y a que sus artistas se vieran obligados a recurrir a los periódicos u otras labores para sobrevivir.
“Antes de los años setenta, muchos ilustradores vivían de sus obras. Hoy poco a poco, los creadores nacionales están recuperando su espacio. Es por eso que nos interesa, junto con difundir el trabajo de los ilustradores dentro de Chile, generar relaciones con artistas extranjeros y llevar fuera de nuestra fronteras el talento nacional”, señala.
En ese sentido, una de las finalidades de PLOP! es consolidar una red latinoamericana en torno a la ilustración para lo cual ya mantienen contacto con México, Colombia, Ecuador, Argentina y Brasil. Además, gracias a un Fondo del Libro están preparando el primer catálogo de ilustración chilena, una obra que reunirá a 60 artistas nacionales y se distribuirá en los principales espacios de la ilustración mundial.
Mientras los proyectos internacionales se desarrollan, siguen consolidando un mercado interno para la ilustración y la historieta. “Tenemos dos segmentos de público: uno compuesto por jóvenes y estudiantes, que vienen a nuestros lanzamientos o exposiciones, y optan por llevar libros u objetos ilustrados, y otro público, con un poco mayor poder adquisitivo, que tiene interés por coleccionar de forma seria e informada ilustración e historieta chilena. Algo que no sucedía hace un par de años” comenta Isabel Molina.
Para Claudio Aguilera hay otro aspecto relevante: la capacidad de la ilustración y la historieta de desarrollar una mirada atenta y crítica. “Es necesario enseñar y aprender a leer imágenes. La ilustración, como cualquier otra rama de las artes visuales, tiene un lenguaje y signos que uno tiene que aprender a codificar. Sería muy útil entregar una educación visual, porque así uno podría ver los noticiarios, las fotos en el diario o una publicidad, y saber qué significa una imagen en un contexto determinado, cuál es el mensaje y la opinión que está transmitiendo. Me parece un paso esencial para ser ciudadanos críticos y ahí el libro ilustrado y la novela gráfica pueden ser un gran aporte”.
Disciplinas con una creciente presencia tanto en el mundo editorial, como en los medios de comunicación, investigaciones académicas, bibliotecas y colegios. La ilustración y la historieta están siendo reconocidas también como potentes herramientas de promoción del libro y la lectura. “Así lo ha comprendido también el Ministerio de Educación, que ha incrementados sus compras de libros ilustrados y apostado por publicaciones que conjugan textos clásicos y poesía con propuestas gráficas, ayudando al desarrollo de la ilustración y proponiendo un concepción más amplia del libro”, puntualiza uno de los dueños.
Por lo pronto, podemos contarles que Leamos Más se adscribe a esta postura, la misma que nos invita a leer no sólo textos lineales o hipertexto, sino que también imágenes e ilustraciones . ¡Es que vivimos rodeados de ellas! tanto que casi no nos damos cuenta que necesitamos afinar nuestras habilidades para entenderlas a cabalidad. Lo mismo pasa con la música: es un gusto adquirido, que se disfruta en cómodas medidas.
Y de esta conciencia y valoración por la ilustración es que nace un nuevo vínculo con PLOP! Galería, dando pie a actividades, proyectos e iniciativas coordinadas con otras bibliotecas con el fin de reforzar la lectura y la ilustración en todos sus colores, formas e interpretaciones.
Te invitamos a visitar Plop Galería, ¡acá van los datos!
Dirección: Merced 349. Local 7. Barrio Lastarria (Metro Bellas Artes o Metro Católica)