Humberto Maturana, Premio Nacional de Ciencias en 1994
Humberto Maturana, biólogo y epistemólogo chileno, es el típico científico desgarbado, melenudo y de gruesos lentes que no le despintan la imagen de sesudo e intelectual. Sencillo y quitado de bulla, deambula por doquier con sus eternos chalecones de lana y sus bufandas al viento. Es distraído, como todo científico que se precie de tal, pero siempre amable y dispuesto a atender a quien quiera hacerle una pregunta o simplemente tocarlo, pedirle un autógrafo o expresarle su admiración de cualquier manera, por muy loca que sea.
Como profesor, este Premio Nacional de Ciencias es claro, conciso, se pasea con los brazos en la espalda repitiendo sus grandes verdades –es una eminencia reconocida a nivel internacional y afuera muchos lo veneran- y le encanta que lo interrumpan, le rebatan, lo acosen, etc. No es, entonces, un científico tan típico como acabamos de decir en el comienzo. Sus libros no sólo los devoran los estudiantes de ciencias biológicas, sino todos los que quieren saber algo más de la gran complejidad y simpleza del ser humano.
Y Humberto Maturana es tan típico y atípico, -cosa extraña, pero cierta según cómo lo miremos-, que sus respuestas nos dejarán más que sorprendidos:
¿Cómo fue su acercamiento a la lectura?
Fue difícil, porque era miope. No veía bien y me demoré mucho en aprender a leer. Nunca he sido un buen lector, porque me cuesta leer, pero he aprendido a leer por pedazos. A enterarme de la naturaleza del contenido leyendo un pedazo aquí, un pedazo allá. El resultado es que leo muchas veces el mismo libro en distintas partes.
¿Qué libros lo han remecido o marcado a lo largo de su vida y por qué razones?
El Quijote de la Mancha cuando muchacho, porque lo encontré un libro muy cruel. Me dolía mucho lo que le sucedía a Don Quijote. Por eso me costo mucho leerlo y nunca lo leí completo. No lo encontré un libro gracioso, para reír. Pero sí para llorar, por así decirlo, por la crueldad que se veía en el libro y que tenía su origen en el vivir del propio Don Quijote. También el Libro “Así Hablaba Zaratustra” de Nietzche, por su visión del ser humano en el respeto por sí mismo.
¿Por qué deberíamos leer?
Humberto Maturana entrevistado por Vivian Lavín, del programa «Vuelan las plumas» en agosto del 2011
Yo pienso que es bueno leer si uno lee desde la autonomía reflexiva porque le amplía la visión del mundo, de lo que otras personas piensan, o por sus evocaciones distintas del vivir humano en distintas circunstancias o por lo que muestran del cosmos en la medida que son libros de ciencia o de historia natural. O por las posibilidades positivas y negativas de nuestro existir al mirar la historia. Finalmente, porque uno se encuentra en todo lo que lee y puede elegir qué camino seguir.”
¿Qué libros recomendaría como fundamentales para leer y releer?
Recomendaría “El Señor de Los Anillos”, porque es un libro que está guiado por la búsqueda de la identidad, la búsqueda del respeto por sí mismo, la búsqueda de un vivir armonioso en la sabiduría no desde la exigencia, sino desde el hecho que las personas surjan desde ellas en el deseo del bien-estar en la convivencia con otros y con otras.
Entrevista publicada originalmente el año 2007, en Libro Libre Chile
El Colo Colo es un cuento escrito por uno de nuestros premios nacionales de Literatura, Manuel Rojas (1896-1973) en el cual se relatan vívidamente las aventuras de los habitantes de los campos chilenos frente al Colo-Colo, criatura maligna perteneciente a la mitología mapuche, quienes lo identifican como una serpiente con patas, similar a una rata alargada con plumas.
Escogí este cuento para recomendarlo en fiestas patrias porque recuerdo claramente el libro en el cual lo encontré: una antología con lo mejor de la literatura chilena. Quizás alguno de ustedes también lo leyó: «Cuentos Chilenos» de editorial Andrés Bello. Yo lo tengo grabado en la memoria porque ese libro hizo mis delicias en la infancia por mucho tiempo. El ejemplar que cayó a mis manos fue heredado de mi hermana, y lógicamente estaba un poco añoso, con páginas amarillentas y dobladas. El libro tenía aproximadamente 350 páginas, pero eso no me hacía mella porque disfrutaba leyendo sus historias.
En esta fecha quise recordarlo destacando uno de los cuentos que más releí: El Colo-Colo. Su lectura nos conecta con el campo, sus creencias populares y la mitología mapuche.
Librería con café, en Lavapies, Madrid. cc: www.minube.com
En mi constante afán por buscar información y nutrirme de cosas interesantes que estén pasando en Chile y el mundo, me encontré con este artículo escrito por la bibliotecaria Irene Blanco, de Madrid. Como ven, no importa el país del que provenga la información: las inquietudes son muy similares. En este caso: ¿De qué forma mejorar la experiencia del usuario en los lugares donde lee y se informa?. Me parece que el planteamiento de Irene es muy interesante, ya que propicia un diálogo frente al tema, junto con presentarnos este ejemplo en Madrid:
«He observado que, de un tiempo a esta parte, muchas librerías de toda la vida han transformado su modelo de negocio transformándose en café-librerías, han dejado únicamente de vender libros para poner cafés, tés, tartas, etc. y parece que les va muy bien. Me viene a la mente la “Libre de Lavapiés” (librería ubicada en el barrio Lavapiés de Madrid) o la librería especializada en cine “Ocho y medio» y «Gatopardo” que combinan libros y cafés en uno de los rincones más agradables para los lectores de Madrid. Y es que leer con un café en la mano -o con un té o comiendo un bizcocho- es uno de los placeres más grandes del mundo y es algo que en una biblioteca no podemos realizar. Más bien todo lo contrario, si entras con una bebida el amable bibliotecario –o el bibliotecario asesino, depende de la suerte que tengas- te pedirá que salgas y vuelvas cuando te lo hayas acabado… ¡No vaya a ser que estropees algún libro! Y digo yo, ¿no será mejor que se utilicen los libros a pesar de que se puedan estropear? ¿No será mejor correr el riesgo de que caiga una gota de café y que ese lector esté a gusto en la biblioteca? No he tenido la suerte de dirigir una biblioteca, pero si lo hiciese, me gustaría que fuese un espacio de encuentro, de ocio, donde el usuario pudiese tomar un café y leer tranquilamente.
Imágenes Librería Ocho y medio. cc: madridyyo.com
De hecho y, si fuera posible, habilitaría un “rincón cafetería” para que el lector que quiera lo utilizase, apartado del resto, para no molestar a aquellos que buscan el silencio y la concentración. Y es que, volviendo a la reflexión con la que he comenzado el post, al igual que igual que muchas librerías de barrio se han adaptado a este modelo de “café y libros” y tienen las mesitas llenas de lectores, las bibliotecas podrían ser más utilizadas y por lo tanto más útiles para el usuario si se permitiese -o incluso favoreciese- un espacio donde tomar algo ¿no creéis?
Si conocéis alguna biblioteca que tenga un espacio similar o simplemente queréis dejar vuestra opinión sobre este tema, no dudéis en hacerlo a través de un comentario ;) ¡muchas gracias!»
Agradezco Irene Blanco (En twitter @ireneblan) por haber compartido su artículo publicado originalmente el 3 de septiembre del 2012 en Biblogtecarios. Sus comentarios pueden hacerlos en el post de Irene o compartirlos directamente en Leamos Más.
A Isabel Hojas le gusta leer. A Isabel Hojas le gustan los libros. A Isabel Hojas le encantan las librerías y hojear distintos tipos de textos.
Sin embargo Isabel no es bibliotecaria, ni profesora, ni escritora. Isabel estudió Licenciatura en Artes Plásticas en la Universidad Católica de Chile, y a poco andar después de titulada se dedicó a la ilustración. No contenta con eso, Isabel sigue leyendo.
La conocí este año gracias a mi trabajo como bibliotecaria, puesto que nos correspondió trabajar en una tarea tan necesaria como desafiante: dar una charla a los futuros pedagogos comentando la visión de ilustradores y editores respecto al fomento lector en el aula. La intervención de esta ilustradora fue muy importante para la audiencia y sin duda para mí. Dio un giro a muchos de los planteamientos que tengo respecto al amor por la lectura. Y ese giro y nueva mirada tienen que ver con la creatividad y la imaginación. Dos elementos cruciales para el trabajo de Isabel, y que sin duda ha ido desarrollando y enriqueciendo a la par que su evolución como lectora. Fue tal el interés que me provocó lo que escuché en la charla de esta artista, que quise conocer más y le pedí esta entrevista para Leamos Más. Fue así como partí, entonces, entrometiéndome en el mundo de Isabel para saber como parte este vínculo con las imágenes y las palabras. Acá les va el resultado:
Isabel, ¿De qué forma empezaste a desarrollar una afición por los libros, las palabras, la lectura en general?
En mi casa había muchos libros, pero mi familia no era especialmente lectora. Mis papás siempre están y estuvieron bien informados, pero pocas veces –que recuerde- se regalaron el tiempo que requiere la lectura de un libro. Pese a eso, siempre nos incentivaron (a mis hermanos y a mi) el trabajo, el estudio y la lectura. De niña yo tenía un déficit atencional tremendo y por eso quizás -cuando vieron que a mi naturalmente me atraían los libros- fomentaron de manera especial ese gusto.
Una de las ilustraciones del libro «Sabores de América»
Con el paso del tiempo, en tu evolución desde estudiante de arte hasta ilustradora, ¿Sientes algún cambio como lectora? Y de ser así, ¿De qué tipo?
Me parece que la evolución como lectora se ha dado más por el tiempo y la madurez que por mi oficio. Eso mismo, el tiempo, ha cambiado también la manera de enfrentar mi trabajo.
¿Cuál de todos los libros que has ilustrado crees que podría ser de interés para un joven desmotivado en la lectura?
Creo que es difícil de saber, porque la desmotivación puede venir por diferentes factores…pero, quizás un libro que podría ser de interés para un niño es «Sabores de América«, que se puede leer sin orden establecido y que tiene información divertida o curiosa sobre alimentos que nos son familiares.
¿Qué importancia crees que tienen los libros ilustrados en el fomento lector de niños y adolescentes?
Uno de los grandes valores de un libro ilustrado, es que la imagen porta significado, pero lo hace de una manera mucho más sensorial, que apela a la experiencia de quién lo mira. La lectura entonces, puede darse en muchas capas y va evolucionando cada vez que se toma el libro otra vez. No hay una única lectura, por lo que es capaz de generar infinitos diálogos y reflexiones. Puede al fin, ser portador de tantas o más palabras que un libro de texto habitual.
Un niño incapaz de deletrear puede leer y entender el sentido de una imagen. Esa virtud hace que un libro ilustrado no genere ese temor a evaluación que -en general- conlleva la lectura de un texto en el ámbito escolar.
En el último se ha visto en Chile una suerte de resurgimiento en el ámbito cultural, educativo y social respecto al quehacer de los ilustradores.¿Cuáles crees que son las razones para ello?
El resurgimiento de la ilustración es un fenómeno latinoamericano, no sólo nacional. Y creo que se da por varios factores.
Isabel ilustró uno de los motivos de la campaña «Un libro, infinitas lecturas»
La globalización es uno de ellos. La producción de libros álbum –por diversos factores- se demoró casi treinta años en llegar a Latinoamérica y hoy -ya desde hace un tiempo- hay una efervescencia editorial por producirlos. Y esta producción se hace luego de haber digerido lo que ya se ha hecho en Europa y EEUU. Sin duda partimos con más conocimiento ( lo que no le quita mérito a la apuesta latinoamericana, porque son otras realidades a las que tiene que adecuarse).
Internet es un factor muy importante en el fenómeno de la ilustración hoy. Estamos al tanto de lo que se produce casi en cualquier parte del mundo, tanto así, que la producción local –de temáticas locales- se hace bajo un criterio globalizado. Además la web es una plataforma en donde el trabajo de los ilustradores se da a conocer y al mismo tiempo sirve para que se establezcan lazos entre quienes trabajamos en esto, lo que enriquece nuestro quehacer y fortalece al gremio.
Por otro lado, creo que hoy –vuelvo a la tecnología- es mucho más fácil producir un libro y también es más fácil distribuirlo.
La economía en nuestro país a crecido (y en muchos países latinoamericanos también) y eso sin duda a favorecido la producción y la apuesta editorial. Falta harto, pero creo que en muy (muy) poco tiempo, se ha a avanzado mucho.
Lo importante ahora es trabajar para que este “fenómeno” permanezca y se arraigue.
Visualiza por un momento que fuiste llamada a trabajar en un proyecto de biblioteca escolar, pública o universitaria, a cargo de organizar actividades de promoción y fomento lector: ¿Puedes contarnos tres actividades que harías?
-Mucha lectura en voz alta: establecería horas de lectura que marcaran el paso del día -como en los colegios religiosos con oraciones- con la lectura de diferentes textos: cuentos, fragmentos de novelas, poesías….
-Abriría las bibliotecas a los padres (y a todos el personal de los colegios y instituciones educacionales) para que ellos puedan sacar libros. Hacer talleres de lectura para ellos generaría luego, que los niños (a la cola de “los grandes)” leyeran también.
-Dejaría a los niños habitualmente en las bibliotecas, que elijan, vean y lean libremente.
En «El ciervo de las cuernas de oro» Isabel logró una conexión con la autora muy singular, de forma tal de ilustrar la historia de los soldados y entender el mensaje del cuento desde el punto de vista de su escritora
Y siguiendo en la onda imaginativa: ¿Qué te gustaría que pasara en tu medio en 10 años más? ¿Cómo te gustaría que evolucionara?
Hay una concepción muy arraigada entre los adultos en que un libro es vehículo de aprendizaje y eso hace que la idea de los libros les llegue a los niños sesgada. Me encantaría que las editoriales, padres y profesores apostaran por libros en donde los niños primeramente, disfruten de la lectura.
Los libros entonces atraerían a lectores por el goce y para quienes estamos detrás, en la construcción de ellos, el trabajo se nos volvería mucho más desafiante y lejos más entretenido.
Me gustaría también que esta energía que hay hoy con respecto a los libros e ilustración, permaneciera.
¿Te interesaría generar un vínculo con el gremio de profesores, bibliotecarios, editores?
Si, evidentemente si, pero me hace más feliz pensar en generarlo con lectores.
Dicen que cuando uno está metido en el bosque no es capaz de ver la perspectiva completa, por eso te pregunto -como bibliotecaria- ¿que consejo nos darías a los profesores y bibliotecarios para propiciar la lectura en niños, jóvenes y adultos?
Hacer de la lectura un recreo.
Si quiere conocer más del trabajo de Isabel Hojas, le recomiendo visitar su blog Tierra de Hojas y conocer más de las ilustraciones y libros en los que ha participado.
Esta semana se han dado a conocer dos importantes premios de Literatura: uno de ellos entregado en Chile, y el otro en Guadalajara, México. Los galardonados son saben, sin duda, esgrimir la pluma: Óscar Hahn y el peruano Bryce Echeñique. Por ahora me dedicaré a comentar el galardón entregado en Chile a Óscar Hahn, para el próximo artículo espero dedicarme al premio y a la obra de Echeñique.
Hahn es poeta, ensayista y crítico chileno nacido en Iquique un 5 de abril de 1939. Actualmente reside en Iowa, Estados Unidos. Se considera que Hahn es integrante de la generación literaria de los años 1960, también conocida como generación dispersa o “veteranos de 1970. Al momento de enterarse de este premio, naturalmente muchos medios entrevistaron al poeta. Frente a uno de ellos, señaló: “Mi primera reacción (al saber del premio) fue de incredulidad porque resulta que el teléfono de mi casa sonó primero, pero no había nadie, sonó de nuevo, tampoco, y la tercera vez fue que escuché la voz del ministro, a quien agradezco, al comunicarme del premio, y allí, como dicen, me creí el cuento”, expresó Hahn, a la prensa; manifestando, además, que el premio “se lo dedico a mi madre, quien desde que yo era niño tengo una imagen de ella como lectora. La imagen que tengo de ella es de una persona que estaba leyendo siempre, todo el tiempo. Esta imagen de ella con sus anteojos leyendo me acompañó siempre, toda la vida. Ella murió a los 94 años y para ese momento ella seguía leyendo. Y eso tiene que haber sido un fuerte estímulo para mí, y por ahí fue que yo empecé a mirar algunos libros y de repente me empecé a topar con poemas”.
Consultado cuál es su obra que más le ha dejado satisfecho, dijo que es ‘Mal de Amor’, “fundamentalmente porque ocurrió algo muy extraño y que ahora resulta casi una ironía”.
“El año 1981, ‘Mal de Amor’ fue el único libro de poemas prohibido por la dictadura. Y resulta irónico, y agradezco al señor ministro y distinguidos miembros del jurado, que hayan premiado al autor de ese libro que fue prohibido. Y por esa razón yo le tengo un cierto cariño a ‘Mal de Amor’. Nadie sabe por qué fue prohibido. Desde el año 1981 han pasado muchos años. Los periodistas siempre me preguntan cuál fue la razón de la prohibición y yo no sé cuál fue y eso es un misterio, de hecho no es un libro político, no tiene absolutamente nada que ver con política. El libro estaba en las librerías y se ordenó que fuera retirado de las librerías. Espero que ahora esté de vuelta con más fuerza”, espetó el poeta.
El año 2011 recibió el premio Pablo Neruda
El premio lo entrega el Ministerio de Educación, y este año Hahn llevaba las de ganar Hahn, pues a sus de 72 años era el favorito de gran parte del ambiente literario y llegaba al premio con el aval de haber sido galardonado el 2011 con el Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda. Por ello, su candidatura fue respaldada por la Fundación Neruda y LOM Ediciones. El galardonado recibirá como premio un monto de más de casi 18 millones de pesos y una pensión vitalicia de 20 UTM, aproximadamente 791 mil pesos mensuales.
La crítica especializada ha reconocido en la poesía de Óscar Hahn una calidad y originalidad indiscutibles en el contexto poético hispanoamericano, ejemplo de ello es el volumen Asedios a Oscar Hahn, editado por Pedro Lastra y Enrique Lihn, con motivo de los cincuenta años del poeta. Entre otros elementos, los especialistas destacan el uso que el poeta hace de materiales intertextuales, como crónicas periodísticas, hechos históricos, y el diálogo permanente con autores y obras de la literatura universal. Óscar Galindo en su artículo “La poesía de Óscar Hahn: ‘los símbolos despavoridos’” señala: “Por sus poemas transitan los clásicos españoles… El registro literario y culterano de su poesía entra en relación con registros verbales de (digámoslo con una frase periodística) ‘rabiosa actualidad’, pues Hahn ha sabido incorporar, no pocas veces el lenguaje callejero del español de Chile… Lo específico de este sistema intertextual es que no se inclina por la parodia, tan usual en los poetas contemporáneos, sino por la ‘imitación diferencial’…”.
Revisando algunas de las entrevistas que Óscar Hahn ha dado en diversos momentos, encontré una realizada por Daniel Segovia que dio pie para el título de este artículo. Allí hay una pregunta que me enterneció, y que además considero muy ad-hoc al motivo de este artículo:
Dice el entrevistador: «En su opinión ¿Cuál es el rol que cumple la poesía en un país como Chile?
A lo que Hahn responde:
«Mira, en primer lugar hay que aclarar lo siguiente: pensar que la poesía va a ser algo masivo, es un error porque, contrariamente a lo que dicen ahora, como «hoy la poesía está moribunda» o «a nadie le interesa la poesía, en cambio antes…». No es cierto, porque en el siglo diecinueve no había videojuegos, ni televisión, ni Internet , ni celulares. No había absolutamente nada de tecnología y los lectores de poesía eran pocos. Uno diría, si no tenían otra cosa que hacer, tal vez serían muchos, pero no. Eran pocos, de hecho, John Keats -que es un poeta muy famoso- se quejaba de que se habían vendido sólo 17 ejemplares de uno de sus libros.
Siempre ha sido así. Ahora, dado el hecho de que la poesía es para pocos, y ojo, no se trata aquí de «élite» en el sentido social o de clases, no. Somos personas de todas las clases, de todos los sexos, de todos los géneros, de todos los estratos geográficos. La poesía llena una necesidad del ser humano. Estoy segurísimo de eso, porque yo me he encontrado con personas absolutamente inesperadas que te empiezan a hablar de poesía.
Por ejemplo, ayer fui a una farmacia y se acercó un chico muy joven -no debe haber tenido más de 16 años- y andaba con un libro mío en la mano, Pena de vida, y para que tú veas que él conocía bien mi poesía, me dijo: «ha ocurrido algo como en su poema “Coindidencias”, porque mire, yo entro a esta farmacia, sin saber que usted está acá, con su libro en la mano (que lo acabo de sacar hace 10 minutos en Metro Tobalaba), entro aquí a la farmacia y lo encuentro a usted, el autor del libro, ¡qué coincidencia!», me dijo. Y luego me empezó a hablar de mis poemas, y yo lo encontré sorprendente porque un chico cualquiera que pasa por la calle, que entra a una farmacia y que lee poemas ¿no?
Entonces así hay gente que, efectivamente lee, y la poesía cumple esa función, que es llenar una necesidad espiritual que tienen ciertos seres humanos y que no puede ser llenada por la religión, por el amor, ni por otras cosas.»
Biblioteca de la Iglesia de San Francisco y sus tesoros reabrirán sus puertas en 2013
Sus gruesas paredes de adobe están tapizadas de estanterías que contienen 17 mil ejemplares, algunos fabricados con papel de algodón hecho a mano y encuadernados con un método ya extinto. Los más antiguos datan del siglo XVI. Después de permanecer cerrada por más de 50 años, la Biblioteca Franciscana abrirá sus puertas en 2013.
El recinto se ubica detrás de la Iglesia de San Francisco, donde también se emplazaba el monasterio y una celda de castigo para los sacerdotes. No sólo de oración y teología vivían los frailes. Entre las colecciones se encuentran libros de botánica, medicina, anatomía, derecho canónico, historia, filosofía y literatura.
En una primera etapa se clasificarán 12 mil valiosos textos. “La idea es que en esta misma fecha de 2013 podamos recibir a especialistas, estudiantes e investigadores que quieran conocer el patrimonio que guarda esta biblioteca”, explica la encargada del Area de Conservación y Restauración del Museo de Arte Colonial de San Francisco, Fanny Canessa.
Un recorrido por la antigua construcción resulta un verdadero viaje al pasado. Su infraestructura de habitaciones y pasillos estrechos se mantiene intacta. El recinto está compuesto por cuatro salones de 24 metros cuadrados cada uno. Entre los libros expuestos destacan “joyas” encuadernadas en delgado y fino cuero de becerro y cordero.
“Son textos que responden a la primera etapa de la historia de la encuadernación, que tenían los hilos en el lomo, y un sistema constructivo que se modificó en el siglo XVIII”, agrega Canessa.
Tesoros franciscanos
La iglesia se ubica en pleno centro de Santiago
La colección siempre estuvo cerrada al público general y sólo ahora los especialistas tendrán acceso a ella. Hasta 1962, los frailes misioneros y evangelizadores se formaban dentro del mismo convento. La biblioteca dejó de usarse tras el Concilio Vaticano II, en el que la Iglesia Católica promovió adaptar la disciplina eclesiástica a las necesidades y métodos de los nuevos tiempos. Después de esa fecha, los religiosos comenzaron a estudiar en universidades. En ese momento, el recinto se cerró, cuenta el director del museo, Francisco García.
“Creemos que la biblioteca fue construida después de la iglesia, que terminó su proceso en 1618. Habría sido la biblioteca central del convento ubicado en este mismo lugar”, explica García. Su importancia, según Canessa, reside en que es una colección que no ha sido investigada y explorada. “Se sabe que aquí debe haber textos muy importantes para los investigadores en historia colonial, teología, literatura y filosofía”, señala.
En los volúmenes se han encontrado comentarios, correcciones, frases subrayadas y papeles como marcadores de páginas. “Creo que va a ser un trabajo casi arqueológico. Los libros en sí mismos son una huella de lo que pasó”, explica Canessa. El costo del inventario de los libros es de $ 18 millones, cifra que la administración del museo espera financiar mediante la Ley de Donaciones Culturales.
La apertura del recinto será restringida en una primera etapa, para no alterar la conservación de los textos y las condiciones de humedad y temperatura que existen en el lugar.
La persistencia del adobe
La Iglesia de San Francisco es una de las construcciones más antiguas de Santiago y data de la época colonial. En 1541, Pedro de Valdivia mandó a erigir una ermita en el lugar y, en 1544, la Orden Franciscana solicitó la cesión del sitio, con el compromiso de la construcción de un templo.
Treinta años después se dio inicio a la edificación con mano de obra indígena, pero esta primera construcción de adobe fue destruida tras un temblor en 1583. Desde 1951 es Monumento Nacional.
Artículo originalmente escrito por Lorena Leiva y publicado en La Tercera el martes 28 de agosto
Panel sobre estrategias de comunicación en bibliotecas diversas: escolar, universitaria, pública y especializada
«Aquellos que han tenido más éxito en la historia de la humanidad (Napoleón, Da Vinci, Mozart) siempre han sabido manejarse a sí mismos: siempre han ejercido autogestión«
Durante el seminario hubo un panel sobre estrategias de comunicación en bibliotecas diversas: escolar, universitaria, pública y especializada
La frase fue acuñada porPeter Drucker y se publicó el año 2005 en uno de los números de la revista Harvard Business Review. Es difícil autogestionarse y de paso «marketearse» para vender aquello que uno hace, especialmente si no ha habido formación y experiencia. Y se hace un poco más complicado aún si se ofrece un servicio intangible, como en el caso de las bibliotecas. Sin duda esto da pie a varios cuestionamientos, algunos de los cuales traté de resolver el pasado lunes 27 como panelista en un seminario en el GAM llamado «Estrategias Comunicacionales para Bibliotecas» a la que fui invitada de parte del Sistema de Bibliotecas de la Universidad del Pacífico, entidad organizadora del evento.
El tema va más allá de la gestión, del marketing, de elementos asociados a la publicidad, la difusión y a las comunicaciones. Hay abundante bibliografía que nos pueden enseñar a delinear e ir desarrollando un plan de comunicaciones y una estrategia. Sin embargo, creo hay una estrategia infalible e ineludible en cuanto a comunicar al medio, los usuarios y los lectores: Definir en concreto quién soy, y qué lugar ocupo dentro del medio en el que me desenvuelvo.
El planteamiento suena existencialista, y quizás no esté lejos de eso. Pero si no tengo claro que tipo de bibliotecario, gestor cultural, encargado o asistente de biblioteca soy, ¿de qué forma me comunicaré?. Claramente las funciones son ligeramente similares en los puestos de trabajo, sin embargo la impronta y el estilo es personal es distinto. Lo mismo pasa con las bibliotecas, centros de documentación, archivos y cuanto lugar de trabajo haya relacionado con la lectura, la educación y la cultura. Cada uno tiene lo suyo.
Por ejemplo, en Chile hay alrededor de 438 bibliotecas públicas, y les aseguro que ninguna es igual a la otra, y no sólo por el aspecto geográfico o por el tipo de gente que las visita. Hay una mezcla entre los usuarios, el personal que trabaja allí, la «onda» del lugar y varios aspectos subjetivos que hacen que ese lugar sea único e irrepetible. Desde ahí, desde ese entendimiento se pueden desarrollar proyectos que tengan más significancia y sentido de pertenencia para quienes se desenvuelven en él. Otra ventaja de detectar claramente el sello es que al estar frente a un tercero para conversar, informar y/o dar a conocer su trabajo en pos de formar una futura red, éste observará un gran convencimiento y seguridad.
Casi 150 personas llenaron la sala de BiblioGAM, espacio muy atractivo y cómodo para realizar estos eventos.
Por eso, lo primero es determinar en qué tipo de lugar se desempeña y qué tipo de bibliotecario es. Para eso hay algunas preguntas claves:
¿Qué diferencia mi trabajo del que ejercen mis colegas?
¿Qué me interesa en particular lograr en esta biblioteca? y ¿Qué me interesa a nivel personal?
Si quisiera reconocimiento o valía de parte de los usuarios, ¿en qué me gustaría que se fijaran respecto a mí? ¿Con qué me gustaría que me asociaran? Puede ser incluso por un detalle que a veces parece nimio o banal: por su vestimenta o aspecto físico. (al respecto me permito una breve anécdota: hace un año, conversando con una bibliotecaria escolar de un colegio en Finlandia, me señalaba que siempre usaba lápiz labial para atender en la biblioteca porque los niños y jóvenes debían verla rozagante y con buena cara para que tuviesen ganas de volver)
¿Por qué me interesa -realmente- aprender a mejorar mis habilidades para comunicarme estratégicamente?
Es importante que eso esté claro, de otra forma cualquier plan que emprenda por comunicar su trabajo no tendrá sentido pues no sabrá qué es lo que exactamente quiere comunicar y adonde se dirige.
Luego están – y suena de perogrullo- los infantables objetivos. Determine para qué quiere mejorar la estrategia comunicacional de su unidad o proyecto personal. Acá van algunos ejemplos que corresponden a proyectos de diferentes tipos de bibliotecas (universitaria, escolar, especializada, etc.):
Potenciar el rol de la biblioteca, transformándola en un Centro de Recurso para el Aprendizaje, ofreciendo una oferta variada de información con un enfoque tecnológico, desarrollando habilidades informacionales en los usuarios. Ver más información
Desarrollar el gusto, el hábito y las habilidades de lectura en toda la comunidad educativa. Ver más información.
Convertir a las bibliotecas escolares en centros de recursos de aprendizaje abiertos y de fácil acceso para la comunidad educativa. Ver más información.
Acercar la lectura a zonas alejadas, principalmente rurales, que no cuentan con otros servicios de préstamos de libros. Ver más información.
Contribuir al fomento lector y escritor, siendo un actor destacado en la promoción de la lectura y escritura. Ver más información
Implementar un modelo formal de participación comunitaria, que permita apoyar la gestión de la biblioteca.Ver más información
En tercer lugar, determine si hay algunos grupos de usuarios a quienes desee mandarle un mensaje distinto, sectorícelos de acuerdo a sus características. Piense qué los diferencia. En una biblioteca escolar, por ejemplo, claramente los estudiantes se diferencian por curso. Pero si uno va más allá pueden diferenciarse por los que van a la biblioteca y aquellos que no. Y entre los que van se pueden diferenciar por el uso que le dan a este servicio: algunos pueden ir sólo a jugar o usar el computador, otros a buscar libros para hacer tareas, otros a buscar libros porque les gusta leer. Determine qué diferencia a sus usuarios y busque los patrones de conducta que hay en ello.
Casi al fin de la jornada hubo algunos regalos para los asistentes: libros ad-hoc al tema del seminario y el gran premio final: un Kindle
La autogestión no se remite solamente al trabajo de un equipo, también una persona puede autogestionarse de forma tal de desarrollar sus metas personales en función de quién es, qué le interesa y de qué forma quiere vincularse con su medio. De esa forma podrá buscar formas de financiamiento ya que es el medio el que alimenta de ideas, contactos y nexos para ver distintas alternativas para mantener en pie y desarrollar el proyecto o propuesta de trabajo. El tema del financiamiento es de suma importancia y se presta para un futuro post. Por ahora, abocándonos a las redes de trabajo que devienen de la autogestión debo señalar que éstas no se pueden si no hay una base de trabajo que presentar a la contraparte con quien se quiere establecer el nexo. Y ese «algo» hable de usted y de su línea de desarrollo. Como se señalaba anteriormente, el análisis de quién soy (a nivel de emprendedor personal, grupal o institucional) va en la línea de preguntarse cosas tan simples como: ¿A quién pueden interesarle misventajas competitivas?; ¿Qué propuestas puedo hacer?. y de ese cuestionamiento interno surge el que se contraresta con el externo: ¿Qué tiene el medio que me interese?; ¿Estoy al tanto de lo que pasa y de la forma como se desarrolla mi área de trabajo en mi país y el extranjero?
Naturalmente la autogestión debe ir acompañada de la constante lectura y revisión de fuentes (pueden ser sitios web, blogs, revistas, libros técnicos, etc) que nos mantengan al día en lo que nos interesa. Sabemos que todos los días el conocimiento se renueva, y en materia de gestión de información, también de lectura y bibliotecas están pasando muchas cosas en Chile y el mundo, por lo tanto una condición para la autogestión es estar informado. Existen varias herramientas para ello, personalmente uso y recomiendo el servicio de alertas de google lo cual más tarde optimicé gracias a google reader que me permite estar ordenada en cuanto a lo que me interesa. También utilizo pocket como reservar la lectura de sitios web, dropboxpara trabajar en equipo y los últimos meses me he obsesionado con Evernote, una aplicación que uso para recordar todo lo que tengo que hacer y mantener en mi memoria. Todas las he ido descubriendo por necesidad, con el paso de tiempo.
Las redes de trabajo se asocian con múltiples conceptos.
Una red de trabajo no es una alianza ni un convenio. Por lo general éstos son más acotados, se ciñen a parámetros establecidos por las partes. La red de trabajo es un plan a largo plazo, implica estrecharse las manos con su contraparte y comprometerse a que se desarrollará un trabajo conjunto en alguna(s) área(s) que los comprometan, y que tambien se colaborará en otras en las que quizás no haya vinculación directa. Tras establecer una red tiene que haber un cultivo permanente y estar siempre atento: el otro debe sentir que usted está cerca aunque no necesariamente estén reuniéndose o hablando en forma frecuente.
Cabe hacer notar que hay que invertir tiempo, creatividad y esfuerzos en formar redes de trabajo. Por ello, hay que pensar a largo plazo, siempre. A corto plazo puede que no se vea tanta conveniencia o provecho, por eso el fin último no debe perderse de vista. Y si no está dispuesto a que a veces hay que ceder, negociar o quedar en segundo plano, entonces es mejor que no arme redes de trabajo.
La presentación completa de esta charla se realizó el lunes 27 de agosto en el Centro Cultural GAM en el marco del Seminario de Estrategias Comunicacionales para Bibliotecas Puede descargar la presentación en PDF,haciendo click aquí.
Este artículo fue publicado originalmente en revista Caras
Una librería no es sólo un lugar donde se venden libros. Hace rato que no. Debe ser, también, un espacio aparte, Un mundo nuevo, donde uno se esconde del ruido, del calor de la ciudad, y se sumerge en las fantasías de otros. Para pasarla mejor. ¿Mucho pedir?
Me lanzo a la calle y me siento turista mirando librerías. ¿Cuál será la mejor? ¿La más grande, la más exclusiva, la más taquillera? ¿La que tiene la mejor vitrina, mejor estante o mejor atención? Depende del gusto, por cierto, y yo prefiero ésas que permiten que uno se olvide del trajín exterior. Porque Santiago arde, aturde, sofoca.
Claro que nada de eso se nota en el Drugstore, la manzana con más libros por metro cuadrado de Chile y punto de partida de nuestro recorrido. En el segundo piso de la librería Takk, por ejemplo, encontramos un mundo paralelo, sicodélico, con peluches que resguardan los estantes repletos de títulos para niños, incluyendo a Oliver Jeffers y sus ilustraciones, bellezas como Perdido y encontrado, Cómo atrapar una estrella, El corazón y la botella. Asumamos: no hay que ser niño para leer a Jeffers y perderse en esas historias que tienen tanto de verdad como de melancolía. Aquí hay, además, un estante sólo para novela gráfica y un cómodo sillón para sentarse a hojear sin ser molestado. Abajo, el primer piso ofrece lo tradicional: las novedades literarias del mes y el que promete ser el best seller del verano según el librero: El prisionero del cielo, de Carlos Ruiz Zafón.
Más allá, en la Feria Chilena del Libro, el aire acondicionado está a full. El local fue remodelado hace poco, así que ahora tiene más estantes, menos mesones, y predomina el color negro. Pero el catálogo sigue siendo más o menos el mismo: en vitrina, los títulos que figuran en rankings, algunas novedades como Rumble —la novela de la dibujante de historietas Maitena Burundarena—, y un mesón completo de novela histórica, incluyendo a HHhH, de Laurent Binet, que mezcla hechos verídicos de la Segunda Guerra Mundial con el diario de investigación del autor. Pese a la diversidad, es imposible encontrar, por ejemplo, a Guadalupe Nettel, la prestigiosa autora mexicana (el librero no tiene idea). Ahí está el peor defecto de las cadenas de librerías: el profundo desconocimiento de la escena literaria, nacional y extranjera, por parte de los que atienden. Y Guadalupe Nettel no es una excentricidad, ha aparecido en diarios, revistas, en secciones de cultura. No espere una aventura: las librerías de cadenas no le darán sorpresas.
La librería Que Leo, en Providencia, destaca por el conocimiento y experiencia de quienes atienden. De forma muy certera pueden sugerir libros que ellos mismos han leído.
Qué Leo es distinto. En Providencia con Las Urbinas, que tiene la virtud del boliche de barrio: atendida por su propio dueño (o por gente que lo parece), aquí siempre es posible ver a Juan Carlos Fau orientando a ese hijo pródigo en que se ha convertido el cliente de librerías. No hay asco por el best seller, que convive de lo más bien con títulos más escogidos y con la producción de la casa, porque Qué Leo ya es una factoría con marca registrada. Convertidos en editorial —Los libros que leo—, Fau & Cía acaban de publicar Citas de cine, de la periodista Lídice Varas, un registro de frases para el bronce dichas por algún personaje de película. Aquí sí conocen a Guadalupe Nettel, pero no la tienen. “Nada de la mexicana”, dice Fau. Días antes de Navidad allí mismo pregunté por Christopher Hitchens, el ensayista británico. “Se murió, ¿sabías?”, me contestó, divertido y macabro, otro librero, calvo igual que Fau. “Por lo mismo se convirtió en mi regalo navideño ideal”, le insistí. Tenían dos títulos, Amor, pobreza y guerra, un libro de ensayos, y Hitch-22, sus memorias. Yo buscaba Dios no es bueno o Dios no existe, pero ambos estaban agotados. “No te preocupes”, me consoló el calvo, “él siempre llega a la misma conclusión”. Un hombre que sabe porque lee los libros que vende.
En Ulises y Nueva Altamira, buena parte de lo que hay es importado (por eso sus precios). En esta última, la mayoría del catálogo es Anagrama y encuentro, por fin, a Guadalupe Nettel con sus tres libros: El huésped, Pétalos y otras historias incómodas, y su última novela, El cuerpo en que nací. Ni aquí ni en Ulises hay mucho espacio como para que el lector se quede y haga su degustación solitaria, pero quien llega a estas librerías generalmente sabe lo que busca y sabe que lo encontrará.
Abajo, en el subsuelo, la reina sigue siendo Contrapunto, donde abundan los títulos de arte, diseño, publicidad. El lugar es bonito, confortable y tiene buen espacio para la lectura, pero el chileno todavía es tímido, le cuesta sentarse en el sillón a mirar libros sin compromiso de compra como lo hacen en Buenos Aires, donde antes de llevárselos para la casa la gente devora volúmenes completos (incluso algunos beben café, porque allá además del sillón tienen cafetería y pastelillos y tantos años que nos llevan de ventaja). Aquí, escondidos del ruido de la calle como si fuera un búnker con estilo, puede tomar alguno de los libros de Taschen (como 1000 Record Covers) y dar gracias por perder el tiempo.
Mi paseo de turista continúa por el centro de Santiago, donde el circuito de librerías se renovó en 2011. Si uno visita el GAM después de haber conocido el Edificio Diego Portales, es irremediable pensar que el incendio que consumió el lugar fue lo mejor que le pudo haber pasado..
Interior de la Librería LEA+, en el GAM
El GAM es un privilegio y la librería LEA+, que aloja aquí con un catálogo exclusivamente nacional: es posible encontrar ediciones descontinuadas, últimas copias de libros que nunca más se distribuyeron. Esta librería goza de la buena salud de un lugar nuevo; han tenido la consideración de disponer sillas y mesas para que el lector repose y lea.
Apenas unas cuadras más allá, en el barrio Lastarria, conviven las librerías con las tiendas y los restoranes del nuevo-viejo barrio de moda. Lo nuevo: la librería Ulises abrió una sucursal elegante, con un espejo en el techo que multiplica la sensación de estar rodeado de obras. Bonito lugar que recoge la tendencia de las librerías nuevas, con una gran mesa redonda para que los lectores tomen, revisen, le pierdan el miedo a tocar los libros antes de comprarlos. Me topo con un grupo de extranjeros que hace un city tour por Santiago. Habría que recomendarles Formas de volver a casa, de Alejandro Zambra, esa novela ochentera que es lo mejor que ha escrito el autor y que permite entender tanto del Chile reciente. Otra buena noticia para el barrio y para Ulises: la atención es buena. Nunca hay que asumirlo como obviedad.
El espacio y la infraestructura juegan un rol importante en la librería Ulises, de barrio Lastarria
Casi al frente está Refundar Alejandría, local pequeño donde abundan la filosofía, el ensayo, los libros sobre sexualidad. La remodelaron también el año pasado. Ocuparon bien el espacio y la madera de sus estantes hace de éste un sitio perfecto para bucear entre páginas.
La reina del barrio sigue siendo Metales Pesados, con esa buena costumbre de contar con su dueño allí, leyendo, dispuesto a orientar. Es un lujo especialmente porque trae a Chile títulos de pequeñas editoriales españolas y mexicanas. Ahí está la mano de Sergio Parra, lo que asegura que encontraremos lo que no se pilla en ningún otro lado.
En Merced, en el corazón del barrio, cerca del Teatro La Comedia y de las tiendas de ropa, sobrevive El Cid, con sus libros usados donde con suerte y empeño es posible encontrar joyitas: la primera y única edición de McOndo, de la dupla Fuguet/Gómez, el perfil que le hizo Tito Mundt a Charles de Gaulle y una edición muy antigua de El juguete rabioso, de Roberto Arlt. El mundo se detuvo en estos mesones.
El fin de viaje es otra sucursal de la Feria Chilena del Libro,que hace una gran apuesta al trasladar unas cuadras el local que por años tuvo en Huérfanos. Tiene más estantes y menos mesones, un espacio amplio donde dispusieron mesas y sillas y hasta un sillón para los clientes-lectores. Eso sí, el catálogo es el mismo, con algunos pecados: libros como Alexis. El camino de un crack, entre los más vendidos de no ficción, estaba ubicado en una estantería altísima, imposible de acceder sin escalera. Son detalles como esos los que le restan puntos para obtener el cetro a la mejor librería. ¿Quién se queda con el título? Haga su tour y juzgue.
Comenté en un post anterior respecto a los jóvenes lectores y las teorías que circundan en torno a sus hábitos de lectura: como por ejemplo el hecho que leen poco y que se dejan llevar por el chat, el celular, internet, los videojuegos y otros distractores que podrían atentar contra su interés por los libros. En Chile existe una revista dedicada exclusivamente al fomento lector juvenil. Por eso, adelanté en aquel post, parte de la entrevista que realicé a Jennifer King, Comunicadora Visual de la University of Minnesota y directora de las revistas Había una Vez y Mini revista Digital JiL. Profesora en la Escuela de diseño de la Universidad Diego Portales desde 1995 y además directora de la pequeña editorial de libros no-ficción Confín Ediciones.
Ahora les presento la entrevista completa para que conocer la forma como se han gestado los proyectos editoriales que se la juegan por el fomento lector desde una tribuna distinta.
Jennifer, si partimos hablando del fomento lector en general. ¿Cuál es el rol que debieran cumplir los mediadores de la lectura en un plan de fomento? ¿Y qué tipo de lectura crees que se debiera promover?
«Los planes de fomento lector no son mi especialidad y no tengo experiencia al respecto. Sin embargo, aplicando mi lógica y el roce constante que tengo con el rubro, me parece que hay que abrirles puertas a los jóvenes y niños. No se debe tratar de seguir insistiendo con los textos clásicos (por el sólo hecho de ser clásicos de alguna forma se llegará a ellos). Yo me salté varios de chica y no los leí, al cambiarme tanto de países. Hoy tengo más curiosidad y he llegado a ellos con más conocimiento quizás, casi como lectura obligada para poder conversar, es cultura general.
Son pocas las librerías que tienen sectores cómodos para que los niños escojan sus libros. Esta fotografía corresponde al Outlet Book en Providencia.
Yo confío que la mayoría de las personas quieren ser cultas en alguna etapa de sus vidas. Para abrir esa puerta hay muchos tipos y géneros de libros que sirven. Los debemos conocer. Pero no evitaría ninguno. Es tarea de los profes y bibliotecarios estar al tanto de las novedades, las tendencias, la no-ficción tanto como la ficción, porque ambos abren puertas según el tipo de inteligencia que maneje el lector en cuestión. Creo fehacientemente que cada niño es distinto y necesita un libro distinto. Por eso me indigna que te pregunten la edad del niño en las librerías y no los intereses, o el ultimo libro que le gustó; es un error garrafal. También creo que las revistas, en el segmento juvenil infantil tienen un tremendo potencial y que son desaprovechadas. Hay muchas revistas juveniles y son relativamente baratas (más que un libro), pero son todas –a primera vista– del mismo tema y parecidas, cayendo en un estereotipo tremendo y relacionadas más con las mujeres. Como ves hay mucho trabajo por hacer y muchas oportunidades. ¡Me pone ansiosa sentir que no hay suficiente tiempo para desarrollarlas todas!
Y ahora, cambiando de tema y comentando respecto a las revistas.¿De qué forma se gestó el desarrollo de las revistas «Había Una Vez» y «JIL» (Literatura Infantil y Juvenil, con las siglas al revés)?
«Hay una sinergia clara que conduce al levantamiento de ambas revistas, y un aprendizaje previo que cataliza en su desarrollo. Antes del 2005 Carmen Paz Hernández, Rebeca Domínguez y María Paz Grafulic, las directoras de la Fundación Había una Vez, venían del enorme proyecto de la librería del mismo nombre, gracias a lo cual conocían el mercado, las editoriales, los libros, las posibilidades, lo vasto de ese mundo que no se conocía tanto en Chile, o no se daba a conocer de la mejor forma. Posteriormente, con la Fundación que ellas desarrollaron comenzaron a perfeccionarse y aprender cada vez más, trabajando en terreno, viajando a ferias, recogiendo información desde las comunidades, trabajando con corporaciones educacionales importantes y conociendo todas las novedades de las editoriales para el catálogo bibliográfico. Y es en ese momento, con todo ese acopio de información, cuando deciden jugársela con una revista. Yo había tenido varios acercamientos a las Directoras gestionando y diseñando algunos proyectos editoriales que hicimos en conjunto cuando me pidieron que dirigiera el diseño y producción de la revista trimestral que estaban armando. Hoy, años después, seguimos siendo un equipo pequeño y esforzado, muy satisfecho con los avances y las posibilidades que nos ofrece la nueva plataforma digital -las revistas se ofrecen hoy en línea, para descarga gratuita-para poder llegar a cada vez más personas y beneficiar a muchas más ya que la revista se distribuye en forma gratuita.»
¿Cómo percibes que está el medio en Chile respecto al fomento lector?
Hay diversas iniciativas impulsadas por sectores públicos y privados. En la foto, el Bibliomóvil en Combarbalá
«Están sucediendo muchas cosas en torno a la promoción de la lectura y los libros en Chile. Iniciativas tanto en forma independiente como masiva. Me refiero a campañas de fomento lector, lanzamiento de revistas comunitarias, trabajos municipales y en centros lectores. También se han abierto paso los clubes de lectura, blogs de literatura y libros, ferias de libros en colegios, e iniciativas lectoras de diversa índole. A ello se suman la capacitación en talleres literarios, diplomados en temas tales como lectura infantil y juvenil, mediadores de lectura, o en talleres de ilustración, etc. Sin embargo, con todo esto en marcha, no percibo que haya mucha comunicación o que se brinde la instancia para compartir experiencias, recomendar buenas prácticas, compartir metodologías o mostrar iniciativas exitosas. Eso no se observa en el medio. La idea es consolidar el conocimiento en un solo lugar, catalizarlo, lo cual sin duda sería un beneficio enorme para quienes trabajan en este medio. Siento que desde mi experiencia y profesión, lo mejor que puedo hacer para fomentar la lectura es en mi rol como comunicadora y en lo que me he formado más fuertemente: en edición y haciendo revistas. Me apasiona el tema.»
Inicialmente partieron con la revista «Había Una Vez» en formato impreso, a la cual había que suscribirse . Fue un vuelco bastante grande pasar de eso, a un formato digital, y además completamente gratuito. Cuéntame un poco de ese cambio.
«Es que hay una especie de boom en el tema literatura infantil juvenil en el mundo. Está muy organizado el rubro y era un momento que había que aprovechar. Por lo mismo ha sido un buen momento para lanzar una revista de libros y literatura infantil-juvenil. No digo que ha sido fácil. El cambio radical de pasar de formato impreso a digital nos salvó de la extinción. Sin embargo ya logramos financiar por completo el proyecto de las revistas. Eso obedece a que la calidad del contenido es notable. Nuesstras editoras han sido de lujo: primero estuvo María Teresa Ferrer -quien escribe actualmente cuentos para niños, editada por SM- y hoy trabajamos con Bernardita Cruz, quien lleva la batuta y maneja la línea editorial y se ocupa además de tener un buen nivel de colaboradores.»
A pesar que sólo llevan dos números al aire, ¿han podido hacer alguna evaluación de la respuesta del público y de los auspiciadores?
«La revista ha sido exitosa (tuvimos más de 11.000 descargas de edición digital de otoño). Esto revela un vacío en el mercado, y en ese sentido creemos que ha sido una oportunidad para las editoriales el poder impulsar y fomentar ante nuestro vasto público de lectores sus novedades y destacados. Es una plataforma, la única masiva en Chile disponible para –específicamente– difundir libros y lectura en niños y jóvenes.»
¿El fenómeno literario de los adolescentes marca la pauta para la revista JIL?
Índice del primer número revista JIL
«Después de una encuesta online que hicimos a nuestros lectores y cercanos (donde nos comentaron reiteradamente que necesitaban material concreto de promoción lectora para adolescentes) decidimos lanzar una revista para este grupo etario que promoviera la lectura de una forma «ondera». La idea era aprovechar las plataformas digitales que están en boga, como Facebook y Twitter, gracias a lo cual hemos logrado una mayor cercanía con nuestro público objetivo . Actualmente tenemos más de 3 mil amigos en Facebook, y el número va en ascenso.
La revista JIL ofrece temas entretenidos, de corte miscelánea, editados especialmente para jóvenes desde 14 en adelante. A través de la revista presentamos una una metodología novedosa de “cajoneras”. Éstas las inventé para que realmente fueran opcionales. La idea es que quien quiera profundizar algún tema tiene una oferta ahí mismo. Es una especie de ideario de libros alternativos y disponibles en el mercado, algunos de no-ficción incluso. El objetivo es ir entusiasmando con los libros y el conocimiento en general de una forma personalizada, al ritmo y gusto de los jóvenes. Se aleja de la propuesta de lectura complementaria que proponen los establecimientos educativos, entregando libros con cuchara de remedio, a la fuerza.»
«Proponemos desde literatura, novelas biografías, libros de ciencia con contenidos atractivos, novelas gráficas, etc. Mostramos lo nuevo y lo antiguo, además tenemos las secciones «Dosis Clásicas» y «Dosis Actuales» que son extractos de «Puro Filete» de libros, como reza el nombre de esta sección (por ejemplo en el primer número estuvo «El gato negro» de Edgard Allan Poe). Procuramos elegir la mejor parte de cada libro para realmente dejar «colgados» a los que lo lean, incitándolo a que lo busquen. Suena utópico, pero cada libro tiene momentos clímax o insinuantes, y los que no, quizás no son tan apropiados para los jóvenes de hoy. Los elegimos con pinzas y con la ayuda de las especialistas de la Fundación Había una Vez.»
Sección «Qué me recomiendas» de revista JIL
Me parece una buena forma de llegar al público juvenil. ¿Hay alguna otra apuesta por acercarse a ellos?
«Eso no es todo, La JIL también tiene dos entrevistas a personajes conocidos, adolescentes donde revelan sus lecturas secretas y preferidas -por ejemplo en el último número está la actriz Denise Rosenthal, y en el número anterior la cantante Francisca Valenzuela- reflexionando acerca de sus hábitos lectores personales, entre otras preguntas de sus vidas en general. Y en otras secciones se ofrece tecnología de punta, lo soñado, lo último que podría tentar a un joven. En la sección » ¿Qué me recomiendas?» chicos de diferentes colegios y Centros lectores del país reseñan y recomiendan –de un modo coloquial, en su propio lenguaje– los últimos libros que han leído. Hasta el momento hemos tenido ocho reseñas por número y queremos ir expandiendo el concepto a varias más. Para eso esperamos recibir colaboraciones desde cualquier parte. Vamos a estar sorteando tres libros por edición entre aquellos que sean seleccionados y tengan sus reseñas publicadas en alguno de nuestros números.
No hay otra revista que busque ni ofrezca esto en la web.»
¿Qué opinas de las instancias de fomento lector para los adolescentes en Chile?
Son pocas las iniciativas lectoras para esta edad tan crítica del crecimiento, crítica en tantos sentidos: emocionales y lectores. Yo llevo seis años estudiando a los adolescentes y preadolescentes y trabajando en nichos de relevancia para ellos en mi taller de diseño de la FAAD/UDP, creando y analizando material, promoviendo los libros y la lectura desde la visualidad. Es una edad clave para tantas editoriales también, muchos de nuestros auspiciadores publicitan solo en la revista JIL. Por ejemplo: hace tiempo que hay un boom de sagas, los libros vienen en dos o tres volúmenes, y el fanatismo de los jóvenes por seguir a sus personajes no conoce fronteras. Está lleno de blogs de literatura y libros administrados por adolescentes (en Chile hay más de treinta). Está lleno de fenómenos en la literatura juvenil hoy. La JIL no funcionaría si la posicionáramos como una revista de fomento lector para teens (adolescentes), es una revista digital descargable para teens (gratis). Tan bajo perfil lo quisimos dejar, que no definimos la sigla JIL tampoco (aunque los conocedores sabemos que es Literatura Infantil y Juvenil al revés) e hicimos un concurso que dura hasta final de año para la mejor propuesta del título, ya que queremos que los propios lectores nos ayuden en ello. Ha sido divertido, hemos visto respuestas muy diversas.»
Y los jóvenes, ¿responden?
«Es interesante y muy movido el nicho joven, mueve masas, es un poco vertiginoso lo conectados que están los «lolos». Es muy medible y reaccionario, espero que les sigamos cayendo bien. Cada vez hay más novedades y se me ocurre que con la revista JIL vamos a vernos obligados a circular más frecuentemente en el corto plazo. El segmento no aguanta la periodicidad trimestral parece. Pero hay muchas metas por lograr aún, y la tecnología nos acompañará cada vez más, estamos atentas a eso también.»
Portada último número revista «Había Una Vez»
¿Y cómo atisbas el corto y mediano plazo para las revistas?
«El desafío ha sido evolutivo y lógico. Con la revista Había una Vez, nació de la necesidad del país y el mercado de reunir toda la información en torno al fomento lector. Antes, lo que veíamos eran iniciativas lectoras»disparando» para todas partes pero que no se daban a conocer (y se entiende, no hay casi presupuesto para hacerlas, menos para difundirlas). Hoy hay un medio consagrado, confiable y serio, dedicado a la Lectura infantil y juvenil con la misión de catalizar y difunidir esas iniciativas y conocimientos. La Revista JIL, la más reciente invención, nace de la necesidad que se detectó desde el feedback de los dos años de la Revista Había una Vez.
A la nueva era digital de la revista la hemos bautizado: Había una Vez para todos. Tiene mucho por crecer y dar a conocer en todos los aspectos, pero hay que avanzar dentro de las posibilidades, y lentamente, para que sean pasos firmes.»
¿De qué forma has articulado la edición de estas publicaciones con el desarrollo de tu proyecto VEOLEO y tu labor como editora de Confín Ediciones?
«Mi proyecto VEOLEO -proyecto dirigido a jóvenes entre 10 y 14 años que fomenta la lectura a través de atractivos trailersde libros- se mantiene vigente prácticamente con piloto automático. Cuando lo inventé estaba segura que tenía que ser de esa forma por lo mucho que me absorbe el trabajo en la revista y mis clases en la universidad. Entonces eso no me preocupa mayormente. Ha dado tanto de qué hablar que las visitas se han mantenido relativamente parejas, y después de ganarnos el Fondo del Libro, en fomento a la lectura el año 2011, pudimos aumentar a 50 los trailers. Lo divertido es que hoy, tres años después, los trailers de libros existen, la mayoría de los bestsellers juveniles tienen trailer. Por esto, dada la contingencia, la etapa que vislumbro para VEOLEO ahora, en el mediano plazo, es una especie de recopilación del material más reciente –taquillero– levantado desde youtube y las editoriales directamente, reunido de forma organizada en el catálogo de VEOLEO. Es decir como un youtube de Book Trailers adolescentes; lo nuevo, lo cásico, todo. Eso no cuesta nada hacerlo y las editoriales estarán alucinadas, los colegios también. Lo tengo en mi lista de pendientes!…
Portada del sitio web
Confín ediciones es mi pasión, y por lo mismo es lo que más lento va. Hacer un libro tiene muchísimas aristas y nuestra meta es no sacar más de uno o dos títulos al año. Tampoco queremos dejar de hacer nada de lo otro –tan importante para nosotras–. Con calma, sin saltarnos ninguna etapa, seguiremos editando. Las tres socias, María Paz Garafulic, Rebeca Domínguez y yo, no tenemos ningún apuro. Estamos editando la segunda parte del libro Universo: ciencia y ficción, que esperamos lanzar durante este año, si se «alinean las estrellas»; es una especie de volumen dos con estructura similar pero no exacta. Estamos evaluando una segunda edición de Universo1 ya que quedan muy pocos libros y se sigue vendiendo bastante, empezamos la traducción al inglés y posteriormente queremos empezar la programación de la aplicación interactiva para formato tablet. Tenemos vistas un par de co-ediciones siempre en la línea de no-ficción para jóvenes; además queremos incursionar en la publicación de libros profesionales de promoción de lectura, algunos títulos que están afuera y son «must«, sería bueno editarlos acá. Pero no me estresa. Si no se puede todavía no se puede, no pienso descuerarme y pasarlo mal con el tema.»
Portada del libro «El tío Octavio»
Pero ya has estado trabajando en publicaciones de libros…
Este año llevo dos libros álbum de mi edición publicados con Ocholibros, desde el taller en la UDP: «El tío Octavio» de CamilaGarcía y «Clandestinos» de Cristina Ortega (que no son de la línea Confín, pero que era importante editarlos). Son vivencias de niños (ficción) durante una dictadura (cualquiera), desde la cotidianeidad. Muy inocentes y simpáticos ambos libros, forman parte de la colección que se levantó para acunarlos, Hablemos de… muy relevante en la revisión de la historia reciente de Chile y muchos otros países de habla hispana. Es una colección que pone temas sobre la mesa. El año pasado asesoré la publicación de los libros infantiles de la colección Transbank, por segunda campaña consecutiva. Siempre hay tiempo para hacer lo que uno ama, en realidad. Esto es solo la punta del iceberg! Hay una lista larga de cosas activadas dando vueltas, se mueve la cosa.
Jennifer, agradezco mucho tu mirada multifacética e inquieta respecto al fomento lector, y que nos contaras la historia que hay tras el desarrollo de estas revistas. Dicen que emprender no es fácil. Creo que al leer tu experiencia sin duda más de algún lector de Leamos Más se motivará y sacará algunas ideas para fomentar la lectura en su entorno.
La música, los libros y el cine pueden ser grandes placeres para los jóvenes
Sí, aunque usted no lo crea los jóvenes y adolescentes leen y mucho más de lo que se piensa. Comúnmente creemos lo contrario porque los estudios hablan de los bajos índices de lectura en la prueba PISA, en el SIMCE y en otras mediciones de esa índole. Claro, la competencia contra el libro es dura: pensamos que el celular, la Wii, juegos de diversos tipos, internet, el chat, y otros distractores que atentan contra el interés de los jóvenes por el libro. Pero en toda época y lugar, el libro ha sabido acomodarse a otros medios y plataformas: la radio, la televisión, el cine, los primeros juegos atari y nintendo. La lista de distractores y «embelecos» es larga. Pero, hay varias cosas a favor de la permanencia del libro en manos juveniles. De muestra, un botón:
Los jóvenes saben lo que les gusta, tiene claros sus intereses estilísticos, musicales, visuales, temáticos en general. Por eso tienen una mediana idea respecto a que temas de lectura les atrae, y no se dejan llevar por cualquier libro que pongan en sus manos. Primero tienen que sentirse atraídos por la trama para dejarse llevar por sus páginas.
Les gusta compartir y conversar entre ellos de las cosas que hacen, lo que les interesa y lo que no les atrae tanto. El estudio realizado en Bibliotecas públicas por un equipo de bibliotecarias liderado por Flor Toledo , titulado «El placer de la lectura. Hábitos e intereses de niñas, niños y jóvenes entre 10 y 18 años» revela que los amigos son los primeros «líderes de opinión» de los jóvenes y las personas a quienes más validan a la hora de determinar que ropa usar, que música escuchar, que lugares visitar, y también qué leer.
Tienen muchas inquietudes emocionales, las cuales no siempre saben como resolver. A veces no pueden expresarlas verbalmente, por lo que prefieren identificarse en la letra de una canción, a través de unos párrafos que escriben en su cuaderno, o en un personaje de alguna novela o un cuento. Muchas veces la identificación con ciertas cualidades o historias de los personajes son un fuerte elemento motivador para leer. Sin duda recuerdan el fenómeno que se produjo con la saga «Crepúsculo» de la escritora Stephenie Meyer. Miles de ejemplares fueron leídos por interesados adolescentes.
El problema es que los que estamos de la otra vereda -los adultos- hemos cometido varios errores al relacionar la lectura con niños y jóvenes. No nos sentimos satisfechos con darles a leer un libro por obligación para la prueba de lenguaje, sino que también nos arrogamos el derecho de creer qué es lo correcto a la hora de leer. ¿Leer es sólo lectura lineal de una novela? ¿Leo sólo cuando tengo un libro entre mis manos? Y si leo material técnico, ¿no estoy remitiéndome acto de leer, también?. Hay muchas formas de leer para un niño, un joven y para los adultos. Sin duda ese es un tema que da para mucho más que un mero párrafo en un post, pero lo abordo someramente sólo para señalar que han sido bastantes los mensajes equívocos que le hemos dado a los jóvenes. En algunas ocasiones me ha correspondido participar en estudios en los que se les ha preguntado a adolescentes de 16 ó 17 años: «¿Te consideras un buen lector?» ante lo cual responden: «no, sólo leo revistas y el diario. Y a veces, cuando un libro me interesa, entonces lo leo». Yo me considero una buena lectora, y sólo leo si un libro me interesa, no cuando me siento obligada a hacerlo. Desde ese punto de vista ese joven y yo tenemos algo en común.
Leyendo al estilo Teen
Los jóvenes suelen compartir sus aficiones: la lectura no es la excepción
Sin duda las razones y formas en que los jóvenes se relacionan con la lectura es un tema que da para varios post y estudios. Hay datos y cifras para acompañar la información. Por eso, siendo un tema tan interesante e importante me reservo el derecho de seguir tratándolo en futuros artículos. Sin embargo, esta me parece una buena oportunidad para señalar que paulatinamente estamos comenzando a entender la relación que se establece entre los teens y la lectura. Prueba de ello es la nueva revista JIL, especializada en fomento lector para jóvenes, ya que han sabido dirigirse a este grupo en su jerga, modismos, visualidad y estética.
Me cuenta Jennifer King -Directora de la revista – que lanzaron el proyecto porque reiteradamente les solicitaban material concreto de promoción lectora para adolescentes, que tuviera contenidos onderos. Aprovechando las plataformas digitales, Facebook, Twitter –muy usadas por los lenguajes teen actuales– gracias a lo cual han llegado a más de 3.000 amigos. Por ejemplo, en twitter se declaran como «Mini revista donde encontrarás noticias de música, cómics, cine y vanguardia, y podrás descubrir aspectos poco conocidos de tus personajes favoritos.» Interesante planteamiento, ¿no?. Me interesó este tema, por eso le hice una entrevista a la Directora de la revista. Acá les presento un extracto como preámbulo al artículo completo.
Se piensa que fomentar la lectura entre adolescentes es difícil. ¿Cuál es el planteamiento de la revista en este sentido?
La revista JIL (en fotmato en línea, para descarga gratuita) ofrece temas entretenidos de miscelánea editados especialmente para jóvenes de 14 o más años y a través de la revista presentamos una una metodología novedosa de “cajoneras”. Esas fueron un invento mío, para que realmente fueran opcionales pero interesantes, tentadoras. La idea es que quien quiera profundizar algún tema tiene una oferta ahí mismo. Es una especie de ideario de libros alternativos y disponibles en el mercado, muchos no-ficción, para entusiasmar con los libros y el conocimiento en general. Se aleja de la propuesta de lectura complementaria que proponen los establecimientos educativos, entregando libros con cuchara de remedio, a la fuerza.
¿Y qué hay del contenido? ¿cómo lo han hecho atractivo a ojos de quienes tienen 13 a 19 años?
Portada No. 2 de la revista
La revista propone desde literatura, novelas hasta biografías y libros de ciencia interesantes, novelas gráficas; mostramos lo nuevo y lo antiguo, además tenemos las «Dosis Clásicas» y «Dosis Actuales» que son extractos de «puro filete» de libros, como dice su nombre, modernos y antiguos, consagrados. Procuramos elegir la mejor parte de cada libro para realmente dejar colgados a los que lo lean y que lo busquen. Suena utópico, pero cada libro tiene momentos clímax o insinuantes, y los que no, quizás no son tan apropiados para los jóvenes de hoy. El equipo editorial de la revista los elige con pinzas y con la ayuda de las especialistas de la Fundación Había una Vez.
Eso no es todo, La JIL también tiene dos entrevistas a personajes conocidos, adolescentes donde revelan sus lecturas secretas y preferidas, reflexionando acerca de sus hábitos lectores personales (sean buenos o malos) , entre otras preguntas de sus vidas en general. Y en otras secciones se ofrece tecnología de punta, lo soñado, lo último, con detalles de su composición y novedad. En ¿Qué me recomiendas? chicos de diferentes colegios y Centros lectores del país, reseñan y recomiendan –en sus palabras– los últimos libros que han leído. Hasta el momento hemos tenido ocho reseñas por número y queremos expandir el concepto a varias páginas. Para eso esperamos recibir colaboraciones desde cualquier parte. Vamos a estar sorteando tres libros por edición entre aquellos a quienes se les publiquen sus reseñas.
No hay otra revista que busque ni ofrezca esto en la web.