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Bibliotecas de Aula #1: Ideas y beneficios

Los niños pueden leer en la sala, como también llevarse los libros a sus casas
Los niños pueden leer en la sala, como también llevarse los libros a sus casas

Las Bibliotecas de Aulas podrían definirse como ‘un conjunto de diversos materiales bibliográficos y didácticos que están a disposición de un curso o asignatura específica, y cuyo criterio de selección responde tanto a las materias que estén aprendiendo los alumnos como a sus intereses particulares’. A esta sencilla descripción personal es importante añadir que la selección de los textos debe ser variada y comprender, mediante cuentos, adivinanzas, trabalenguas, poesías, enciclopedias, libros de consulta, etc., las áreas de Lenguaje, Matemáticas, Ciencias y Sociedad.

También es importante agregar que estos libros deben ser interesantes y atractivos para los alumnos y que, por esta razón, es importante incluir -según el nivel del curso- cómics, novelas gráficas y libros álbum. Por ejemplo, los Ogú y Mampato que tratan sobre episodios de la Historia de Chile (‘El cruce de los Andes’, ‘La reconquista’) son un gran apoyo en los 3°’s Básicos.

Podríamos agregar, además, que las Bibliotecas de Aula pretenden apoyar el fomento lector en los niños a la vez que lograr cierta transversalidad entre la biblioteca escolar y las distintas asignaturas. Con esto, las Bibliotecas de Aula pueden apoyar a los niños a buscar nuevos momentos de lectura como lo son al terminar una prueba o guía o, incluso, en algunos recreos en los que ellos tengan la posibilidad de quedarse en la sala (como en los días de lluvia, por ejemplo).

¿Cómo nos beneficiamos a través de las Bibliotecas de Aula?

  • Fomentando la lectura desde la sala de clases, logrando un nuevo nexo Aula-biblioteca. Por ejemplo, si quedan 10 minutos de la clase de ciencias, se puede leer algún extracto del contenido recién visto en la Biblioteca. O, en el caso de las pruebas, los alumnos que hayan terminado, pueden pararse en silencio a buscar algún libro de su agrado mientras los demás alumnos terminan la evaluación (por eso es tan importante la variedad de temas y títulos para que cada alumno pueda escoger).
  • Estableciendo cierta transversalidad entre la biblioteca escolar y las distintas asignaturas. Es muy importante, por ejemplo, cuando se escojan los libros que acompañarán a un curso determinado durante un año o semestre, que se observe una directa relación entre las distintas materias vistas por el profesor y los capítulos o partes de los textos, revistas, películas, etc.

Por ejemplo: para niños de 1° Básico que estén aprendiendo sobre animales, se deberían considerar  enciclopedias, además de literatura relacionada (‘Animaletras’,  o los cuentos de la Keiko Kasza de la colección Buenas Noches en donde los animales sean protagonistas). O, como mencionamos anteriormente, los Ogú y Mampato con temas históricos para apoyar los contenidos de Historia y Geografía. Considerando el mismo tema, pero en otro formato, una excelente opción es la revista Super Mascotas.

  • Concientizando a los alumnos en el manejo y cuidado de los libros (ya que cada curso administra y se responsabiliza por su Biblioteca de Aula). Para apoyar este punto, la alianza entre el profesor y el(la) bibliotecario(a) resulta fundamental ya que la persona que dirige la biblioteca es quien puede enseñar a los alumnos sobre el cuidado de los libros y del proceso que éstos pasan antes de llegar a su sala (selección, compra o donación, clasificación, catalogación, tratamiento físico, etc.). Incluso hay algunos kits y accesorios que pueden interesar a los más pequeños en esta etapa, y quizás más de alguno quiera ofrecerse como voluntario para ir a ayudar a ordenar los libros.
Los profesores tienen que entrar a las bibliotecas escolares y buscar a su gusto todo el material que necesiten
Los profesores tienen que entrar a las bibliotecas escolares y buscar a su gusto todo el material que necesiten
  • Apoyando la educación de los niños dentro de la sala de clases ya que la Biblioteca de Aula complementa la información entregada por el profesor y reforzar los contenidos enseñados por el profesor ya que la biblioteca de aula muchas veces es usada dentro de la hora de clase por el docente, para mostrar imágenes, leer noticias o anécdotas relacionadas con la asignatura, enlazar contenidos (por ejemplo: leer una poesía sobre el cuerpo humano en los últimos minutos de la clase de ciencias, aprovechar un cómics de mitos chilenos en la clase de historia, aprovechar la biografía de un pintor famoso antes de empezar la clase de arte, etc.)

Por ahora he querido plantearles algunas ideas y buenas prácticas en materia de Bibliotecas de Aula, basado en mi experiencia de varios años  trabajando en bibliotecas de educación escolar básica. Naturalmente otra cosa es armar una Biblioteca de estas características, para lo cual les dejo la invitación a que esperen la segunda parte de este post, donde precisamente hablaré de ese tema.

Si quieren comentar sus ideas, consejos o dar algunos ejemplos de lo que les ha pasado trabajando con profesores, bibliotecarios, alumnos etc. formando bibliotecas de aula, ¡bienvenidos sean!

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Columnas y artículos

Lectores adoptan actitudes de los personajes que protagonizan su lectura

Lectores desarrollan un gesto empático, sin darse cuenta, de los personajes ficticios que protagonizan su lectura
Los lectores desarrollan un gesto empático, sin darse cuenta, de los personajes ficticios que protagonizan su lectura

La literatura es sin duda uno de los mecanismos de sobrevivencia más empáticos desarrollados por nuestra cultura y nuestra psique, una construcción que se remite a los orígenes mismos de nuestra civilización y nuestra evolución como especie. Recientemente Geoff Kaufman, investigador pos doctoral en el Dartmouth College de New Hampshire, y Lisa Libby, profesora asistente de psicología en la Universidad Estatal de Ohio, llevaron a cabo un estudio en el que encontraron que quienes leen, en un gesto empático sumamente elocuente, adoptan sin darse cuenta del todo las actitudes, pensamientos y creencias de los personajes ficticios que protagonizan su lectura, publicó la revista Medical Daily.

Kaufman y Libby realizaron seis pruebas distintas con 500 voluntarios, llegando a la conclusión de que las historias contadas en primera persona pueden transformar temporalmente la manera en que el lector se ve a sí mismo, al mundo y otros grupos sociales. En uno de los experimentos, por ejemplo, las personas que se identificaron fuertemente con un personaje ficticio que vence varias adversidades para votar, se mostraron mucho más inclinadas a votar también ellas varios días después en una elección real, esto en comparación con otros voluntarios que leyeron una historia diferente.

En cuanto a los factores que se encuentran de fondo en este fenómeno, denominado “toma de experiencia”, parece ser que uno de los más importantes es que aquellos rasgos de personalidad que el lector pudiera encontrar similares entre sí mismo y la ficción, deben aparecer pronto en la historia, de acuerdo con la publicación.

Así, en otro experimento con un grupo de 70 hombres heterosexuales que leyeron la historia de un estudiante homosexual, la aceptación de este comportamiento fue significativamente distinta según la inclinación sexual del protagonista se revelara más temprano o más tarde en la secuencia narrativa. En este caso en particular, los participantes que solo pasadas varias páginas supieron que el personaje era gay, mostraron después actitudes menos favorables hacia la homosexualidad, en contraste con aquellos que lo supieron desde un inicio. Curiosamente este mismo fenómeno se repitió con un personaje ficticio de tez negra.

Otras circunstancias como el ambiente, la constante referencia a uno mismo (que se probó poniendo a leer a los voluntarios frente a un espejo), también influyen en la generación de este tipo especial de empatía.

“Entre más recordatorios recibes de tu propia identidad personal, es menos probable que estés dispuesto a tomar la identidad de un personaje”, explica Kaufmann. “Tienes que ser capaz de llevarte a ti mismo fuera de la fotografía y perderte realmente en el libro para tener esta experiencia auténtica de tomar la identidad de un personaje”.

Por su parte Libby aclara que la “toma de experiencia” es sumamente inmersiva, pues el lector “reemplaza su yo con otro”, en un proceso natural aunque inconsciente que pocos advierten ―lo cual lo hace todavía más intenso y vívido.

Finalmente, uno de los beneficios de este efecto de la lectura sobre una persona es que, a decir de Libby, los horizontes se amplían, llevando a los lectores a relacionarse ―ya desde su pensamiento― con grupos sociales con los que de otra manera nunca entrarían en contacto.

 

Fuente: Sin Embargo, periódico digital mexicano

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Gamificación: ¿Qué es y para qué nos sirve?

La gamificación se basa en la entretención que genera el juego: mientras más se juega, más se aprende
La gamificación se basa en la entretención que genera el juego: mientras más se juega, más se aprende

Es cierto: queremos que las personas lean más y mejor. Queremos más lectores inquisitivos en las bibliotecas, queremos más preguntas de referencia y queremos un aumento en las estadísticas de uso de los servicios que ofrecemos en los distintos tipos de unidades de información. También es cierto que hemos probado varias formas de hacer atractivo el uso de los libros, las bibliotecas y en general de fomentar la lectura. La tecnología ha estado de nuestro lado: redes sociales, aplicaciones, e-readers, etc. La lista es extensa y variada. La gamificación es una alternativa más que demuestra que la tecnología y las aplicaciones se ponen de nuestro lado para ayudarnos.  En este caso, sin embargo, hay algunas diferencias que han llamado mi atención ya que llevan la entretención a su máxima expresión, y -lo que es más interesante- mezclan el mundo virtual con el real.

La gamificación se ha estado desarrollando desde hace algunos años en las bibliotecas. Para quienes no estén familiarizados con el vocablo, puedo comentar que éste tiene su origen en la palabra en inglés “Game” (juego) de la cual deriva Gamification (que se podría traducir -aunque no es exacto- como ludificación). Desde ese término, los hispanoparlantes usamos  “Gamificación”, lo cual alude a una metodología que se basa en la tecnología y el uso de redes sociales para atraer usuarios o adeptos a un servicio/producto valiéndose del juego como principal atractivo. Utiliza el diseño de juegos y sus mecánicas, así como también mucho diseño e ilustración. A veces la gamificación tiende a confundirse con los videojuegos, pero difiere de éstos ya que sus fines que van más allá de lo lúdico.

Inocentemente, todo comienza con un terrón de azúcar: una dulce tentación que genera un vínculo entretenido con el usuario. Y éste, en la medida que disfruta el dulce, participa y aprende diversos contenidos bajo la forma de una sutil entretención. Lo que el juego pretende es dar respuesta a un requerimiento en especial. Éste puede ser la respuesta a una pregunta, la forma de ejecutar una tarea o de realizar un proceso en la biblioteca. De esta forma, sin siquiera darse cuenta, el usuario que ha probado el terroncito es guiado por un camino en el cual recibe recompensas a medida que avanza y aprende. Las recompensas apelan al espíritu lúdico que hay en todos, y van desde etiquetas, insignias (badges) por avanzar en etapas, e incluso premios tangibles.

La Biblioteca de NY tiene todo un proyecto en torno a la gamificación
La Biblioteca de NY desarrolló todo un proyecto en torno a la gamificaciónm llamado «Encuentra el Futuro» (Find The Future)

El usuario puede ser etiquetado como «mega lector»; «aprendiz de mago»; «lector novato» y una serie de otras calificaciones que le dan reputación respecto a los otros jugadores o lectores que usan la misma aplicación. Veamos como funciona con un ejemplo más concreto: si detecto que los usuarios de una biblioteca universitaria de la Facultad de Ciencias de una determinada Casa de Estudios no usan las bases de datos, puedo usar una aplicación en gamificación para motivarlos a que se acerquen a este recurso y desarrollen gusto por usarlo. Otras opciones para icentivarles sería mostrarles un tutorial, dar una charla en sus salas de clases, citarlos a una demostración en la biblioteca, etc. Pero  generalmente  no sabemos si aprendieron, o si repetirán el ejercicio cuando se encuentren frente a una duda que amerita el uso de bases de datos. Ante esta situación, la gamificación  es una alternativa válida porque desde una perspectiva tecnológica y entretenida enfrenta al estudiante con un tema que le puede resultar árido o incluso aburrido, ya que quizás lo relacione con sus deberes académicos.

Siguiendo con el ejemplo, hago un plan de difusión para dar a conocer a los estudiantes de la Facultad de Ciencias que hay una nueva aplicación para usar bases de datos.  Se les pide que ingresen a un sitio web o plataforma en línea, donde están todas las instrucciones del juego. Una vez «logeados» las fases del juego irán explicando en forma didáctica, con muchas imágenes, y  usando mensajes breves y precisos que hay herramientas diversas para encontrar información, que van desde uso de motores de búsqueda, usar el google académico, buscar en el catálogo de la biblioteca, repositorios o en bases de datos. A medida que explica los distintos medios, se van destacando las ventajas del uso de bases de datos y se da puntaje y recompensas para aquellos que  las usen. Se puede presentar un video introductorio o un tutorial,  luego de lo cual, se le pide al alumno que busque un par de temas en las Bases de Datos. En estos casos, las peticiones no son complejas, la idea es hacer ejercicios simples. Frente a este reto del juego, el usuario puede usar la aplicación para enviar -en línea- algunos papers que haya descargado de la base de datos. Estos resultados llegan a un bibliotecario referencista quien los revisa y asigna puntaje. Todo esto funciona en tiempo real, ya que con una buena logística se puede tener a un referencista evaluando las fuentes que seleccionaron los alumnos en un horario pre definido.  Una vez que el usuario recibe su puntaje, éste puede aparecer publicado en su muro de facebook (si la aplicación y ellos así lo permiten) o simplemente puede aparecer como dato más en la ficha del alumno. De acuerdo al puntaje (que se va sumando al que el jugador ha ido acumulando) el alumno puede tener una nueva categoría, como por ejemplo «investigador» y recibir una insignia u otra recompensa.

Si al final del día todos queremos que los lectores de una biblioteca pidan más libros, que comenten lo que han leído, que sean autónomos y hasta que nos dejen mensajes en el fan page de nuestras páginas en Facebook, creo que es interesante ir descubriendo nuevas artimañas que la tecnología pone a nuestro servicio. Además de adaptarnos al estilo y medios que los usuarios utilizan, estaremos descubriendo nuevas formas de comunicarnos con ellos desde una perspectiva más informal, relajada y amena.

Algunos ejemplos extranjeros

La expresión de los limones indica el resultado de una fase del juego
La expresión de los limones indica el resultado de una fase del juego

En Gran Bretaña, la biblioteca de la Universidad de Huddersfield usa la gamificación para la inducción de usuarios de primer año. Tienen un sistema para bibliotecas universitarias llamado “Lemon Tree” (Limonero) que enseña a los alumnos técnicas básicas para usar los servicios. Mediante un clásico carné de biblioteca que pasa de un azul  congelado a un rojo hirviendo,  el usuario va ganando puntos en la medida que acierta en sus respuestas. También tiene un sistema de rendimiento y resultados por facultad, y una página en Facebook.

Al principio del post les señalé que hay algunos casos interesantísimos donde la gamificación lleva el juego a la vida real: eso fue lo que pasó en Nueva York. El año 2011 la biblioteca pública de la ciudad manzana usó la gamificación para celebrar su centenario, y crearon una aplicación que titularon «Encuentra el Futuro». Lo mejor del caso es que el juego le pedía a los participantes que incluso escribieran breves ensayos en base al tema. Finalmente,  la noche del 20 de mayo, los organizadores del juego citaron a los 500 jugadores con más puntaje para que se encerraran en la biblioteca a desentrañar misterios cual Indiana Jones. Lo que debían descubrir eran 100 objetos que han inspirado a la humanidad, como por ejemplo una carta de Charles Dickens o una copia de la Declaración de la Independiencia de los Estados Unidos.  Lógicamente los que descubían las pistas y avanzaban tenían más puntaje hasta llegar a un gran ganador final. Esta actividad suscitó mucha atención en la ciudad y en los medios. La  revista Wired publicó un artículo titulado «Una noche en la Biblioteca de Nueva York«  que recomiendo leer y ver, porque además viene acompañado de un video muy motivante.

 

Algunos casos que -quizás- conocemos y usamos

La gamificación está presente en nuestras vidas desde hace bastante tiempo bajo la forma de aplicaciones que podemos bajar en nuestros smartphones. Personalmente uso foursquare (para comentar lugares que frecuento), waze (para el tráfico y rutas de manejo) y ahora empezaré a usar Nike+ (para trotar). Eso me ha ayudado a entender mejor como podría funcionar un servicio de gamificación en una biblioteca y a darme cuenta de lo interesante que es jugar en un entorno ficticio. Sólo se ven las etiquetas y avatar de otros jugadores quienes -como yo- buscan un buen restaurant,  quieren motivarse para trotar, o simplemente buscan la ruta más despejada para llegar a sus casas. Los juegos, las insignias y etiquetas no son sólo para los niños: a todos nos gusta jugar, y prueba de ello es que estas aplicaciones son muy bien recibidas por personas de todas las edades. Si les interesa aprender un poco más respecto a como podría funcionar la gamificación en un entorno bibliotecario, les sugiero hacerse fans de estas aplicaciones y darle cuerda a su imaginación y creatividad.


Este artículo fue publicado originalmente, por la misma autora, en Infotecarios el 13 de marzo 2013

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Cine

De guionistas, escritores y directores de cine

Hemos mencionado en ocasiones anteriores como la relación que tienen los lectores con las adaptaciones fílmicas tiende a ser un poco dura debido  a que se espera que haya una equivalencia inequívoca entre dos productos que pertenecen a lenguajes diferentes, el literario y el cinematográfico. Entonces, esto tiende a transformarse en que los lectores pueden terminar emitiendo juicios quizás un poco injustos a la adaptación. Quizás todos tenemos alguna experiencia personal donde más de una adaptación nos “decepcionó,” lo que ha llevado a muchos a pensar que en el traspaso de libro a película es más lo que se pierde que lo que se gana.

Portada edición de bolsillo de "Psicosis"
Portada edición de bolsillo de «Psicosis»

Sin embargo, aún bajo estos “severos” parámetros, nos encontramos con excepciones a la regla y donde el valor que la audiencia le ha entregado a la adaptación fílmica es mucho mayor al que le ha entregado a la fuente literaria, tanto así que incluso pasa casi al olvido la existencia del texto inicial. Un ejemplo de esto es Psicosis (1960) de Alfred Hitchcock, no muchos saben que esta película está basada en una novela del mismo nombre de Robert Bloch. La razón de esto no es porque el cine es un medio mucho más masivo que la literatura sino que es porque, sin querer caer en hacer los juicios severos que siempre critico, estimo que el talento de Hitchcock como director está muy por sobre el de Bloch como escritor. Entonces, siendo muy prácticos, lo que tenemos al final es una novela mediocre que se traduce como una de las mejores películas en el cine gracias a la genialidad del director. Luego, Bloch escribió una segunda parte mientras que Universal Pictures planeó de forma independiente hacer otra película completamente desligada a la saga de Bloch ya sin la participación del director inglés, ambas tuvieron una popularidad moderada sin mayores halagos de la crítica. De más está decir entonces que el éxito comercial y artístico de Psicosis fue responsabilidad del trabajo artístico de Hitchcock y no del talento narrativo de Boch o de lo interesante de la trama.

Vamos a otro ejemplo pero con un caso que difiere en varios aspectos al anterior. El Padrino (1969) de Mario Puzo fue una novela que tuvo gran éxito y que se la han reconocido varios méritos, como la humanización de los miembros de la mafia que son mostrados como personas y no como caricaturas. Tres años más tarde aparece la adaptación de esta novela a cargo de Francis Ford Coppola y el resto es historia conocida por todos, la versión fílmica se transformó rápidamente en no sólo una de las películas más populares de la historia sino que también en una de las favoritas de los críticos, llevándose en el camino 3 premios de la Academia, 4 Globos de Oro, entre otros. Una de las cosas interesantes en esta adaptación es la colaboración de Puzo, ya pelilibroque él estuvo a cargo del libreto junto con Coppola y se llevó un Oscar por este trabajo, un ejemplo de trabajo en equipo con resultados más que satisfactorios. Luego empiezan a ocurrir cosas interesantes, como el que una novela haya inspirado no sólo una adaptación de ésta sino que también una saga cinematográfica (El Padrino II y III) que se desprende del original y donde nuevamente tenemos a Puzo como guionista.

Con estos ejemplos vemos que la relación entre cine y literatura que se crea al momento de una adaptación no sólo existe el riesgo de la “pérdida de calidad” que siempre tememos, sino que también muchas veces -como ocurre en la traducción de un texto de un idioma a otro-, existe la posibilidad de que exista una ganancia importante en el resultado final del proceso de transformación.

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Columnas y artículos

La lectura se toma en serio

Desde que Leamos Más se inició, el año 2010, hemos querido inculcar la idea que trabajar el fomento lector en la biblioteca no es la única -y mejor- vía para lograr más y mejores lectores. Recientemente, un medio local publicó un artículo  titulado «Director de esforzado colegio cuenta cómo logró enviar cien niños «problema» a la U». Uno de los mensajes de este caso, es que si un directivo escolar se toma en serio la educación de sus estudiantes y basa su trabajo en el aprendizaje de la lectura desde los primeros años, sin duda logrará buenos resultados independiente del estrato socioeconómico o el nivel de vulnerabilidad del establecimiento.

Algo que las académicas, investigadoras y actuales miembros de la  Unidad de Currículum y Evaluación del MINEDUC, Loreto Fontaine y Bárbara Eyzaguirre ya nos dijeron el 2008 con el libro «Las Escuelas que tenemos« -tema sobre el cual Leamos Más publicó un post el año 2011-  ya que en esta publicación observaron establecimientos de bajos recursos y con alto nivel de vulnerabilidad social en los cuales, pese a todas sus circunstancias, se lograban resultados SIMCE  por sobre el promedio en base a buenas prácticas de lectura en el aula.

No creo necesario convencerles de la importancia de la lectura, y en especial de enseñarla y transmitirla considerando el  gusto e interés de los lectores. Creo que, con énfasis en distintos aspectos, todos los que compartimos en este medio adherimos a este plangeamiento. Sin embargo, lejos de la teoría y de las citas, es preciso mostrar casos como el de esta escuela. Casos con nombre y apellidos, y lo que es mejor: casos con lectores.

Sin más preámbulo, les dejo con el ejemplo del Colegio Eduardo Martín Abejón.


eduardomaetinvale_193748-L0x0«Yuliano Borís Díaz (54 años) es de aquellas personas que pueden atravesar un muro si se lo proponen. Es el director del Colegio Eduardo Martín Abejón de Constitución, en la Región del Maule, que pese a educar a niños vulnerables ha obtenido destacados resultados en la prueba Simce.

En su calidad de director, no le tirita la voz cuando habla de sus objetivos y reconoce que es exigente y que no le tiembla la mano cuando les debe pedir a sus profesores que no consiguen resultados que busquen suerte en otra institución si no mejoran.

Cuenta que su primera escuela, Santiago Oñederra, la levantó sin plata en un salón de pool de esa ciudad del Maule, al punto que con sus propias manos clavó paredes y aserruchó madera para armar sus salas.

 

Compromiso en medio de la adversidad

La historia de Yuliano Borís Díaz y del Colegio Eduardo Martín Abejón no deja de llamar la atención. Se trata de una institución de estrato socioeconómico medio bajo, enclavado en una de las poblaciones más estigmatizadas de esta ciudad, llamada Manuel Francisco Meza Seca, pero que en los últimos años se ha ubicado entre los cinco mejores establecimientos con puntajes Simce del país.

En los resultados de 2011 de esta prueba –que se dieron a conocer el año pasado–, su colegio promedió 327 puntos en Lenguaje, Matemática y Ciencias Naturales, ubicándose en el tercer lugar a nivel nacional y siendo sólo superada por los establecimientos Francisco Ramírez (San Ramón) y Constitución (institución particular de la VII Región), y empatando con el prestigioso The Grange School (La Reina).

Matrículas no se completan por el estigma

Dice que no le gusta vanagloriarse de sus resultados, pero afirma que nadie «nos pesca». Ni siquiera le dan una medalla o reconocimiento a su colegio en los actos municipales.

El Colegio Eduardo Martín Abejón partió con 40 alumnos. Hoy, además de obtener importantes resultados en el Simce, cuenta con una orquesta infantil y cursos de ajedrez.
El Colegio Eduardo Martín Abejón cuenta, además,  con una orquesta infantil y cursos de ajedrez.

«Eso pasa porque la gente de la ciudad no quiere mezclar a sus niños con mis cabros, con los ‘atorrantes’ de esta población, que es tremendamente estigmatizada por la idea de la droga, el alcoholismo y las pandillas juveniles. Esta población fue una de las primeras soluciones habitacionales de Constitución, que nace a partir de campamentos. Tengo 605 matriculados, pero tengo más vacantes y no los vienen a matricular aunque tenemos buenos resultados», explica. (…)

¿Pero cuál es el secreto de este director? ¿Cómo logró estos resultados? Él dice que no fue espontáneo ni caído del cielo, que todo fue un proceso. Después del colegio Santiago Oñederra, fundó otra escuela cerca del río Maule, terrenos que le fueron expropiados por el Fisco para construir el puente Cardenal Silva Henríquez.

«Era una escuelita de madera, chiquitita, con sólo siete salas, que no valía mucho. Me ofrecieron 80 millones, que pudo ser harta plata hace 10 años, pero no me alcanzaba para hacer otra escuela. Fui a hablar con el subsecretario de Educación de la época, a explicarle que con esa plata no podría seguir enseñando a mis alumnos, que eran pobres. Entendió y me dieron más plata, con lo que tampoco me alcanzaba para hacer el Martín Abejón. Pero como soy autoconstructor, pude abaratar costos y me volví a endeudar», recuerda.

Ya con el colegio construido, pasó el tiempo y Yuliano Díaz empezó a inquietarse. Se tomaba el pelo por los bajos puntajes del Simce. Sintió tocar fondo cuando sus alumnos promediaron 239 puntos en Lenguaje. Fue entonces cuando decidió dejar el canotaje [deporte que practicaba hace años○ y dedicarse tiempo completo a la escuela, confiando en que podía conseguir buenos resultados como el Francisco Ramírez, que también era un colegio para alumnos vulnerables.

Así lo recuerda: «Reuní a los profesores y les dije: ‘Miren, con estos puntajes quién pondrá a sus niños acá. A nosotros nos pagan por esto, hagámoslo bien'». Lo que vino fue modificar el modelo educativo del colegio, aumentando la exigencia y haciendo obligatorio que los alumnos aprendieran a leer en 1° básico.

«También creamos un modelo de lectura, que es un papelógrafo, donde ponemos un texto cualquiera, como la explicación de los puntos cardinales, e interactuamos con los niños. Todos repiten en voz alta hasta que el texto se hace fluido, finalmente el profesor silencia la voz y solo leen los alumnos. Después comienza la interacción en base a las Operaciones del Pensamiento, que es clasificar y ordenar la información. Con eso potenciamos la comprensión de lectura», explica, lo que, a su vez, sirve a los estudiantes para aplicarlo en cualquier materia.

A esto se suma reforzamiento e incluso clases particulares para los estudiantes, los que también formaron en orquesta y tienen clases de ajedrez.  Además, el director lleva en su libreta los registros semanales con los avances de sus estudiantes.

«Mis cabros no tienen nada, aquí estudian gratis. Pero cuando le das realmente las herramientas, pueden avanzar. Antes, la aspiración máxima de mis niños era hacer el Servicio Militar y la de las chiquillas, juntarse con alguien. También representaban el 10% de la población penal de la ciudad. Con orgullo puede decir que tengo cien ex alumnos en la universidad, y muchos de ellos eligieron educar como profesión», cuentas Yuliano Díaz, agregando que el director que quiera lo puede contactar para compartir el método que usa en el Eduardo Martín Abejón».

Fuente: El Mercurio, domingo 3 de marzo 2013

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De puntadas y papel: el asombroso mundo de la encuadernación


«El Libro es una criatura frágil, se desgasta con el tiempo, teme a los roedores, resiste mal la intemperie y sufre cuando cae en manos inexpertas«
. Umberto Eco, en un pasaje de su novela «El nombre de la Rosa», 1980.

«Ante ciertos libros, uno se pregunta: ¿quién los leerá?, y ante ciertas personas uno se pregunta: ¿qué leerán?. Y al fin, libros y personas se encuentran«. André Gide, escritor francés Nobel de Literatura en 1947


Todo un Arte

El trabajo en los lomos de los libros es una de los tantos detalles que puede tener el trabajo fino de encuadernación
El trabajo en los lomos de los libros es una de los tantos detalles que puede tener el trabajo fino de encuadernación

Actualmente, cuando la discusión entre el libro digital y el impreso sigue vigente, surgen  otros temas relacionados con el libro: la encuadernación es uno de ellos. Aunque ya casi nadie habla del arte de la encuadernación, del detalle y minuciosidad que hay tras las tapas de un libro cuidadosamente trabajado a mano, cosido, e incluso taladrado para lograr un objeto que bien merece estar en alguna sala de museo como objeto de arte. No me confundan, por favor, con una nostálgica. He expresado mi opinión anteriormente respecto al libro digital v/s impreso, y no es un afán romántico el que me anima a escribir este post. Más bien me inclino por compartir con ustedes un tema interesantísimo del que muy poco sabemos.

Cuando empecé a documentarme para escribir este post, pensé que no sería tarea compleja. «Siendo bibliotecaria -pensé- puedo recordar algunas clases de primer año cuando este tema era parte de las pruebas». Sin embargo me encontré con una enorme variedad de aspectos relacionados con la encuadernación que no conocía, y que me asombraron gratamente: desde la Historia del Libro y  las bibliotecas, los incunables, la caligrafía, la tipografía, los materiales y herramientas de encuadernación, el oficio del encuadernador y del «dorador» -algo completamente nuevo para mí-  pasando por  el libro-arte encuadernado y los museos que les rinden culto. Naturalmente la historia de la encuadernación es otro aspecto que merece atención, lo cual nos lleva inevitablemente a las artes decorativas y ornamentales del libro. La lista es vasta y recorre miles de años…una delicia para una «ñoña» como yo. Ante tal variedad de materias, opté por partir desde los inicios y dejarme llevar. Después de todo, este no será el primer post respecto al tema.

La encuadernación es un arte noble. Quien haya tenido en sus manos un precioso ejemplar bien encuadernado estará de acuerdo conmigo. No es sólo el trabajo en torno a las tapas, el lomo o el canto del libro. Es la delicadeza del tipo de papel, el trabajo de cosido en el lomo, la decoración que embellece, las ilustraciones o dibujos de la contratapa. Es un conjunto exquisito y armónico que deleita no sólo al lector, sino que a coleccionistas, bibliófilos , book lovers y amantes del buen diseño.

Tablilla de madera que lleva marcas inscritas y que ha sido datada por carbono 14 en el 5260 a.C
Tablilla de madera que lleva marcas inscritas y que ha sido datada por carbono 14 en el 5260 a.C

La historia empieza más o menos así:

Para hablar de un tema tan preciado como este, es preciso aclarar que, antiguamente, los documentos escritos o grabados eran tan apreciados y raros en la antigüedad, que pronto se pensó en buscar el medio para protegerlos. Las tablillas cocidas de Babilonia, por ejemplo, estaban numerados en el orden en que debían ser leídos y se almacenaban en estanterías cuidadosamente catalogadas, pues cada una llevaba el título de la obra de la que formaba parte. A partir del momento, en que fue posible escribir sobre algo susceptible de enrollarse (como la seda, el papiro o el pergamino) el problema de verificar el orden de los documentos y de cómo podían ser protegidos se resolvió más fácilmente. Los rollos preciosos eran guardados en cofrecillos de madera de esencia rara, a menudo maderas olorosa, o bien en cofres de metal cuidadosamente ornamentados.

En otras latitudes, los textos griegos o romanos se unían a menudo con un cordoncillo que se pasaba por una de las esquinas o se cosían sobre el lado izquierdo. Habitualmente se escribía sobre tablillas de madera o marfil recubiertas de cera. Estas tablillas estaban a veces unidas mediante bisagras o por un grueso hilo para formar dípticos y trípticos. En las civilizaciones del sudeste asiático o amerindias los «libros» estaban a menudo hechos con hojas de palmera o bambú. Estas hojas estaban cortadas en rectángulo y todas ellas eran agujereadas en el mismo lugar para permitir el paso de la cuerdecilla que las unía. Se lograba una buena protección a través de dos planchas de madera o de corteza de árbol que tenían las mismas dimensiones que las hojas, y estaban atadas con ellas.

Y el Libro: ¿cuándo?

El Codex Alexandrinus, que se puede traducir como El Libro de Alejandría, data del siglo V y es la Biblia más completa que se conserva desde los primeros tiempos cristianos.
El Codex Alexandrinus, que se puede traducir como El Libro de Alejandría, data del siglo V y es la Biblia más completa que se conserva desde los primeros tiempos cristianos.

Según la leyenda — y las leyendas a menudo están en lo cierto — cuando Cleopatra invitó a César a visitar los talleres de la Biblioteca de Alejandría, le mostró los primeros pasos de una nueva fórmula de presentación de los documentos. En lugar del habitual rollo o volumen, a los egipcios se les había ocurrido la idea de doblar las hojas de papiro en dos partes, cortar varias de estas hojas del mismo modo para que tuviesen idénticas dimensiones y unirlas entre sí, cosiéndolas de modo que formaran una especie de «ladrillo cuadrangular» fácil de consultar. Este «ladrillo» se llamó códice o codex, y es el antecedente del libro. El codex fue muy popular, y pronto se extendió desde Egipto a todo el mundo mediterráneo. De esta forma, el paso del papiro al pergamino fue inevitable. A partir del siglo I D. C., encontramos en Roma la existencia de libros  de hojas de pergamino llamados “Menbranae”.

Fue en los monasterios coptos (que datan del siglo I, en Egipto) donde el arte del libro empezó verdaderamente su apogeo, y donde la técnica de  la encuadernación fue inventada (hoy en día, la técnica de encuadernación que recuerda la de estos monjes se llama «costura copta«). A veces se trata de un sólo y grueso cuadernillo recubierto de piel, otras de varios cuadernillos cosidos con una aguja o dos agujas que trabajan separadamente para formar una cadeneta muy sólida. Los lomos son lisos, pues los hilos de costura pasan simplemente por el fondo de los cuadernillos sin hilo ni nervio de apoyo. Las pieles están especialmente curtidas para este arte y teñidas con tintes vegetales. Los papeles para guardas generalmente están pintados a mano. Las tapas son de madera o hechas de papiro pegado con cola. Se sabe que se han hecho desde el siglo IV al XI, y constituyen la familia más antigua conocida de encuadernaciones de cuero, representando la fuente última de todas las encuadernaciones de cuero decoradas.

La evolución de la encuadernación

Detalle de un cosido medieval
Detalle de un cosido medieval

Desde esa época ha venido evolucionando la encuadernación en el mundo, en manos de monjes, maestros y aprendices por generaciones; con distintos estilos decorativos pero siempre conservando la excelencia en la construcción del libro. En la Edad Moderna las encuadernaciones pesadas y las de lujo  ya no se realizaban. Una de las razones de ello fue la difusión del papel y la invención de la imprenta. Debido a ambos factores, también aumentó la producción de libros que se vendían con encuadernaciones sencillas. Incluso algunos se vendían por pliegos sueltos, para ser encuadernados por las mismas personas, a su gusto.

A lo largo de la Historia del Libro, la encuadernación ha ido sufriendo muchos cambios producto de los avances y cambios en los materiales y técnicas de trabajo. En general, este proceso estuvo sometido a la misma evolución que el resto de manifestaciones artísticas. En el Renacimiento, por ejemplo, se usaron planchas de hierro para ornamentar las cubiertas usando una sola pieza. Al contrario de lo que pasa durante el Barroco, cuando tuvieron plena vigencia los ornamentos por doquier: se usaban hierros que imitaban diversas formas y ornamentos. La encuadernación es recargadísima, con hierros pequeños que se prestan a todo tipo de composiciones. Y así van surgiendo diversos estilos, que tienden a simplificar el decorado a medida que pasa el tiempo. En el periodo neoclásico, por ejemplo, las encuadernaciones se enriquecen y simplifican al mismo tiempo: las tapas se decoran con orlas, los florones y rocallas se sustituyen por motivos clásicos grecorromanos, y la estructura de la decoración se concentra en los lomos, que se ornamentan con hierros sueltos.

Posteriormente, el estilo modernista se crean las encuadernaciones interpretativas, donde aparecen representados motivos alusivos al contenido del texto. Finalmente, el trabajo se hace más sencillo y  la decoración termina por circunscribirse al lomo. En éste estilo destacan los anagramas estilizados y los dibujos neogóticos.

La encuadernación estuvo sometida a la misma evolución que el resto de las manifestaciones artísticas. En Europa se sucedieron las cubiertas góticas, mudéjares, renacentistas, barrocas, neoclásicas, románticas, etc. A menudo, dichos estilos convivían durante un tiempo, aunque en realidad cada taller de imprenta y/o encuadernador imprimía a sus trabajos un distintivo propio. De este modo, se pone de manifiesto que la encuadernación puede ser mucho más que un simple elemento protector de los libros, convirtiéndose en auténticas obras de arte.

 

Un encuadernador de tomo y lomo

Un encuadernador en acción
Encuadernador en acción

El quehacer de un encuadernador es un oficio noble, porque trabaja en forma artesanal confiriéndole particularidades especiales y únicas a cada obra. Un libro encuadernado es un trabajo costoso, porque la labor es completamente manual, no hay procesos industrializados. Además, se usan materiales como pieles, cueros, hilos e incluso -cuando el libro es muy fino- oro para el canto de las hojas y joyas para adornar la tapa.

Juan Zafrilla -de quien encontré una simpática entrevista en un medio español- es un destacado encuadernador español con más de 40 años en el oficio, quien  señala: « la encuadernación no puede hacerse sin ton ni son, ya que los libros encuadernados son piezas únicas, por lo que hay que hacer una creación que vaya con el texto, por lo que primero, hay que conocer el texto para adecuar la encuadernación». Y luego añade: «lo más importante son las manos, la piel y a encuadernar, a meterle mano a los dibujos, dorar, y pulso fino, que aún tengo, hace falta también tener un poco de gusto, es como todo, empiezas y vas adquiriendo el oficio y con los años vas tomando cierta veteranía, incluso, he concursado en varios certámenes y he sido premiado, tengo mis diplomas».

Carlos Rey, otro afamado encuadernador español, entrega en su blog toda su experiencia y motivación en este oficio. Emocionado, señala «Vas deshilvanando el secreto de las grandes obras, lees todo lo que cae en tus manos sobre el libro: la encuadernación, restauración, el papel, la imprenta, llegando a tener y disfrutar de una buena biblioteca». Y si de encuadernadores reconocidos se trata, es imposible no nombrar a Emilio Brugalla, famoso «dorador» (especialista en decorar con oro el canto de los libros) a mano, orfebre y bibliófilo. Gracias a su trabajo con la editorial Subirana, se especializó en encuadernar libros religiosos llegando a crear toda una sección de libros artísticos. Finalmente, en 1931 crea su propio taller, a la vez que empieza su afán divulgativo que lo llevará a dar numerosas conferencias a lo largo del planeta y a escribir varios libros sobre el arte de la encuadernación.

Brugalla concibe sus encuadernaciones como obras de arte, cuidando todos sus detalles, esmerándose para que el paso de los años no degrade la calidad de la piel, que el peso del libro no lo desencaje por el lomo, que la obertura del libro sea suave, dulce y sin estorbos… En definitiva, encuadernaciones insólitas que estamos seguros le harán cambiar de opinión si piensa que el valor de un libro reside sólo en su interior.

 

Rústica, acaballada, de lujo….¿qué tipo de encuadernación prefieres?

Costura "diente de perro"
Costura «diente de perro»

Es así como nacen diversos tipos de encuadernaciones:  manual, rústica, cartoné, térmica, en piel, en espiral, alzada, acaballada, con taladro, etc. Sin olvidar la encuadernación heráldica, que poseen como elemento decorativo central o predominante un escudo de armas, emblemas u otros motivos armoriales que identifican al autor, al propietario o al mecenas del libro.

Las técnicas también son disímiles, así como los materiales. Éstos conforman otro mundo vasto y encantador: cueros, terciopelos, sellos, joyas. Entre los instrumentos está el telar, cuerdas, hilos de lino, agujas de guarnicionero, plegaderas, martillo, reglas, punzones, hebillas. Estos materiales dependen del tipo de encuadernación que se realice.

«En la variedad está el gusto», parece ser la tónica a la hora de hablar de las distintas variantes de la encuadernación. Sin embargo, lo que siempre  prevalece es el afán de proteger el conocimiento y el saber escrito por el hombre.

 

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Cine y Poesía

Cuando pensamos en la relación entre cine y literatura por lo general se nos vienen a la mente puntos de convergencia que tienen que ver con la narrativa o el teatro, pero esto no es necesariamente así. Así como el cine es una forma de arte integral que puede nutrirse de muchas disciplinas, también lo puede hacer de un género literario no principalmente narrativo como lo es la poesía.  Quizás no podamos encontrar fácilmente adaptaciones de un poema como lo haríamos de una novela (exceptuando la poesía épica donde básicamente se cuentan historias), pero sí podemos encontrar varios ejemplo en donde un poema cumple un rol central en la película, tanto en su relato como en lo que evoca, y es partir esto último donde vemos el mayor potencial en el aporte que la poesía puede hacer al cine.

Para poder entender la afirmación que acabo de hacer, caemos en la necesidad de establecer qué es la poesía. Existen miles de definiciones de ésta y todas de alguna forma u otra contribuyen a entenderla. Sin el ánimo de querer reducir este diverso género, creo que podemos llegar a un acuerdo y decir que la poesía es un género que tiende a la brevedad y a evocar lo que no está dicho. Podríamos decir que gran parte de la belleza de la poesía está en todo lo que está implícito pero que es invocado, creando más sensaciones que imágenes mentales.

Un poema entonces probablemente no aparecerá en una película como un relato, pero se colará en ésta para evocar una idea o sensación que gracias a la imaginación de un director o libretista se transformará en una historia que ilustrará aquello que el poema evocaba. También la conexión puede darse de forma inversa donde la mente creativa detrás de la película tenga una idea que lo lleve a un poema que fue escrito antes y que luego tomará para enriquecer el relato.

Extracto del Poema "Eloisa to Abelard"
Extracto del Poema «Eloisa to Abelard»

Pero ahora vamos a lo concreto con un par de ejemplos de cine y poesía. Eternal Sunshine of the Spotless Mind (EL eterno resplandor de una mente sin recuerdos) del 2004 le dio el Oscar a Michel Gondry, Charlie Kaufman y Pierre Bismuth por Mejor Guión Original, y para los que la vimos no dudamos en pensar que fue bien merecido. En la película se cita un poema de Alexander Pope llamado Eloisa to Abelard (en inglés y español), y si somos curiosos y le prestamos atención al poema en su totalidad nos daremos cuenta que la mención al poema no puede ser vista como sólo una cita sino que es casi un correlato que responde a un imaginario romántico colectivo a pesar de los tintes futuristas del film.

Otro ejemplo, menos conocido pero mucho más rico en su vínculo con un poema, es Wit (traducida al español como «Amar la vida») del 2001. Esta película puede ser particularmente interesante para esta sección ya que también se trata de una adapatación de una obra teatral, pero por ahora me referiré solamente a su conexión con la poesía. Aquí vemos la historia de una profesora universitaria, interpretada por Emma Watson, quien se ha dedicado a estudiar al poeta metafísico inglés John Donne. La película explora el miedo a la muerte y la reivindicación de la piedad por sobre el intelecto como valor supremo del ser humano, todo esto se ve enmarcado con uno de los poemas más famosos de Donne, Holy Sonnet X o también conocido como Death be not Proud. Las epifanías de la protagonista se ven gatilladas por los versos de Donne y el sentido del poema, aquello que éste nos transmite, se ve catalizado por el relato.

Los cruces entre cine y literatura no siempre están limitados a lo obvio,  hay una flexibilidad inherente en estas formas de arte y representación que permiten todo tipo de juegos y diálogos, y todo esto está a disposición de nuestro placer.

En caso que no hayan visto la película El eterno resplandor de una mente sin recuerdos -o quieran verla nuevamente- , les dejo un trailer con alusión al poema de Pope:

 

http://www.youtube.com/watch?v=PMVA7NQkBgY

 

Y cayendo en algo un poco más obvio -pero no menos hermoso- recuerdo la película El lado oscuro del corazón (1992), la cual está llena de pasajes del poeta uruguayo Mario Benedetti. La alusión es directa y obvia porque el personaje principal, Oliverio, recorre Buenos Aires en busca de una mujer que fuese capaz de volar. En su búsqueda incesante recorre cafés, boites, y una infinidad de lugares por los que deambula reflexionando sobre el amor, la muerte y el olvido. Todo ello acompañado de la poesía inigualable de Benedetti. Acá, un claro ejemplo con el poema  «No te salves» 

 

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¿Lectoescritura?

Los primeros años de escolaridad son claves para el desarrollo de la lectoescritura, de ahí la importancia de contar con buenos profesores que propicien y faciliten el proceso de aprendizaje
Los primeros años de escolaridad son claves para el desarrollo de la lectoescritura, de ahí la importancia de contar con buenos profesores que propicien y faciliten el proceso de aprendizaje

Desde hace unos años estudio y analizo el hábito lector, ya que me interesa la forma como desarrollamos el amor por la lectura.  Son alucinantes los estímulos que se generan a través de  los procesos psicológicos, educativos, emocionales -y tantos otros- a través de los cuales se desarrolla un vínculo único y especial con la lectura. Estudiando un poco de aquí y un poco de allá, mi tema de investigación me ha llevado a incursionar en aguas cada vez más profundas e interesantes. Es así como llegue a la lectoescritura, ya que resulta obvio pensar que la lectura y la escritura son procesos que van de la mano, conviviendo para que los seres humanos nos comuniquemos y seamos capaces de interrelacionar ideas, argumentos y pensamientos. Sin embargo, a partir de ese sencillo planteamiento sobrevienen una serie de preguntas: ¿Hasta que punto se relaciona la lectura y la escritura?  ¿Cómo influyen entre sí? ¿son codependientes o independientes?  ¿Cómo operan?… y así siguen una serie de interrogantes que me han inquietado las últimas semanas.

Decidida a responder mis cuestionamientos, me aboqué a un proceso de revisión bibliográfica (preferentemente de sitios webs, textos en google books,  papers e incluso de una tesis que me dio muchas señas). El resultado de mi lectura no me habilita como para largarme a escribir un post sobre lo aprendido, pero sí me permite hacer una reseña de algunas de las fuentes que me parecieron más significativas, y que creo pueden ser de utliidad para amateurs en el tema:


De acuerdo al blog de la docente Ruth M. Ruiz,  dedicado exclusivamente a la lectoescritura,  aprendí que ésta «es un proceso y una estrategia. Como proceso lo utilizamos para acercarnos a la comprensión del texto. Como estrategia de enseñanza-aprendizaje, enfocamos la interrelación intrínseca de la lectura y la escritura, y la utilizamos como un sistema de comunicación y metacognición integrado. La lectura y la escritura son elementos inseparables de un mismo proceso mental. Por ejemplo, cuando leemos, vamos descifrando los signos para captar la imagen acústica de estos y simultáneamente los vamos cifrando en unidades mayores: palabras, frases y oraciones para obtener significado. Cuando escribimos, ciframos en código las palabras que a su vez vamos leyendo (descifrando) para asegurarnos de que estamos escribiendo lo que queremos comunicar. (retroalimentación)Para leer y escribir el lectoescritor utiliza claves grafofonéticas, sintácticas semánticas. La grafofonética nos ayuda a establecer una relación entre el código (letras o signos) y la imagen acústica que representan. La clave sintáctica nos revela la estructura del lenguaje utilizado en el texto, mientras que la clave semántica se refiere a los conocimientos léxicos y experiencias extratextuales del lectoescritor (conocimiento previo).» Más adelante, la profesora señala «Si bien la lectoescritura necesita de mecanismos motores: ojos, manos y en ocasiones oídos, el proceso de cifrar, descifrar e interpretar es función del intelecto

 

Leer y escribir: dos procesos interpretativos y muy relacionados

Es, a partir de un proceso crítico y reflexivo, que la lectura y la escritura cobran significado
Es, a partir de un proceso crítico y reflexivo, que la lectura y la escritura cobran significado

A poco andar en mi búsqueda de información, encontré una tesis muy interesante donde se aplicaba la practica de la lectoescritura con talleres multimediales.  Sus autores señalan: «La lectoescritura fortalece el desarrollo de una persona competente (que lee, escribe, habla y escucha). Desde este punto de vista una persona es competente si sabe hacer las cosas, entiende lo que hace y comprende las implicaciones de sus acciones.  Implica utilizar este lenguaje conceptual especial, al leer comprensivamente y escribir creativamente, al razonar y resolver problemas de  la vida cotidiana.

Desde la perspectiva psicológica, por ejemplo, la lectoescritura es un medio para el aprendizaje, permite el acceso a la información y constituye una de las actividades más importantes para construir el conocimiento, para el cultivo intelectual y para actuar críticamente. De acuerdo con la obra «La ciencia del texto» (Van Dijk y Kinstch,  1983) «la interacción [entre lectura y escritura] se refiere a la comprensión, sin embargo la comprensión no radica sólo en develar el significado de cada una de las palabras, ni siquiera de las frases, o de la estructura general, sino en general una representación mental del referente del texto, producir un escenario o modelo mental de un mundo real o hipotético, en el que el texto cobra sentido.  Para llegar a esta representación se requiere elaborar modelos mentales, los cuales se basan en el conocimiento del mundo y en los recursos cognitivos del lector; el cual debe seleccionar, verificar, relacionar y unir la información más relevante del texto con sus conocimientos, permitiéndole de este modo ir más allá del significado literal del mismo,  y lograr realizar en el proceso de lectura actos críticos, esto es, establecer acuerdos y diferencias con la información existente, de tal manera que se vayan produciendo nuevas relaciones entre los conceptos.

Los autores de la tesis sostienen: «En términos generales, los niveles de competencia en la lectoescritura que se alcanzan actualmente en la escuela, no permiten que los alumnos puedan responder a las exigencias de la sociedad.   Algunas investigaciones realizadas por el Ministerio de Educación Nacional en las Instituciones Educativas, señalan que las deficiencias de los alumnos en las competencias básicas de la lecto-escritura,  dificultan la asimilación  y  comprensión, lo que significa que en muchas ocasiones se actúa sin comprender el mensaje (Llinas,  1995)

 

Leer, Escribir, Hablar y Escuchar:   

Al escribir se ponen en acción procesos mentales, emocionales, intelectuales, etc. tan interesantes, que el producto de lo que escribimos obedece a quienes somos como individuos.
Al escribir se ponen en acción una serie de procesos (neuronales,  emocionales, intelectuales, etc.)  de forma tal que, el producto de lo que escribimos obedece a quienes somos como individuos.

Siguiendo con el postulado de Francia Mendez, una de las autoras de la tesis «En la tradición lingüística y en algunas teorías sicológicas, se considera el acto de leer como  comprensión del significado del texto; algo así como decodificación, por parte de un sujeto lector, que se basa en el reconocimiento y manejo de un código y que tiende a la comprensión.  En una orientación de corte significativo y semiótico, tendríamos qué entender el acto de leer como un proceso de  interacción entre un sujeto portador de saberes culturales, intereses, deseos, gustos etc.  Y un texto como el soporte portador de un significado, de una perspectiva cultural, política ideológica y estética particulares,  que postula un modelo de lector; estos elementos inscritos en un contexto:  Una situación de la comunicación en la que juegan intereses, intencionalidades, el poder; en las que está presente la ideología y las valoraciones culturales de un grupo social determinado.» (…)

«Respecto a la concepción de escribir ocurre algo similar.  No se trata simplemente de una codificación de significados a través de reglas lingüísticas.   Se trata de un proceso que a la vez es social e individual en el que se configura un mundo y se pone en juego saberes, competencias, intereses, y que a la vez está determinado por un contexto sociocultural y pragmático que determina el acto de escribir: Escribir es producir el mundo.»


Bibliografía:
Aldana Valdéz, Eduardo; Chaparro Osorio, Luis fernando; García Márquez, Gabriel [et. al.]Colombia: al filo de la oportunidad. Bogotá: Tercer Mundo Editores, 1996.

Méndez, Francia Incidencia de los talleres multimediales en el proceso de lecto-escritura y desarrollo de la capacidad crítica y comprensión lectora en varios estudiantes del grado quinto del colegio IE Ateneo sede Santa Isabel. Colombia: Eduteka.org, 2001.

Ministerio de Educación, Cultura y deporte Investigaciones sobre el inicio de la lectoescritura en edades tempranas. España: Secretaría General Técnica, 2004.

Parodi, Giovanni La evaluación de la producción de textos escritos argumentativos: una alternativa cognitivo/discursiva. EN: Revista Signos, 2000, 33(47), 151-166.

Van Dijk, Teun;   Kinstch   La ciencia  del texto: un enfoque interdisplinario. Barcelona: Paidós, 1992.

 

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Elogio y defensa del “viejo” libro

En neorólogo Oliver Sacks
En neorólogo Oliver Sacks

¿Qué hace un lector devoto cuando su vista, edad mediante, ya no es la misma? El neurólogo Oliver Sacks  (1) analiza su propio caso y la renuencia a los soportes tecnológicos. Además, la escritora Florencia Abbate cuenta por qué prefiere el libro en formato clásico.

Acabo de publicar un libro, pero no lo puedo leer porque, como millones de otras personas, tengo problemas en la vista. Tengo que usar una lupa, y eso resulta lento y engorroso porque el campo es muy limitado y no se puede abarcar una línea completa, mucho menos un párrafo, de una sola mirada. Lo que necesito es una edición en letra grande, que pueda leer (en la cama o en el baño, donde hago la mayor parte de la lectura) como cualquier otro libro. Algunos de mis libros anteriores existían en ediciones de letra grande, algo invalorable cuando me pedían que hiciera una lectura en público. Ahora me dicen que la versión impresa no es “necesaria”, que tenemos e-books, que nos permiten aumentar a nuestro antojo el tamaño de la letra.
Pero no quiero un Kindle, un Nook ni un iPad, cualquiera de los cuales podría caerse en el baño o romperse, y que tienen controles para los cuales necesitaría una lupa. Quiero un libro de verdad, de papel impreso, que tenga peso, que huela a libro, como los libros de los últimos 550 años, un libro que pueda guardarme en el bolsillo o poner con los demás en la biblioteca, donde pueda divisarlo en momentos inesperados.

Cuando era chico, alguno de mis familiares mayores, así como un primo que tenía problemas de vista, usaban una lupa para leer. La aparición de los libros de letra grande en la década de 1960 fue para ellos un regalo del cielo, como para todos los lectores que veían mal. Florecieron las editoriales especializadas en ediciones en letra grande para bibliotecas, escuelas y lectores, y siempre se las podía encontrar en librerías o bibliotecas.

En enero de 2006, cuando mi vista empezó a declinar, me pregunté qué podría hacer. Había audiolibros –yo mismo he grabado algunos–, pero era un lector por antonomasia, no un oyente. Soy un lector empedernido desde que tengo memoria, y con frecuencia recuerdo de forma casi automática números de página o el aspecto de párrafos y páginas. Quiero libros que me pertenezcan, libros cuya paginación íntima se me haga familiar y querida. Mi cerebro necesita lectura, y la respuesta reside, para mí y con toda claridad, en los libros de letra grande.

Pero ahora cuesta mucho encontrar en las librerías libros de calidad impresos con letra grande. Lo descubrí cuando hace poco fui a Strand, una librería famosa por sus miles de estanterías que visito desde hace cincuenta años. Sí, tenían una (pequeña) sección de letra grande, pero consistía sobre todo en novelas baratas y manuales. No había recopilaciones de poesía, teatro ni biografías. Tampoco ciencia. No estaba Dickens, ni Jane Austen, ninguno de los clásicos, nada de Bellow, Roth ni Sontag. Salí frustrado, y también furioso: ¿las editoriales pensaban que los discapacitados visuales eran también discapacitados intelectuales?

Memoria y experiencia

brain-269x200Leer es una tarea de gran complejidad, en la que intervienen muchas partes del cerebro, pero no es una habilidad que los seres humanos hayan ido adquiriendo en el transcurso de la evolución (a diferencia del discurso, que tiene raíces mucho más profundas).La lectura es un avance relativamente reciente, cuyos comienzos se remontan tal vez cinco mil años en el tiempo y que depende de una pequeña zona de la corteza visual del cerebro. Lo que ahora llamamos el área visual de formación de palabras (VWFA por la sigla en inglés) es parte de una zona cortical que evolucionó hasta reconocer formas básicas en la naturaleza, pero que puede reutilizarse para el reconocimiento de letras o palabras. Ese reconocimiento elemental de formas o letras es sólo el primer paso. A partir de esa área visual de formación de palabras deben hacerse conexiones de doble vía a muchas otras partes del cerebro, entre ellas las responsables de la gramática, los recuerdos, asociaciones y sentimientos, de modo tal que letras y palabras adquieran sus significados específicos. Cada uno de nosotros forma vías nerviosas únicas relacionadas con la lectura, y cada uno lleva al acto de leer una combinación única, no sólo de memoria y experiencia, sino también de modalidades sensoriales. Algunos pueden “escuchar” los sonidos de las palabras a medida que leen (a mí me pasa, pero sólo cuando leo por placer, no cuando leo con fines de información); otros pueden visualizarlas, de forma consciente o no. Algunos pueden tener una aguda conciencia de los ritmos acústicos o los énfasis de una frase; otros son más conscientes de su aspecto o su forma.

En mi libro El ojo de la mente , describo a dos pacientes, ambos escritores, que pierden la capacidad de leer como consecuencia de una lesión cerebral en la VWFA, que está cerca de la parte posterior del hemisferio izquierdo del cerebro (quienes padecen ese tipo de alexia pueden escribir, pero no leer lo que escriben). A pesar de ser editor y un amante del texto impreso, uno de ellos se volcó de inmediato a los audiolibros para “leer”, y empezó a dictar sus propios libros en lugar de escribirlos. La transición le resultó fácil; de hecho, pareció algo natural. El otro, un escritor de novelas policiales, estaba demasiado habituado a la lectura y la escritura como para abandonarlas. Siguió escribiendo (en lugar de dictar) y descubrió, o ideó, una extraordinaria nueva forma de “lectura”: su lengua empezó a copiar las palabras que tenía delante, trazándolas en la parte posterior de los dientes. Leía, en efecto, mediante el recurso de escribir con la lengua empleando las zonas táctil y motriz de la corteza. También pareció ocurrir de manera natural. Al recurrir a sus fortalezas y experiencias individuales, el cerebro de cada uno encontró la solución adecuada, la adaptación a la pérdida.

 

Nuevas formas de leer

Para alguien que nace ciego, sin imágenes en absoluto, la lectura es una experiencia esencialmente táctil, a través del relieve de la impresión en Braille. Los libros en Braille, al igual que los libros con letra grande, son cada vez menos en la actualidad, a medida que la gente recurre a los audiolibros, más baratos y abundantes, o a los programas de voz digital. Pero hay una diferencia fundamental entre leer y que nos lean. Cuando es uno el que lee, ya sea por medio de los ojos o de un dedo, es libre de avanzar o retroceder, de releer, de reflexionar o fantasear en medio de una frase: uno lee según su propio tiempo. Que nos lean, o escuchar un audiolibro, son experiencias más pasivas, sujetas a los caprichos de otra voz y que se desarrollan en el tiempo del narrador.

Si avanzada la vida nos vemos obligados a aprender nuevas formas de leer –de adaptarnos a una menor visión, por ejemplo–, cada uno debe hacerlo a su manera. Algunos podremos pasar de leer a escuchar; otros seguirán leyendo mientras les sea posible. Algunos podrán agrandar la letra en sus lectores de libros electrónicos; otros lo harán en sus computadoras. Nunca he adoptado ninguna de esas tecnologías. Por ahora, por lo menos, me atengo a la anticuada lupa (tengo una docena, de diferentes formas y potencia).

La escritura tendría que ser accesible en la mayor cantidad posible de formatos: George Bernard Shaw decía que los libros eran la memoria de la humanidad. No debería permitirse que desapareciera ningún tipo de libro, ya que todos somos individuos y tenemos necesidades y preferencias muy específicas, preferencias que llevamos grabadas en todos los planos del cerebro, en redes y configuraciones nerviosas individuales que crean una relación profundamente personal entre autor y lector.


Este artículo fue publicado originalmente en The New Yorker (2013),  y traducido por Joaquin Ibarburu, quien lo publicó el 7 de enero 2013 en la revista Eñe, del diario argentino Clarín.


(1) Oliver Sacks es un escritor y neurólogo inglés. Profesor de neurologia clinica en la Escuela de Medicina Albert Einstein y profesor adjunto de neurología en la Universidad de Nueva York. Escribió, entre otros, “Despertares” y “Musicofilia”.

 

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Mis firmes propósitos de lectura para el 2013

Las listas de cosas por hacer/cumplir son una herramienta muy útil para organizar el tiempo
La lista de cosas por hacer/cumplir es una estrategia muy útil para organizar el tiempo


Siempre me ha gustado hacer listas, desde chica. Atesoraba libretas y lápices lindos con el sólo objetivo de usarlos para escribir un millón de cosas que hacer, música que escuchar, libros que leer. En fin… la lista de mis listas era contundente y apasionante.

Actualmente sigo siendo aficionada al arte de hacer listas. Y naturalmente las de fin de año no son la excepción. Mis propósitos para el futuro que se avecina son un ritual que cumplo sagradamente. Pero, cada vez hay menos tiempo, por eso los últimos años me he limitado sólo a las clásicas del año nuevo, consignando lo que anhelo que pase o lo que me gustaría hacer (clásico de una neurótica, lo admito). Sin embargo este año quise volver a otros temas y para ello escogí mis propósitos de lectura para el 2013.

La decisión no es trivial: la lectura acompaña mi desarrollo en todo sentido. Hay épocas en que he leído sólo material técnico y bibliografías de estudio, en otras -cuando era adolescente- muchos clásicos y literatura preferentemente Europea. Ahora me han bajado muchas ansias por leer literatura escandinava, con tramas truculentas y trágicas que me dejan en un estado de desasosiego total.

Lo que leo tiene que ver con mi devenir, así que este 2013 tengo el firme propósito de leer algunas grandes maravillas con las que me he topado gracias a mi trabajo como bibliotecaria, mis conversaciones con amigos, algunos artículos y programas de TV que me han dejado inquietudes literarias (al respecto recomiendo ver el espacio literario de Roka Valvuena en el programa Super Late de Canal 13 cable).

Nada mejor que sumergirse en un libro
Nada mejor que sumergirse en un libro

Sin más preámbulo, les dejo mi lista en orden alfabético, por título(1):

Y, la literatura técnica no puede faltar:

 

El momento de seleccionar la próxima lectura en la estantería es muy entretenido
El momento de seleccionar la próxima lectura en la estantería es muy entretenido

Sean o no libros doctos, valiosos, clásicos, originales, y todas los adjetivos que se les ocurran, tengo muchas ganas de leerlos. Leer es un placer en el que no me limito en lo más mínimo, y si cae en mis manos algo que se podría tildar como «fácil» o «vano», lo leo igual. El requisito para escoger «Qué leer» es que el texto -por su trama, portada, critica, reseña, etc.- me cause intriga, curiosidad, una sensación difícil de explicar. Eso me pasa desde pequeña -y más tarde de adolescente-, cuando recorría con mis dedos los lomos de los libros en los anaqueles de las Bibliotecas (públicas, escolares, y una que recuerdo muy bien que estaba en la casa de Carola, una amiga de la infancia). Quizás esa fue la biblioteca que me marcó más profundamente, así como el acervo literario de la Biblioteca Santiago Severín (en Valparaíso). Revisando los lomos de los libros e inclinando la cabeza hacia el lado en que estuviese el título, esperaba llegar al libro que me provocaba ese «no se qué» que me hacía escogerlo para mi próxima lectura.

Dejando los recuerdos de lado, ya tendré la oportunidad de comentarles al finalizar el 2013 si cumplí mis propósitos. Puede que no alcance a leerlos todos (la lista es ambiciosa) o quizás se agreguen otros que me tienten más. El caso es que me preció interesante que, este último día del año 2012 compartiera con ustedes esta lista. Si se animan pueden comentar algunos de los libros que planean leer, o sugerirme alguno para agregar a la lista.

¡Felices Lecturas para este 2013!


(1) He procurado hacer referencia a sitios web que hablen de la trama de los libros, usando fuentes fiables, interesantes y sin fines comerciales. En los casos en que no he encontrado esas fuentes, he tenido que recurrir a las de la editorial, que indica precio y otros datos. Sin embargo, claramente mi idea no es hacer promoción de determinadas casas editoras.